19.01.20

Pagola se nos ha hecho pentecostal

En su última “reflexión” semanal, el sacerdote y teólogo vasco José Antonio Pagola, da su visión sobre lo que debe ser el verdadero cristianismo, alejado de doctrinas, normas y ritos externos que, a lo sumo, vienen a ser la decoración de la “verdadera” vida espiritual.

Pagola empieza su artículo con una tesis ciertamente peculiar:

Algunos ambientes cristianos del siglo I tuvieron mucho interés en no ser confundidos con los seguidores del Bautista. La diferencia, según ellos, era abismal. Los «bautistas» vivían de un rito externo que no transformaba a las personas: un bautismo de agua. Los «cristianos», por el contrario, se dejaban transformar internamente por el Espíritu de Jesús.

Resulta que ese “rito externo” fue asumido por el mismísimo Jesucristo, que se hizo bautizar por San Juan. Resulta que el bautismo del agua fue siempre cosustancial con el cristianismo, siquiera sea porque fue lo que Cristo mandó hacer a sus apóstoles, y siquiera sea porque lo primero que hicieron aquelos que creyeron las palabras de San Pedro en la primera predicación pública de la Iglesia fue bautizarse (Hech 2,41).

Y eso de que el bautismo de agua no “transforma” a las personas, ¿de dónde se lo saca este sacerdote “católico"? A menos que también hayan cambiado esa doctrina -hoy puede pasar cualquier cosa- el bautismo lava todos los pecados de aquel que lo recibe -en el caso de los bebés, el pecado original-. De hecho, no se me ocurre nada más transformador que pasar de no ser hijo de Dios a serlo.

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4.01.20

Apiádate de España, Señor

Cuando se acepta que Dios deje de ser el soberano efectivo de una nación en sus leyes. Cuando se entrega la soberanía de Cristo en manos del sufragio universal, de las mayorías manipuladas y pastoreadas por una oligarquía partitocrática. Cuando se adora al Baal de los valores de la Ilustración,y se trabaja en favor del consenso que deja al Creador fuera del lugar que le corresponde, aceptando que, a lo sumo, sea un elemento “más” del cuadro institucional. Cuando se proclama el derecho al error incluso en materia religiosa y a ello se le llama libertad. En resumidas cuentas, cuando no solo se asume como inevitable la apostasía sino que se colabora activamente con la misma, ¿qué es lo que se pretende recoger? 

Muchas voces se alzan estos días advirtiendo del abismo al que se dirige España con un gobierno encabezado por un traidor capaz de vender la unidad de la nación a cambio de mantenerse en el poder. Pero por mucho que Pedro Sánchez sea un Judas Iscariote, está muy lejos de ser el único. Por mucho que sea un mentiroso contumaz, capaz de decir una cosa y la contraria de un día para otro, no es el único. No fue él quien juró sobre la Biblia defender algo que luego destruyó. No fue él quien asumió que la familia y el derecho a la vida iban a ser aniquiladas en al actual régimen político.

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30.12.19

Reflexiones sobre el cambio de estatus de la asignatura de Religión

Como cabía esperar, el pacto entre el PSOE y Unidas Podemos supondrá una degradación de la asignatura de religión confesional -no solo la católica-, pues no contará para la nota final y no tendrá alternativa.

La medida supone el incumplimiento de los acuerdos entre España y la Santa Sede, que requieren que la materia tenga condiciones equiparables al resto.

Los planes educativos en los niveles de Educación Preescolar, de Educación General Básica (EGB) y de Bachillerato Unificado Polivalente (BUP) y Grados de Formación Profesional correspondientes a los alumnos de las mismas edades, incluirán la enseñanza de la religión católica en todos los Centros de Educación, en condiciones equiparables a las demás disciplinas fundamentales.

Evidentemente si la asignatura no cuenta para la nota curricular, la equiparación con el resto desaparece. Y la no existencia de una alternativa supondrá un problema para la religión en los colegios públicos

Es seguro que la Conferencia Episcopal Española va a protestar por el cambio, pero dudo que lleven el tema a los tribunales en base a dichos acuerdos, porque Pedro Sánchez y Pablo Iglesias los denunciarían y se tendrían que negociar otros, que desde luego no serían tan “generosos” para la Iglesia como los de 1979.

