InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Categoría: Cristianos en la vida pública

25.09.09

Lo que va del cardenal Schönborn al arzobispo Burke

Conozco pocos casos de cardenales, arzobispos u obispos cuya imagen se haya deteriorado tanto en tan poco tiempo como el del cardenal arzobispo de Viena, S.E.R Christoph Schönborn. Hubo quien le incluyó entre los papables en el último cónclave. Y si hace dos años me preguntan quién podría ser el sucesor de Benedicto XVI, salvo que el buen Dios nos haga el favor de conceder al actual Papa muchos más años de vida, sin duda habría incluido al cardenal austriaco entre los candidatos. Hoy pienso que su mejor destino sería como Prefecto de la Lavandería vaticana, dicasterio que yo aconsejaría crear para que el Papa pueda librarse de cardenales y prelados varios que amenazan con arrasar por donde quiera que pasan.

Así que yo recuerde, en los últimos doce meses hemos visto a ese cardenal participar en una misa con globos, confetis, guitarras y batería. Le hemos visto permanecer impasible ante el boicot al nombramiento por el Papa de un obispo auxiliar para una diócesis austriaca. Le acabamos de ver permanecer callado como una tumba ante la acusación, con datos ciertamente importantes, de ser, como poco, filomasónico. Y por si fuera poco, monseñor Andreas Laun, obispo auxilar de Salzsburgo, le ha puesto en evidencia delante de toda la Iglesia al anunciar que le llamó por teléfono para prohibirle participar en una marcha contra el aborto y a favor de la vida ante el ayuntamiento de Viena. Vamos, que sólo le falta seguir los pasos de Rowan Williams, primado anglicano, y hacerse druida.

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21.09.09

Cuando la política interfiere en el derecho a la vida

Mucho se ha hablado y escrito sobre la “imperiosamente” necesaria separación entre Iglesia y Estado, entre el ámbito de la fe y el de la acción política. En cuanto algunos católicos explicamos que la fe, de existir, configura cualquier tipo de acción del que la profesa, se nos tilda de fundamentalistas que deseamos para nuestro país una especie de legislación similar a la sharia islámica en versión “católica”. La verdad es que estamos en un caso claro de extremos que se tocan. Por una parte, el de un modelo que busca hacer de la ley civil y penal un mero trasunto de la religión religiosa y por otra, el de un modelo que desprecia por completo cualquier condicionamiento moral que venga dado por una tradición religiosa que ha conformado la civilización sobre la que se pretende aplicar dicho modelo.

Tenemos ejemplos de a qué conducen dichos extremos. En Italia un musulmán acaba de asesinar a su hija, ya mayor de edad, por haberle deshonrado al largarse a vivir con su novio “católico". Lo que en el país transalpino es un crimen, en muchos países musulmanes se vería como la cosa más normal del mundo. De hecho, la madre de la asesinada justifica lo que ha hecho su marido. Por otra parte, en España estamos a punto de que a las jóvenes entre 16 y 18 años se les permita abortar sin permiso paterno. Es decir, un modelo admite que un padre acabe con la vida de una hija rebelde y el otro anima a que las menores se pasen por el forro la autoridad paterna para asesinar a sus hijos.

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19.09.09

¿Predica en el desierto el cardenal Rouco?

El cardenal Rouco Varela ofició ayer una misa en el CEU San Pablo de Madrid con ocasión del I Congreso de Juristas Católicos que allá se está celebrando. En su homilía el cardenal les recordó a los políticos católicos que “no se puede legislar en contra de la ley de Dios". Lo cual está muy bien, pero necesariamente surge la pregunta: ¿cuántos políticos verdaderamente católicos hay en las instituciones democráticas?

No me refiero a bautizados, que obviamente son mayoría. No, me refiero a políticos católicos practicantes. ¿Sabe alguien cuántos son? ¿llegan acaso a ese casi 20% de españoles que van a misa habitualmente? Sospecho que no. Y de hecho, ¿hay alguno de ellos en el gobierno, que es el que envía los proyectos de ley al Parlamento y el Senado? Sin duda ninguno. Y de haber alguno se sometería a la disciplina de partido, verdadera alma mater de este sistema llamado democracia. Entonces, ¿a quién habla el cardenal? ¿a quienes nada pueden hacer para que no se legisle en contra de la ley de Dios?

