El error de la ideología liberal

Ante las consultas recibidas (especialmente por los más jóvenes) acerca de lo que constituye la ideología liberal, dejamos este texto breve del mártir argentino, Carlos Sacheri, donde expresa brevemente y con sencillez el error liberal.

Para mayor abundamiento, puede leerse la encíclica Libertas de León XIII; o “El liberalismo es pecado”, de Sardá i Salvany, en nuestra sección “Libros recomendados”.

Que no te la cuenten…

P. Javier Olivera Ravasi

 


Carlos Sacheri, El orden natural, Vórtice, Buenos Aires 2008, 64-72.

 

La Iglesia frente al liberalismo

La actitud de la Iglesia frente a los errores del liberalismo fue constante y reiterada en innumerables textos del Magisterio. Des­de la carta Quod Aliquantum (10-3-1791), de Pío VI, hasta la reciente Carta de Pablo VI al Cardenal Roy (14-5-1971), la coherencia doctrinal de los documentos pontificios es invariable en su conti­nuidad de dos siglos.
¿Cuáles son los motivos de tal severidad por parte de la Iglesia, frente a una doctrina que dominó a las naciones de Occidente durante casi tres siglos? Una consideración atenta de los principales aspectos de la doctrina liberal nos permitirá comprender las razones del sostenido combate que la Iglesia ha librado heroicamente, con todos los riesgos que ello supuso, con todos los mártires que contó en sus filas.

Fuentes doctrinales

La corriente liberal tuvo particular vigencia durante los siglos XVIII y XIX. A través del proceso revolucionario francés de 1789 -que constituyó la primera Revolución internacional- se extendió rápidamente en los países europeos, difundida por los ejércitos na­poleónicos, e infundió su inspiración ideológica al movimiento emancipador de los países de Hispanoamérica. Desde fines del siglo XIX, el liberalismo clásico fue adoptando posturas más matizadas, ante la tremenda evidencia del caos social y económico causado en Eu­ropa por la aplicación de sus principios fundamentales.
Las raíces doctrinales de la corriente liberal pueden sintetizarse en cuatro principales:

1) el nominalismo del siglo XIV, con su nega­ción de la universalidad del conocimiento y su énfasis en lo individua!;

2) el racionalismo del siglo XVI con su exaltación de la razón humana;

3) el iluminismo que dio lugar al librepensamiento y a la concepción del hombre como absolutamente autónomo en lo mo­ral.

4) a ellos debe sumarse el influjo del protestantismo, sobre todo en su versión calvinista, que fomentó -como lo prueban los estudios de Troelsch, Tawney, Sombart, Belloc y Max Weber- el espíritu de acumulación de riquezas.


El humanismo liberal

Desde el punto de vista filosófico, el liberalismo considera a la libertad como la esencia misma de la persona, desconociendo que los actos humanos son libres en cuanto suponen una guía u orien­tación de la razón. El hombre es considerado como naturalmente bueno y justo, poseedor de una libertad absoluta, que no reconoce límite alguno. El “buen salvaje” rousseauniano es el arquetipo del individuo independiente y soberano, incapaz de malicia alguna. Es bueno por el simple hecho de ser hombre, sin que su perfección requiera una educación, un esfuerzo o una decisión personales.

En la medida del ejercicio pleno de su independencia, el ser humano está llamado a un progreso indefinido y necesario, tanto intelectual como moral. En el plano de la conducta, el sujeto no puede estar sometido a regulación ética alguna que no provenga de su propia autodeterminación. Este subjetivismo moral lleva apa­rejada la negación de todo orden objetivo de valores, del derecho natural y de la ley o Providencia divina.

La economía liberal

El liberalismo económico centra todo en la iniciativa y el interés individuales. Adam Smith habla del “sano egoísmo individual” co­mo motor del dinamismo económico. La única ley fundamental es la ley de la oferta y la demanda; respetándola cabalmente se produ­cirá espontáneamente la armonía de los intereses particulares.

