(589) Coronavirus y Obispos-III - Prudencia y consejo

–Sospecho que está usted queriendo decir algo sobre la pastoral del coronavirus.

–La sospecha fácilmente se degrada en suspicacia. Pero otras veces acierta, como ahora en su caso.

Quiero decir algo, efectivamente, sobre los comentarios negativos que con lamentable frecuencia obstaculizan las normas que dan los Obispos en el ámbito eclesial de sus Diócesis sobre la pastoral en relación con el coronavirus.

Ataques de los «buenos» contra los Obispos con ocasión de la pandemia

Son «buenos» cristianos: rezan, incluso rezan en familia, van a Misa, evitan la anticoncepción, cuidan mucho la educación de sus hijos, conocen y reconocen el pudor y la castidad, tienen celo apostólico, llevan una vida económica sobria, son generosos con los pobres, tienen celo apostólico, etc. Son buenos. Pero cargan con cierta frecuencia contra los Obispos, y a veces en público, como en el caso de las normas dadas por ellos sobre el coronavirus, y sin que la conciencia les reproche nada. «No saben lo que hacen».

Otros cristianos «buenos-buenos» no caen en ese agujero.

–Algunos ejemplos

*Un grupo en su revista. «Sin emitir juicios temerarios, la realidad es que hoy muchos fieles de buena voluntad están siendo escandalizados por algunas disposiciones de los Obispos que, excediendo la prudencia debida ante las autoridades sanitarias y civiles, impiden» etc…

Es un juicio temerario muy grave. ¿Quién son ellos para «juzgar» las disposiciones de quienes Dios les ha dado como guías, y para declararlos públicamente imprudentes y escandalosos? Y esto aunque sean muchos los Obispos y las Conferencias Episcopales que coinciden más o menos en las mismas disposiciones.

Y sin embargo piensan que hacen bien, que salen a favor de la verdad, de la Eucaristía y de los sacramentos. ¡Qué barbaridad! Y que son los otros los que están errados, «hombres de poca fe», que ven «la Misa como algo secundario», «que valoran más la salvación del cuerpo que la salvación del alma», que «piensan como los hombres, no como Dios»… Así lo piensan y así lo dicen.

Los fieles deben distinguir las enseñanzas doctrinales falsas de las disposiciones pastorales prudenciales, que de suyo siempre son discutibles. Aquéllas deben ser resistidas; éstas deben ser obedecidas, como veremos más adelante.

*Un alma de Dios. «Algunas de las medidas que están tomando ciertos Obispos para controlar la epidemia en el ámbito de la Iglesia resultan entre ridículas unas, patéticas otras, lamentables muchas de ellas y vergonzosas la mayoría».

Sin comentario.

*Un devoto de la Virgen de Lourdes. «Cerrar las piscinas en el Santuario es vergonzoso. Todo esto demuestra una vez más la falta de fe de una parte de la mismísima jerarquía de la Iglesia: no creen en la apariciones de la Virgen, ni en el carácter milagroso y curativo de las aguas de Lourdes, ni en nada de nada».

Las Autoridades religiosas del Santuario de Lourdes, después de mucho rezarlo y consultarlo, deciden cerrar las piscinas porque ven imposible guardar en ellas las normas sanitarias civiles impuestas a toda la nación. Un «buen» devoto de Lourdes, que quizá vive a 4.000 a 10.000 kilómetros del Santuario interpreta la decisión como ustedes han visto. Y como opina con absoluta firmeza que su discernimiento personal es el verdadero, y que por tanto, obviamente, es falso el de eclesiásticos y religiosos que rigen el Santuario, así lo proclama urbi et orbi en un medio público de bastantes lectores.

Celo amargo

San Pío X, en su primera encíclica, E Supremi Apostolatus (1903) advertía a sus hermanos Obispos: «Nada es más eficaz que la caridad. Pues el Señor no está en la agitación. Es un error esperar atraer las almas a Dios con un celo amargo: es más, increpar con acritud los errores, reprender con vehemencia los vicios, a veces es más dañoso que útil. Ciertamente el Apóstol exhortaba a Timoteo “arguye, exige, increpa”, pero añadía, “con toda paciencia” (1Tim 4,2)» (n. 13).

Celo amargo, escaso de humildad y de caridad. También los laicos reciben esa misma exhortación.

Pero busquemos más: ¿De dónde les viene a estos «buenos» cristianos esa falta de respeto hacia sus Obispos, que se expresa públicamente, y a veces con tanta rabia y atrevimiento? Que se dé en los «malos» no nos extraña nada: lo llevan en su ADN. ¿Pero en los «buenos»?

