Niño, no te metas en política si vas a la manifa
He estado leyendo estos días el cirio que se ha armado en blogs y tertulias por las declaraciones de Rajoy animando a los militantes de su partido a acudir a la manifa del diecisiete de octubre. Algunos sacaron pecho como si eso supusiera un logro destacado, a pesar de que saben muy bien que el PP es tan pro-abortista como el que más. Si alguien lo duda, que lea lo que ha dicho Zaplana o González-Pons, encantadísimos de la vida con la actual ley. Otros se han dedicado a aprovechar la coyuntura para entrar en manada a los blogs y foros para hacer propaganda de AES, a pesar de que, como ya les he dicho en repetidas ocasiones, esa táctica no sólo no les beneficia sino, muy al contrario, perjudica seriamente a la imagen de ese partido. Y hoy les digo algo más: dais imagen de sectarios. Así que… vosotros mismos.
El problema es que el ambiente se está “calentando". Hay cierto personaje que en sus diversos blogs va diciendo a los posibles manifestantes lo que pueden y no pueden hacer, lo que pueden y no pueden decir y, casi casi, lo que pueden o no pueden vestir. Un poco más y da la dirección donde ir a adquirir unos uniformes para que todos vayan iguales. Vamos, que si a algún manifestante se le ocurre decir “PP abortista” y ese señor está cerca, lo saca a patadas de la manifa.
Dicen que no quiere que el acto se politice. Leche, pues yo juraría que estamos como estamos gracias a la acción concertada de todos los partidos del arco parlamentario a favor del aborto. ¿Quieren que nos manifestemos a favor de la vida y en contra del aborto e ignoremos a los políticos que lo han promovido, sostenido, alentado y apoyado? Esto me recuerda a lo que decían algunas madres a sus hijos en tiempos del franquismo: “Hijo, haz lo que quieras pero no te metas en política".

“Non serviam” es la frase atribuida a Satanás y sus ángeles como muestra de su rebeldía ante Dios. No pocos hombres han seguido sus pasos. El “no” a Dios es un “no” a la vida y un “sí” a la muerte, pero los hay que han elegido pasar la eternidad separados de la vida a morir a sí mismos para vivir siempre en el Señor. La rebeldía está en la raíz de toda perdición. El aceptar que no tenemos la última palabra o, mejor dicho, que esa última palabra no depende de nuestros deseos sino de la autoridad de alguien por encima de nosotros, es lo que separa al hombre del abismo. Y si eso es cierto para todos, en mayor medida lo es para quienes han sido iluminados por el Espíritu de la verdad. Un pagano incrédulo tiene los ojos cerrados ante la luz que puede conducirle hacia la vida eterna, pero el cristiano tiene ojos para ver, oídos para oír y piernas para andar por el camino de la salvación. No hemos recibido una ley escrita en piedras y pergaminos sino al Espíritu Santo que nos conduce hacia la verdad completa, hacia Cristo nuestro Salvador. Por tanto, no tenemos excusa para rebelarnos contra la autoridad divina.


