1.02.12

La lección de los obispos de EE.UU

Hoy es uno de esos días donde ser católico es motivo de orgullo. En el país más “poderoso” del mundo, ese que es pintado por muchos como el paraíso de la democracia y la panacea de las libertades, existe un gobierno empeñado en obligar a todo el mundo a aceptar la cultura de la muerte, que tiene en el aborto su rostro más siniestro. Y dentro de todo el mundo entramos, como no podía ser de otra manera, los católicos. Obama quiere forzar a todos los empresarios o personas particulares que contratan empleados a pagar unos seguros médicos que incluyan entre sus servicios la anticoncepción, la esterilización y los fármacos abortivos.

La secretaria del departamento de Salud y Servicios Humanos de la administración Obama ha dado un plazo de un año a las instituciones religiosas para acatar la norma. Pues bien, los obispos de EE.UU están diciendo que no piensan acatarla. Y que si es menester, sufrirán las consecuencias legales. La contundencia y la firmeza de algunos prelados a la hora de pronunciarse es sencillamente digna de elogio. Y yo añadiría que brilla con luz propia si se la compara con la actitud de otras iglesias locales en otros lugares del mundo. Por ejemplo, ahora que parece que en España nos vamos a librar de la EpC, cabe preguntarse qué colegio católico, religioso o diocesano, decidió objetar ante una asignatura con elementos claramente contrarios a la cosmovisión católica del hombre y la sociedad. La respuesta es ninguno. Se ve que aquí no cuenta mucho eso de que “hay que obedecer a Dios antes que a los hombres“.

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30.01.12

Si la sal pierde su sabor...

Pocas cosas hay tan penosas en este mundo como ser un cristiano soso, sin sustancia, adaptado al ambiente, repetidor de consignas más o menos grandilocuentes que no dejan ver la raíz real de los problemas que aquejan a la sociedad. Pocas cosas hay tan absurdas como ser católico y escribir un artículo sobre la crisis sin mencionar una vez siquiera a Cristo, el evangelio, la Iglesia y sus enseñanzas. Y sin embargo, eso es lo que veo en un comunicado publicado por un grupo de jóvenes de cierto movimiento eclesial con motivo de la festividad de Santo Tomás de Aquino. Prefiero no decir ni el movimiento ni la diócesis a la que pertenecen. De hecho, no voy a copiar párrafos del texto para evitar que alguien lo encuentre en la red y les identifique. No es necesario pues me temo que no son los únicos que sufren de esta idiocia espiritual.

Es de sentido común que cuando un católico aborda de manera pública la crisis que sufre nuestra sociedad, base su mensaje en aquello que Cristo y los apóstoles dijeron acerca del mundo y del papel que los cristianos juegan en el mismo. Sin embargo, es sumamente tentador caer en un discurso humanista que, aparte de estar infectado de pelagianismo barato si no está enraizado en la doctrina católica, solo sirve para endulzar al alimento amargo del reino de pecado que nos rodea.

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28.01.12

Una lección de Barrio Sésamo para los socialistas

Aunque algunos crean que nací ya mayor y con barba, pidiendo un auto de fe para la comadrona y el doctor que atendieron a mi madre, yo también fui niño en cierta ocasión. Y como tal me gustaba ver la programación infantil, que por aquel entonces era bastante más sana de lo que ha llegado a ser posteriormente. Me acuerdo bien del “Un globo, dos globos, tres globos", de los payasos de la tele -también eché una lagrimilla cuando murió Fofó- y de Barrio Sésamo. Cuando empezaron las emisiones de Epy, Blas, Coco, la Rana Gustado y compañía yo ya andaba por los diez años de edad, pero creo recordar que esos personajes habían salido anteriormente en los globos.

El caso es que cuando uno tiene una decena de años no necesita que le expliquen la diferencia entre arriba y abajo, dentro y fuera. Pero a mí me hacía gracia la forma en que los muñecajos lo contaban a los críos. Y, por lo que se ve, hay algunos adultos que deberían repasar esas lecciones tan elementales. Por ejemplo, la diputada socialista Laura Seara.

Esta buena mujer ha repetido una especie de mantra absurdo que tenemos que oir siempre de boca de los defensores de la cultura de la muerte. Hablando de la futura reforma de la ley del aborto, ha reivindicado el derecho de a mujer “a decidir sobre su cuerpo".

Mira, Laurita, hija, atiende bien a lo que te voy a explicar. ¿Estás lista? Pues voy a ello. Coge una caja de cartón y mete dentro un huevo de gallina. ¿Ya lo has hecho? Vale. Pues fíjate. El huevo está deeentro de la caja, ¿lo ves? Pero el huevo no es la caja. Sólo está dentro, pero no pertenece a la misma. ¿Lo comprendes? ¿te da la inteligencia para ello? Espero que sí.