También conviene recordar que el artículo 27.3 de la Constitución dice:

Los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones.

La existencia de la asignatura, sea en la condición que sea, serviría para cumplir ese precepto constitucional si no fuera porque el Estado lleva muchos años empeñado en adoctrinar a los niños y jóvenes en principios contrarios a la doctrina moral de la Iglesia. De hecho, en el pacto entre el PSOE y Podemos «se potenciará la educación afectivo-sexual… conforme a un enfoque de derechos, de igualdad y de libertad». No hace falta que les explique a ustedes lo que eso supone.

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30.11.19

El perverso consenso

Cuando Benedicto XVI decidió renunciar al papado dijo que su intención era retirarse por completo de la vida pública para dedicarse a la oración. Se ve que luego cambió de opinión y aunque no se ha caracterizado por una actividad pública desaforada, de vez en cuando nos obsequia con intervenciones públicas, no de viva voz sino por escrito. Y, como cabe esperar, cada vez que escribe algo, se monta un gran revuelo mediático. 

Su última aparición ha sido con ocasión del 50 aniversario de la creación de la Comisión Teológica Internacional. Su mensaje es realmente interesante, porque nos describe los inicios y posterior evolución de dicho organismo. Pero lo que más me llama la atención es lo que cuenta sobre la imposibilidad de lograr un consenso sobre la doctrina moral de la Iglesia. Dice:

«…una de las principales áreas de trabajo de la Comisión Teológica siempre ha sido el problema de la teología moral».

Lógico que así haya sido. Lo que ya no es lógico es cómo se ha desarrollado ese trabajo. Sigo citando:

«La oposición entre diversos frentes y la falta de una orientación básica común, que todavía sufrimos hoy como entonces, me quedó claro en ese momento de una manera sin precedentes».

¿Falta de orientación básica común? ¿en material moral? ¿cómo puede darse eso? ¿acaso no corresponde al Magisterio marcar, en base a la Tradición, dicha orientación?. Sigo:

«…por un lado, el profesor de teología moral estadounidense. William May, padre de muchos hijos, que siempre vino a nosotros con su esposa y apoyó la concepción antigua más rigurosa. Dos veces tuvo que experimentar el rechazo de su propuesta por unanimidad, algo que nunca antes había sucedido. Ella se echó a llorar, y yo mismo no pude consolarlo de manera efectiva».

No sé a ustedes, pero a mí se me ponen los pelos de punta. Un teólogo seglar plantea la “concepción antigua más rigurosa” en materia moral y recibe el rechazo unánime. Tanto que su mujer se echa a llorar y no hay manera de darles consuelo.

Lógico. lo que ese buen hombre pretendía es que la Iglesia siguiera enseñando lo que siempre había enseñado. Y se encuentra con que todos, sin excepción, le dicen que “por ahí no vamos". ¿Cómo no recordar las palabras del Señor por boca del profeta Jeremías?":

Esto dice el Señor. «Haced un alto en los caminos y mirad, preguntad por las antiguas rutas cuál es el camino del bien, y seguidlo, y hallaréis descanso para vuestras almas». Pero dijeron. «No lo seguiremos». Yo os había puesto centinelas. «Prestad atención al toque de trompeta». Pero respondieron. «No la prestaremos».
Jer 6,16-17

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29.11.19

Don Antonio, le da usted la razón a Vázquez de Mella

El cardenal Antonio Cañizares, arzobispo de Valencia, asegura en su carta semanal que España va a entrar poco menos que en una situación apocalíptica por la coalición de gobierno entre el PSOE y Podemos. Coalición, dicho sea de paso, que necesita el apoyo directo o indirecto -vía abstención- de los que quieren acabar con la unidad de España, algo que a los votantes socialistas y podemitas les importa un pimiento, señal de lo mucho que quieren a este país. El militante socialista prefiere poner España en manos de los sediciosos antes que poner en peligro un gobierno de su partido.

