(161) De Cristo o del mundo –III. Optimismo actual pelagiano

–Perdone, pero me parece que tiene usted cierta manía contra los pelagianos.

–«El error de Pelagio tiene muchos más seguidores en la Iglesia de hoy de lo que parecería a primera vista» (Card. Ratzinger, 30Giorni 1991). Son muchos más los católicos-pelagianos que los católicos-católicos. Ya lo vimos en anteriores artículos (56-60).

He iniciado esta serie con tres artículos a modo de introducción: (159) Combate o conciliación; (160) Demonio, mundo y carne; y ahora éste (161), Optimismo actual pelagiano. Con ellos espero que el lector se sitúe mentalmente en el campo que vamos a explorar históricamente, comenzando en Cristo hasta el tiempo actual.

–Ambiente actual pelagiano. La herejía de Pelagio (354-427), como tentación al menos, es una herejía permanente, y en las diversas épocas de la Iglesia se manifiesta con modalidades diferentes. Pensar, o mejor, sentir que el hombre no ha sido gravemente dañado en su misma naturaleza por el pecado ori­ginal; estimar que su enfermedad espiritual no es tan grave, y que en todo caso no es mortal; con­siderar que puede el hombre –personal y colectivamente– realizarse a sí mismo, sin necesidad de auxilios sobrenaturales, son convencimientos que hoy forman una mentalidad generalizada en el mundo secular. Y llamo pelagianos a estos errores en cuanto que se dan con gran frecuencia entre cristianos. El pelagianismo, por supuesto, niega la fe, impide la vida espiritual, paraliza el apos­tolado, las misiones, la actividad política de los católicos y, concretamente, hace imposibles las vocaciones sacerdotales y religiosas.

La amplia vigencia actual del pelagianismo entre los católicos ha sido señalada últimamente por muchos autores y autoridades. Es la versión «cristiana» del natura­lismo ético, del humanismo autónomo y de otras ideologías de corte voluntarista. En todo caso, la tendencia pelagiana es un falso optimismo antropológico, que, negando el pecado original, exige no ver la maldad del hombre y del mundo; o al menos no reconocerla del todo en sus consecuencias espirituales. Ese mismo marco mental causa hoy la disminución o la pérdida del sentido del pecado.

«El pecado del siglo es la pérdida del sentido del pecado». Esta afir­mación de Pío XII (Radiomensaje 26-X-1946), la hace suya Juan Pablo II en la exhortación apostólica Reconciliatio et pæ­nitentia (2-XII-1984), donde señala las causas de tan gravísimo fenómeno. La causa principal está, sin duda, en que,«oscurecido el sentido de Dios, perdido este decisivo punto de referencia interior, se pierde el sentido del pecado». Tan difundido está ese espíritu, que «incluso en el terreno del pensamiento y de la vida eclesial algunas tendencias favorecen inevitablemente la decadencia del sentido del pecado. Algunos, por ejemplo, tienden a sustituir actitudes exageradas del pasado con otras exageraciones: pasan de ver pecado en todo a no verlo en ninguna parte» (18). Ese optimismo, que tanto contradice el testimonio de la experiencia histórica, se refiere al hombre y del mismo modo al mundo.

–Pelagianismo y hombre carnal. Los cristianos pelagianos, más próximos a Rousseau que a Jesús, afirman que el hombre en el fondo es bueno; pero olvidan que también el hombre en el fondo es malo. «Vosotros sois malos», dice el Señor (Mt 12,34; Lc 11,13). Y el Apóstol: «vosotros estabais muertos por vuestros delitos y pecados» (Ef 2,1)… Ciertamente, el bien es más connatural al hombre que el mal; pero no se debe ignorar que en el hombre adámico hay una inclinación tan persistente al error y al mal, que no puede ser corregida sin la gra­cia de Cristo.

Los cristianos pelagianos de hoy prefieren ignorar que el hombre pecador padece espiritualmente una enfermedad mortal, y que morirá, ciertamente, si no hace penitencia (Lc 13,3.5). Ellos piensan más bien: «no estamos tan gravemente enfermos, no necesitamos medi­cinas fuertes ni severos regímenes de vida; podemos vivir sin tantos cuidados, como viven todos, haciendo nuestra la vida del mundo». Estos cristianos mundanizados, no alcanzan a ver «el pecado del mundo», o más exactamente: tienden a trivia­lizarlo, despojándolo de su sentido bíblico y teológico. Por eso prefieren no hablar del «pecado». Emplean otras palabras más tranquilizadoras: «errores», «fallos», «enfermedades de la conducta», «actitudes inadaptadas», «trastornos conductuales», «desviaciones»… Pero si el pecado del hombre y del mundo no fuera más que eso, sería suficiente un poco más de progreso en la medicina y la psicología, en la educación, la sociología y el urbanismo, en la política y la economía, para que el hombre lograra superar todos sus males. Y Cristo no sería necesario. Y la Iglesia, menos aún. (Nota.- Aunque no lo digan, eso es lo que en el fondo piensan los católicos pelagianos. Si se mantiene y crece la Iglesia, con su fe y sacramentos y todo lo demás, bien. Pero si decrece o falta, tampoco pasa nada. Más o menos da lo mismo).

