InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Categoría: Apologética católica

10.02.11

Perlas de un buen Congreso

Sagrada Biblia, versión oficial CEEDesde el lunes hasta ayer miércoles Madrid ha sido testigo de un interesantísimo congreso sobre la Palabra de Dios con motivo de la publicación de la versión oficial de la Biblia en nuestro idioma para la Iglesia en España. Vaya por delante mi felicitación a la Conferencia Episcopal Española por haber llevado a feliz término ese proyecto, que sin duda puede convertirse en una herramienta importante para todo el pueblo de Dios que peregrina en este país. A pesar de que algunos personajes mal intencionados ven motivaciones extrañas y/o perversas en la publicación de una versión oficial, lo cierto es que la misma no desmerece en nada al resto de versiones que se puede comprar en las librerías de este país. Por ejemplo, los kikos van a seguir usando la Biblia de Jerusalén y dudo que la Universidad de Navarra deje de vender su Biblia.

Menudencias mediáticas aparte, al que conoce un poco la historia de la Iglesia, sabe que ha sido habitual la búsqueda de un texto bíblico común para los fieles. La Vulgata es un ejemplo de ello pero no el único. De hecho, en otras confesiones cristianas ocurre lo mismo. La mayoría de los protestantes de lengua inglesa siguen usando la King James Version. Y los que hablan español usan sobre todo la Reina Valera, versión del 1960.

Volviendo al congreso, le he seguido a través de la web dedicada al mismo. Las retransmisiones han gozado de una buena calidad técnica y sin cortes. Además, la oficina de prensa de la CEE nos ha enviado a los medios el texto de la totalidad de las ponencias, aunque se da la circunstancia de que algunos de los conferenciantes no pudieron leer la totalidad de lo que habían preparado por falta de tiempo.

De entre todas las intervenciones que escuché -el resto las pienso leer-, y sin desmerecer al resto, las que más me gustaron fueron las del cardenal Ouellet, la del P. Ignacio Carbajosa, la del P. Juan Miguel Ferrer y la de Mons. Luis Francisco Ladaria.

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5.02.11

Plantemos cara a los teólogos traidores

A falta de conocer la literalidad del documento firmado por 144 teólogos de habla alemana, y fiándonos de que las noticias que hemos recibido de las agencias son fieles al texto, parece evidente que nos encontramos ante uno de los mayores desafíos que ha sufrido la Iglesia en las últimas décadas por parte de ese mundo tan desgraciadamente heterogéneo como es el de la teología “católica". Digo desagraciadamente heterogéneo porque si algo está claro, a día de hoy, es que la teología católica está sufriendo su mayor crisis de identidad a lo largo de los veinte siglos de historia de la Iglesia. Heterodoxia y ortodoxia coexisten en cátedras, aulas universitarias y seminarios.

Seamos claros. Los 144 teólogos germano-parlantes han aprovechado la miseria del pecado de pederastia de sacerdotes y religiosos, consentida por malos obispos y superiores de órdenes, para hacer pública su miseria espiritual y doctrinal. En una especie de totum revolutum, han metido asuntos que sí podrían ser objeto de discusión, como es la cuestión del celibato y del modo de elegir obispos, con temas que jamás pueden ser siquiera abordados por la Iglesia. Por ejemplo, lo del sacerdocio femenino es una cuestión infaliblemente cerrada por la Iglesia. Y esos teólogos lo saben. Todos conocen la carta apostólica Ordinatio Sacerdotalis de Juan Pablo II. El Santo Padre lo dejó bien claro:

Por tanto, con el fin de alejar toda duda sobre una cuestión de gran importancia, que atañe a la misma constitución divina de la Iglesia, en virtud de mi ministerio de confirmar en la fe a los hermanos (cf. Lc 22,32), declaro que la Iglesia no tiene en modo alguno la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, y que este dictamen debe ser considerado como definitivo por todos los fieles de la Iglesia.

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2.09.10

No podemos pertenecer a la misma Iglesia

Vaya por delante que de ninguna de las maneras pretendo que lo que voy a escribir en este post sea la opinión de la Iglesia, en especial de su jerarquía, con los obispos y el Papa a la cabeza. Quede claro que bajo ningún concepto pretendo tener más “autoridad” -tampoco menos- que la que pueda tener cualquier católico fiel a la Iglesia por su condición bautismal de rey y sacerdote. Es decir, yo ni quito ni pongo. Ni echo ni dejo de echar a nadie de la comunión eclesial. Primero porque no puedo. Segundo porque aunque pudiera, no me corresponde a mí esa tarea. Pero sí que puedo, e incluso debo, dar mi opinión y las razones de la misma.