Tradicionalistas cristianos afectados de liberalismo

Ya lo vimos en (587), La obediencia cristiana a las Autoridades civiles. Mientras estuvo vivo en el pueblo cristiano el convencimiento de que «el poder viene de Dios», la obediencia cívica de los cristianos era puesta de modelo por sus apologistas. Lo recuerda León XIII:

«Los antiguos cristianos nos dejaron brillantes enseñanzas, pues siendo atormentados injusta y cruelmente por los emperadores paganos, jamás dejaron de conducirse con obediencia y con sumisión, en tales términos que parecía claramente que iban como a porfía los emperadores en la crueldad y los cristianos en la obediencia» (1881, enc. Diuturnum illud 14).

Pero cuando la Ilustración, a través del Liberalismo, hizo dogma social de que «el poder no viene de Dios, sino de los hombres» («no queremos que él reine sobre nosotros»; Lc 19,14), se produjo una debilitación sistemática de la obediencia cívica. Sigue León XIII:

«Negar que Dios es la fuente y el origen de la autoridad política es arrancar a ésta toda su dignidad y toda su fuerza… Las consecuencias de la llamada Reforma comprueban este hecho. Sus jefes y colaboradores socavaron con la piqueta de las nuevas doctrinas los cimientos de la autoridad civil y de la sociedad eclesiástica, y provocaron repentinos alborotos y osadas rebeliones, principalmente en Alemania… Hay que reconocer que la severidad de las leyes resultará infructuosa mientras los hombres no actúen movidos por el estímulo del deber y por la saludable inluencia del temor de Dios» (17-18).

De tal modo la mentalidad liberal ha invadido el mundo, el Occidente post-cristiano sobre todo, que social y culturalmente la rebeldía, la desobediencia tiene mucho más prestigio que la obediencia. Y el menosprecio bien ganado de las autoridades civiles sin-Dios, ha infectado incluso a muchos cristianos respecto a sus Obispos. Por supuesto a los modernistas apóstatas, desde su principio. Pero incluso desde hace unos decenios también afecta a ciertos grupos tradicionales, menospreciadores de los Obispos, que se permiten agraviarlos grave y públicamente cuando sus disposiciones prudenciales contrarían a sus opiniones. Sus ataques son tan fuertes y frecuentes, que colaboran a difundir en el pueblo cristiano una actitud habitualmente crítica sobre las Autoridades de la Iglesia, que puede ser fecundo cuando se dan o permiten ofensas eclesiásticas contra la doctrina de la fe, pero que es nefasto cuando se extiende a disposiciones prudenciales perfectamente lícitas, como las referentes al coronavirus, aunque sólo Dios sabe en qué medida son convenientes.

* * *

Tal como está el patio, va a ser necesario que recordemos la doctrina católica sobre la virtud de la prudencia y el don de consejo. Si hace medio siglo no se predica sobre el pudor y la castidad, es necesario que estas virtudes estén muy débiles, y que sean muchos los pecados contra ellas, sin mayor conciencia de los fieles. Algo parecido ocurre con la prudencia y el consejo: si hace tanto tiempo no se predican, es normal que hoy abunde la imprudencia en la Iglesia, tanto en los pastores como en los fieles.

De La virtud de la prudencia ya hablé hace ocho años en este blog (197,5), y también del don de consejo en un librito de la Fundación GRATIS DATE, Los dones del Espíritu Santo, capítulo 3. Recuerdo aquí ahora algunas verdades allí tratadas que conviene hoy tener presente en la crisis del coronavirus.

Vamos por partes, tomen aliento y síganme sin relajarse.

–Virtudes, al modo humano, y dones del Espíritu Santo, al modo divino

El hombre renovado por la gracia divina, piensa, quiere y actúa según Dios, por obra del Espíritu Santo, por medio de las virtudes (virtus: fuerza) y de los dones, que son hábitos operativos infundidos por Dios en las potencias del alma.