–Pelagianismo y mundo. El falso optimismo pelagiano sobre «el hombre» da lugar a un falso optimismo pelagiano sobre «el mundo». Los cristianos pelagianos de hoy no alcanzan, ni de lejos, a reconocer la gravedad de los males mundanos, su raíz diabólica, su irremediabilidad al margen de la gracia del Salvador. El mismo término «Salvador del mundo» (Jn 4,42) les resulta irritante, les parece una provocación, una actitud cristiana presuntuosa, una profesión de pesimismo, y desde luego lo evitan. Ellos ponen la esperanza en muchas causas munda­nas, con frecuencia contrarias precisamente a Cristo. Piensan, o mejor sienten, que esas ideas y fuerzas históricas naturales pueden traer al pueblo la salvación. Y aunque una y otra vez se vean defraudados –la implacable sucesión de grandes fracasos, por ejemplo, para traer la paz al mundo o para erradicar la pobreza extrema–, cambian el objeto de sus esperanzas, pero persisten en ellas: confían en el hombre y en el mundo.

–La adoración del mundo es un extremo al que llegan los cristianos modernistas. Es una adoración –me figuro yo–, que no se refiere tanto a las situaciones concretas del mundo actual, que obviamente reconocen como espantosas, sino al en sí del mundo visible y a sus posibilidades de futuro. Viendo lo que los periódicos, la radio, la televisión y la calle nos muestran del mundo actual, ¡hace falta verdaderamente la fe del carbonero para mantener encendida la adoración del mundo! Y sin embargo, especialmente entre católicos ilustrados, modernistas, liberales, teilhardianos, se da realmente ese «agenouillement devant le monde», que tan bien fue descrito por Jacques Maritain: «¿Qué vemos alrededor de nosotros? En amplios sectores del clero y del laicado –y es aquí el clero el que más da el ejemplo– apenas la palabra mundo es pronunciada, pasa un fulgor de éxtasis por los ojos de los oyentes» (Le paysan de la Garonne, Desclée de Brouwer, París 1966, 85-86)…. Parece increíble. Éstos, que dicen fundamentarse en los datos positivos de la experiencia, ¿en qué fundamentan sus esperanzas sobre el mundo?… ¿Leen los periódicos? ¿Oyen la radio? ¿Mantienen abiertos los ojos y los oídos en la calle, en la casa, en su lugar de trabajo? Y todo eso «en pleno siglo XXI»… ¿Qué piensan? ¿Qué esperan?… «Arrodillados ante el mundo». Parece inexplicable, pero es así. Y tiene explicación.

1.-La dificultad actual para ver «el mundo como pecador» no es sino la dificultad actual de ver «el hombre como pecador», como un «muerto» llamado por Dios para resucitar en Cristo. El mundo no es otra cosa sino el conjunto de los hombres pecadores, con su mentalidad, costumbres e instituciones. El optimismo sistemático sobre el mundo –pase en él lo que pase– es, pues, un efecto de la mentalidad naturalista, agnóstica y pelagiana de nuestro tiempo, que, en su soberbia, rechaza la profunda realidad universal del pecado. No ve, no quiere ver que “desde el primer pecado, una verdadera invasión de pecado inunda al mundo” (Catecismo 401).

2.-Y la causa de esa ceguera es ésta –no puede haber otra–: antes que recibir a Cristo, Salvador del mundo, es decir, antes que volverse humildemente a Dios, esperando de él una salvación por gracia, prefieren negar las terribles evidencias experimentales del mundo real, acumuladas durante veinte, cuarenta siglos, y confirmadas a lo largo de toda la historia humana conocida hasta el día de hoy.

Mediocridad mundana e idealismo evangélico. La mediocridad afecta profundamente al hombre carnal, y le afecta no solo en sus mo­dos de «actuar», sino antes y aún más en sus modos de «pensar». Así, con­cretamente, el hombre carnal –y el cristiano pelagiano es hombre carnal– estima, por un lado, 1.-que el hombre no es tan malo (tiene buen fondo), y por otro lado, cree 2.-que no está llamado a una alta perfección (basta con que sea de­cente, con que no haga daños físicos o económicos a los otros). Y del mundo piensa igualmente que 1.-el mundo no es tan malo (hay en él mucho de bueno), y que 2.-pretender que sea perfecto es una quimera (basta con que no haya guerra y se pueda vivir).

