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19.07.18

18.07.18

La Cruzada Española, vista por una joven estudiante argentina

Hace algunos años, dando clases en un profesorado de historia, una jovencita me presentó este resumen que ahora, con su permiso, publico, un 18 de Julio, fecha del Alzamiento.

Es sencillo, breve, rudimentario, pero seguramente servirá para los españoles (tanto de la península como de ultramar) que recibimos un permanente golpetear de la historia oficial narrada por izquierdistas y liberales.

Que no te la cuenten…

P. Javier Olivera Ravasi

La Cruzada Española

Por Nahir Pasquier

 

La Cruzada Española, más conocida como “guerra civil”, azotó al pueblo español durante los años 1936 y 1939, culminando con la toma de poder por el Gral. Francisco Franco.

So pretexto de “Transición Democrática” se pretende no solo olvidar, sino distorsionar el pasado al gusto del gobierno de turno (¡oh! casualidad siempre son marxistas) mediante la propaganda mediática, que dialécticamente separa los “bandos” en bueno y víctimas y malos y represores, fascistas o reaccionarios. Tal es la versión e historia definitiva, que actualmente se aplica al tratamiento de cualquier suceso histórico sea la Guerra Cristera en México, la guerra de los ´70 en Argentina o la Cruzada Española.

Antes de ver el tema en sí, conviene conocer la “versión del enemigo” u oficial, la que se ve en la TV y la que se enseña en las altas Casas de Estudios. Esta dice más o menos así: “la guerra se libró entre el fascismo (derecha sanguinaria) y la democracia, habiendo el primero cometido todas las atrocidades que su nombre evoca. Las víctimas de los “fachos” (o “fachas”) serían simples obreros que reclamaban derechos laborales a través de sindicatos (anarquistas) a los cuales éstos masacraron, produciendo incluso el triple de victimas que el ejército del Frente Popular”[1].

Los republicanos son mostrados como inteligentes, letrados, gente reformista y moderada, en contraposición a los rudos y sanguinarios derechistas.

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12.09.17

Gracias Polonia, gracias María, gracias cruzados

En tiempos en que Europa aún se defendía de las invasiones, se instituyó la memoria universal del Dulce nombre de María.

 

Hace un par de años escribimos y sugerimos una película polaca muy recomendable, aquí. Hoy insistimos.

Como detalle de color, cuando hace unos años quise rezar frente a  la tumba del beato Marco d’Aviano, predicador de la cruzada, en el templo de los capuchinos de Viena, casi me sacan corriendo…

 

La historia: El Sultán Mehmet IV había declarado la guerra al emperador Leopoldo I en 1682:

“Nosotros le ordenamos –le escribía- que nos espere en su ciudad de residencia, Viena, para que le podamos decapitar… (…) Lo exterminaremos a usted y a todos sus seguidores… (…) Los niños y los adultos serán expuestos a las más atroces torturas antes de ultimarlos en la manera más ignominiosa imaginable…”

Kara Mustafa Pasha, frente al ejército Otomano del Sultán, llegó a las puertas de Viena y la sitió el 14 de julio. El emperador Leopoldo y la mayoría de las tropas y ciudadanos huyeron de la ciudad, quedando en ella solo 5000 civiles y 11,000 soldados al mando de Ernst Rüdiger von Starhemberg. El número de invasores era superior a los defensores, 20 a 1. Se propusieron destruir sus murallas socavándolas y dinamitándolas. En Septiembre, los defensores estaban sin comida y extenuados. Los turcos lograron abrir boquetes en la muralla y la ciudad estaba al borde de la derrota cuando providencialmente les llegó auxilio. 

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2.07.16

Los templarios: ¿duendes o gigantes de la Edad Media? (y 2)

El sermón de San Bernardo sobre la Milicia Templaria

Hablar de los templarios es hablar de aquél que, tomándose la vida religiosa como una milicia, no cejó en la defensa y expansión de la Cristiandad. San Bernardo era tan popular por su estilo de vida y sus sermones que por todos era buscado para predicar, exhortar, amonestar y corregir las costumbres. Tanto predicaba contra los cátaros como entusiasmaba para las Cruzadas, atrayendo a multitudes a una vida de mayor intimidad con Cristo; de allí que las mujeres, temerosas de que sus esposos o hijos se les fueran a Tierra Santa o al claustro, pedían a llantos que no fuesen a escuchar sus sermones.

Fue a pedido de su tío y del maestre Hugo de Payns, que compondría esta pieza de homilética para los del Temple. En ella si se la lee a la luz de la historia, se encuentra la postura de la Iglesia en una época floreciente para: «una, y dos, y hasta tres veces, si mal no recuerdo, me has pedido, Hugo amadísimo, que escriba para ti y para tus compañeros un sermón exhortatorio. Como no puedo enristrar mi lanza contra la soberbia del enemigo, deseas que al menos haga blandir mi pluma».

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29.06.16

Los templarios: ¿duendes o gigantes de la Edad Media? (parte 1)

Marchad, pues, soldados, seguros al combate (…). ¡Con cuánta gloria vuelven los que han vencido en una batalla! ¡Qué felices mueren los mártires en el combate!

(San Bernardo de Claraval)

Desde que el mundo es mundo, pero especialmente en los últimos tiempos, el hombre ha amado la literatura fantástica: la imaginación, utilizada noble y francamente, ha dado origen, no sólo a las novelas de Edgar A. Poe, Verne o Tolkien, sino a un sinfín de autores que han sabido entretenernos sana y sabiamente en los ratos de ocio que permite nuestra existencia. Sin embargo, como los actos humanos pueden tener más de un fin, no pocas veces se ha utilizado este género para imponer las ideas de la época o bien para hacer pasar por verdad una simple mentira.

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