No se me entienda mal. No critico al cardenal por decir eso, que está muy bien dicho. No le acuso de hacer un brindis al sol. Debemos agradecerle esas palabras de exhortación a los pocos políticos católicos que hay en nuestro país. Pero la realidad es la que es y convendría que fuéramos adecuando los discursos a la misma. Seamos claros: las creencias religiosas no juegan papel alguno allá donde se aprueban las leyes que rigen nuestra sociedad. Las pocas excepciones a ese hecho no hacen sino confirmar la regla. Y ahí es donde se debería incidir. El sistema está “vacunado” contra el cristianismo, al que trata poco más o menos como si fuera un virus agresor que amenaza la salud de un modelo legislativo encaminado, cada vez más, a imponer una ideología concreta sobre toda la sociedad. La partitocracia es un antibiótico muy efectivo contra la actividad de los pocos políticos auténticamente católicos que puedan existir. Su efectividad es nula, su presencia mediática casi inexistente y sus ideales son sacrificados ante el falso dios de la maquinaria electoral.

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11.09.09

Se busca un San Juan Bautista para decir cuatro verdades sobre Berlusconi

Corría el año 30 después de Cristo, que diría mi amigo César Vidal, cuando en Israel había un rey llamado Herodes que cometió el pecado de liarse con la mujer de su hermano. La cosa no habría tenido mayor importancia si no fuera porque en aquel entonces vivía el mayor profeta en la historia del pueblo elegido. Se llamaba Juan y le apodaban “el bautista” porque predicaba el arrepentimiento y administraba el bautismo por agua para el perdón de los pecados. El bueno de Juan no tenía pelos en la lengua y acusaba al rey de ser un adúltero de tres al cuarto. Y eso al rey no le hacía ni pizca de gracia. El final de esa historia lo conocemos. El profeta acabó con la cabeza cortada y el rey siguió viviendo en pecado.

No fue el primer rey de Israel que había pecado con mujeres. El mismísimo rey David cayó en adulterio con Betsabé y, aún peor, para tapar las consecuencias de su primer pecado -ella se quedó preñada-, cometió un crimen aun más horrendo al ordenar que pusieran al marido de su amante en primera línea de batalla para que le mataran. Entonces también hubo un profeta, llamado Natán, que fue a acusarle de adúltero y asesino, pero la reacción de David no fue la misma que la de Herodes. El hijo de Isaí se arrepintió de su pecado y Dios le perdonó aunque no dejó sin castigo -esa penitencia que los protestantes niegan- su acción.

Estamos pues, ante un mismo pecado, una misma denuncia profética y dos resultados distintos. En un caso, el profeta muere por ser fiel a la verdad. En el otro, el pecador se salva tras escuchar al profeta. Siendo que hoy existen gobernantes como los reyes Herodes y David, la pregunta es: ¿dónde están los profetas que denuncian sus pecados?

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2.09.09

Una opinión un tanto heterodoxa sobre la cuestión de los símbolos religiosos

Entiendo, y en buena medida he compartido, los argumentos a favor de dar la batalla para el mantenimiento de los símbolos religiosos, mayormente católicos, en colegios e instituciones públicas de nuestro país. Pero estoy cambiando de opinión. La Constitución no dice ni deja de decir nada al respecto. La aconfesionalidad del Estado no debería de implicar la laicidad del mismo, pero si algo está claro es que la supresión de los símbolos religiosos no va en contra del texto constitucional, el mismo que gran parte de los obispos en tiempos de la Transición aplaudían, mientras que unos pocos -relegados a un segundo plano y acusados de preconciliares y fachas- señalaban aquello que, punto por punto, se ha ido cumpliendo. Ahora, claro, ya es tarde para arreglar el desaguisado. De nada vale ya reconocer que tenían razón. Sólo queda emprender una nueva aventura de la que hablaré, Dios mediante, en mi post de mañana.

La Constitución deja las puertas abiertas para que un gobierno como el de Zapatero acabe con una simbología que puede representar lo que ha sido la identidad y la historia de España, pero que ya no sirve para identificar a esta nación. En un país donde tan sólo son católicos practicantes menos del 20% de la población, donde el aborto campa a sus anchas, donde el concepto de familia se aleja de la ley natural, donde la degeneración moral recibe como premio altas cotas de audiencia en televisión, no tiene mucho sentido pretender que la presencia de los crucifijos en los ámbitos públicos sea otra cosa que un gran acto de hipocresía nacional. Porque vamos a ver, ¿hay alguien a quien no le repatee ver a Zapatero prometer su cargo al lado de un crucifijo y de una Biblia? ¿pinta algo la cruz allá donde se pisotea la moral evangélica? Incluso voy más allá, ¿tiene sentido seguir manteniendo el nombre de advocaciones marianas o de santos en hospitales públicos donde se practican abortos? Imagínese el lector esta conversación: “¿Dónde has abortado, Rosita?“, dice la una. “En Nuestra Señora de Begoña“, responde la otra…. ¿Y bien? ¿hemos de aceptar que se profane lo sagrado de esa manera?

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