Es la mediocridad espiritual en estado puro. Para quien no ve la realidad por los ojos de la fe, es decir, por los ojos de Cristo, todo lo que vaya más allá de la mediocridad tanto en la evaluación del mal del hombre y del mundo, como en sus posibilidades de perfección con la gracia del Salvador, es un idealismo imposible, que no hay que esperar, ni merece la pena intentar, y que incluso puede ser perjudicial y contraproducente.

La actitud del cristianismo ante el mundo es justamente la opuesta. Fíjense bien. El Evangelio afirma claramente que 1.-tanto el hom­bre como el mundo presente están en una situación simplemente espantosa; y mantiene al mismo tiempo 2.-una firmísima esperanza de que el hombre y el mundo pueden llegar con la gracia de Cristo a una maravillosa per­fección, sea cual sea su miserable situación actual. Ésa ha sido, como iremos comprobando, la visión de los santos.

Los santos han visto siempre la condición monstruosa del hombre y del mundo, entendiendo que cuando las criaturas no se finalizan plenamente en Dios, sino en la criatura, son una atrocidad. Ellos ven que los hombres adámicos están vacíos, enfermos, ciegos, sordos, paralíticos para tantos bienes y hundidos en tantos males: están muer­tos, están locos. Y ven también, y a la misma luz, las maravillas que Dios quiere y puede hacer y hace en la hu­manidad. Como dice San Juan de la Cruz, «lo que pretende Dios es hacernos dioses por participación, siéndolo él por naturaleza; como el fuego convierte todas las cosas en fuego» (Dichos 106).

–Pesimismo y optimismo. Antes he hablado del ingenuo optimismo pelagiano. Pero la verdad es que los calificati­vos de optimista o pesimista son tan ambiguos que suelen resultar in-significantes. Convendrá, pues, dejarlos a un lado. En todo caso, y sin que siente precedente, digo aquí que el cristia­nismo es muy pesimista acerca del hombre y del mundo abandonados a sus propias luces y fuerzas, y sumamente optimista en cuanto a las posibilidades reales de perfección que la humanidad tiene con la gracia de Cristo. De esa convicción viene en los cristianos el impulso apostólico y ascético, misionero y político, que pretende con esperanza la conversión de la humanidad, la transformación evangélica del mundo. Es, pues, lógico que cuando esa convicción se pierde o se debilita, cesa o disminuye la actividad cristiana transformadora de las realidades temporales.

–¿Hombre y mundo son totalmente malos? Tanto el maleamiento del hombre adámico como el del mundo secular no es, por supuesto, total. Los católicos no creemos en la total corrupción de la naturaleza humana, según Lutero. A pesar de que el hombre carnal y el mundo secular tienen una fuerte inclinación al mal, persiste en ellos también una indudable capacidad de bien. Cito aquí algunas tesis clásicas de los tratados católicos de gracia, por ejemplo, las de M. Flick - Z. Alszeghy. Estas afirmaciones están hechas acerca del hombre, pero son perfectamente aplicables al mundo:

–«El hombre [el mundo], en estado de pecado, no puede cumplir, sin la gracia, los preceptos de la ley na­tural, ni siquiera según las exigencias de la ética natural, durante un período largo de tiempo». –Hay una «impotencia moral absoluta del hombre en estado de pecado respecto a la observancia de toda la ley natural durante mucho tiempo». –Sin embargo, el hombre, el mundo, «no ha perdido la libertad, ni es capaz tan sólo de cometer pecados; puede, con sus solas fuerzas naturales, realizar algunos actos moralmente buenos». –En todo caso, «la gracia es absolutamente necesaria para todo acto saludable [meritorio de vida eterna]; incluso para el comienzo de la justificación» (El Evangelio de la gracia, Salamanca, Sígueme 1965, pg. 814).

–El optimismo pelagiano no admite los consejos evangélicos, concretamente el de la renuncia al mundo. No admite la renuncia bautismalal mundo (apotaxis), común a todos los cristianos, tal como desde siempre se expresa en el rito sacramental. Y tampoco entiende la renuncia al mundo, «dejarlo todo», propia de quienes han sido especialmente llamados por Cristo a su seguimiento: «si quieres ser perfecto, ve, vende tus bie­nes y dalos a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo. Ven y sígueme» (Mt 19,21). No reconocen que el ingreso en el Templo de la vida cristiana exija dar «el paso desde el mundo herido por el pecado al mundo de la vida nueva,al que todos los hombres son llamados» (Catecismo 1186).

