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27.10.10

Bienes de la Franja: un escándalo que jamás debió producirse

La diócesis de Lérida ha hecho por fin lo que se debería de haber hecho desde un primer momento. Es hasta cierto punto comprensible que los predecesores de Mons. Piris intentaran defender lo que ellos entendían como su derecho a mantener los bienes artísticos religiosos de las parroquias de la Franja Oriental de Aragón. Dichas parroquias fueron parte de la diócesis ilerdense hasta que Roma decidió que pasaran a depender de la diócesis de Barbastro-Monzón. La diócesis aragonesa, como es lógico, solicitó a la catalana que le entregara las piezas de arte religioso pertenecientes a dichas parroquias. Lérida se negó y el conflicto llegó a Roma, que en todo momento dio la razón a Barbastro. Entonces, en vez de obedecer a la Santa Sede, la diócesis de Lérida permitió que se enfangara la cuestión llevándola a los tribunales civiles. Uno de ellos sentenció a favor de Barbastro en septiembre pasado. Mons. Piris acata dicha sentencia y no la recurre, pero ahora es el gobierno catalán el que no quiere devolver los bienes, porque la asociación civil de amigos del museo de Lérida han recurrido dicha sentencia.

Ese es el relato de las cosas tal y como entiendo que han sucedido. Supongo que habrá quienes me digan que soy parcial por escribir desde Aragón, pero puedo asegurar que habría escrito lo mismo si viviera en Sebastopol. Si me equivoco en el párrafo anterior es debido a que no he comprendido bien lo ocurrido.

En lo que seguro que no me equivoco es si digo que este conflicto es una auténtica vergüenza para la Iglesia en España. Que dos diócesis vecinas y hermanas se tiren los trastos a la cabeza por unas piezas de arte religioso, que además no haya sido suficiente las sentencias de Roma y que finalmente el tema haya llegado a los tribunales civiles, es un muestra absoluta de irresponsabilidad eclesial de primer orden. Puede parecer una burrada lo que voy a decir, pero ya lo he dicho antes. Si de mí hubiera dependido y si eso fuera posible, que no lo sé, habría desacralizado esos bienes y los habría tirado al río. ES UNA VERGÜENZA que dos iglesias locales hermanas se peleen por algo que debería de tener un uso litúrgico y espiritual. ES UNA VERGÜENZA que los dos obispados no hicieran caso a lo que San Pablo nos pide a los cristianos en 1ª Cor 6,1-8. ¿Es que nadie de la Iglesia en Aragón y Cataluña ha leído esto?:

Cuando alguno de vosotros tiene un pleito con otro, ¿se atreve a llevar la causa ante los injustos, y no ante los santos? ¿No sabéis que los santos han de juzgar al mundo? Y si vosotros vais a juzgar al mundo, ¿no sois acaso dignos de juzgar esas naderías? ¿No sabéis que hemos de juzgar a los ángeles? Y ¡cómo no las cosas de esta vida!
Y cuando tenéis pleitos de este género ¡tomáis como jueces a los que la Iglesia tiene en nada! Para vuestra vergüenza lo digo. ¿No hay entre vosotros algún sabio que pueda juzgar entre los hermanos? Sino que vais a pleitear hermano contra hermano, ¡y eso, ante infieles!
De todos modos, ya es un fallo en vosotros que haya pleitos entre vosotros. ¿Por qué no preferís soportar la injusticia? ¿Por qué no dejaros más bien despojar? ¡Al contrario! ¡Sois vosotros los que obráis la injusticia y despojáis a los demás! ¡Y esto, a hermanos!

Para mí siempre ha sido obvio que Barbastro tenía razón. Tanto como que hubiera sido mejor no montar el pollo que se ha montado para rechifla de todos los enemigos de la Iglesia. Pero aun así, la actitud de la diócesis aragonesa es un ejemplo de santidad si la comparamos con la de la diócesis de Lérida. ¿No se les cae la cara de vergüenza a los responsables pasados y presentes de esa diócesis? ¿no ven que han hecho quedar en evidencia hasta a la mismísima Santa Sede? ¿no ven que han provocado que los políticos entren a enmerdar más un tema que ya apestaba?

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