*Las virtudes nos hacen participar de la vida sobrenatural del Espíritu Santo «al modo humano». El acto virtuoso nace de Dios, como causa principal primera, y del hombre, como causa principal segunda. Por eso mismo, al ser infundidas las virtudes en la estructura psicológica natural del hombre, no pueden lograr por sí mismas el perfecto ejercicio de la vida sobrenatural. Podemos mostrarlo con dos ejemplos:

La oración, en régimen de virtudes, es discursiva y laboriosa, con mediación de muchas imágenes, conceptos y palabras, y en su ejercicio depende en buena parte del estado concreto psicosomático. Y la acción –por ejemplo, el perdón de una ofensa– es lenta e imperfecta, exige un tiempo de motivación en la fe, una acomodación gradual de las pasiones afectadas a lo que la caridad impera… Según esto, tanto la oración como los actos virtuosos de la vida ordinaria, son realmente vida sobrenatural, son participación en la vida del Espíritu, pero imperfecta, con las limitaciones inherentes «al modo humano».

*Los dones del Espíritu Santo, en cambio, nos hacen participar de la vida sobrenatural del Espíritu «al modo divino». Por tanto, el acto donal nace de Dios, causa principal primera, y del hombre, causa instrumental, causa libre, sin duda, pero solamente instrumental del efecto producido por el Espíritu Santo. Por eso el don del Espíritu Santo –por ejemplo, el don de consejo– perfecciona el ejercicio de la virtud –p. ej., de la prudencia–.

En el crecimiento espiritual del cristiano, si es principiante, actúan virtudes y dones, pero sobre todo las virtudes, y los dones solamente en ciertos momentos. Pero a medida que va creciendo en la vida de la gracia, se va realizando una transición de la ascética, que es al modo humano, a la mística, que es el modo divino, en el que ya prevalece el ejercicio de los dones del Espíritu Santo. (cf. Santo Tomás, Sent. 3 dist.34, q.1, a.1).

Como vemos, esta actividad donal es la única que lleva al cristiano a la perfecta santidad. Es decir, sólo bajo el predominio habitual de los dones del Espíritu Santo –en la vida mística– puede el cristiano ser «perfecto como el Padre celestial es perfecto» (Mt 5,48). Así lo enseña San Pablo cuando dice que «los que son movidos por el Espíritu de Dios, ésos son los [perfectos] hijos de Dios» (Rm 8,14). Veámoslo con los mismos dos ejemplos:

La oración, por los dones del Espíritu, se verá elevada a formas quietas y contemplativas, de inefable sencillez, en las que el orante no hace nada por sí mismo, es decir, en formas que transcienden ampliamente los modos naturales del entendimiento, modos naturales, laboriosos, fatigosos. Y la acción –por ejemplo, un perdón– ya no requiere ahora, bajo el régimen predominante de los dones, tiempo, reflexión, acumulación lenta de motivos, apaciguamiento gradual de las pasiones contrarias, sino que se producirá de un modo rápido y perfecto, por simple impulso divino, bajo la inmediata acción del Espíritu Santo, esto es, «al modo divino».

–Las virtudes morales

Las virtudes morales sobrenaturales son hábitos operativos infundidos por Dios en las potencias del hombre, para que todos los actos cuyo objeto no es Dios mismo, se vean iluminados por la fe y movidos por la caridad, de modo que se ordenen siempre a Dios. Las virtudes morales, por tanto, no tienen por objeto inmediato al mismo Dios (fin), como lo tienen las virtudes teologales –fe, esperanza y caridad–, sino al bien honesto (medio), que conduce a Dios y que de él procede, pero que es distinto de Dios.

Las virtudes morales principales son cuatro, y se dicen cardinales (de cardo-cardinis, gozne de la puerta). En efecto, «la templanza y la prudencia, la justicia y la fortaleza, son las virtudes más provechas para los hombres en la vida» (Sab 8,7; cf. STh II-II,47-170). Ellas regulan el ejercicio de todas las demás virtudes.

–La virtud de la prudencia

La prudencia es una virtud que Dios infunde en el entendimiento para que, a la luz de la fe, la persona discierna en cada caso concreto qué debe hacer u omitir, ordenando siempre su decisión al fin último sobrenatural. Ella elige los medios mejores para un fin. Es la más preciosa de todas las virtudes morales, ya que debe guiar el ejercicio de todas ellas, incluso la actividad concreta de las virtudes teologales. Hasta la caridad, la reina indiscutible de todas las virtudes, ha de sujetarse en su ejercicio concreto a la prudencia. Un acto de caridad ejercido contra la prudencia no sería un acto de caridad, sino un impulso natural presuntamente benéfico, una caridad falsificada, y a veces sería simplemente un pecado.