Esta concepción asigna al lucro, a la ganancia por la ganancia misma, el carácter de fin último de la economía. El afán de lucro no reconoce limitación de ningún tipo moral ni religioso. El derecho de propiedad es exaltado como derecho absoluto, de modo tal que el dueño puede llegar hasta la destrucción del bien que posee, en nombre de sus derechos (ver “Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano” de 1791); no se asigna a la propiedad ninguna función social.

El trabajo humano -en particular, el del obrero- es asimilado a una mercancía más, objeto de compra-venta en el mercado, con olvido total de la dignidad propia del asalariado. El salario, sometido a la “ley de bronce”, sólo tiene en cuenta al individuo que trabaja y no al sostenimiento de su familia.

La sociedad y el Estado

En razón de postular que el solo respeto de la libertad absoluta de cada ciudadano asegura automáticamente la armonía de los intereses particulares, el liberalismo suprime todos los grupos e institu­ciones existentes entre los individuos y el Estado. Es así como la familia se ve gravemente afectada por la introducción del divorcio, por la total libertad de designar herederos, por la división del patri­monio familiar. Así también, la ley Le Chapelier (1791) suprimió todas las organizaciones artesanales y profesionales existentes en Francia, prohibiendo toda forma de reunión y de asociación, por considerarlas atentatorias de la libertad individual.

El Estado, definido cómo dictatorial por naturaleza, es relegado a mero custodio de la libertad y la propiedad de cada ciudadano; en virtud del “laissez faire, laissez passer”, la autoridad política ca­rece de toda función positiva.

La moral y el derecho

Dado que el individuo es autónomo, no reconoce otras normas que las que él mismo se dicte. Todos los valores morales se reducen a lo subjetivo, razón por la cual, lo que uno concibe como recto o justo no tiene por qué ser admitido por los demás.
Así como la moral se separa totalmente de la religión, el derecho se independiza de la moral (positivismo jurídico). Todo derecho es subjetivo y no reconoce otra regla que la voluntad de los sujetos que libremente acuerdan convenios, contratos, sociedades, etc.
En nombre del sufragio universal y de la soberanía popular, la democracia liberal expresa en forma de ley lo que los individuos han decidido. El derecho positivo no reconoce ninguna dependencia con relación al derecho natural y se exige en principio la separación total entre Iglesia y Estado.

Cultura y religión

Esta exaltación de los valores individuales también afecta el pla­no de la cultura, que es concebida como una actividad autónoma, desvinculada de los valores éticos. El culto del “arte por el arte” es una expresión concreta de tal actitud.

En el plano religioso, el liberalismo conduce primeramente a un indiferentismo y, luego, al ateísmo. Su naturalismo integral lo secu­lariza todo. La religión se reduce a sentimientos subjetivos, separados de las actividades diarias.

Ese ateísmo práctico se traduce en el laicismo educativo y social, que elimina toda referencia a lo trascendente y exalta la libertad de conciencia y de cultos. El reciente Concilio ha definido claramente esta concepción: “Los que profesan este ateísmo afirman que la esencia de la libertad consiste en que el hombre es el fin de sí mismo,
el único artífice y creador de su propia historia” (Gaudium et Spes, n. 20).

Lo expuesto muestra claramente que la doctrina liberal elabora una concepción de la persona y de las relaciones sociales en abierta oposición al sentido cristiano de la vida.

 

La Iglesia frente al capitalismo

Uno de los grandes temas que preocupan actualmente al hombre es el sistema llamado “capitalismo” o economía capitalista. Al enjui­ciar tantas injusticias, sobre todo en el plano económico, surge la cuestión relativa a la legitimidad del capitalismo y, en consecuencia, se plantea el problema de si la solución a tales desórdenes reside o no en la modificación o aún en la destrucción del actual sistema socio-económico capitalista. La gravedad de tales planteos requiere un examen atento del problema a la luz de los principales docu­mentos del Magisterio de la Iglesia.

