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10.08.21

San Benito y el martirio por la verdad

San Benito

HOMILÍA

Padre Pedro Pablo Silva, SV

San Benito y el martirio por la verdad

Como hemos meditado en más de alguna ocasión, el filósofo ruso de fines del siglo XIX, Vladimir Soloviev, en su significativo libro, Breve relato del Anticristo, atribuye el último testimonio a favor de Cristo, en medio de la apostasía generalizada del mundo, a un monje. Es decir que, para Soloviev, el monje es aquella persona que ha llegado al fin sin ceder, sin dejar que la marca o sello de la Bestia, el número 666, se estampara en su mente y en su mano, esto es, en su pensamiento y en su conducta moral. Y ¿por qué pensar esto de un simple monje, cuando sabemos de tantos que, a lo largo de la historia, han sido herejes o se han «adaptado» buscando un «equilibrio» entre el error y la verdad? Pensemos, por ejemplo, en Nestorio, Eutiques (Lutero no fue monje sino fraile), y tantos monjes que al llegar la Revolución francesa estaban intoxicados con el virus o covid de la Ilustración y del humanismo antropocéntrico post renacentista.

Tal vez la respuesta la encontremos en la misma historia de la Revolución francesa que, como sabemos, ha dado a luz el mundo moderno, un mundo esencialmente diferente de la Cristiandad medieval: en la fase del terror se persiguió sobre todo a los monjes y se «desamortizaron», como se llama diplomáticamente al robo, los Monasterios, pero las Órdenes religiosas activas, las que prestaban asistencia, se las dejó con vida. Es decir, se soportaba que alguien, aunque sea en plan católico, hiciera una suerte de promoción humana; pero que los monjes no hicieran nada más que dar razón del absoluto de Dios, de un Dios que para los revolucionarios ya ha muerto –y que ha sido, lo que más adelante llamará Karl Marx, el “opio del pueblo”-, eso no se puede admitir. Y así, exterminaron miles de monasterios, los robaron y a comienzos del siglo XX otros tantos pasaron a poder del Estado hasta el día de hoy.

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12.07.21

La batalla angélica definitiva ante la kénosis de la Encarnación

O admirabile commercium

HOMILÍA

Padre Pedro Pablo Silva, SV

«O ADMIRABILE COMMERCIUM»

Oh admirable intercambio

(Antífona de la Solemnidad de la Maternidad divina)

Sábado, 10 de julio de 2021

 

Queridos hijos y hermanos,

Siguiendo la venerable tradición mariana de la Abadía de Notre Dame de Fontgombault, cuyos Abades, todos, Dom Rou, Dom Roy, Dom Forgeot y Dom Pateau, son profundamente marianos, celebramos en nuestra comunidad, cada sábado libre del calendario, a la Santísima Virgen como Memoria Mayor o Memoria Obligatoria.

En este sábado querría que meditáramos en el misterio de la Anunciación dentro de lo que se llama «la batalla cósmica» que atraviesa toda la historia humana. Al celebrar en la Santa Misa a la Sma. Virgen en este misterio, actualizamos litúrgicamente el acontecimiento más grande de lde todos los tiempos-junto con el misterio Pascual- y que le da sentido a todo lo que existe, esto es:

La Encarnación de Hijo eterno del Padre, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, en las purísimas entrañas de la Virgen María.

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6.06.21

Corpus Christi. La Eucaristía como sacramento

Corpus Christi

HOMILÍA

Padre Pedro Pablo Silva, SV

CORPUS CHRISTI – 03 junio 2021

En este Sacramento admirable hay dos aspectos: la Eucaristía como sacrificio y la Eucaristía como sacramento.

Hoy quiero hablar de la Eucaristía como sacramento. Para hacerlo, quiero hacer una comparación poniendo como ejemplo el matrimonio. A la Iglesia, desde tiempos antiguos, le costó mucho la redención del matrimonio. En tiempo del Imperio romano, especialmente en su decadencia, había una gran promiscuidad, y no existía esta institución natural sobre la cual se estructura la vida social, y también corroborada por un sacramento que es el matrimonio. Pero la Iglesia, proclamando la verdad del Evangelio, logró que el matrimonio cristiano llegara y se instituyera en la sociedad (es propio de la fe, porque es verdadera, que lo que Cristo ha revelado y establecido, se instituya en la sociedad, es el Reinado social de Jesucristo). Sin embargo, hoy día asistimos al proceso contrario: cada vez hay menos matrimonios. ¿Qué sucede?

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21.05.21

San José, un hombre de silencio interior

San José-Murillo

HOMILÍA

Padre Pedro Pablo Silva, SV

SAN JOSÉ - 1 mayo 2021

San José, un hombre de silencio interior

Una de las cosas interesantes que nos esperan, cuando hayamos muerto, en el Cielo, será juntarnos con nuestros seres más queridos, nuestros padres, hermanos…, los cuales esperamos encontrar en la eternidad junto a Dios.

Pero mucho más que eso, que los lazos de la carne, va a ser encontrarse con la gente que ha estado más cerca de Dios, con la gente más santa, la gente más santa es la gente más amable, es la gente más grande, es la gente que más tiene para darnos. Y ese encuentro con la gente más santa, aquella a la cual nos vamos a ver movidos a amar más profundamente, ese encuentro puede darse ya aquí en la tierra.

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16.04.21

Pascua, anticipo de eternidad

Resurrección

HOMILÍA

Padre Pedro Pablo Silva, SV

Iº Domingo del Tiempo Pascual

La Pascua en la Liturgia, un anticipo de la eternidad

Hemos terminado hace poco el tiempo de Cuaresma que la Liturgia nos hace vivir tan intensamente. La Cuaresma es como una mala noche en una mala posada – que diría Santa Teresa-, como la vida humana, pero con esperanza…, mirando una luz lejana que ha de venir al final de esos 40 días.

Y luego viene la Semana Santa que es muy intensa, muy fuerte, donde la Sagrada Liturgia nos lleva a vivir, como en carne propia, la pasión, la muerte, la negación de los discípulos, el significado de nuestro propio pecado en la crucifixión del Señor y, finalmente, su Resurrección. Luego, la Sagrada Liturgia nos ha hecho vibrar con la Octava de Pascua. Y actualmente entramos en este tiempo Pascual de 40 días, los cuales son como haber traspasado el umbral de esta vida -luego de la noche del Viernes Santo- para vivir en la eternidad, estando aún en este mundo.

Mirar la vida de los discípulos nos ayuda a nosotros a entender cómo vivir mejor esta etapa en que estamos, el tiempo Pascual. Mirar a San Pedro, a Santa María Magdalena y a los demás, atemorizados después de la Pasión del Señor, pero felices después de la Resurrección…, después de la venida del Espíritu Santo…, con una certeza, una valentía y una fortaleza interior que realmente nos admiran, pues no nos debemos olvidar que ellos negaron y apostataron de Cristo prácticamente todos.

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