Cristo nos quiere «prudentes como serpientes y sencillos como palomas» (Mt 10,16). Y San Pablo: «Esto pido en mi oración, que vuestra caridad crezca en conocimiento y en toda discreción, para que sepáis discernir lo mejor» (Flp 1,9-10). Los espirituales antiguos apreciaban mucho la diácrisis, ese discernimiento espiritual certero, que permite al cristiano guiarse a sí mismo y aconsejar bien a otros.

El imprudente

El que carece de prudencia o la tiene débil yerra con frecuencia en su camino: no se conoce, no aprecia con verdad, por de más o por de menos, sus posibilidades reales; distorsiona la realidad en su mente, confundiéndola con sus preferencias o manías; lleva su juicio más allá de su información y conocimiento; decide, aconseja y habla de lo que no sabe; es precipitado y atrevido, o perezoso y tímido; actúa con prisa o con excesiva lentitud, antes de tiempo o cuando ya es tarde; es obstinado en sus juicios, o demasiado crédulo e influenciable (Ef 4,14), pues no distingue los espíritus (1Jn 4,1). No es apenas consciente de sus yerros, y ve su voluntad propia como si fuera la voluntad de Dios.

Los sacerdotes observamos que casi ningún penitente se acusa de haber ofendido a Dios y al prójimo con el pecado de la imprudencia. Es la predicación, la que estimula el arrepentimiento. Pero como la prudencia no se predica, no se valora y por eso hace imposible una acusación como ésta: «Padre, me acuso de haber sido gravemente imprudente en tal obra. Empeñado en sacarla adelante, y sin apenas saber yo nada de ella, no consulté con los que sí saben, por miedo a que frenaran mi intento. No pedí al Señor que me iluminara y me asistiera con su gracia. Una vez intentada la obra, me fui adelante con ella por amor propio, aunque pronto vi que estaba perdido. Y así llegamos a este gran desastre, que tanto daño me ha hecho y a mi familia. Pido al Señor que me perdone».

El prudente, en cambio, es el hombre que, por ser humilde, anda en la verdad; no se fía de su propio juicio, y pide ante todo a Dios la luz de su verdad; estudia o consulta lo que ignora, aprende con la experiencia, y es capaz de cambiar de pensamiento y de intento, porque atiende a razones; busca consejo, actúa con oportunidad y circunspección, se atiene a la obediencia. Y es que el Señor lo ha bendecido con la sabiduría y la prudencia.

Pero recordemos que no se ejercita la prudencia con perfección si no viene en su auxilio el Espíritu santo por medio del don de consejo.

León XIII: «El hombre justo, que ya vive de la vida de la gracia y que opera mediante las virtudes, tiene ciertamente necesidad de los siete dones del Espíritu Santo. Mediante estos dones, el espíritu del hombre queda elevado y apto para obedecer con más facilidad y presteza las inspiraciones y mociones del Espíritu Santo. Igualmente, estos dones son de tal eficacia que conducen al hombre al más alto grado de santidad» (1897, enc. Divinum illud munus 12).

–El don de consejo

El don de consejo es un don del Espíritu Santo que perfecciona el ejercicio de la virtud de la prudencia, para que la persona, sin apenas discurso, al «modo divino», acierte siempre a conocer lo que conviene en cada caso; es decir, discierna, como por un instinto sobrehumano, lo que la voluntad de Dios providente quiere que haga en ese momento y circunstancia.

Miren, si no, por ejemplo, el caso del bendito patriarca San José, que después de rezarlo y meditarlo mucho, siendo un hombre santo, libre completamente de apegos desordenados, ejercitando –el la virtud de la prudencia, decide –mal–«repudiar en secreto» a su esposa María «(Mt 1,18-25)… Si no llega a ser por la íntima revelación que Dios le hizo por un ángel, hubiera causado con la mejor voluntad un enorme desastre. Pero si somos como San José, orantes y humildes, siempre Dios nos enviará un ángel que nos muestre la verdadera decisión prudente, la grata a Dios, la que es realmente voluntad providente de Dios.

San Ignacio de Loyola (+1556), uno de los más apreciados maestros de las reglas del discernimiento espiritual, aplicándoselas a sí mismo, fallaron en él no pocas veces. Fascinado por Jerusalén, hizo «firme propósito» de quedarse allí para siempre; lo que el Señor nunca se lo concedió. Otro caso. Hacia sus 60 años decidió renunciar al generalato de la Compañía de Jesús. Lo escribió y trató con sus más íntimos: «En diversos meses y años, siendo por mí pensado y considerado sin ninguna turbación intrínseca ni extrínseca, diré delante de mi Creador y Señor… que yo no tengo, casi con infinitos grados, las partes convenientes para tener este cargo de la Compañía… Yo depongo y renuncio simplemente y absolutamente el tal cargo que yo tengo», y… etc. Su Consejo desbarató al punto su «firme propósito», muy rezado y meditado durante largo tiempo. Y continuó General hasta su muerte, cinco años más tarde.