Mi presente estudio es un ensayo histórico. Los principios espirituales que he expuesto en estos tres artículos introductorios se entenderán mucho mejor cuando veamos cómo han sido entendidos y vividos, al paso de los siglos, en la Iglesia. La tradición cristiana en su desarrollo histórico es la mejor interpretación del Evangelio: «el Espíritu de la verdad os guiará hasta la verdad completa» (Jn 16,13). Por eso en esta serie de artículos, con el favor de Dios, iremos considerando estas verdades evangélicas en los diferentes tiempos de la Iglesia, comenzando por los primeros, los tiempos de Cristo y de sus Apóstoles.


José María Iraburu, sacerdote

Índice de Reforma o apostasía

18 comentarios

  
cruz.de.burgos
El mismo término «Salvador del mundo» (Jn 4,42) les resulta irritante, les parece una provocación, una actitud cristiana presuntuosa, una profesión de pesimismo, y desde luego lo evitan.
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Estimado P. Iraburu,

¿Con el diálogo interreligioso por la paz como en los encuentros de Asís, no se está cayendo -en cierto modo- en una actitud pelagiana?
Porque la búsqueda de la paz entre todas las religiones supone poner la confianza en el hombre, independientemente de su fe, para salvar al mundo del conflicto en lugar de poner el acento en que es Cristo el Salvador del mundo.

En otro orden, no en pocas ocasiones, a la hora de confesar, el propio sacerdote "ha rebajado" la "sensación" de pecado de lo que confesaba. ¿No puede ser ésta la vía de "infección" más importante del pelagianismo? No sólo en la confesión, sino los matices pelagianos que se puedan dar en homilías como, en cierta forma, omitir cuestiones como pecado, infierno, etc.

Saludos.
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JMI.- La interpretación peyorativa que da Ud. de la reunión de Asís es la contraria de la que cuidadosamente ha dado Benedicto XVI. Me quedo con la interpretación del acto dada por el Papa, y así lo recomiendo a los demás.

Ciertamente los sacerdotes católicos afectados de pelagianismo lo irradian al confesar (si es que confiesan), al predicar y en todo. De la abundancia del corazón habla la boca.
17/11/11 9:16 AM
  
andrés
La foto que lo ilustra es significativa. Más que cristianos dispuestos a evangelizar parece un grupo de jovencitos/as preparados para participar en un casting de televisión, algunas con su mínima expresión de shorts. Y otra cosa curiosa es el voluntarismo que se deduce de este tipo de mensajes "los jovenes listos para evangelizar" a modo de eslogan barato o de una ocurrencia de la noche anterior, y el sacerdote o la monjita que los habrá coordinado se quedará tan ancho, cuando lo importante es dejarse de marketing y que esos jovenes tengan un fundamento doctrinal sólido (sin ortodoxia no hay ortopraxis) y una vida de trato con el Señor en la oración intensa (Sin Mí no podéis ahcer nada...).
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JMI.- Exactamente.
17/11/11 10:05 AM
  
Forestier
Ensayo muy bien elaborado y que requiere varias lecturas para asimilarlo adecuadamente. Excelente. Me centro en la frase "el hombre «no ha perdido la libertad, ni es capaz tan sólo de cometer pecados; puede, con sus solas fuerzas naturales, realizar algunos actos moralmente buenos". Pero diría más, y me refiero a que en ocasiones, se aborda tímidamente el tema de la "libertad humana" de la que pienso que todavía se debe profunidcar mucho más. Sólo diré, brevemente, que Dios cuando regala, regala de verdad, por tanto somos, realmente libres. Cada ser humano posee la libertad en "propiedad privada" y de forma radical. ¿Acentuar tanto la libertad del hombre puede llevar al pelagianismo? No si se entiende bien. Dios ha querido correr el riesgo de la libertad, por la sencilla razón de que sólo los actos libres son actos amorosos, si fueran forzados se desvanecería el amor. Por tanto, Dios respeta el que cada ser humano determine su propia elección de forma radical: de si elige amarle o elige rechazarle. Es el punto de partida, y tan libre es un acto como el otro. Los dos son actos radicalmente libres, aún que conduzcan a situaciones contrarias. Y afirmar que la elección es radical, no es pelagianismo, pues en cuanto le hemos dicho "sí" a Dios, a Cristo, es indudable que precisamos de su "gracia" para ser capaces de responder a sus exigencias de amor. Pero el punto de partida procede absolutamente de la decisión humana, y Dios respeta esta decisión. aunque pueda tener la grave consecuencia de despreciarle totalmente. El balanceo del cielo o la condenación, está totalmente en manos del ser humano. Dios respeta y es consecuente con aquello que nos ha donado, en este caso la libertad; uno de las facultades que más nos asemejan a Dios.
17/11/11 10:44 AM
  
