Es preciso que entremos en el Reino de Dios a través de muchas tribulaciones

Primera lectura del martes de la quinta semana de Pascua:

Vinieron entonces de Antioquía y de Iconio unos judíos que sedujeron a la muchedumbre, de modo que apedrearon a Pablo y le arrastraron fuera de la ciudad creyéndole muerto. Pero rodeado de los discípulos se levantó y entró en la ciudad. Y al día siguiente marchó con Bernabé a Derbe.
Después de predicar el Evangelio en aquella ciudad y hacer numerosos discípulos, se volvieron a Listra, Iconio y Antioquía, confortando los ánimos de los discípulos y exhortándoles a perseverar en la fe, diciéndoles que es preciso que entremos en el Reino de Dios a través de muchas tribulaciones.
Tras designar presbíteros en cada iglesia, haciendo oración y ayunando, les encomendaron al Señor, en quien habían creído.
Atravesaron Pisidia y llegaron a Panfilia; y después de predicar la palabra en Perge bajaron hasta Atalía.
Desde allí navegaron hasta Antioquía, de donde habían salido encomendados a la gracia de Dios para la obra que habían realizado. Al llegar, reunieron a la iglesia y contaron todo lo que el Señor había hecho por mediación de ellos y cómo había abierto a los gentiles la puerta de la fe.
Se quedaron bastante tiempo con los discípulos.
Hech 14,19-28

La Iglesia no debe permanecer quieta. Mientras haya hombres y mujeres a los que no se ha predicado el evangelio, ella debe continuar su labor misionera. Aunque ello le lleve a ser perseguida. 

La mayor pobreza es la espiritual, no la material. Aun así, recordemos lo que dice la Escritura:

¿De qué sirve, hermanos míos, que uno diga tener fe, si no tiene obras? ¿Acaso la fe podrá salvarle? Si un hermano o una hermana están desnudos y carecen del sustento cotidiano, y alguno de vosotros les dice: «Id en paz, calentaos y saciaos», pero no le dais lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve?
Así también la fe, si no va acompañada de obras, está realmente muerta.
Pero alguno podrá decir: «Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin obras, y yo por mis obras te mostraré la fe.
¿Tú crees que hay un solo Dios? Haces bien; pero también los demonios lo creen, y se estremecen». ¿Quieres saber, hombre necio, cómo la fe sin obras es estéril?
Stg 2,14-20

La Iglesia realiza una labor social ingente en muchos lugares del mundo. Y eso es bueno. Pero si se alimenta el cuerpo sin alimentar el alma, se comete un crimen horrendo, pues se cierra las puertas de la salvación a aquellos a quienes se atiende.

Envía, Señor, verdaderos misioneros a predicar el evangelio a toda criatura, según tu mandato.

Luis Fernando