Y es mi opinión que no podemos formar parte de la misma Iglesia aquellos que, por un lado, pensamos que no da lo mismo creer una cosa que la contraria y los que creen que sí da lo mismo. No podemos formar parte de la misma Iglesia los que defendemos la idea de que todos los fieles deben acatar lo que enseña el magisterio y los que piensan que se puede disentir del mismo en prácticamente cualquier punto. En definitiva, no podemos formar parte de la misma Iglesia quienes profesamos la fe católica y quienes profesan una fe hecha a imagen y semejanza de sus opiniones particulares sobre la práctica totalidad de las doctrinas y enseñanzas éticas y morales de la Iglesia Católica.

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29.07.10

¿Por qué llaman adulta a la que es adúltera?

Con motivo del próximo homenaje al teólogo (ateólogo según Apolonio Cromañónez) Torres Queiruga, he vuelto a leer la tesis de que la teología heterodoxa modernista ayuda a tener una fe adulta. Muchos de los fieles de dicha ateología creen que ellos son el puente necesario entre el mundo de la fe y la ciencia, entre la Iglesia y el mundo moderno.

¿Y en qué consiste dicha fe adulta? Pues básicamente parte de dos presupuestos:

1- Todo lo que en la Escritura -desde al AT al NT- huela a milagro o a hecho inexplicable desde el punto de vista de las leyes naturales, ha de ser descartado. Puede ser o mero mito o construcciones teológicas de las comunidades cristianas de cara a reforzar el mensaje evangélico.

2- La modernidad ayuda a perfeccionar la fe, alejando a la Iglesia de las tinieblas de una Tradición que esclavizaba a los fieles convirtiéndolos en meros crédulos irracionales.

En realidad, esa manera de hacer teología, incluidas las aproximaciones históricas contrarias a la fe, convierte la Revelación cristiana en poco más que una moralina adornada de leyendas y ritos mágicos, más propios del mundo de la novela que de la fe cristiana.

Por otra parte, no son nada originales estos ateólogos de la nada. Todo está inventado y propuesto desde el protestantismo liberal, que no deja de ser uno de los hijos predilectos de la Ilustración, esa señora que fue más allá que Lutero al negar no sólo la autoridad de la Iglesia sino la de Dios mismo. No hay nada de lo que proponen los Queiruga y Pagola de hoy que no aparezca en los Bultmann y cía de ayer o anteayer.

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20.07.10

Test de ortodoxia catolica II

Ante el éxito del primer test de ortodoxia que ofrecí a los lectores de este blog hace unos días, me animo a poner un segundo test. Eso sí, tengo la sensación de que alguna de las preguntas, y sobre todo la respuesta que da el autor -Luca Alcalde-, traerán más polémica.

1) Cuando hablamos de la Trinidad, queremos decir que el único Dios tiene tres personalidades distintas. Unas veces actúa como Padre, que simboliza la fuerza; otras como Hijo, que simboliza la sabiduría; otras, por fin, como Espíritu Santo, que simboliza el amor de Dios.

2) Cuando el Credo dice que “el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo” quiere señalar que la creación del Espíritu Santo no la obró el Padre solo, sino junto con el Hijo.

3) La razón humana tiene fuerzas suficientes para procurar el bien de los hombres y de los pueblos, y para dar soluciones a los problemas del mundo moderno.

4) La Iglesia tiene el deber y la obligación de reprender a la filosofía y no tolerar sus errores.

5) Los hombres pueden encontrar en el culto de cualquier religión el camino de la salvación eterna y alcanzar la eterna salvación.

6) En nuestra edad no conviene ya que la religión católica sea tenida como la única religión del Estado, con exclusión de cualesquiera otros cultos.

7) Como en el depósito de la fe se contienen solamente las verdades reveladas, bajo ningún concepto corresponde a la Iglesia juzgar sobre las afirmaciones de las ciencias humanas.

8) La Iglesia, al proscribir errores, exige de los fieles que acepten, con un sentimiento interno, los juicios por ella pronunciados.

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