Pues bien, en relación al aborto, el feto o embrión humano que es eliminado está deeentro del cuerpo de su mami, pero no forma parte del mismo. Es un ser vivo distinto del de su madre. Por tanto, no se puede hablar del derecho a decidir sobre el cuerpo de las madres, sino en todo caso del derecho de las madres a matar a sus hijos. Y, estimada Laura, eso es una salvajada hoy, hace 35 años, hace dos siglos, hace veinte y dentro de mil quinientos años.

Ya sé que no os gusta llamar a las cosas por su nombre. Queda feo eso de decir “yo quiero que las madres puedan matar a sus hijos no nacidos", pero la verdad es la verdad y esa es vuestra propuesta. Es más, aunque tengas razón -ciertamente la tienes- en hablar de la hipocresía del PP en esta materia, eso no cambia las cosas. Vosotros sois promotores de la aniquilación del derecho a la vida. No nos vengáis hablando de que sois defensores de los derechos sociales. Si un ser humano no tiene derecho a nacer, ¿de qué le valen los otros derechos?

Gracias a vuestra ideología, gracias a la podredumbre moral de una sociedad que ha comprado vuestros discursos mentirosos, millón y medio de niños no han podido ver programación infantil en la tele. Han acabado en el cubo de basura de las clínicas abortistas. Los socialistas como tú podéis presumir de ello. Podéis salir a la calle a exigir que todo siga igual. Con ello solo demostráis vuestra miseria ética, moral, intelectual, espiritual y política. Sois un cáncer para el bien de España.

Luis Fernando Pérez Bustamante

26.01.12

Un sacerdote decente no se exhibe en calzoncillos ante toda España

Tras conseguir unos cuantos días de gloria mediática al entrar en Gran Hermano, el religioso y sacerdote Juan Antonio Molina parece lanzado a demostrar a todo el mundo que la suspensión a divinis “temporal” que le fue impuesta por el superior general de su concregación puede ser insuficiente. Hasta donde yo sé -no sigo el programa-, dentro de la casa ha optado por exhibirse ante las cámaras en calzoncillos de color rojo, se ha metido dentro en la cama con alguna de las mujeres participantes -sin hacer todavía “edredoning"-, ha asegurado haber tenido sueños eróticos con no se cuál actriz y ha presumido de depilarse el cuerpo de perilla para abajo.

Yo no sé si este pobre hombre estaba ya perdido para la causa de Cristo y de su Iglesia antes de plantearse siquiera asomarse por un programa de esas características. Como no le conozco, me es imposible discernir si su entrada en Gran Hermano es la guinda del pastel o es la espita retirada de una granada de indignidad que ha explotado dentro.

Cuando hablo de indignidad, entiéndaseme bien. Humanamente es comprensible que un concursante de ese tipo de programas se dedique a semejantes tareas. Peor es cuando pierden todo sentido del pudor y mantienen relaciones sexuales bajo unas sábanas delante del público. E incluso en ese caso, no dejan de ser un ejemplo de cuál es el camino que ha emprendido buena parte de nuestra sociedad, que ha decidido que la fe y la moral sexual católica es cosa del medievo y que hay que seguir aquello de “comamos y bebamos, porque mañana moriremos” (1ª Cor 15,32).

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25.01.12

La Iglesia debe de tomar nota sobre las actitudes totalitarias de nuestros políticos

Cada vez es más evidente que cuando desde la Iglesia alguien osa hacer unas declaraciones públicas en las que se explica su doctrina y su moral, cuando se opina sobre determinadas leyes, cuando se critica aquello que se considera criticable desde la cosmovisión católica, aparece el verdadero rostro totalitario de la izquierda de este país. Una izquierda empeñada en imponer su propia moral, su propia cosmovisión, su propio modelo de sociedad.

Si la Iglesia dice que las relaciones sexuales fuera del matrimonio son pecado, se la acusa de imponer su moral. Cuando la Iglesia enseña que las relaciones homosexuales son pecado, se la acusa de imponer su moral. Cuando la Iglesia denuncia que el aborto es el asesinato de inocentes, se le acusa de imponer su moral. Y así, ad infinitum.

Son los que pretenden legislar contra natura sobre la institución familiar. Son los que llaman derecho al asesinato de un ser humano en el seno materno. Son los que quieren quebrar el sacrosanto derecho de los padres a educar a sus hijos conforme a sus valores morales y religiosos. Son los herederos ideológicos de aquellos que llenaron de mártires esta nación el siglo pasado. Y el que dude de lo que digo, que mire la foto que he puesto para acompañar a la noticia de la petición de IU para que se derogue el concordato de España con la Santa Sede. El señor de la foto es el que ayer pidió tal cosa en el Congreso. Está al lado del símbolo de la ideología más sanguinaria en la historia de la humanidad. Ni siquiera el nazismo -básicamente porque no le dio tiempo- provocó tantos muertos como la hoz y el martillo en el siglo pasado. ¿Qué lecciones de democracia nos van a dar esos sujetos?

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