La seguridad en el propio juicio

Quienes andan escasos de prudencia y de consejo están muy seguros de su propio discernimiento, y sentencian con firmeza contra las opiniones de los que, en su gran ceguera y atrevimiento, piensan de modo diferente. Cuanto más cerradamente convencido está un autor de que su orientación es «la buena», más convencido se muestra de que las opiniones diversas o contrarias a la suya son escandalosamente «malas». Podemos comprobarlo, por ejemplo, en algunos de los textos que han ido surgiendo sobre la pastoral del tiempo del coronavirus.

Quizá el «escándalo» más reprochado contra algunos Obispos, es «haber privado de Cristo al pueblo, al privarlo de la Eucaristía, cuando más la necesitaba». Hasta 1905, con el decreto de San Pío X, que recomienda la comunión frecuente, en la gran mayor parte de los siglos de la Iglesia la comunión no era frecuente, ni mucho menos. Santa Clara (+1253) prescribía en su Regla a las clarisas que confesaran 12 veces al año y que comulgaran 7 veces, en los días que señala. San Bruno (+1101) en su Regla señala 4 días… Pero si ahora a causa de la pandemia se impide la comunión sacramental por unas semanas o meses, dejando solamente el sucedáneo de la «comunión espiritual», se pone en riesgo la vida espiritual de los fieles… Habría que investigar cómo es posible que los monjes del desierto, los cartujos, las clarisas y tantos otros de muchos siglos pudieron llegar a tener tantos y tan grandes santos con tan poquísimas comuniones eucarísticas. –Y por otro lado, las Autoridades del Santuario de Lourdes, que cierran por un tiempo el acceso a los baños, son unos eclesiásticos que no creen ni en las Apariciones de la Virgen, ni en el agua del Santuario, ni «en nada de nada»… Bendito sea Dios siempre y en todo lugar. ¡Qué paciencia tiene!

–Un caso práctico y termino

Querido Padre:

…Varias diocésis dan órdenes a los sacerdotes de administrar el sacrmento de la Penitencia sólo in articuo mortis. Cuando ahora los sacertotes (medicos de las almas) deberiamos estar volcados a los fieles como los médicos del cuerpo. Son tiempos muy propicios para la conversión y la confesión… Le pido luz. ¿Esta actitud de solo in artículo mortis es prudencia sobrenatural o solo prudencia carnal o diabólica?

Muy agradecido Padre. Oremus ad invicem. un abrazo

P. NN

Le respondo.

Querido amigo, no puedo decirte si es carnal o espiritual, porque no conozco el mandato en concreto, y también porque no puedo juzgar qué hay en el corazón de quienes mandan. Es claro que unos Obispos mandan una cosa y otros, al menos en los matices, disponen otras. ¿Quién tiene la razón? Está mal hecha la pregunta, porque siendo con frecuencia muy diferentes las Diócesis que gobiernan pastoralmente, es posible que todos acierten, pues las Diócesis son diferentes y les convienen normas distintas.

Pero lo que sí está claro es que por parte de los curas, el bien común de los fieles se obtiene obedeciendo fielmente lo que nuestro Obispo local propio nos manda; no lo que manden o permitan en otras Diócesis. Sigue vigente la norma de San Ignacio de Antioquía (+107): «Seguid todos al Obispo, como Jesucristo al Padre». Todas las decisiones prudenciales tienen pros y contras, todas son discutibles. Pero nosotros no estamos llamados a discutirlas, sino a obedecerlas y cumplirlas fielmente.

Otra cosa es que si vemos contraindicaciones prácticas que, al parecer, no conoce o no aprecia el Sr. Obispo suficientemente, colaboremos con él comunicándoselas (re-presentándolas) con respeto… si nos parece prudente hacerlo. Para eso recibimos el gran sacramento del Orden sacerdotal, para ser «próvidos cooperadores del Obispo».

Oremos, oremos, oremos.

Abrazo en Cristo y bendición +

José María Iraburu, sacerdote

Post post. -Mi cura amigo quedó de acuerdo.

