InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Archivos para: Junio 2015

24.06.15

Redimidos de verdad

Existe una gran diferencia entre que te digan que tienes que ser bueno y que para ello has de esforzarte todo lo que puedas con tus propias fuerzas, a que te digan «Dios te concede ser bueno. Sé bueno» y te des cuenta de que, efectivamente, Dios hace que empieces a serlo y se empeña en que lo seas sí o sí, de forma que acabas siéndolo por pura gracia.

Entender eso es clave para empezar a andar por el camino de la santidad sin los pies atados.

Como bien enseña el Concilio de Orange:

Can. 4.
Si alguno porfía que Dios espera nuestra voluntad para limpiarnos del pecado, y no confiesa que aun el querer ser limpios se hace en nosotros por infusión y operación sobre nosotros del Espíritu Santo, resiste al mismo Espíritu Santo que por Salomón dice: Es preparada la voluntad por el Señor (Prov 8, 35 LXX), y al Apóstol que saludablemente predica: Dios es el que obra en nosotros el querer y el acabar, según su beneplácito (Fil 2, 13).

Y

Can. 9.
Sobre la ayuda de Dios. Don divino es el que pensemos rectamente y que contengamos nuestros pies de la falsedad y la injusticia; porque cuantas veces bien obramos, Dios, para que obremos, obra en nosotros y con nosotros.

Hay dos maneras de entender mal esa enseñanza de la Iglesia:

1- Creer que nuestra santidad es fruto sobre todo, o al menos en gran manera, de nuestra capacidad de ser santos. Porque como dijo Cristo «Sin mí, no podéis hacer nada» (Jn 15,5). Y nada es nada. Es decir, ni el pensar siquiera en la necesidad de convertirnos parte de nosotros. Es obra de Dios.

2- Creer que somos meros espectadores pasivos de la obra de santidad que Dios opera en nuestras vidas.

Leer más... »

21.06.15

Dime, querida, ¿tú tienes reja portátil?

Dada la intensa actividad del papa Francisco, a veces se nos pasan cosas que resultan ser la mar de interesantes.  Por ejemplo, el pasado mes de mayo mantuvo un encuentro con los religiosos de Roma. Y hete aquí que les contó esta anécdota:

Recibí una carta, hace 6-7 meses, de una religiosa de clausura que había comenzado a trabajar con los pobres, en la portería; y luego salió a trabajar afuera con los pobres; y luego siguió adelante, más y más, y al final dijo: «Mi clausura es el mundo». Yo le respondí: «Dime, querida, ¿tú tienes reja portátil?». Esto es un error.

Obviamente no dijo el nombre de la religiosa de clausura, pero en España no tenemos que ir muy lejos para encontrar a dos, sobre todo una, que encajan como mano a guante en esas palabras del Papa: Sor Lucía Caram, dominica a la que le gusta más una cámara de televisión que a un niño goloso un dulce, y Sor Teresa Forcardes, benedictina metida a política.

De hecho, la monja dominica, argentina, secesionista catalana y culé, tiene escrito un libro que se titula “Mi claustro es el mundo”, en el que seguramente se dedica a explicar por qué ella considera que está bien aquello que el Papa cree que es un error.

Leer más... »

19.06.15

Breves reflexiones (VI)



Ve a Misa rezando, preparando el alma para el encuentro con Cristo. Sal de Misa meditando en los misterios que acabas de celebrar. Y llevarás más fruto.

El maná del cielo te llega del Calvario. Cuando te acerques a comulgar, recuerda que estás ante la Cruz y el Crucificado por quien recibes la salvación.

El alma que ama la Eucaristía sabe que pronto llega el terremoto que derriba los edificios de sus pecados y rasga el velo que le impide entrar en plena comunión con el Santísimo.

Cristo te entrega su carne y su sangre para que ruede la piedra que te mantiene en la tumba de tus pecados y vueles libre hacia el Padre.

Adora al que comes. Adora al que se te entrega. Adora a quien te ama, te perdona, te restaura, te da vida. Sé un adorador eucarístico y entrarás en comunión con todos los santos del cielo.

Deja que el que se entregó por ti en la Cruz acampe en tu cuerpo y tu alma por la Eucaristía para convertirte en ofrenda agradable al Padre.

Cristo se sintió abandonado en la Cruz para que tú nunca te sientas solo cuando cargas las cruces que el Padre te concede y permite.

Por la resurrección de Cristo, tú bajas de tu cruz muerto al pecado, pero vivo en el Espíritu Santo, dispuesto a ser recogido en los brazos de la Dolorosa que se te ha entregado por Madre.

