El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése me ama
Evangelio del lunes de la quinta semana de Pascua
El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama. Y el que me ama será amado por mi Padre, y yo le amaré y yo mismo me manifestaré a él.
Judas, no el Iscariote, le dijo: -Señor, ¿y qué ha pasado para que tú te vayas a manifestar a nosotros y no al mundo?
Jesús le respondió: -Si alguno me ama, guardará mi palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él y haremos morada en él. El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que escucháis no es mía sino del Padre que me ha enviado. Os he hablado de todo esto estando con vosotros; pero el Paráclito, el Espíritu Santo que el Padre enviará en mi nombre, Él os enseñará todo y os recordará todas las cosas que os he dicho.
Jn 14,21-26
No es cosa buena ser engañado ni engañarse a uno mismo. Quien separa el amor al Señor del cumplimiento de sus mandamientos engaña a otros y se autoengaña.
Cristo deja las cosas muy claras. El que le ama, guarda su palabra. Quien no la guarda, no le ama. Y para que nadie pudiera alegar ignorancia, el Espíritu Santo se encarga de recordar lo que Cristo ha dicho.
Hay quienes andan difundiendo en este tiempo el bulo de que no tenemos manera segura de saber lo que Cristo dijo. Se mofan del Señor, ignoran al Espíritu Santo y llevan a quienes les escuchan y siguen por la senda de la perdición.
Ignoremos sus maquinaciones. Recordemos lo que nos dice el primero de los salmos:
Dichoso el hombre que no sigue el consejo de impíos, ni se detiene en el camino de pecadores, ni toma asiento con farsantes, sino que se complace en la Ley del Señor, y noche y día medita en su Ley.
Salm 1,1-2
Y también:
Dichoso el hombre que teme al Señor, y se complace de lleno en sus mandamientos.
Salm 112,1
Líbranos, Señor, de toda rebeldía visible u oculta que nos impide cumplir tu ley y ser libres para amarte de verdad.
Luis Fernando