InfoCatólica / La Mirada en Perspectiva / Archivos para: Enero 2017

30.01.17

(161) Moral de globalidad: el tiempo es superior al espacio

La teología moral situacionista, según hemos visto en anteriores posts, diluye la moralidad del acto concreto en el fluir temporal de la existencia humana. Supone un desplazamiento del criterio moral: pasa indebidamente de cualificar moralmente el acto puntual, a sumergirlo en un todo vital, de forma que la transgresión quede diluida en el conjunto de vivencias personales.

De esta forma, la ilicitud del acto se decolora en el flujo de la existencia. Así, parece que, decolorado, no interrumpe el proceso de maduración, y se puede crecer en gracia y virtudes aun posicionándose puntualmente contra la ley moral.

Esta tesis parece estar presente de una manera u otra en las páginas de Amoris lætitia. Entre sus largos y prolijos parágrafos, apenas se encuentra referencia alguna a los actos concretos de adulterio, sino al “obrar”, a “la existencia concreta", al “camino", etc.. Esto resulta llamativo en el muy comentado y ya célebre punto 304:

«Es mezquino detenerse sólo a considerar si el obrar de una persona responde o no a una ley o norma general, porque eso no basta para discernir y asegurar una plena fidelidad a Dios en la existencia concreta de un ser humano. »

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19.01.17

(160) Normas generales, valores y actos intrínsecamente malos

En este post vamos a comentar muy brevemente la relación que existe entre el punto 304 de Amoris lætitia y el punto 5 de la Sección primera de la Parte tercera de La ley de Cristo, de Bernhard Häring.

 

I.- MINUSVALORAR LA LEY MORAL EN FAVOR DE VALORES MÁS ELEVADOS

En Normas y discernimiento, capítulo VIII de Amoris lætitia, punto 304, se enseña que el obrar de una persona no puede discernirse atendiendo “sólo” a su conformidad con “una ley o norma general", porque hay que considerar, además, unos valores que hay que salvaguardar:

«Es mezquino detenerse sólo a considerar si el obrar de una persona responde o no a una ley o norma general, porque eso no basta para discernir y asegurar una plena fidelidad a Dios en la existencia concreta de un ser humano. […] Al mismo tiempo, hay que decir que, precisamente por esa razón, aquello que forma parte de un discernimiento práctico ante una situación particular no puede ser elevado a la categoría de una norma. Ello no sólo daría lugar a una casuística insoportable, sino que pondría en riesgo los valores que se deben preservar con especial cuidado»»

 

Pues bien, esta idea enseñada en A.L. 304: la inconveniencia, por legalista o rigorista, de aplicar “sólo” la ley moral al caso para no descuidar valores supuestamente fundamentales,  es enseñada por Bernhard Häring, por ejemplo en La ley de Cristo, en el subcapítulo Normas generales y normas particulares. En este y otros pasajes de su obra, el teólogo redentorista pretende fundamentar la moral cristiana no en la ley moral, sino en la teoría de los valores:

«Quien sólo se fije en las fórmulas normativas, sin atender al valor que las fundamenta, llegará a una moral muerta, por no ser más que legalista. Se hará la ilusión de que con el cumplimiento formal de las normas más generales (que por su generalidad misma suelen expresarse negativamente) habrá satisfecho las exigencias de la moralidad entera. » (La ley de Cristo, Parte tercera, Sección primera, 5)

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12.01.17

(159) Inconveniencias eclesiales, XIII: el rechazo del proselitismo

El misterio de la Iglesia es un misterio de mediación. Dios Uno y Trino, para justificar al ser humano caído por el pecado, establece en Cristo un orden de mediaciones salvíficas. La Iglesia, por ser mediación, es también visible. Por ser mediación, tiene un elemento humano. Por ser salvífica, es necesaria.

Cristo, el único Mediador, participa a su Iglesia de su única Mediación, de forma que yendo a su Iglesia se va a Él.

«Cristo, el único Mediador, instituyó y mantiene continuamente en la tierra a su Iglesia santa, comunidad de fe, esperanza y caridad, como un todo visible, comunicando mediante ella la verdad y la gracia a todos. Mas la sociedad provista de sus órganos jerárquicos y el Cuerpo místico de Cristo, la asamblea visible y la comunidad espiritual, la Iglesia terrestre y la Iglesia enriquecida con los bienes celestiales, no deben ser consideradas como dos cosas distintas, sino que más bien forman una realidad compleja que está integrada de un elemento humano y otro divino» (Lumen gentium 8)

—Ser mediación es servir de cauce a algo más grande que la propia mediación. Como ventana, remite a algo que la transciende y está más allá de ella. —Es el sentido del culto de dulía: se veneran personas, doctrinas, objetos que sirven de instrumento del poder de Dios.— La ventana es instrumento de la visión del paisaje: conduce la mirada más allá de sí misma, es medio de acceso. Y siendo visible, es a la vez invisible. De esta forma, se venera la mediación en cuanto instrumento de Dios. La Iglesia, en cuanto mediación en el Mediador, está en el mundo como instrumento querido por Dios, y al mismo tiempo lo transciende; no es fin, sino medio.

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7.01.17

(158) Inconveniencias eclesiales, XII: el principio situacionista de implenitud y su rechazo en la Veritatis splendor

El prestigio que posee el principio situacionista de implenitud (o incompletitud) de la ley moral en la teología moral católica, supone para la Iglesia un tremendo mal, y es causa de innumerables errores, desviaciones y ambigüedades doctrinales.

Sabiamente, San Juan Pablo II alude al error contenido en este principio fundacional de la moral de situación en la carta encíclica Veritatis splendor, resumiéndolo así: busqueda de «una libertad ilusoria FUERA de la verdad misma.»

Como vimos en anteriores posts, la moral de situación está sustentada en este principio, que nosotros, para facilitar su certero y rápido diagnóstico, hemos denominado así:  principio situacionista de implenitud de la ley moral:

principio situacionista: porque es el fundamento de la teología moral de situación y otras teologías heterodoxas derivadas de ella, y

de implenitud (o incompletitud): porque este fundamento está localizado FUERA de la ley moral. O como dice Pío XII, ha sido desplazado del centro a la periferia.

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