Gracias, don Jesús

Dije hace un par de días en este blog que la noticia sobre el informe favorable al aborto del Instituto Borja de Bioética era la más nefasta de todas las que había dado desde que me dedico a esta profesión de informar. De hecho, reconocí que la misma me había hecho daño. Llevo mucho tiempo acostumbrado a ver como desde dentro de la propia Iglesia hay gente que se dedica a combatir sus enseñanzas, pero lo del IBB supera todo lo imaginable.

Pues bien, si la noticia del escándalo de ese instituto indigno es la peor que he dado, sin duda la mejor es la entrevista que he realizado a monseñor Jesús Sanz Montes, presidente de la comisión episcopal para la vida consagrada de la CEE. Que además don Jesús sea mi obispo es algo circunstancial, aunque bien que me alegro de que lo siga siendo. Lo cierto es que es una gozada el ver a un obispo de nuestra Iglesia ser tan claro y rotundo, sin salirse por la tangente ante preguntas ciertamente directas y “complicadas".

Don Jesús reconoce el daño que hacen los disidentes, los que atentan contra la comunión eclesial. Admite que los responsables de los religiosos e incluso los obispos tienen la obligación de intervenir. Reconoce que la Iglesia es en ocasiones demasiado lenta a la hora de atajar casos tan escandalosos como los del IBB. Y anima a los fieles a no desfallecer. Algunas de sus frases son para enmarcar:

No estamos ante cuestiones menores o discutibles, estamos ante la gran cuestión de la vida. La tibieza no debería tener lugar ante el derecho a la vida….

Si en algún momento de la historia cristiana se han podido cometer excesos en el celo por defender la verdad, corren tiempos ahora en los que para evitar el exceso a veces se pierde el celo y se relativiza la verdad…

Es menos gratificante tener que llamar la atención o amonestar claramente, que felicitar y agradecer. Pero en el fondo es la misma cuestión: estar a favor del bien de esa persona y de su verdad, tanto cuando se la previene de la fatal desviación como cuando se la anima a proseguir en el camino justo…

En algunos casos se ha actuado con una lentitud o con una ingenuidad que ha supuesto más daño añadido (pienso en algunos teólogos, en algunas publicaciones, etc.)…

Si ahí en ese ámbito de los superiores de los religiosos y obispo diocesano la esperada actuación se ralentiza o por algún motivo no se quiere abordar lo que habría que hacer, tenemos servido el escándalo que hace verdaderamente daño a los fieles y da motivos a los enemigos de la Iglesia para jalear nuestra división real o presunta, y para seguir nutriendo el relativismo en boga. Por eso nunca comprendí que por un mal entendido respeto al trasgresor estemos faltando al respeto a todo el pueblo de Dios. Ambos respetos deben ser … respetables, pero por encima de ambos está la verdad, que es la que nos hace libres y humildes para volver a empezar cuando hemos equivocado el camino….

Las palabras de don Jesús son toda una declaración de principios. Ese es el camino que ha de transitar la Iglesia en los próximos años si quiere sanar las heridas que provocan sus enemigos internos.

Creo que estamos ante un necesario punto de inflexión. Lo que para ayer podía valer, hoy ya ha quedado caduco. Del error sólo se sale transitando de nuevo por la senda de la verdad. El primer deber de la Iglesia es anunciar la buena nueva, a Cristo el Salvador. La mera predicación de la verdad es instrumento de salvación para los fieles y el mundo. Pero a veces no basta con defender la verdad. Hay que combatir a la mentira en su raíz, sobre todo cuando la misma vive arraigada en el seno de la comunión eclesial. No puede haber sitio en la Iglesia de Cristo para quienes públicamente se burlan de sus enseñanzas y sirven a los intereses bastardos del príncipe de la potestad del aire. No puede haber comunión entre Cristo y Belcebú. Por ello, ofreciendo siempre la posibilidad del arrepentimiento a los que se separan de la fe de la Iglesia, es obligación de esta el expulsarles de su seno si no acceden al menos a callar y no extender su ignominia. Es por el bien de todos. Así lo hicieron los apóstoles en su día. Que así se haga hoy.

Luis Fernando Pérez Bustamante
Director InfoCatólica