(281) Liturgia –17. Eucaristía, 12. La comunión (c), frecuencia conveniente y efectos
–Este tema es sin duda más gordo que los otros que ha tratado sobre la comunión.
–Bueno, casi mejor digamos que es más importante, más grave y transcendente.
–La frecuencia de la comunión, actitudes diversas durante siglos
En la antigüedad cristiana, sobre todo en los siglos III y IV, hay numerosas huellas documentales que hacen pensar en la normalidad de la comunión diaria. Los fieles cristianos más piadosos, respondiendo sencillamente a la voluntad expresada por Cristo, «tomad y comed, tomad y bebed», veían en la comunión sacramental el modo normal de consumar su participación en el sacrificio eucarístico. Sólo los catecúmenos o los pecadores sujetos a disciplina penitencial se veían privados de ella. Pronto, sin embargo, incluso en el monacato naciente, este criterio tradicional se debilita en la práctica o se pone en duda por diversas causas. La doctrina de San Agustín y de Santo Tomás podrán mostrarnos autorizadamente esta diversidad de prácticas.