Índice de Reforma o apostasía

38 comentarios

  
Gonzalo Mazarrasa Martín-Artajo
Padre Iraburu: he leído su artículo sólo por encima pero ya veo por dónde va y una vez más le felicito. El demonio está haciendo que muchos católicos buenos ya no lo sean tanto al caer en la tentación de juzgar a sus pastores como si ellos supieran lo que hay que hacer en cada caso mejor que nadie y se rompa la comunión y la obediencia en la Iglesia. Recuerdo a San Ignacio de Antioquía escribiendo a los Corintios o a los cátaros de la edad media y comprendo lo que me decía mi madre, aunque yo no sé latín: iustus medium est virtutem. Espero haberlo escrito bien. Adelante, pues.
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JMI-Abrazo, Gonzalo.
03/04/20 10:04 PM
  
Ecclesiam
Estimado padre, gracias por el post.

Conviene decir antes que estoy 100% de acuerdo con las disposiciones de los obispos, siempre que no sean contradictorias con la fe, disposiciones que no he visto yo en estos tiempos de pandemia.

Lo que no veo claro es que parece desprenderse de lo que dices que, todo juicio acerca de las disposiciones del Obispo es juicio temerario, pues dices «¿Quién son ellos para «juzgar» las disposiciones de quienes Dios les ha dado como guías, y para declararlos públicamente imprudentes y escandalosos?».

Por «ellos», ¿entiendes laicos? Si laicos, ¿luego ningún laico puede juzgar las disposiciones del Obispo en ningún caso?

Pregunto, porque no lo sé.
Muchas gracias pater.
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Pregunta.-Por «ellos», ¿entiendes laicos?

JMI.-"Ellos", sean laicos o ministros ordenados, seglares o consagrados. En lo que estamos hablando, pueden ser unos u otros.

Pregunta.- "todo juicio acerca de las disposiciones del Obispo es juicio temerario".
JMI.-No digo yo eso: "Todo". Hay que distinguir entre enseñanzas doctrinales y disposiciones pastorales.

Si lo dicho/hecho por el Obispo es algo contra la doctrina católica, no es temerario juzgarlo falso, porque lo es. Temerario puede ser difundir ese juicio de reprobación de mala manera, hacerlo público a quienes no conviene, hacerlo sin respeto. Pero no será juicio temerario si lo que ha dicho es patente y gravemente falso, p. ej., que en Dios hay dos personas, no tres. O que "querer es poder", en sentido pelagiano.

Si es una disposición pastoral, en cambio, lo que nos parece errada, sería juicio temerario expresarlo públicamente, como si nuestra opinión fuera ciertamente la buena. Si se le transmite al autor (si es viable) la observación con respeto, es un acto de caridad eclesial. Toda opción prudencial es discutible, tiene sus pros y sus contras. Un juicio firme y fuerte contra su conveniencia o licitud suele ser un juicio temerario e imprudente que no une sino que divide.

Imagine que una autoridad (un Obispo a sus feligreses, un Profesor a su clase de niños), "Vengan conmigo, es por aquí", y un feligrés o un alumno grita "No se les ocurra ir por ahí, es por acá", la intervención es temeraria, imprudente, insensata, divisora de la comunidad, por ser contraria a la autoridad de quien la dirige.


03/04/20 10:27 PM
  
juan marcelo
Hola Padre: le hago una consulta en la diócesis de Mendoza usan iglesias dónde se amontonan personas para vacunación contra la gripe. Digo están suspendidas las funciones litúrgicas. Porqué entonces no se puede suministrar sacramentos sin necesidad siquiera de que recibamos la eucaristía? gracias https://www.losandes.com.ar/article/view?slug=una-por-una-estas-son-las-iglesias-habilitadas-para-colocar-la-vacuna-antigripal
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JMI.-No entiendo la pregunta.

03/04/20 10:45 PM
  
Jordi
¿Quién son ellos para «juzgar» las disposiciones de quienes Dios les ha dado como guías, y para declararlos públicamente imprudentes y escandalosos?

Pues sí podemos juzgar por vía del cauce dado por el canon 212, que regula el derecho humano de petición individual y colectiva en la Iglesia para todos los fieles, derecho humano de la constitución eclesial, pidiendo las misas públicas en toda la Semana Santa, sacando eso sí, esa calificación de "imprudentes y escandalosos".

