Daniel Hannan y el déficit democrático en Europa
Ayer estuvo en Madrid el eurodiputado por el partido conservador británico Daniel Hannan, al cual tuve el placer de conocer en persona compartiendo mesa y mantel. Es un político y periodista joven, muy clarito a la hora de comunicar sus ideas, con un dominio del español bastante aceptable y con una capacidad de dialéctica parlamentaria brutal, tal y como demostró al poner contra las cuerdas a Gordon Brown hace un par de semanas en una intervención de apenas tres minutos en el parlamento europeo. Intervención que ha batido records en youtube.
Es decir, no estamos ante un político más, sino ante una figura emergente que, con casi total seguridad, ocupará un lugar destacado en la política de su país y de nuestro continente en las próximas décadas. Que alguien así apueste por pedir a los ciudadanos británicos que residen en España que voten a Alternativa Española en las próximas elecciones al parlamento europeo, es ciertamente significativo. En la rueda de prensa que dio ayer dejó bien claro que ni él ni su partido recomiendan el voto a los españoles, pues eso sería entrometerse en los asuntos internos de nuestro país, cosa que jamás han hecho los conservadores. Por ejemplo, a diferencia de lo que hemos visto en España, con políticos de uno y otro signo pidiendo que saliera ganador Obama en las últimas elecciones de EEUU, los “tories” no abrieron siquiera la boca durante el proceso electoral en ese país tan hermanado con ellos.
Ahora bien, dado que la comunidad de británicos residentes en España alcanza la sorprendente cifra de 800.000 ciudadanos, es normal que se preocupen por ellos e incluso que les animen a involucrarse en la realidad política de nuestro país, especialmente en los ámbitos donde se toman decisiones que les pueden afectar muy directamente, como son las elecciones municipales o las europeas. De hecho, nadie en España lo sabe, pero una de las razones por las que los tories se han buscado en España un partido libre de toda sospecha de corrupción, siquiera por no haber tocado todavía poder, es el mosqueo general existente entre británicos y alemanes residentes en la costa por las políticas urbanistas tanto del PP como del PSOE, con claros indicios de corrupción generalizada que, a pesar de las denuncias -que no aparecen en nuestros medios de comunicación-, no ha podido ser investigada por el parlamento europeo debido a la oposición frontal de todos los eurodiputados españoles.
En cualquier caso, asuntos internos y particulares de los “spanish british” aparte, lo que de verdad interesa del discurso de Hannan es la denuncia del enorme déficit democrático de las instituciones europeas. Siendo que alrededor del 70 u 80% de las normas y leyes que afectan a nuestras vidas vienen de Europa, es muy preocupante que el parlamento europeo no sea una cámara propiamente legislativa -no se le concede tener iniciativa propia-, quedando en manos de la Comisión Europea dicha labor. Y nadie en Europa vota para elegir a los miembros de dicha Comisión. Se podrá alegar que dado que los comisarios son elegidos por los gobiernos de los países miembros y que esos países son democráticos, entonces la Comisión es un órgano democrático. Pues a otro perro con ese hueso. Como bien dice Hannan, la democracia no es sólo un mecanismo por el cual el ciudadano vota a su representante, sino el sistema por el cual ese ciudadano tiene además derecho a que su representante le rinda cuentas de forma directa por lo que hace o deja de hacer. Eso es así aunque muchos no lo puedan entender en un país como el nuestro, donde más que una democracia hay una partitocracia. Los comisarios de la UE no rinden cuentas a los europeos que votan, pues dependen de los gobiernos de la Unión. En ese sentido, el déficit democrático es enorme.
Si a eso le unimos el hecho de que los estados miembros entregan buena parte de su soberanía a la propia Unión, es lógico que cada vez haya más europeos que, aun en contra de lo que les dicen sus partidos mayoritarios, vean con mucho recelo ese gran monstruo en que se está convirtiendo el “proyecto europeo", con tintes de federalismo trufado de burocracia aristocrática más propio de otras épocas. Como dice Hannan, no puede ser que el continente que ha regalado al mundo la democracia moderna, se cargue ese sistema para poder construir una gran unión europea.
Alguno me preguntará qué tiene todo esto que ver con las materias que suelen formar parte de Religión en Libertad y de este blog. Pues mucho. Hace unos días dimos como noticia en Religión en Libertad que la Comisión Europea buscaba prohibir el uso de animales en las investigaciones científicas, proponiendo que se diera prioridad al uso de embriones animales… y humanos. Si esa directiva se aprueba, afectará a todos los países de la unión, de forma que tendrán que modificar sus legislaturas para que encajen con lo que les llega de Europa. Una Europa todopoderosa podría “obligar” a los países con legislaciones sobre el aborto muy restrictivas a que las modificaran. Y claro, bastante tenemos con preocuparnos por la batalla contra las leyes que favorecen la cultura de la muerte en España como para que encima tengamos que ocuparnos de las que nos lleguen de Europa. Sobre todo si esas leyes no parten de un parlamento plenamente democrático. Los tories quieren acabar con eso y AES también. Y respecto a este partido, si bien no creo que estas cuestiones sean las fundamentales para optar por votarles -antes está su claro posicionamiento a favor de la cultura de la vida-, sí que suponen un plus importante para hacerlo. Al menos para mí.
Como quiera que mi torpe pluma no está acostumbrada a escribir sobre estas cuestiones, os dejo con la entrevista que le hicieron a Hannan en Popular TV. De lo que se comentó “off the record” en la comida, sólo diré un detalle que me resultó especialmente simpático. Resulta que el bueno de Daniel es un gran aficionado a la Fiesta Nacional. Le apasionan los toros. Conoce los toreros, las ganaderías y hasta los carteles de la próxima Feria de San Isidro. No me negaréis que la cosa tiene su “aquel” viniendo de un eurodiputado británico.
Luis Fernando Pérez Bustamante