(702) Navidad y Epifanía, liturgia de hechos históricos

–No entiendo la necesidad de este artículo. Si los Evangelios que narran los hechos que veneramos en Navidad y Epifanía no fueran hechos históricos, la Liturgia no podría celebrarlos. 

–Así es, como usted dice. Pero quizá no entienda usted la necesidad del artículo porque ignore que muchos niegan la historidad cierta de esos hechos.

 

1). –Historicidad de los Evangelios

La Iglesia siempre creyó en la historicidad de los Evangelios en todas sus partes, como lo confirma en el concilio Vaticano II (Dei Verbum, cp. III y V). Comenzò la negación de esa verdad muy tardíamente, por ideas surgidas en el protestantismo liberal y en su filial «católica» modernista, que pusieron en duda la historicidad de los Evangelios, o al menos de muchos de sus relatos, milagros y de cualquier lugar de ellos que contrariase sus ideologías.

Una degradación de la exégesis era previsible desde Lutero. El principio del libre examen de las Escrituras conduce al protestantismo liberal, eclosionado sobre todo en el siglo XIX, cuando la exégesis se vio dominada por el pensamiento filosófico y teológico iniciado en el siglo XVIII, en el marco de la Ilustración.

Fue entonces cuando la Sagrada Escritura dejó de ser sagrada para aquellos exegetas que la comenzaron a corroer desde dentro como termitas. Era de esperar, pporque  la Escritura no puede mantenerse separada de la Tradición y el Magisterio apostólico. Los tres forman un triángulo equilátero, en el que cada lado sostiene a los otros dos (Vat. II, Dei Verbum 10). Nunca pensó Lutero que su doctrina sobre la sola Scriptura, acabaría en el luteranismo en la sine Scriptura. Y que las otras derivaciones de la Reforma vendrían a contagiarse de la misma peste espiritual.

El método exegético histórico crítico, que prestó buenos servicios en ciertas cuestiones, sobre todo del Antiguo Testamento, por el contrario, en ambientes protestantes liberales y católicos modernistas, fue introducciendo la negación o la duda en pasajes evangélicos que contrarían sus tesis, y que la Iglesia siempre ha considerado de fe –y sigue considerando–. Concretamente comenzaron por negar la historicidad de los milagros y de los Evangelios de la infancia de Jesús. Y muy pronto esta ideología fue extendiéndose prácticamente a todo el Evangelio, al menos como posible exigencia de la exégesis «científica», es decir, de la crítica histórica. De este modo, aunque no lo pretendieran, hicieron que las Sagradas Escrituras, en vez de ser Palabra de Dios, vinieran a ser de hecho cientos de Palabras humanas, discordantes entre sí.

Trato más del tema en este mismo blog: (248) Verdad e historicidad de los Evangelios (1-12,2013), y en (528) Reyes Magos, estrella… Hechos históricos del Evangelio (6-01-2019). Y más extensamente en mi obra Los Evangelios son verdaderos e históricos (Fund. GRATIS DATE, Pamplona 2014, 70 pgs).

 

2). –Los Evangelios de la Infancia de Jesús

De los cuatro evangelistas, son dos los que refieren datos sobre la infancia de Jesús: San Mateo (1-2) y San Lucas (1-2). Negar o dudar de la historicidad, es decir, de la realidad de los hechos por ellos testimoniados, causa enormes destrozos en la fe. Nos priva de innumerables datos de la Revelación, que sólo ellos comunican- Verdades de valor infinito muchas veces quedarían desconocidas. Hago una enumeración no exhaustiva.

El ángel del Señor y Zacarías, anuncio del Bautista, el nombre de Juan, el himno del Benedictus, vida de Juan en el desierto, Gabriel y María, Gabriel y José, concepción virginal «por obra del Espíritu Santo», el nombre de Jesús, visita de María a Isabel, el Magnificat, santificación de Juan en el seno de su madre, el núcleo primero isabelino del Ave María, nacimiento en Belén,ángeles y pastores, circuncisión de Jesús, presentación en el Templo, la profetisa Ana, el anciano Simeón, su himno Nunc dimittis, adoración de los Magnates de oriente, Herodes, matanza de los Inocentes, un ángel y José, huída a Egipto, vuelta a Nazaret, peregrinación a Jerusalén cuando tuvo 12 años, diálogo con los doctores del Templo, vida oculta hasta su bautismo en el Jordán.