Distinciones previas

En materia tan controvertida suelen deslizarse con frecuencia confusiones y equívocos respecto de los conceptos básicos. Esto ocurre constantemente en referencia al capitalismo.

En primer lugar, conviene recordar que en su significado estricto, “capital” no es mero sinónimo de “dinero”. La ciencia económica define el capital como “un bien destinado a la producción de otros bienes económicos”. Así por ejemplo, es “capital” toda la maquina­ria utilizada en la industria para la producción de diversos artículos (tejidos, automóviles, muebles, etc.). El “bien de capital” se contrapone al “bien de consumo”, esto es, a los bienes destinados directa­mente a satisfacer las necesidades primarias del hombre. El dinero, en este contexto, sólo es “capital” en tanto que implica la posibilidad de adquirir bienes de capital.

Pero el mayor de los equívocos reside en el concepto mismo de capitalismo. En su sentido corriente, el capitalismo designa la actual economía; al constatar muchos abusos que se dan en la vida diaria, se achacan al capitalismo esas injusticias y, en consecuencia, algunos concluyen que el capitalismo es de suyo un sistema injusto, opresor, inhumano. En esto hay una parte de verdad, pero también una confusión profunda, pues se ignora que por capitalismo pueden enten­derse dos cosas muy diferentes.

Dos significados de capitalismo

En sentido estricto, se denomina economía capitalista a “aquella economía en la cual los que aportan los medios de producción y los que aportan su trabajo para la realización común de la actividad económica, son generalmente personas distintas” (Pío XI, Quadragesimo Anno, n. 100). Esto implica asimilar la economía capitalista al régimen del asalariado. En términos generales, puede decirse que la economía anterior al siglo XVII no era “capitalista”, en cuanto que los medios de producción o capital estaban en las mismas ma­nos que ejecutaban los trabajos. Los talleres o empresas familiares, los artesanos, los pequeños comerciantes, son ejemplos de economía no-capitalista. En la actualidad, lo que predomina es la dis­tinción del sector capital y del sector trabajo, lo que configura una economía capitalista, según se ha dicho.

Pero existe otro sentido, muy difundido, de capitalismo. Por él se designa un proceso histórico determinado, el cual debería llamar­se capitalismo liberal. Podemos caracterizarlo con palabras de Pablo VI: “Pero, por desgracia, sobre estas nuevas condiciones de la socie­dad [la revolución industrial], ha sido construido un sistema que considera el provecho como motor esencial del progreso económico, la concurrencia como ley suprema de la economía, la propie­dad privada de los medios de producción como un derecho absolu­to, sin límites ni obligaciones sociales correspondientes. Este libera­lismo sin freno, que conduce a la dictadura, justamente fue denun­ciado por Pío XI como generador de “el imperialismo internacional del dinero”. No hay mejor manera de reprobar tal abuso que recor­dando solemnemente una vez más que la economía está al servicio del hombre” (Populorum Progressio, n. 26).

El texto citado sintetiza claramente la realidad de los dos últimos siglos: al sistema capitalista se agregó la ideología del liberalismo económico (ver cap. 12). Como surge claramente de su lectura, Pablo VI se refiere al liberalismo a secas, sin emplear el término ca­pitalismo salvo para hacer la distinción siguiente: “Pero si es verdad que un cierto capitalismo ha sido la causa de muchos sufrimientos, de injusticias y luchas fratricidas, cuyos efectos duran todavía, sería injusto que se atribuyera a la industrialización misma los males que son debidos al nefasto sistema que la acompaña. Por el contrario, es justo reconocer la aportación irremplazable de la organización del trabajo y del progreso industrial a la obra del desarrollo” (id., n. 261).

Del texto resulta manifiesta la distinción arriba realizada entre el sistema capitalista (división capital-trabajo) y el liberalismo económi­co que, de hecho pero no de derecho, lo acompañó históricamen­te. Esto explica por qué la Iglesia ha condenado siempre con tanto énfasis al liberalismo mientras que no ha condenado nunca al capitalismo. Mientras el liberalismo ha sido el responsable del caos socio­ económico que dio lugar a la “cuestión social”, el sistema capitalista es un tipo de economía que ha aumentado en forma extraordinaria la producción de bienes y servicios.