Leer más... »

18.06.15

Al portavoz de la Conferencia Episcopal de Chile

Acaba de producirse la renuncia del presbítero chileno Rodrigo Tupper (foto). Siendo que él no ha dado demasiadas explicaciones sobre su decisión, es preferible evidentemente no especular sobre las mismas. Ni ha sido ni será el primer y último sacerdote que hace lo mismo. Pediremos a Dios por el presente y el futuro de nuestro hermano. Dios lo guarde siempre en su misericordia y lo lleve a la vida eterna.

Lo verdaderamente llamativo de este caso son las declaraciones del portavoz de la Conferencia Episcopal de Chile, D. Jaime Coiro, diácono permanente y periodista. Dice:

«Probablemente se fue abriendo este discernimiento mayor, donde puso en la reflexión su vocación, que es lo más profundo, cuál es el lugar donde le toca servir ahora, y tomó esta decisión, que puede ser impactante y quizás conmovedora».

Y

También afirmó que está cambiando el modo en que la Iglesia aborda este tipo de hechos(la renuncia de un sacerdote), ya que «hace algunas décadas, que un sacerdote dejara el ministerio era una verdadera tragedia, un terremoto, era un tema que no se hablaba y incluso se ocultaba».

A ver si lo entiendo. Hace décadas que un sacerdote dejara el ministerio era una verdadera tragedia… y ahora, ¿qué es?, ¿motivo de gozo y de alegría? ¿Organizamos un Te Deum?, ¿salimos en procesión para dar gracias a Dios? ¿Ya no cuenta mucho eso de comprometerse a servir al Señor por toda la vida como sacerdote? ¿Quizás lo lógico es que los sacerdotes decidan cambiar de profesión al cabo de un tiempo? ¿Debemos los fieles dar por normal que pasen estas cosas? ¿No habíamos quedado en que “los dones y la vocación de Dios son irrevocables” (Rom 11,9)?… La archidiócesis de Santiago le agradece los servicios prestados -como cuando se despide a un entrenador de fútbol- y pide oraciones por él. Y el portavoz de los obispos chilenos poco menos que demuestra entusiasmo ante lo ocurrido.

Leer más... »

17.06.15

Silvano, desde Athos (VII)

Retomo los posts con la selección de textos de la obra de Silvano (s. XX), un monje del Monte Athos, el centro de espiritualidad monástica ortodoxa más importante del mundo:

Heme aquí, entristecido porque no soy humilde. El Señor no me da la fuerza para crecer espiritualmente y mi espíritu impotente se apaga como una débil luz. Al contrario, el espíritu de los santos, era como un incendio, y no se apagaba con el viento de las tentaciones, sino que quemaba aún más. Por amor a Cristo, soportaron toda aflicción en la tierra; no se dejaron espantar por los sufrimientos y, en eso, glorificaron al Señor y el Señor los amó y los glorificó, y les dio el Reino eterno, en comunión con Él. 

Todavía hoy hay monjes que experimentan el amor de Dios y tienden, día y noche, hacia Él. Ellos socorren al mundo con su continua oración e incluso con su palabra escrita. Pero la preocupación de la salvación de las almas reposa sobre todo en los pastores de la Iglesia, que llevan en sí una tal gracia que nosotros nos maravillaríamos si pudiésemos ver una belleza semejante. Pero el Señor la oculta para que sus servidores no se enorgullezcan, sino que permanezcan humildes y se salven. 

Los hombres no saben nada de este misterio; pero San Juan el Teólogo dice claramente: “Seremos semejantes a Él". Y eso no será solamente después de la muerte, sino desde ahora, porque el Señor ha enviado su Espíritu a la tierra y Él está presente en nuestra Iglesia. 

Algunos dicen que los monjes deben servir al mundo para no comer su pan sin ganarlo. Pero sería necesario saber en qué consiste este servicio del monje, cómo debe ayudar al mundo. Ahora bien, el monje ora con lágrimas por el mundo entero y en esto consiste su obra principal. ¿Y qué lo empuja a orar y llorar por el mundo entero? Jesús, el Hijo de Dios, da al monje, en el Espíritu Santo: el amor -y su alma siente una continua angustia por los hombres, porque muchos no buscan la salvación de su alma. 

No deseo otra cosa que orar por los otros como lo hago por mí mismo. Orar por los hombres quiere decir: dar la sangre de su propio corazón. 

El alma que ora por el mundo sabe cuanto sufre y cuales son las necesidades de los hombres. La oración purifica el espíritu de tal suerte que el espíritu ve todo de una forma más clara, como si conociera al mundo por los periódicos. 

El Señor dice: “Aquel que peca es esclavo de su pecado". Se debe orar mucho para librarse de una tal servidumbre. Nosotros pensamos que la verdadera libertad consiste en amar a Dios y al prójimo con todo el corazón. La perfecta libertad es la habitación continua en Dios. 

Quien es perfecto no habla de sí sino que dice solamente lo que le enseña el Espíritu. 

Leer más... »