Negar o poner en duda que lo referido en los Evangelios de la Infancia de Jesú es «Palabra de Dios», en ellos revelada, contraría gravemente la fe cristiana en temas fundamentales. Siendo así que la Liturgia de la Iglesia celebra y actualiza ciertos hechos –como la Visitación de María a Isabel–, sólo conocidos por lo que estos Evangelios nos informan y testimonian, esas fiestas o solemnidades dejarían de ser Liturgia, para quedarse en meras acciones devocionales. Se mutilarían así inevitablemente la fe, la vida y la liturgia de la Iglesia.

 

3). –Las «Vidas de Jesús»

–En la historia de la Iglesia se han escrito innumerables «Vidas de Jesús», teniendo siempre su fundamento en los cuatro Evangelios, creídos en todas sus partes.Así, por ejemplo, las Vidas escritas por Taciano, fray Luis de Granada, Ricciotti, Mauriac, Willam, Vilariño, Salguero, Fillion, Grandmaison, Martínez Puche, etc. Algunas de ellas han tenido una gran calidad biográfica, como la del padre Ferdinand Prat, SJ, Jésus-Christ. Sa vie, sa Doctrina, son Oeuvre (Beauchesne, Paris 1938, en dos volúmenes: de 545 y 556 páginas). Todas esas biografías se han fundamentado en los cuatro Evangelios, dando testimonio, información y exégesis de cuanto ellos refieren. Y han comenzado lógicamente por los Evangelios de la Infancia, que San Mateo y San Lucas publican como Palabra de Dios, y que la Iglesia los recibe plenamente como tales.

Pues bien, en el siglo XX, por los influjos del XIX ya referidos, lo «exegéticamente correcto», tanto entre los protestantes, como entre los católicos más «ilustrados», fue considerado que las Vidas de Jesús debían iniciarse por su Bautismo en el Jordán. Por lo visto, antes del inicio de su vida pública, no se sabe de él nada concreto y cierto, como no sea por ciertos informes poco fidedignos de Mateo y Lucas, que es prudente ignorar.

Lamentablemente, esta novedosa consideración implica un rechazo mayor o menor de los Evangelios de la Infancia. No se consideran fuente segura, no se aprecian como «Palabra de Dios», y consecuentemente, se ignoran con atrevimiento soberbio, y herético en ciertos casos. Esa es, obviamente, la significación de ese proceder. Ningún biógrafo omite referir la infancia y juventud de su biografiado, tan importantes, a no ser que estime que los pocos datos que que se conocen sobre él son ciertamente no fidedignos. 

 

4). –Desastre

Es un escándalo. ¿Qué credibilidad tienen unos biógrafos de Jesús que nada nos dicen de sus primeros treinta años, negando así credibilidad a los Evangelistas que informan de ellos?

Aplicando esa ideología falsa, las Vidas de Jesús comenzaron a escribirse iniciándolas en el Bautismo de Jesús en el JordánNada podía decirse de él con seguridad científica anterior a su presentación pública en el Jordán. Nada de sus padres, del lugar de su nacimiento, de su vida infantil, adolescente y joven, de un cierto precursor suyo. Nada, pues no había para ello una fuente documental fide-digna… Y a lo largo del siglo XX esta pésima ideología fue asumida por gran parte de los escrituristas católicos –que Dios los perdone–.

Si se negara o se dudara de la plena historicidad de los Evangelios de la Infancia, las consecuencias serían pésimas (tan malas que muchas no se aplican). Para comprobarlo, veamos por ejemplo lo que narran de la Visitación de la Virgen María a Santa Isabel.

Si no constara la historicidad de tal visita, que sólo conocemos por el evangelio de San Lucas (Lc 1), sería necesario eliminar su celebración litúrgicaVisitación de la Bienaventurada Virgen María, 31 de mayo, «fiesta», con Misa y Oficio propios–. Y de paso sería preciso retirar del diario rezo en las Horas el Benedictus y el Magníficat. No puede la Iglesia celebrar en su Sagrada Liturgia hechos y personas de historicidad incierta. También sería aconsejable retirar del Rosario el segundo misterio gozoso de la Visitación de Nuestra Señora a su pariente Santa Isabel. Y ya puestos, retirar también el nombre de Santa Isabel del Santoral católico, del título de santuarios y parroquias, del nombre bautismal de mujeres, etc.

Confío a los lectores, por no consarlos, que prosigan por su cuenta el argumento, y que lo apliquen implacablemente a los otros «propios» , ya citados, de los Evangelios de la Infancia.

Se podrá argüir que si la liturgia católica y la devoción tradicional venera y celebra durante tantos siglos, en Oriente y Occidente, esos «propios» de Mateo y Lucas, es porque reconoce su historicidad. Y así es. Pero entonces, ¿porqué se permiten Vidas de Jesús que se inician en el acontecimiento de su Bautismo? 