Gravedad del capitalismo liberal

Por su énfasis en el interés individual, su exaltación de la iniciativa y de la libertad, su falta de regulación moral de las relaciones econó­micas y sociales, la doctrina liberal, difundida sobre todo a partir de la Revolución Francesa, dio lugar a toda clase de abusos. Mientras favoreció la “acumulación excesiva de bienes privados”, “el abuso de las grandes riquezas, y del derecho de propiedad” (Pío XII, Menti Nostrae, 23-9-50), el capitalismo liberal destruyó el orden social y la pequeña propiedad, sumiendo a la mayor parte del cuerpo social en la miseria más espantosa (ver Pío XII, Alocución del 1-1-44).
En 1931, Pío XI denunció con excepcional vehemencia las injus­ticias del capitalismo liberal en su admirable encíclica Quadragesimo Anno: “Salta a la vista que en nuestros tiempos no se acumulan solamente riquezas, sino también se crean enormes poderes y una prepotencia económica despótica en manos de muy pocos. Muchas veces no son éstos ni dueños siquiera, sino sólo depositarios y administradores que rigen el capital a su voluntad y arbitrio. Estos po­tentados son extraordinariamente poderosos; como dueños abso­lutos del dinero gobiernan el crédito y lo distribuyen a su gusto. Di­ríase que administran la sangre de la cual vive toda la economía, y que de tal modo tienen en su mano, por así decirlo, el alma de la vida económica, que nadie podría respirar contra su voluntad. Esta acumulación de poder y de recursos, nota casi originarla de econo­mía modernísima, es el fruto que naturalmente produjo la libertad infinita de los competidores, que sólo dejó supervivientes a los más poderosos, que es a menudo lo mismo que decir los que luchan más violentamente, los que menos cuidan su conciencia” (n. 105-107).

El espíritu de lucro, verdadero motor del capitalismo liberal, puso el acento en la acumulación de la riqueza por la riqueza misma, sin respeto alguno por la moral y los derechos fundamentales del hombre. Al reducir al Estado a mero espectador pasivo del proceso, impi­dió que éste ejerciera su función de árbitro supremo entre los distintos sectores sociales. Sólo ante la evidencia del drama por él provo­cado, el liberalismo fue cediendo paso a una concepción más justa del orden económico. Como lo sintetizó irónicamente Chesterton: “el mal del capitalismo liberal no fue el haber creado capitalistas, sino el haber creado demasiado pocos capitalistas. El remedio al abuso del capital consiste, precisamente, en facilitar el acceso de todos los grupos sociales a las diferentes formas de la propiedad (ver Enc. Mater et Magistra de Juan XXIII).
El juicio de la Iglesia siempre fue muy severo contra la usura y el liberalismo económico, por someter al hombre a la economía en vez de colocar el dinamismo productivo al servicio de la persona. La solución cristiana estriba en la difusión de la propiedad, la humanización del trabajo y la instauración de una auténtica organización profesional de la economía nacional con la participación de todos los sectores, bajo el ordenamiento jurídico del Estado.

Carlos Sacheri, El orden natural, Vórtice, Buenos Aires 2008, 64-72.

— Post-post: vale la pena también leer el siguiente artículo de reciente aparición en el Diario La Prensa

12 comentarios

  
vicente
en el fondo es el hombre que se rebela contra Dios.
02/01/19 1:57 PM
  
Luis Fernando
Claro y rotundo.

Padre, ¿conoce usted y tiene alguna opinión sobre el distributismo?