José Manuel Genovés
Al leer el artículo reflexionaba sobre la insistencia que algunos "teólogos", de la llamada "teología de la liberación", hacían sobre las "estructuras de pecado", olvidando que éstas siempre tienen su raíz en el pecado personal (cfr. Compendio de Doctrina Social, n. 119). Si el mal (hambre, guerras, etc. ) es consecuencia de la "estructura" y no de las personas, las personas no son malas, sólo las estructuras...En este sentido, todas las derivaciones de la llamada teología de la liberación serían pelagianas, y han calado profundamente en muchos creyentes, que de buena fe están esacandalizados por la realidad presente ¿no es así?

Un saludo, y gracias por esta nueva serie.
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JMI.- Los hombres-pecadores producen un mundo-pecador, es decir, unas estructuras mentales, conductuales, institucionales, que proceden del pecado y que inclinan al pecado. Sujeto del pecado es solamente la persona humana.
17/11/11 11:51 AM
  
Maricruz Tasies
"el cristia­nismo es muy pesimista acerca del hombre y del mundo abandonados a sus propias luces y fuerzas, y sumamente optimista en cuanto a las posibilidades reales de perfección que la humanidad tiene con la gracia de Cristo. De esa convicción viene en los cristianos el impulso apostólico y ascético, misionero y político, que pretende con esperanza la conversión de la humanidad, la transformación evangélica del mundo. Es, pues, lógico que cuando esa convicción se pierde o se debilita, cesa o disminuye la actividad cristiana transformadora de las realidades temporales".

Claro, ahora voy comprendiendo.
Gracias.
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JMI.- Ya digo yo que al final tendremos en Costa Rica una doctorcita.
17/11/11 12:08 PM
  
Mariano
Yo también me quede escandalizado cuando vi a un grupo de chicas que colaboraban en la organización de la JMJ con ¡pantaloncitos hiper-cortos enseñando cacha! Si estos son los católicos tradicionales ¿cómo serán los otros? Alguien debería de decirles que no se puede defender a Cristo (con o sin pelagianismo) e ir marcando, algo tan propio por cierto de los países católicos latinos, donde a veces parece que valen más las formas que el fondo.
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JMI.- Tanto el pelagianismo como el semipelagianismo tienden hacia la mundanización del cristianismo. También, claro, en las modas de vestir.
"Alguien debería decirles que"...
Reforma o apostasía (10-12)
17/11/11 12:47 PM
  
Forestier
Cuando se dice que el pecado es producto de las estructuras, en el fondo se está negando la responsaiblidad personal del pecado y en cosecuencia la libertad de cada sujeto individual. Es una desconfianza y recelo de la libertad. Por eso considero tan importante que el cristiano sea cada vez más consciente de su propia libertad, y cuanto más lo sea, más valorará su dignidad y asumirá sin justificaciones la realidad objetiva de sus propios pecados y ofensas a Dios. Pienso que el que se haya desvalorizado el sacrametno de la confesión es pruducto de la desvalorización de la libertad individual. Solamente cuando se asume que somos radicalmente libres, uno está en condiciones psicológicas y espirituales para estar dispuesto a humillarse ante Dios y pedir perdón en la confesión, un sacramento que es un grito de libertad, la libertad de que quiero admitir mis propias faltas, pues si mis faltas son producto de las estructuras o de otras instancias sociales, se niega la dignidad de mi persona como ser racional y libre.
17/11/11 2:22 PM
  
José Luis
Cuando menos oración y vida eucarística, menos se reconoce que el pecado es pecado, que la idolatría está presente en cristianos, intentan servir a Cristo, pero la balanza se inclina más hacia el mundo con más fuerza, que las cosas buenas cada vez es menor, por las aficiones idolátricas. El enemigo de las almas ocultan muchas cosas a los cristianos, y así lo tiene a su disposición. Como decía el Santo Cura de Ars; "Ahora de Dios, ahora del mundo, ahora de Dios, ahora...". Y ya sabemos que no es posible servir a Dios y al mundo, que no se puede encender nuna vela a Dios y otra al diablo. Quien desafía al Señor, no podrá terminar bien sus días en este mundo.

La penitencia es necesaria para nuestra purificación y salvación. Muchos cristianos están ahora en este mundo, pasándolo bien, no quieren sufrir, quieren llenar el vacío de su corazón, con los engaños seductores que el mundo cada día les presenta, es un forma para dejarlos ciegos y sordos a la llamada que Cristo invita a la conversión.