  

5).Todavía se publican con «nihil obstat» obras dque niegan los Evangelios de la Infancia de Jesús. Todavía hay autores católicos que niegan los Evangelios que constituyen el fundamente de la Liturgia en Navidad y Epifanía.

En el ámbito de lengua hispana las afirmaciones precedentes pueden ser comprobadas, por ejemplo, en las cristologías de Olegario y de Pagola.

 

Olegario González de Cardedal (La Lastra del Cano, Ávila, 1934) fue profesor en la Universidad Pontificia de Salamanca; miembro de la Comisión Teológica Internacional (1969-1980), y recibió muchas distinciones académicas. En la colección teológica Sapientia Fidei, promovida por el Espiscopado Español, publicó su Cristología (Madrid 2001, BAC, 601 pgs.). 

En el capítulo I, número 1, Juan el Bautista, comienza advirtiendo que «Jesús aparece en la clara luz de la historia dentro del entorno de Juan el Bautista» (39). Y en el número 2 (seguimos en el principio de su magnaotexto) trata de El bautismo de Jesús (40 ss). No hace en su obra referencia a  los hechos referidos en los «evangelios de la infancia».

 

José Antonio Pagola Elorza (Añorga, Guipúzcoa, 1937), sacerdote diocesano de la Diócesis de San Sebastián, profesor en la Facultad de Teología del Norte de España, sede de Vitoria, ha ocupado importantes cargos en su diócesis: Vicario General, Rector del Seminario, director del Instituto de Teología y Pastoral, y ha publicado muchos artículos y libros.

Pero es conocido sobre todo por su obra Jesús. Aproximación histórica (Edit. PPC, Madrid 2007, 542 pgs.). Tuvo en poco tiempo diez ediciones (10ªed, PPC 2013, 574 pgs). Pero también suscitó muy pronto graves reprobaciones. Ya en 2007 Mons. Demetrio Fernández, entonces obispo de Tarazona, publicó una fuerte crítica de la obra. Y varios autores publicamos reprobaciones semejantes. También la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe, con la autorización de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española, hizo graves objeciones a la obra (18-VI-2008).

Leemos en la Aproximación de Pagola: (cito por su 10ª ed.):

«Tanto el evangelio de Mateo como el de Lucas ofrecen en sus dos primeros capítulos un conjunto de relatos en torno a la concepción, nacimiento e infancia de Jesús. Son conocidos tradicionalmente como “evangelios de la infancia”. Ambos ofrecen notables diferencias entre sí… Más que relatos de carácter biográfico son composiciones cristianas elaboradas a la luz de la fe en Cristo resucitado… De ahí que la mayoría de los investigadores sobre Jesús comiencen su estudio a partir del bautismo en el Jordán» (pg 49). Este es el criterio seguido por Pagola.

 

6). –La Iglesia profesa la historicidad de los Evangelios de la Infancia de Jesús

 

Testimonio de René Laurentin

De este teólogo (1917-2017), especializado en mariología, cito un interesante testimonio publicado en su obra Les Évangiles de l’Enfance du Christ. Vérité de Noël au-delà des mythes (Desclée, París 1982).

«Me he pasado medio siglo estudiando los Evangelios de la infancia (Mt 1-2 y Lc 1-2, y el resto). Siempre he entrevisto la riqueza de estos Evangelios, nutridos de todo el A. T. … Y, sin embargo, seguía yo seducido por la actitud iconoclasta cultural del ambiente, una actitud procedente del racionalismo liberal: estos primeros capítulos eran leyendas tardías, theologumena, es decir, relatos ficticios fabricados para expresar ideas teológicas entrañables a los creyentes, se repetía. Mis primeros trabajos, que manifestaban la riqueza bíblica de estos Evangelios, consiguieron una amplia estima en el mundo exegético a escala ecuménica. Caracterizaba yo estos Evangelios como midrashim. De ahí se inducía que yo los tenía por fábulas, lo que se ponía en mi activo de progresista. De hecho, yo no me atrevía demasiado a plantear el problema de la historicidad, ampliamente puesto en duda…

«Fue en 1980 cuando me atreví a abordar el estudio específicamente histórico de estos Evangelios. Con él se disiparon las dudas nocivas… Este retorno a la evidencia ha sido un perjuicio para mi reputación. Me encontré etiquetado de fundamentalista: como autor a desaconsejar». Después de innumerables viajes e investigaciones, Laurentin descubrió el Mediterráneo: las narraciones del Evangelio son verdaderas, son históricas, también las de la Infancia de Jesús. Bendigamos al Señor que le abrió los ojos del alma.