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Poco y nada
02/01/19 2:16 PM
  
Alberto GT
Eso del diatributismo, ¿Dónde se puede ver, Luis Fernando? ¿Hará un hilo aobre ello?
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Puede consultarlo ud., pero no quiero que el tema se me vaya al tema económico, como suele pasar siempre que se habla del liberalismo. El liberalismo es una ideología que, además, desemboca en el terreno económico. PJOR
02/01/19 2:59 PM
  
Oscar Ignacio
Los estudios sociales y el propio magisterio de la iglesia nos han enseñado que el liberalismo: es la ideología que funda y sostiene al capitalismo, por lo tanto son inseparables. No hay capitalismo que no sea liberal. Y, de esta forma, la iglesia con su doctrina social ha hecho una crítica y deslegitimación moral al mismo capitalismo. Al igual que los pensadores católicos como Mounier, Chesterton, Rovirosa y tantos otros que rechazan el capitalismo por su egolatría burgués e individualista con su culto al materialismo economicista, a la riqueza-ser rico, a la propiedad y a la usura como ídolos.

Se ejemplifica muy bien en un célebre discurso de Pablo VI. Mostraba el Papa como el capitalismo “ha de tener algún vicio profundo, una radical insuficiencia este sistema, si desde sus comienzos cuenta con semejantes reacciones sociales" (Pablo VI, Discurso a los empresarios, 1.964).San Juan Pablo II desmonta en su raíz el mal e injusticia global del capitalismo (LE 7), no acepta tampoco al capitalismo como vencedor o alternativa (CA 35). El capitalismo es inhumano, pone las cosas sobre las personas y margina a los pobres, como subraya el Papa (CA 34). De ahí que lo moral sea luchar contra el sistema capitalista (CA 35). Lo mismo hace Benedicto XVI (Aparecida, 4).

Los principios y valores de la DSI van en contra de la raíz ideológica y sistema del capitalismo. Ya que, con la los santos Padres y la Tradición de la Iglesia, nos enseña que no se puede vivir en la codicia y en la riqueza-ser rico. El destino universal de los bienes está por encima de la propiedad privada, que es para todos y tiene un carácter social como nos enseña, por ejemplo, el Vaticano II (GS 69) y Juan Pablo II (LE 14). El trabajo, la realización y dignidad del trabajador con un salario digno (justo) para las personas y sus familias (LE 19), tiene la prioridad sobre el capital (beneficio, medios de producción…, LE 13). Estos medios o la empresa debe ser socializada, todos los trabajadores deber ser protagonistas y participes de la misma (LE 14-15). La economía financiera especulativa y usurera es inmoral, con sus créditos e intereses que son abusivos, usureros, nada éticos (León XIII, RN 1;, Juan Pablo II, CA 43; Compendio de DSI, 369-72; Benedicto XVI, CV 65).

No hay capitalismo real y práctico, pues, que no esté constituido por estos anti-principios que la DSI niega, ya que enseña justo lo contrario como acabo de indicar. El Catecismo de la Iglesia rechaza así el capitalismo, por su “individualismo y la primacía absoluta de la ley de mercado sobre el trabajo humano” (n. 2.425).
02/01/19 3:49 PM
  
Pedro Amate
El Capitalino Salvaje ; como lo denomina San Juan Pablo II ; en el Apocalipsis ,muchos exégetas ,ven al Sistema Capitalista ,en la Bestia de Apocalipsis :13 : " Una Bestia con siete cabezas y diez cuernos ,con manchas de leopardo ,pies de oso,y bocas de león ".

Es curioso ,por que la Bestia de Apocalipsis :17 ,es la misma Bestia de Apocalipsis :13 ; sólo con la diferencia del color del pelaje ; ahora de color escarlata.

