InfoCatólica / Reforma o apostasía / Categoría: Mundo malo

2.12.11

(163) De Cristo o del mundo –V. Jesús, el hombre más sufriente de este mundo

–Perdone, pero yo creo que cuando se inicia una serie de artículos, lo que hay que hacer es…

–Ya, ya, sí: escribirlos en forma continua. Pero hay circunstancias que a veces aconsejan lo contrario. Tranquilo.

En esta serie tratamos de conocer bien cómo debemos los cristianos pensar y sentir del mundo en el que vivimos, y cómo debemos situarnos en él. Para ello lo que más nos importa es ver la relación de Cristo con el mundo, pues ésa ha de ser la nuestra. Hemos de sentir sus mismos sentimientos. Él nos ha dado el ejemplo para que sigamos sus pasos. Y ya vimos (162) que Jesús es el hombre más feliz del mundo. Hoy completamos nuestra contemplación considerando que Él ha sido el hombre más sufriente de toda la humanidad. Y cuando los cristianos pensamos en los dolores de Cristo los concentramos con frecuencia en su Cruz, pero no pensamos tanto en los sufrimientos permanentes de su vida. El amor que le tenemos nos obliga ahora a contemplarlos.

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24.11.11

(162) De Cristo o del mundo –lV. Jesús, el hombre más feliz de este mundo

–No sabía yo eso.

–Su ignorancia es oceánica, y sus errores numerosos como las estrellas del cielo y las arenas del mar.

Los cristianos hemos de vivir en el mundo haciendo nuestros los pensamientos de Cristo, sus sentimientos y sus obras. Él es nuestra norma absoluta. Él es nuestra santa Cabeza, y siendo nosotros sus miembros, hemos de dejarle vivir en nosotros. Por tanto, si nos preguntamos cuál ha de ser en el mundo la actitud de los cristianos, habremos de descubrirla fundamentalmente en el mismo Cristo. Es el mandato del Apóstol: «tened los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús» (Flp 2,5). Más aún, el mismo Jesucristo nos da esa norma: «yo os he dado el ejemplo para que vosotros hagáis también como yo he hecho» (Jn 13,15).

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17.11.11

(161) De Cristo o del mundo –III. Optimismo actual pelagiano

–Perdone, pero me parece que tiene usted cierta manía contra los pelagianos.

–«El error de Pelagio tiene muchos más seguidores en la Iglesia de hoy de lo que parecería a primera vista» (Card. Ratzinger, 30Giorni 1991). Son muchos más los católicos-pelagianos que los católicos-católicos. Ya lo vimos en anteriores artículos (56-60).

He iniciado esta serie con tres artículos a modo de introducción: (159) Combate o conciliación; (160) Demonio, mundo y carne; y ahora éste (161), Optimismo actual pelagiano. Con ellos espero que el lector se sitúe mentalmente en el campo que vamos a explorar históricamente, comenzando en Cristo hasta el tiempo actual.

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3.11.11

(160) De Cristo o del mundo –II. Demonio, mundo y carne

–Yo recuerdo haber oído hablar algo de estas cosas cuando era chico.

–Pues podría usted denunciar por daños y perjuicios a quienes debían comunicarle estas verdades, y le han privado de ellas.

Plan de esta serie. En estos primeros artículos recordaré en síntesis la doctrina cristiana sobre «el mundo». Añadiré algunos datos que las ciencias humanas nos proporcionan sobre la situación del hombre en su mundo concreto. Y en los siguientes artículos, que constituirán el cuerpo de la serie, iré exponiendo, con el favor de Dios, la espiritualidad cristiana en relación al mundo según la enseñanza de Cristo y de los Apóstoles, desarrollada en la historia de la Iglesia desde los primeros siglos de persecuciones hasta el tiempo actual.

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27.10.11

(159) De Cristo o del mundo –l. Combate o conciliación

–Comenzamos una nueva serie de artículos.

Comienzo una nueva serie de artículos … Bueno, sí: comenzamos.

De Cristo o del mundo fue el título de un libro mío (Fund. GRATIS DATE, Pamplona 1997, 233 pgs.), y viene a ser ahora el título de esta nueva serie de artículos. Puede parecer un tanto agresivo. Estas contraposiciones fuertes hoy no están de moda. Y no será raro que algún cristiano de los que están al día nos objete: –¿Cómo es eso «de Cristo o del mundo»? Yo soy de Cristo y soy del mundo. Dicho lo cual, se quedará tan ancho, orgulloso de su capacidad personal de integración, de síntesis y de conciliación. Lo malo es que lo que dice este cristiano es falso, porque contra-dice lo que Cristo dice: «ellos no son del mundo, como yo no soy del mundo» (Jn 17,16). –Permítame, cuando yo digo… –Perdone, pero no vamos a discutir ahora esta cuestión, que intento desarrollar ordenadamente en un buen número de artículos. Tendrá usted muchas ocasiones de impugnarlos, si así lo estima conveniente.

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