17/11/11 4:26 PM
  
Oscar
No entiendo esto de pelagianos,según entiendo tras el CVII fuera de la Iglesia hay salvación, incluso los judíos no necesitan de la conversión les basta con su antigua alianza, o perseverar hasta el final en tu fe aunque no seas católico te salva...por tanto que más da ser de una religión u otra lo importante es ser buena persona y luchar por serlo hasta el final lo dice el CVII.
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JMI.- En mi blog (56-60) puede encontrar unas exposiciones más amplias sobre qué es el pelagianismo y cómo se presenta hoy.

El Concilio Vaticano II no cambia nada sobre las posibilidades de salvación fuera de la Iglesia. Y la declaración de la Congreg. de la Fe, Dominus Iesus, enseña sobre el tema muy claramente. Por lo demás, ya lo sabía San Pedro: "En toda nación el que teme a Dios y practica la justicia le es acepto" (Hch 10,35).
17/11/11 5:01 PM
  
ORIENTE
Estimado D. José María, le escucho en lo que dice, y no puedo menos que asombrarme. Ud. parece estar descubriendo algo necesario y definitivo, para la salud de muchos, que hoy discurren en extravío patente. Pero me asombra escucharle, porque ese espíritu pelagiano al que alude, no sólo se halla en el mundo. Está en él, pero no causa tando daño como ese mismo espíritu dentro de la Iglesia. Sé que Ud. la defiende con amor, y con amor yo la reprendo en ello, porque es mi Iglesia ("Corrección fraterna"), pero cuando yo he intentado advertirle estos mismos "pecados" que contemplo por doquier, he hallado a muchos de los que "se llaman o se tienen por justos" en ella, censurar AVISOS que "entrañaban desastre", porque esas cosas "no son positivas. He hallado consagrados, que "no creen en los pecados, porque para eso ya está la misericordia de Nuestro Abba"; he hallado SILENCIO contumaz, cuando les he requerido a mostrar su FE, ahora que Cristo LLEGA, cuando les he expresado "cosas NUEVAS", que no conocían, ni conocen, porque su fe es tan pequeña que creo que ya ni llega a algo comparable a la semilla de mostaza (¡si tuvieran así, moverían montañas!), lejos de eso CALLAN, se inhiben, quienes más comprometidos, por ser en todo mayores y tener autoridad, en modo MAYOR también se acogen al silencio. Así que puedo decirle, desde lo que me cabe conocer, que Ud. tiene razón, porque esto se va a pique, y no sólo el mundo. ¡Ojalá, los pecados, estuvieran ubicados sólo ahí, en lo que permanece fuera!, por desgracia, el hombre pecador, habita todo ámbito, el mundo y la Iglesia. Lamentablemente, ella debiera hacer un exhaustivo examen de conciencia, no para reconocer los pecados de otros en el pasado, cuanto para reconocer y arrepentirse de los que está cometiendo ahora en este tiempo que es ÚLTIMO. Sepa D. José que Cristo lleva ya tiempo pidiéndole que SEA LUZ para el mundo, y ello debiera haberla llevado, con sus jefes a la cabeza, a CREER los avisos; a ESPERAR al Señor, porque LLEGA, y a convertirse ella la primera. Sólo así podría ser LUZ para los que se pierden por acoger lo que estiman en el mundo, lejos de Dios.
No quiero dejarle perplejo, porque Cristo desea nuestra salvación, y él ama a los suyos, a su Iglesia; mas como él mismo dice, de estos tiempos: "ELLA NO ESTÁ". No, donde debería, no... Saludos.
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JMI.- No, no me deja perplejo. Dejando a un lado expresiones y modos, la substancia de lo que Ud. dice lo he dicho en gran parte de los 160 artículos que llevo en REFORMA O APOSTASÍA.

Y también lo saben perfectamente en Roma. En el post (129) cito textos en los que los Papas del postconcilio denuncian los males internos de la Iglesia con palabras gravísimas. Copio/pego de ahí éstas del Papa actual:

–"Benedicto XVI, siendo todavía Cardenal Prefecto de la Congregación de la Fe, en su libro Informe sobre la fe (BAC, Madrid 1985), hace amplios y minuciosos análisis de situación que le llevan a diagnósticos iguales. Y un mes antes de ser constituido Papa, presidiendo el Via Crucis del Coliseo en Roma, en sustitución de Juan Pablo II, imposibilitado, dice: ((( http://www.vatican.va/news_services/liturgy/2005/via_crucis/sp/station_09.html )))