Dice don Antonio que ese gobierno de extrema izquierda -Pedro Sánchez no tiene nada que envidiar a Pablo Iglesias- impondrá en este país «un pensamiento único, con una visión del hombre que pretende generalizarse a todos, la aprobación de la eutanasia, la extensión a nuevos derechos, la ideología de género, el feminismo radical, y la ampliación de la memoria histórica».

Estamos hablando del mismo cardenal que alaba la Constitución de 1978, en la que Dios fue desechado por completo, en la que no quedó ni rastro de cualquier referencia al Reinado Social de Cristo. Esa Constitución, que llegó tras un régimen dirigido por aquel de quien San Juan XXIII dijo que “da leyes católicas, ayuda a la Iglesia, es un buen católico.. ¿Qué más quieren?”, fue, es y seguramente será apoyada por la jerarquía de la Iglesia en este país, o en lo que quede de este país.

Conviene recordar, llegados a este punto, cómo explicó el cardenal Cañizares las circunstancias históricas en las que se aprobó el texto constitucional. Se puede ver en esta conferencia que dio en el Ateneo Mercantil de Valencia:

El cardenal puso el acento en la postura de «concordia y coherencia» de los obispos ante la redacción del texto en unos años de «influjo renovador para la Iglesia» tras el Concilio Vaticano II. Y dijo:

«No fue sencilla la redacción del tema religioso, como dijo el historiador Juan María Laboa, y su proceso fue objeto de controversias, miedos y suspicacias. No quería el Episcopado, siguiendo el Vaticano II, que el Estado fuese confesional y no pedía privilegios pero consideraba que no se cumplía con el mero reconocimiento en la Constitución de la genérica libertad religiosa»

En otras palabras, don Antonio vino a decir que la Constitución, y el consiguiente fin del catolicismo como fe que debía regir los destinos de España, era poco menos que hija del Concilio Vaticano II. Lejos quedaba ya la condena en el Syllabus de Pío IX a las siguiente afirmaciones:

LV. Es bien que la Iglesia sea separada del Estado y el Estado de la Iglesia.

LXXVII. En esta nuestra edad no conviene ya que la Religión católica sea tenida como la única religión del Estado, con exclusión de otros cualesquiera cultos.

Efectivamente, lo que el magisterio pontificio había condenado, pasaba ahora a ser deseado por los obispos gracias a la influencia del CVII. Pero no vayamos a pensar que esto es cosa solo de don Antonio. Ya hubo otro cardenal que tuvo a bien dejar por escrito que el CVII fue en realidad un anti-syllabus y un intento de reconciliación de la Iglesia con el mundo tras la Ilustración

“…Si se busca un diagnóstico global del texto, se puede decir que es (junto con los textos sobre la libertad religiosa y sobre las religiones del mundo) una revisión del Syllabus de Pío IX, una especie de contra-Syllabus (…) Es suficiente que nos contentemos con comprobar que el texto juega el papel de un contra-Syllabus en la medida que representa una tentativa para la reconciliación oficial de la Iglesia con el mundo tal como ha llegado a ser después de 1789 (…) Ya nadie contesta más hoy que los concordatos español e italiano buscaron conservar demasiadas cosas de una concepción del mundo que desde largo tiempo no correspondía más a las circunstancias reales (…) De igual manera, casi nadie puede negar que a este apego a una concepción perimida de las relaciones entre la Iglesia y el Estado correspondían anacronismos semejantes en el dominio de la educación (…) El deber, entonces, no es la supresión del Concilio, sino el descubrimiento del Concilio real y la profundización de su verdadera voluntad. Esto implica que no puede haber retorno al Syllabus, el cual bien pudo ser un primer jalón en la confrontación con el liberalismo y el marxismo naciente, pero no puede ser la última palabra”

(Los Principios de la Teología Católica, Joseph Ratzinger, Téqui, Paris, 1985, páginas 426-437).

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