Es la misma Bestia ,solo con el color escarlata de la Ideología de género progresista y marxista ; es asombroso , lo que hacen algunos animales en la selva camuflando el pelaje para ponerse a salvo de los depredadores ,y así salvar la vida . En este caso de la Bestia Capitalista ; la vida y la hacienda ; es decir : El Capital.
02/01/19 4:39 PM
  
Javier Olivera Ravasi
Evidentemente, como sucede a menudo, cuando se toca el tema del liberalismo algunos no hacen más que ver su vertiente económica... Publicaré en estos días otra cosa sobre el tema, más teológica. Dios los guarde. PJOR
02/01/19 4:51 PM
  
Juan F
Cómo lo dice alguien todo hace parte del mismo aparato o mejor la misma bestia ahora camuflada... el NOM eso es lo que es precisamente, la idea de un capitalismo salvaje o capitalismo liberal busca que el ser humano rinda homenajes y adoración al dios mamon es la forma como el demonio usa al hombre contra el mismo hombre... es un sistema perverso donde unos pocos se consideran dueños de la riqueza o capital y buscan la división profunda de la humanidad implantando ideologías de derecha y de izquierda como lo hiciera en su momento la familia Roschild al apoyar a las dos principales ideas antagónicas el el siglo XVII e implantar el Sionismo y el Iluminatismo.
Debemos entender que todo lo que divide y buque apartar al hombre de su comunidad viene del diablo... ya lo decía San Pablo en 2 Tesalonicenses 2 que el misterio de iniquidad ya estaba obrando... esa iniquidad es el sistema opuesto a la economía de la Salvación y su arquitecto es el mismo al que los cultos masones rinden homenaje. Dios nos guíe y no permita que nos apartemos de Su Amor! Ven Señor Jesús!
02/01/19 6:17 PM
  
Ricardo de Argentina
Si llamamos "capitalismo" a la división entre Capital y Trabajo, cae de suyo que la Iglesia jamás puede condenarlo desde que en el Antiguo Régimen esa división estaba plenamente vigente: la propiedad del principal capital productivo, la tierra, estaba reservada a los nobles. El mismo nombre del sistema, "feudal", hace referencia al "feudo" o propiedad del "señor" de la tierra, al cual debían someterse todos los que viviesen en ese lugar, cediéndole una parte de lo que produjesen. A cambio, los nobles debían encargarse de la seguridad.

La Revolución Industrial quitó a la tierra el monopolio de la producción de riquezas, puesto que las máquinas podían crearlas en mucha mayor proporción y de manera casi ilimitada. La burguesía, conformada por artesanos devenidos industriales, comerciantes y banqueros, tomó las riendas de la economía primero, y también de la política luego de la Francesada.

Este cambio tuvo profundas repercusiones pues trastocó el orden establecido, dando paso al Régimen Burgués, cuya característica fue que la riqueza no estaba ya atada a la propiedad de la tierra sino a:
a) Las maquinarias, que producían incontables bienes (antes de la Rev. Industrial se utilizaba a los negros africanos).
b) El comercio, que los intercambiaba.
c) Los bancos, que producían el dinero necesario para los intercambios y la financiación, y custodiaban la acumulación de las riquezas.

Pero las diferencias entre el Régimen Cristiano y el Burgués no eran sólo económicas sino mucho más profundas, puesto que la burguesía – que había sido relegada por el Clero y la Nobleza durante la Cristiandad- ahora tomaba el control social defendiendo una cosmovisión liberal. Ello implicaba la caída de las barreras morales que impedían la explotación del hombre por el hombre, lo cual unido a la potencialidad productiva de las máquinas, dio origen a fortunas impresionantes. Dios había sido desplazado del centro de la sociedad y en su lugar había sido entronizado el Egoísmo más descarado.

Ese mismo egoísmo es el que hace hoy en día que los operarios sean desplazados gradualmente por los robots, más eficientes, generando desocupación y población “sobrante”, cuya multiplicación se trata de evitar mientras se la aturde con diversión, con degeneración y con drogas. Los estados democráticos son peones de la tiranía liberal.