«Meditación [en la 9ª estación]. ¿Qué puede decirnos la tercera caída de Jesús bajo el peso de la cruz? Quizás nos hace pensar en la caída de los hombres, en que muchos se alejan de Cristo, en la tendencia a un secularismo sin Dios. Pero, ¿no deberíamos pensar también en lo que debe sufrir Cristo en su propia Iglesia? En cuántas veces se abusa del sacramento de su presencia, y en el vacío y maldad de corazón donde entra a menudo. ¡Cuántas veces celebramos sólo nosotros sin darnos cuenta de él! ¡Cuántas veces se deforma y se abusa de su Palabra! ¡Qué poca fe hay en muchas teorías, cuántas palabras vacías! ¡Cuánta suciedad en la Iglesia y entre los que, por su sacerdocio, deberían estar completamente entregados a él! ¡Cuánta soberbia, cuánta autosuficiencia! ¡Qué poco respetamos el sacramento de la Reconciliación, en el cual él nos espera para levantarnos de nuestras caídas! También esto está presente en su pasión. La traición de los discípulos, la recepción indigna de su Cuerpo y de su Sangre, es ciertamente el mayor dolor del Redentor, el que le traspasa el corazón. No nos queda más que gritarle desde lo profundo del alma: Kyrie, eleison – Señor, sálvanos (cf. Mt 8,25).

«Oración. Señor, frecuentemente tu Iglesia nos parece una barca a punto de hundirse, que hace aguas por todas partes. Y también en tu campo vemos más cizaña que trigo. Nos abruman su atuendo y su rostro tan sucios. Pero los empañamos nosotros mismos. Nosotros somos quienes te traicionamos, no obstante los gestos ampulosos y las palabras altisonantes. Ten piedad de tu Iglesia: también en ella Adán, el hombre, cae una y otra vez. Al caer, quedamos en tierra y Satanás se alegra, porque espera que ya nunca podremos levantarnos; espera que tú, siendo arrastrado en la caída de tu Iglesia, quedes abatido para siempre. Pero tú te levantarás. Tú te has reincorporado, has resucitado y puedes levantarnos. Salva y santifica a tu Iglesia. Sálvanos y santifícanos a todos. Pater noster [...] liberanos a Malo. Amen» (25-III-2005). Hasta aquí Benedicto XVI, perdón, el Card. Ratzinger. Y añadía yo:

"El Colegio de Cardenales de la Iglesia Católica, el 19 de abril de 2005, un mes después de que el Card. Ratzinger dijera en público esas tremendas palabras, lo eligió como Papa, Vicario de Cristo, Sucesor de Pedro, pensando que era el Obispo más indicado para tomar el timón de la Barca de Pedro".
17/11/11 8:57 PM
  
Ricardo de Argentina
Padre, ¡genial la fotografía!
Más que foto es una radiografía de toda una mentalidad, que pone al mundo por encima de Dios (si resultara que existe, claro, lo que está en "diálogo"), entonces la Iglesia tiene que agradecerme a mí que le hago el favor de sumarme a sus filas.
Son legión, lamentablemente.

Dice usted:
"Son muchos más los católicos-pelagianos que los católicos-católicos"
Siendo como es el pelagianismo una herejía, podemos hacernos una idea del drama actual de la Iglesia. Estamos en un estado de ·"vaciamiento doctrinal" realmente espantoso.
El cual explica por sí solo los principales problemas : escasa asistencia a misas, pocas vocaciones, actitudes escandalosas, etc., etc.
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JMI.- Ya ve Ud., estimado Ricardo, en el comentario que he puesto al comentario anterior, lo que piensa ¡y dice! el Papa.
17/11/11 9:22 PM
  
Arturo
Simplemente BRILLANTISIMO: muy útil, muy conveniente para todo católico y hombre de buena voluntad. Muy iluminador para los tiempos de tanta oscuridad en los que estamos envueltos. Un buen recordatorio de que quien no se humille nunca será ensalzado, ni alzado de la basura. La Buena Noticia sólo está reservada para los que tienen verdadero corazón de pobre, según el gusto de nuestro Señor y Salvador. Gracias padrecito por su trabajo, que Dios le siga bendiciendo y haciendo de usted sal y luz. Gracias y mil gracias por ser ese siervo inútil que hace su trabajo con agradecimiento y alegría de poder hacerlo.
18/11/11 1:23 AM
  
José Luis
¡Gloria y alabanza a Dios! El Espíritu Santo responde por sus sacerdotes que son fieles a la Iglesia a su Magisterio, al Papa.


18/11/11 10:02 AM
  
Emiliana
Padre que buenos comentarios de todos los que lo siguen, muy conmovedoras las palabras del cardenal Ratzinger en el viacrucis del 2005, dan ganas de gritar muy fuertemente... !REFORMA O APOSTASIA!...

