InfoCatólica / Reforma o apostasía / Categoría: Sin categorías

27.07.10

(96) Católicos y política –II. virtudes y condiciones

–Si la política es tan valiosa y necesaria, y tan recomendada por la Iglesia a los laicos ¿yo también he de meterme en política?
–Usted, usted concretamente, con cuidar bien de su familia y de su trabajo tiene más que de sobra.

Ya vimos que la actividad política, entre todas las actividades seculares, es una de las más altas, pues es la más directamente dedicada al bien común de los hombres. Y cómo la Iglesia, especialmente en los últimos tiempos, exhorta a los fieles laicos a que participen en ella, pues es parte de su propia vocación secular. En todo caso, varias virtudes y condiciones importantes son necesarias para que los cristianos puedan dedicarse a la actividad política concreta.

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22.07.10

(95) Católicos y política –I. reforma o apostasía

–Este tema es mucho tema. No sé si usted va a poder con él.
–Yo tampoco lo sé. Oremos.

La actividad política es nobilísima. Entre todas las actividades seculares, la función política es una de las más altas, pues es la más directamente dedicada al bien común de los hombres. Así lo ha considerado siempre el cristianismo, como podemos comprobarlo en la enseñanza de Santo Tomás de Aquino. Y el concilio Vaticano II ha exhortado con especial insistencia a los cristianos para que trabajen «por la inspiración cristiana del orden temporal» (+LG 31b; 36c; AA 2b, 4e, 5, 7de, 19a, 29g, 31d; AG 15g, etc.). Pablo VI, en la encíclica Populorum progressio (1967), hacía una llamada urgente:

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2.11.09

(38) Cardenal Pie, obispo de Poitiers –y VI un gran obispo

–Por fin. Termina esta serie de posts sobre el Card. Pie, una serie de longitud realmente monstruosa.
–Hombre, larga ha sido, pero tanto como monstruosa no. Yo he publicado libros de 300 o de 1.000 páginas, y no tengo noticias de que hayan provocado en sus lectores infartos, apoplejías, ataques epilépticos ni nada semejante. Por eso espero que a los lectores de este serie de posts no les pase nada.

Los católicos liberales estiman que no debe Cristo reinar sobre el mundo secular, sino sólamente sobre las conciencias individuales, las familias o pequeñas comunidades. Así lo veíamos en posts anteriores. Ellos reconocen que a Cristo le ha sido dado «todo poder en el cielo y en la tierra» (Mt 28,18); pero creen que el bien común de los pueblos se logra mejor si esa autoridad de nuestro Señor Jesucristo no se ejerce sobre las sociedades. Esta posición, aunque no lo quieran quienes la mantienen, lleva consigo inevitablemente la convicción de que el mundo secular debe ser dejado bajo el influjo del Maligno… Pero tal convicción es incompatable con el Evangelio, y solo puede ser mantenida por cristianos infieles. O tontos.

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5.10.09

(32) San Juan de Ávila – Obispos y sacerdotes

–¿Ya nos costó canonizar al Beato Juan de Ávila, eh?
–Mucho. Fue beatificado en 1894 y canonizado en 1970. Es que era del clero diocesano.

La reforma de la Iglesia es en el renacimiento un clamor general, que viene ya de los últimos siglos medievales. Reforma Ecclesiæ in capite et in membris: es necesaria una reforma que afecte a todos los miembros del Cuerpo místico de Cristo, desde el Papa y la Curia romana, hasta los Obispos y sacerdotes, los religiosos y los laicos. Y ese clamor se acrecienta a comienzos del XVI, como puede verse, por ejemplo, en el tratado de Juan Gerson, De signis ruinæ Ecclesiæ, publicado en París en 1521 (Sermo de tribulationibus ex defectuoso ecclesiasticorum regimine adhuc ecclesiæ proventuris et de signis earumdem; Acerca de las tribulaciones que todavía más han de sobrevenir por las deficiencias del régimen eclesiástico, y acerca de sus signos).

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30.09.09

(31) San Ignacio de Loyola –y II. adversus hæreses

–Muy ignaciano le veo. ¿No será usted jesuita?
–No, soy sacerdote diocesano, cura corriente. Pero hay que saber admirar todo lo admirable, dando gracias a Dios, el verdaderamente Admirable.

Roma estaba muy mal en tiempos de San Ignacio. Siete Papas residieron en Aviñón en el siglo XIV, y dos antiPapas. En ese tiempo de Aviñón, y posteriormente en Roma, la Sede Apostólica se había visto afectada por frecuentes intrigas, ambiciones, nepotismos, cohechos, al mismo tiempo que en ella se negociaban innumerables nombramientos y dispensas, y se toleraban el absentismo de Obispos, la acumulación de cargos o más bien de rentas, la sustitución en beneficios… El padre Domingo de Soto (1494-1570), profesor dominico de teología en Salamanca y confesor de Carlos I, calificaba la situación de la Iglesia como subversio ordinis.

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