Visto todo lo cual, pienso que quien crea que el liberalismo no es pecado, es que no entiende lo que es el liberalismo, o no entiende lo que es pecado.
O también quizás, ninguna de las dos cosas...
02/01/19 9:50 PM
  
Marcos
Perdon que me salga del tema, y no sé si ha llegado a oidos a nivel nacional, pero en Mendoza, el obispo Colombo ha decidido cerrar el Monasterio del Cristo Orante (un pulmon espiritual unico en el pais), a raiz de una tipica (y falsa) denuncia de abuso sexual que supuestamente cometieron los dos monjes "mayores" contra un seminarista menor de edad (en su momento alla por el 2009). Ambos monjes permanecen detenidos en una celda junto con otros delincuentes comunes, a la espera de que actue la justicia. Mientras tanto, el obispo, quien se rasgara las vestiduras publicamente cuando algunos medios osaron cuestionar la "santidad" de Angelelli, luego de hacer un llamamiento a la "prudencia" y a "confiar en la justicia", no solo no ha movido un dedo en defensa de los monjes y del patrimonio fisico y espiritual que representa el monasterio para los laicos, sino que no tuvo mejor idea que cerrar el monasterio por tiempo "indeterminado", y enviar a los monjes restantes a su casa o a otras diocesis donde puedan estar bien vigilados. El monasterio (que consta de un amplio terreno con templo, celdas, viña, bodega, talleres y un paradisiaco jardin) pasa a ser "administrado" por el arzobispado. El denunciante "se acordó" de que habia sido abusado luego de casi 10 años de silencio, casualmente ahora que está de moda el #MeToo. Se rumorea ademas, que hubieron amenazas previas a los monjes de parte del grupo Vila-Manzano para que vendieran sus propiedades (Vila- Manzano posee tierras rodeando al monasterio). Los mismos aprietes han sufrido otros propietarios vecinos al monasterio. Solo queria compartir esta triste info para que se propague
03/01/19 6:59 AM
  
jorge
El liberalismo es la antítesis del capitalismo. Es más afín al socialismo y el comunismo que al capitalismo.

El capitalismo británico del siglo XIX, en nada se parece al practicado por los EEUU y Alemania en la misma época, donde el desarrollo industrial y del comercio, la mejora de los niveles de vida en general, se basaban en el desarrollo de la fuerzas productivas de List, y la Armonía de Intereses de Carey.

Hoy, ningún centro académico, incluso pontificio ni confiado a algún instituto religioso, católico, enseña en ciencia económica, los principios establecidos en el Sistema de Economía Política, de List, ni en la Armonía de Intereses de Henrry Carey:

"Dos sistemas están ante el mundo;... uno busca aumentar la necesidad del comercio, el otro aumentar el poder para mantenerlo. Uno busca retrasar los hindúes y hundir al resto del mundo a su nivel; el otro, la elevación del nivel del hombre en todo el mundo a nuestro nivel. Uno busca el emprobecimiento, la ignorancia, la despoblación y la barbarie; el otro aumentar la riqueza, la comodidad, la inteligencia, la combinación de acción y la civilización. Uno busca la guerra universal; el otro la paz universal. Uno es el sistema inglés; el otro, bien podríamos enorrgullecernos de llamar Sistema Americano, porque es el único concebido donde eleva al mismo tiempo que iguala la condición del hombre en todo el mundo".

El párrafo anterior resume la diferencia entre el liberalismo, en esencia británico, responsable de la pobreza material y moral de los pueblos, y las políticas de desarrollo industrial y tecnológico que el Sistema Americano, utilizado en su momento por cada una de las naciones actualmente industriales (como Japón, Alemania, Corea del Sur, y China), que promueven la mejora de los niveles de vida, el incremento de población y la paz.

Lamentablemente, a través de la OMC, el FMI, y la ONU, dichos países, han ido cediendo a las políticas liberales de globalismo y free trade.