La gente se está perdiendo por no conocer la verdadera doctrina de la Iglesia Católica, la doctrina sobre la Gracia, como usted la explica y que tanto bien hace, y tan fundamental para conocer, amar y servir a Dios en todo y en todos. Uno conoce gente buena, que va a misa y hace novenas, pero se viste super apretadas y descotadas, se emborrachan, no se pueden perder las últimas películas de moda, les siguen al dedillo la vida a los famosos, a los hijos lo educan según lo que les dice el psicólogo o el último pedagogo de moda, les da pereza todo, si llueve, si hace sol, queja tras queja, hacen lo que les dá la gana...y tan tranquilos se creen muy cristianos, pero se arrodillan continuamente a lo que el mundo les propone (pelagianos).

Como decía San Juan de la Cruz:
"Unos por no saber, otros por no querer y otros por que no hay quien les enseñe". Y diria yo, les enseñe la VERDAD VERDADERA, la que esta oculta y que hace decenios no se predica, para poder ser católicos-católicos y no pelagianos.

Dios permita Padre que nosotros seamos de los que queramos enseñar e iluminar con nuestras vidas más que con las palabras (aunque también serán necesarias)a los de buena voluntad y este blog sea LUZ para muchos. Aunque sigamos pidiendo a Dios ante todo y a la Iglesia REFORMA O APOSTASIA...
18/11/11 4:24 PM
  
ORIENTE
D. José Mª sin ánimo de controvertir a lo que dice, que no dudo que así sea, pues me cabe ver de muchos modos esta devoción del Papa, la contradicción prevalece. Cristo mismo lamenta, con las palabras de entonces, lo que también sucede ahora: "Este pueblo me honra con los labios". Decir maravillas, poner con palabras una intención, que posiblemente brota con convencimiento, no evita que llegado el momento de responder a Jesucristo que REALIZA UNA INTERPELACIÓN DIRECTA, esta no se haga. Y cuando eso sucede, cuando Él trata de ABRIRSE PASO pero los suyos SE LO CIERRAN, cuando reclama él lo que es preciso en estos momentos, y NO SE CONCEDE RESPUESTA, todas esas devociones y palabras bellísimas, caen de su pedestal, como dice el profeta Ezequiel: "Tú eres para ellos como una canción de amor, graciosamente cantada con acompañamiento de instrumentos de cuerda. Escuchan tus palabras y no las ponen en práctica. Pero cuando todo esto se cumpla -y esto ya llega- sabrán que había un profeta en medio de ellos."
SALUDOS
18/11/11 4:39 PM
  
susi
Muchas gracias por recordarnos estas verdades.
Muy a menudo, viendo cómo "disfruta" la gente, se me parte el corazon viendo que su disfrute es una perenne ofensa al Señor.
Muchos, porque no saben más, nadie les ha explicado la verdad.
Tenemos que hacer más apostolado, y hablar a , como dice San Pablo, con oportunidad y sin ella, de Dios.
Bendiciones, Padre.
18/11/11 8:04 PM
  
María
Buenos dias Padre.

Gracias por su articulo.......precisamente estuve leyendo ayer...

La FE o nos salva o nos condena; Nos hace peores o mejores:..Creer el Bien y obrar el mal....es, estar juzgado antes de comparecer al tribunal Divino....y condenado antes de ser acusado.
El que NO hace lo que cree....pronto dejará de Creer lo que NO hace;..la FE no sobrevive mucho tiempo a la caridad
Haz pues obras Buenas, y Muchas; HAZLAS EN GRACIA DE DIOS,

Saludos
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JMI.- Bueno, explicando bien las frases, casi todo se puede salvar... con MUY buena voluntad.
Pero no es admisible decir que "la fe nos condena" (puede condenarnos), ni que podamos ser condenados antes de comparecer ante el tribunal divino... No.



19/11/11 11:24 AM
  
María
Entonces la " HUMILDAD" es el sentimiento fundamental.

Sigo...con la lectura;

Todas tus virtudes sin la Humildad, no te salvaran...
Todos tus pecados con la Humildad, acompañada de Contrición no te condenaran; porque la Humildad destierra todos los vicios del corazón y hace entrar todas las virtudes.
¿Quien puede decir que su Salvación es imposible, cuando sólo basta Humillarse , para lograrlo todo de DIOS ? ... DIOS , da su Gracia a los humildes...¿Qué podrás hacer sin la GRACIA? ..¿Quien puede decir que el Camino del cielo es díficil...cuando Sólo se necesita bajarse para subir por el?......

Saludos
19/11/11 6:25 PM

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