Demagogia

Un pueblo virtuoso y bien informado es una condición necesaria para el buen funcionamiento de la democracia.
El DRAE indica dos acepciones de la palabra “demagogia". La segunda proviene de la teoría política de Aristóteles: “Degeneración de la democracia, consistente en que los políticos, mediante concesiones y halagos a los sentimientos elementales de los ciudadanos, tratan de conseguir o mantener el poder.” Según Aristóteles, en una verdadera democracia tanto los gobernantes como los gobernados procuran realizar la virtud de la justicia (y, agrego, el bien común). En otras palabras, la democracia requiere que el pueblo sea virtuoso. La virtud, en sentido clásico, es un hábito operativo bueno; podría decirse que es la costumbre de hacer el bien. En este sentido, una persona virtuosa es una buena persona, una persona cabal, “hecha y derecha".
Las primeras democracias modernas se establecieron sobre la base de pueblos cristianos más o menos comprometidos con la moral tradicional. En la medida en que esos pueblos practicaron las virtudes morales (prudencia, justicia, fortaleza, templanza, honestidad, laboriosidad, fidelidad, generosidad, abnegación, obediencia, solidaridad, patriotismo, etc.), sus naciones tendieron a crecer y prosperar.

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El libro Mero cristianismo de C. S. Lewis es una obra excelente de apologética cristiana, que trata de un modo profundo y original sobre las razones para creer en Dios y las razones para creer en Cristo. En esa obra Lewis evitó deliberadamente tratar las razones por las cuales uno podría pertenecer a una denominación o iglesia determinada (anglicana, católica, metodista, presbiteriana, etc.). De ahí el título del libro.