Hoy los EEUU intentan recuperar, con mucha dificultad, lo que en su momento fue el sueño americano, este sueño no se basaba en el sistema liberal, sino en el propio Sistema Americano.
03/01/19 5:21 PM
  
María Cristina Ariza-Gómez
Padre, qué bueno que nos hable más de lo que es el liberalismo porque parece, como dice usted, que todos se van enseguida al liberalismo económico. En este tema todos se sienten doctores. Si uno nombra el libro “El Liberalismo es Pecado”, le caen a uno a la yugular! Espero su otro artículo!
04/01/19 3:05 AM
  
Marcelo
1) Si verdaderamente se quiere ilustrar a los jóvenes, hay que empezar por definir los términos, por cuanto “liberal”, “liberalismo”, es un término que se ha usado y se usa para cosas diversas (a veces criticables, otras no), lo que salta a la vista desde un examen honesto de la historia política, económica y social.
Hoy mismo, en USA, por ej, liberal (con acento en la i) se identifica con políticas progresistas, más bien de izquierda, lo que nada tiene que ver con lo sucedido en otros tiempos y lugares.

Por eso, con el respeto que me merece Sacheri, creo que la descripción realizada es insuficiente, y en algunos aspectos harto discutible o errónea. Pero Sacheri fue asesinado en 1974, estamos en 2019, y no puede tratarse este asunto con la mera repetición de lo dicho por él.

2) Veo que siguen recomendando el libelo de Sarda y Salvany, (“El liberalismo es pecado”), sin aclarar que NO es magisterio de la Iglesia católica romana. Es un libro de un sacerdote español, nada más ni nada menos, escrito a fines del siglo XIX y representa a la postura ultramontana de su época, que no es lo mismo que la religión católica.
Lamentablemente, los integristas de aquí y de allá utillizan ese libelo como si integrara la revelación divina, pero no lo es.

El ultramontanismo del siglo XIX odiaba al liberalismo, ya que rechazaba todas las libertades civiles modernas, empezando por la libertad de conciencia y la libertad religiosa. Sin embargo, esas libertades hoy son reivindicadas oficialmente por la Iglesia Católica.


3) Haciendo las debidas distinciones, también existe un sentido correcto, y para nada anticatólico, de liberalismo.

Es el liberalismo que dio lugar a las proclamaciones de tolerancia religiosa, declaraciones de derechos individuales, limitación del poder público, y la igualdad de todos ante la ley (Locke, EEUU originarios, etc.), recepcionado también en nuestra Constitución Argentina histórica de 1853, y seguido por ilustres católicos liberales como Montalambert, Lord Acton, Mons.Dupanloup, entre otros.
Entre nosotros, en Argentina, tuvimos también ilustres católicos liberales y republicanos, como Jose Manuel Estrada, Pizarro y otros en la famosa generación del 80.

En cuanto a lo económico, la referencia a una economía libre de mercado, la critica al estatismo, dirigismo e intervencionismo (causantes de innumerables crisis económicas) fue sostenida por importantes autores reconocidos urbi et orbi como liberales, y ha sido y es de importancia capital para el progreso y desarrollo económico de los pueblos. Eso, bien entendido y aplicado, es totalmente compatible con la religión católica.

4) Para terminar, diré que el odio al “liberalismo”, sin distinciones, es típico tanto de la facción ultramontana del siglo XIX (x), como de varias corrientes nacionalistas y peronistas, y de la izquierda relacionada con la llamada teología de la liberación, a las que fueron y son adeptos muchos católicos.
Se trata, en todos los casos, de posturas políticas y/o económicas , que en algunos casos pretenden utilizar el magisterio papal en sustento de sus propias posiciones políticas (totalmente discutibles) y de cuestiones ajenas a la revelación divina y a la religión.


(x) La expresión facción la tomo de Newman,así se refirió a determinados sectores de la Iglesia en una carta.

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- El libro de Sarda y Salvany no es magisterio de la Iglesia, pero los documentos magisteriales que allí se citan, sí.
- La ideología liberal se encarnó, en nuestro país, en el movimiento unitario, de quien aún no nos reponemos y que terminó subyugando mentalmente a la Argentina, con la ayuda en el siglo XX del peronismo.
- El nacionalismo (ojo que en Europa significa otra cosa el término) no es "ultramontanismo" sino la corriente política que busca defender la patria sin que le pongan la pata encima. Amén. PJOR
04/01/19 6:24 AM

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