De Orioles va la cosa

El periodista Oriol Domingo es el responsable de la información religiosa en La Vanguardia. Entre sus muchos méritos está, sin la menor duda, el haber sido uno de los que más éxito ha cosechado en pronosticar la defenestración de Federico Jiménez Losantos al frente de La Mañana de Cope. Si Federico hubiera firmado un año más de contrato por cada ocasión en que Oriol y otros insignes periodistas de este negociado socio-religioso han asegurado que él estaba ya fuera de la “cadena de los obispos", tendríamos a Federico en las mañanas de Cope hasta mediados del siglo que viene. Eso sí, a nadie le quepa duda de que si algún año de estos, por ejemplo el actual, Losantos no renueva, ellos se pondrán la medalla en la solapa chillando a voz en grito un “¡Ya lo dijimos!".

En todo caso, esto me sirve de mucho. Siendo como soy un advenedizo en este mundillo, al contemplar su comportamiento aprendo lo que nunca hay que hacer: confundir los deseos propios con la realidad y convertirlos en noticia. Cuando uno titula según como querría que fueran las cosas y no según como son, la credibilidad personal desaparece sin necesidad de ningún truco de magia de Copperfield. Y un periodista sin credibilidad es como partido político sin valores o un artista sin talento.

Según el bueno de Oriol, tanto mi buen amigo Paco Pepe como yo somos personajes “significativos” que desde Madrid apoyamos a Germinans germinabit. Pues significativo no sé si lo seré, pero en Madrid no vivo, don Oriol. Y sí, apoyo a Germinans. Por supuesto. Siempre. Cada vez más. No son perfectos, cometen fallos y, como me pasa a mí, a veces se les va la mano, pero por sus venas corre más catolicismo genuino y amor a la Iglesia del que hay en todos los turulles y matabosch de turno. Y lo que resulta realmente triste es que necesiten del anonimato para ser libres de verdad. Porque, es bueno que lo sepa todo el mundo, si finalmente se descubriera quienes son, los autos de fe medievales alcanzarían un nuevo esplendor en el sector cesaropapista de la iglesia catalana, ese que tan a gusto vive bajo el tripartito.

Oriol Domingo asegura hoy que lo que agoniza en Cataluña es el nacionalcatolicismo. Pues sí, no le falta razón. Ya no queda casi catolicismo allá. Sólo nacionalismo. La Iglesia catalana que dio mártires durante la guerra civil hoy da templos vacíos, manos bajas, esterilidad espiritual, ninguneamiento social y servilismo mediático a favor de los que quieren alejarse de siglos de común caminar con el resto de España. Y claro, hay catalanes católicos, y por tanto españoles, que se resisten a ser protagonistas del entierro de su fe y de su iglesia local a manos de quienes deberían defenderla. Por eso existe Germinans germinabit. Por eso está en Religión en Libertad.

Insiste el señor Oriol en relacionarnos a Paco Pepe y a mí con el lefebvrismo. Hombre, pues ¿qué quiere que le diga? Un servidor está más cercano a Fellay que al monje Hilari Raguer, ese que desde Montserrat se dedica a pisotear la memoria de la Iglesia que dio la sangre de sus hijos en el siglo pasado, pero no soy lefebvrista. De hecho, es público y notorio para el que sigue este blog que yo me las he tenido “tiesas” con personas afines al lefebvrismo. Lo cual no significa que no tenga una muy sana esperanza de que la FSSPX se integre totalmente en el seno de la Iglesia. Creo que el Papa desea lo mismo así que muy mal encaminado no voy. Por decírselo más claramente: una vez completado el proceso de la comunión plena de la FSSPX con la Iglesia, me sentiría más cómodo besando el anillo de Fellay que el “no anillo” de Casaldáliga. He criticado al lefebvrismo pero le considero infinitamente más cercano a la fe que profeso que todos los Somos Iglesia, Atrios, Forums Alsina, etc, etc. Pero no es porque yo sea lefebvrista sino porque soy, o al menos lo intento, católico fiel al magisterio de la Iglesia.

A Oriol Domingo no le voy a poner calificativo alguno. Ni le voy a llamar progre, ni inclinado al liberalismo teológico, ni nada de nada. Sólo diré que él es un síntoma más de cuáles son los males de la Iglesia Católica en Cataluña. Y con eso está dicho todo. De todas formas, el futuro tiene mejor pinta que el presente. Una vez que la archidiócesis de Barcelona pase a ser pastoreada por alguien en la línea de los obispos vecinos a la misma, la primavera eclesial de Cataluña dejará de ser una utopía para convertirse en una gozosa realidad. Y mientras esa primavera llega, yo me quedo con el Oriol de Germinans. Vale más, mucho más, que el Oriol de La Vanguardia.

Luis Fernando Pérez Bustamante