 

Testimonio de Joseph Ratzinger-Benedicto XVI

Joseph Ratzinger (Baviera 1927-Roma 2022), fue sacerdote diocesano, profesor de Teología, Arzobispo, Cardenal (1977), prefecto de la Doctrina de la Fe (1981) y Papa (2005-2013). En los últimos años de su vida, siendo Papa y firmando Joseph Ratzinger-Benedicto XVI: publicó una Vida de Jesús en tres libros, que

  1. Jesús de Nazaret. I parte. Desde el Bautismo hasta la Transfiguración (La Esfera de los Libros, Madrid 2007, 447 pgs);
  2. Jesús de Nazaret. II parte. Desde la Entrada en Jerusalén hasta la Resurrección (Encuentro, Madrid 2011, 396 pgs), y
  3. La infancia de Jesús (Planeta 2012, 138 pgs).

Los dos volúmenes del Jesús de Nazaret comienzan por el Bautismo; y en este sentido son «exegéticamente correctos»). Eso sí, parecen textos elaborados básicamente en los años académicose del profesor, dado su volumen y la abundancia de su bibliografía, aunque posteriormente, incluso en el tiempo de su pontificado en Roma, hiciera ciertas ampliaciones y retoques. En todo caso, no parece que iniciara su obra en el Bautismo por una reticencia crítica respecto de los evangelios de la infancia.

Al final del Prólogo de la I parte (pg. 20; 30-09-2006) declara el Autor: «espero poder ofrecer también el capítulo sobre los relatos de la infancia, que he aplazado por ahora». Y así lo hizo en el año 2012, el anterior a su dimisión como Papa, 2013. En el Proemio (20-08-2012) de la obra La Infancia de Jesús, explica: «no se trata de un tercer volumen, sino de algo así como de una antesala a los dos volúmenes precedentes sobre la figura y el mensaje de Jesús de Nazaret».

Bendigamos al Señor. En este precioso estudio, admirable en erudición, argumentación y teología, el Autor confiesa su fe en la historicidad de los Evangelios de la Infancia, confirmando la veracidad de cuantos datos testimonian San Mateo y San Lucas.  Confirma la historicidad de las personas y de los sucesos que en ellos se refieren: Gabriel, Juan Bautista, María, José, la Visitación, los tres himnos que la Iglesia mantiene diariamente en su liturgia, Belén, el nacimiento, los angeles y los pastores, Simón anciano y Ana, la presentación en el Templo, la circuncisión, los «Reyes Magos», los santos Inocentes, la huída a Egipto, la vida oculta en Nazaret, la peregrinación a Jerusalén, etc. Confirma también la realidad de «la estrella» que guía hasta el portal de Belén (pgs. 103-107). Y lo hace con numerosos argumentos, alegados sobre todo en los últimos decenios por escrituristas y científicos. El resplandor de los Evangelios de la Infancia es hoy, en los que reciben la verdad, mayor que hace años. Oportet haereses esse (1Cor 11,19).

Ratzinger-Benedictus: «¿Es verdaderamente historia acaecida, o es sólo una meditación teológica expresada en forma de historia? A este respecto [el cardenal] Jean Daniélou… llega a la convicción de que se trata de acontecimientos históricos, cuyo significado ha sido teológicamente interpretado por la comunidad judeocristiana y por Mateo… Ésta es también mi convicción… Hemos de constatar que en el curso de los últimos cincuenta años se ha producido un cambio de opinión en la apreciación de la historidad… Gerhard Delling, en el cuarto volumen del Theologisches Wörterbuch zum Neuen Testament (1942), consideraba aún la historicidad del relato sobre los Magos asegurada de manera convincente por la investigación histórica (cf. pg, 362, nota 11)» (pg. 123-124).

Cita Ratzinger también, entre otros, a Klaus Berger en su Kommentar zum Neuen Testament (Gütersloher Verlagshaus, 2011): «Aun en el caso de un único testimonio [el de Mateo]… hay que suponer, mientras no haya prueba en contra, que los evangelistas no pretenden engañar a sus lectores, sino narrarles los hechos históricos… Rechazar por mera sospecha la historicidad de esta narración va más allá de toda competencia imaginable de los historiadores» (pg. 124; pg. 20 del Kommentar).

 Bendigamos al Señor. Y sigamos celebrando los tiempos de la Navidad y de la Epifanía en la verdad de los Evangelios y de la Liturgia, venerando su sagrada condición histórica.

José María Iraburu, sacerdote

 

 

 

Los comentarios están cerrados para esta publicación.