Es un grave error el haber suspendido las misas públicas, tanto los obispos y el Papa, han cometido un abuso de derecho por supralimitación: han limitado más de lo que la norma jurídica del Real Decreto de estado de alarma y de la norma técnico-sanitaria han establecido como límites, pues de acuerdo con el principio de familiariedad del estado de conocimiento de la ciencia médica actualmente sabidas, no existe contagio por vía aérea, sólo por gotículas, y en los recintos cerrados como hospitales también por aerosol en especiales circunstancias.

Si se toman medidas, sí se deben de abrir las misas públicas, pues el cerrarlas no tiene motivación, y la motivación es la base de la justicia que evita la arbitrariedad. Yerra el Papa y yerran los obispos suspensores.

La Misa y la Eucaristía son el sacramento supremo de la Iglesia y de los católicos, por estos argumentos, s.e.u.o.:


1. IUS AD SACRAMENTA

“Los fieles tienen derecho a recibir de los Pastores sagrados la ayuda de los bienes espirituales de la Iglesia, principalmente la palabra de Dios y los sacramentos” (CIC, can. 213; CCEO, can. 16). A este derecho fundamental del derecho eclesial para todos los fieles, clérigos y laicos, que es un derecho público derivado de la misma condición de “persona in Ecclesia Christi” (cfr. CIC, can. 96), corresponde un deber de la Jerarquía, una obligación de justicia, no sólo de caridad, que el can. 843 formula así: “Los ministros sagrados no pueden negar los sacramentos a quienes los pidan de modo oportuno, estén bien dispuestos y no les sea prohibido por el derecho recibirlos” (§ 1; cfr. CCEO, can. 381, § 2).


2. IUS AD SACRAM COMMUNIONEM

“Todo bautizado a quien el derecho no se lo prohíba, puede y debe ser admitido a la sagrada comunión” (CIC, can. 912). Siendo la Eucaristía el más excelso de todos los sacramentos –porque en él no sólo se comunica la gracia divina, sino que se recibe al Autor mismo de la gracia–, es comprensible que el derecho universal de la Iglesia establezca una serie de normas, algunas ya de derecho divino, tanto para proteger y regular el ejercicio de ese derecho como para limitarlo, cuando así lo exigen la veneración debida al Cuerpo y la Sangre de Cristo, la recta formación de las conciencias y el bien común de la sociedad eclesial.


3. Concilio Vaticano II, Presbyterorum ordinis, n. 5.

“En la Santísima Eucaristía está contenido todo el bien espiritual de la Iglesia»


4. Código de Derecho Canónico

Can. 897: “El sacramento más augusto, en el que se contiene, se ofrece y se recibe al mismo Cristo Nuestro Señor, es la santísima Eucaristía, por la que la Iglesia vive y crece continuamente” (CIC, can. 897).


5. Encíclica ECCLESIA DE EUCHARISTIA

- n. 11: “La Iglesia ha recibido la Eucaristía de Cristo, su Señor, no sólo como un don entre otros muchos, aunque sea muy valioso, sino como el don por excelencia, porque es don de sí mismo, de su persona en su santa humanidad y, además, de su obra de salvación”

- n. 18: “Quien se alimenta de Cristo en la Eucaristía no tiene que esperar el más allá para recibir la vida eterna: la posee ya en la tierra como primicia de la plenitud futura (…). En efecto, en la Eucaristía recibimos también la garantía de la resurrección corporal al final del mundo: «El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día» (Jn. 6, 54)”
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JMI.- "Es un grave error el haber suspendido las misas públicas, tanto los obispos y el Papa, han cometido un abuso de derecho por supralimitación...Yerra el Papa y yerran los obispos suspensores".


Eso que dice es un claro juicio temerario, que en modo alguno halla justificación en las citas que aduce. Temerario y falso. Ya lo he explicado en mi artículo, también con citas autorizadas.
03/04/20 10:57 PM
  
Rubén (de Argentina)
Este artículo estaría ideal complementarlo con lo dicho por Mons. Athanasius Scheneider:

adelantelafe.com/entrevista-de-the-remnant-monsenor-athanaius-schneider-habla-de-la-reaccion-de-la-iglesia-al-coronavirus/

Entre otras cosas, Mons. Schneider afirma lo siguiente:

