InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Archivos para: Mayo 2015

6.05.15

Si dices que crees en Cristo pero no crees a Cristo

Como muchas otras herejías, la herejía calvinista que consiste en que Dios ha decretado infaliblemente la condenación de muchos, y por tanto da absolutamente lo mismo que se les predique el evangelio, tiene una parte atrayente. A saber, que te encuentras con mucha gente que parece encajar como mano en guante en esa descripción. Especialmente gente que dice tener, o que se supone que alguna vez tuvo, algo que se puede llamar fe, pero vive literalmente como le da la gana, incumpliendo uno o varios mandamientos de la ley de Dios, bajo mil excusas. A esas personas les muestras la verdad y reaccionan con una furia y una rabia que no parecen naturales.

Por supuesto, que parezca atrayente o verdadera, no la convierte en deseable y cierta. Sigue siendo una herejía. Suele ser llamada la herejía de Jonás, el profeta que no quería ir a predicar la conversión entre los ninivitas y que se enfadó considerablemente cuando esos paganos se convirtieron y se salvaron.

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5.05.15

Un párroco hace lo que debe y se monta un cirio en Facebook

La parroquia Nuestra Señora de los Dolores de Cartagena (España) celebró comuniones el pasado domingo. Su párroco, José Antonio Moreno, envió días antes una circular a los padres en la que, entre otras cosas, recordaba la doctrina de la Iglesia sobre la cuestión de los divorciados vueltos a casar:

«Cada día existen entre nosotros más familias y matrimonios rotos, irregulares a los ojos de la Iglesia. Os recuerdo que no se puede recibir la Comunión en algunos casos (´parejas de hecho´, divorciados y vueltos a casar civilmente)».

Ni que decir tiene que no mencionó a nadie en concreto. No dijo: “el padre de Pepito y la madre de Juanita no pueden comulgar". Solo recordó aquello que enseña Cristo y la Iglesia. A saber:

1- Quien se divorcia y se vuelve a casar es un/a adúltero/a.

2- El adulterio es pecado mortal.

3- No se puede comulgar en pecado mortal.

Don José Antonio tuvo especial cuidado en no decir las cosas con las propias palabras de Cristo. Es decir, no llamó a los divorciados vueltos a casar lo que son: adúlteros. Si lo hubiera hecho, el cirio que se habría montado sería aún más espectacular.

¿Y en qué ha consentido dicho cirio? Pues en que la madre de uno de los nenes, presuntamente adúltera según la moral católica, ha publicado en su muro de Facebook el siguiente mensaje:

Dado que mi persona y/o situación familiar es “irregular” ante los ojos de la Iglesia y se me prohibe recibir la Comunión en un día tan especial para la familia como es la Primera Comunión de mi hijo, doy por hecho que mi dinero será considerado de igual manera y, como tal, no será aceptado por la Iglesia. 

Así es que, como buena católica (desde hoy simple cristiana) “acato” las normas y no contribuiré con donativo alguno siendo consciente de que, tanto mi como mi persona no entramos dentro de lo que la Iglesia considera como “normal".

Sin otro particular, se despide:

xxx

Mientras escribo este post, el mensaje de esa mujer ha sido compartido más de cien mil veces y ha sido objeto de infinidad de comentarios, la mayoría de ellos apoyándola. Incluso es protagonista en la versión digital de la Opinión de Murcia.

No es la primera vez que ocurre algo así. Cada vez hay más adúlteros en nuestra sociedad. Los que van a Misa regularmente son más bien pocos y, por lo general, entienden que no pueden comulgar. Pero algunos de los que no asoman casi nunca por Misa y sí lo hacen en la primera comunión de sus hijos, pretenden comulgar como si tal cosa. 

Eso mismo ocurre con quienes sin ser adúlteros, tampoco cumplen con la obligación de ir a Misa en domingo y fiestas de guardar. Su situación es exactamente la misma. No pueden comulgar a menos que se confiesen previamente, La diferencia con los adúlteros es que ellos sí podrán recibir la comunión si se confiesan sinceramente, mientras que quien vive en adulterio no podrá ser absuelto a menos que se comprometan a dejar de vivir así. Si no les gusta esa situación, deberían protestar ante Cristo, y no ante la Iglesia que es fiel a sus palabras.

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4.05.15

¿Y tú qué haces por tus buenos sacerdotes?

Debido a mi trabajo, he establecido contacto con curas de muchas diócesis, tanto de dentro como de fuera de España. Por lo general, son sacerdotes de buena doctrina, que no hacen de la liturgia  el lugar para hacer exhibición de su ingenio personal, que se toman la administración de los sacramentos en serio, que quieren servir al Señor y dar buen fruto. Pues bien, creo que va siendo hora de dar la voz de alarma.

Un porcentaje preocupante de esos sacerdotes, tanto si son párrocos como no, llevan un tiempo muy descolocados. Primero de todo, se sienten solos, muy solos. Algunos ven como sus obispos andan desnortados ante determinadas cosas que están pasando en la Iglesia. Desnortados y sin capacidad de reaccionar. Y si en vez de desnortados están indiferenes, la cosa es peor. Otros ven que sus compañeros de presbiterio están pasando por problemas parecidos pero se impone la ley del silencio, la ley del “no compliques más las cosas, que ya escampará”. Pero, ¿cuándo escampará? Solo Dios sabe. Y mientra tanto ¿qué?, ¿quién se preocupa de la salud espiriual y anímica de esos sacerdotes?

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1.05.15

¿Hay diferencia entre ser bueno y ser santo?

Muchos cristianos viven hoy en la idea de que eso de la santidad es algo reservado para unos pocos. Que al fin y al cabo, el número de aquellos que han sido beatificados o canonizados son una ínfima minoría comparados con los millones y millones de fieles que han vivido en los últimos veinte siglos. Piensan que incluso aunque se acepte que, aparte de los que figuran en el santoral, hay tantos o más cristanos que podrían haber alcanzado ese “reconocimiento público” de haberse conocido sus vidas, siguen siendo una porción escasísima del total.

Una gran parte de aquellos que piensan así tienen una actitud parecida a la del joven rico con el que se encontró Jesús:

Cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló ante él y le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?». Jesús le contestó: «¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. 

Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre».

Él replicó: «Maestro, todo eso lo he cumplido desde mi juventud».

Mc 10,18-20

He ahí el típico ejemplo de “buen” creyente, de “buena” persona. No mata, no roba, no adultera, no se pasa la vida acusando al prójimo de mentiras, quiere a su familia, especialmente a quienes le dieron la vida,etc. Ciertamente hoy vivimos en una época en que al menos la cuestión del adulterio no parece ser tan “importante". En relación al matrimonio, aquello de que el amor “todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta” y “nunca deja de ser” (1ª Cor 13,7-8) parece enterrado bajo la idea de que el amor dura hasta que dura, y cuando acaba te puedes buscar otro.

Pero aun concediendo que se es también fiel en el amor conyugal, el considerarse a uno mismo lo suficientemente bueno para heredar la vida eterna se va a encontrar de bruces con las palabras de Cristo:

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