Los sacerdotes deben tener presente que por encima de todo son pastores de almas inmortales. Deben ser imitadores de Cristo, que dijo: «El buen pastor pone su vida por las ovejas. Mas el mercenario, el que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, viendo venir al lobo, abandona las ovejas y huye, y el lobo las arrebata y las dispersa; porque es mercenario y no tiene interés en las ovejas. Yo soy el pastor bueno, y conozco las mías, y las mías me conocen» (Jn. 10, 11-14). Si un sacerdote observa de modo razonable y juicioso todas las medidas higiénicas, no está obligado a obedecer las directrices de su obispo o de las autoridades suspendiendo la Misa para los fieles. Tales directrices son meras normas humanas; pero la ley suprema de la Iglesia es la salvación de las almas.
En términos similares, se ha expresado el Cardenal Burke:

infovaticana.com/2020/03/23/el-cardenal-burke-apuesta-por-la-celebracion-de-misas-publicas-a-pesar-del-coronavirus/

Entre otras cosas dijo el Cardenal Burke:

"No podemos aceptar las determinaciones de los gobiernos seculares, que tratarían la adoración a Dios como ir a un restaurante".
Y como pienso que tanto Mons. Schneider como el Cardenal Burke son buenos cristianos, respetuosos de la ortodoxia católica, que saben lo que hacen y lo que dicen, creo que los fieles tendrán un panorama completo respecto de lo que puede ser una conducta católica, leyendo este artículo conjuntamente con lo manifestado por los anteriores prelados.
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JMI.-Con los dos suelo estar de acuerdo siempre, pero no esta vez

Schneider.- Si un sacerdote observa de modo razonable y juicioso todas las medidas higiénicas, no está obligado a obedecer las directrices de su obispo o de las autoridades suspendiendo la Misa para los fieles.

Burke. "No podemos aceptar las determinaciones de los gobiernos seculares, que tratarían la adoración a Dios como ir a un restaurante".
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Ya ve usted por este articulo y por el anterior (578) que esos juicios me parecen erróneos. Y no declaro dogmas, pobre de mí; pero sí creo que enseño lo que la Iglesia Católica enseñó desde el principio.
03/04/20 11:06 PM
  
juan marcelo
Otra pregunta: si es posible Padre ser santo con tan poca frecuencia de comuniones, porqué se permitió entonces la comunión diaria? Es posible ser santo sin comunión diaria aún sin las restricciones del coronavirus? Me interesa el tema sobretodo por lo último que ud menciona de los santos que durante tantos siglos lo fueron sin tanta frecuencia de sacramentos. Lo puede ud Dios mediante fundamentar o si ya escribió sobre este tema. gracias
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JMI.-"El Espíritu Santo os guiará hasta la verdad completa".
Por supuesto, no puedo responde su consulta. Los designios de Dios en su providencia son inescrutables para nosotros.

Sí le digo que S. Agustín, hacia el 400, decía que comulgar muchas veces o demorar la comunión para prepararse mejor a recibirla, las dos actitudes eran legítimas y procedentes del amor y de la veneración por la Eucaristía. Y pone un ejemplo (en este post encontrará la cita completa en su contexto): "Zaqueo recibe en su casa a Jesús por amor. Y el Centurión no recibe en su casa a Jesús por amor y humilde respeto. Los dos obran muy bien".
03/04/20 11:17 PM
  
Scintilla
En el artículo, padre, sigue abordando el problema desde la vertiente de la obediencia a la autoridad, cosa que no está en cuestión. Se puede obedecer o no cuando hay alternativa ante una orden, pero ese no es aquí el caso (muchos curas se han adelantado, incluso, a los obispos a cerrar las iglesias o lo han hecho donde éstos no lo han exigido) porque esta acción del estamento eclesiástico no tiene respuesta posible del laicado fuera de la discrepancia verbal, que es la única que ha habido, y de manera escasa en general y concentrada en un par de medios, no exageremos. A lo que más se parece la situación es a la de un cierre patronal. Y la imagen que ofrecen los eclesiásticos detrás de las cámaras se parece peligrosamente a la que tiene el imaginario colectivo de los ricos parapetados en sus mansiones amasando el dinero que les llega por oscuras vías (y qué mayor riqueza que el Santísimo).
Usted trata de convencernos de que hemos de abrazar esa respuesta como la que, en tanto es, es la mejor respuesta que puede ser y la más prudente (desde el punto de vista físico y por lo tanto, moral, político y espiritual). Y para eso extrema la debilidad de la posición contraria. Leyéndole, parece que quienes ponen en duda las medidas adoptadas son un extremo del espectro que se toca con el otro, como en política (los tradicionalistas liberales), una versión nueva de los rebeldes luteranos, una especie de maníacos de la comunión (que en el fondo despreciarían, creyéndose los “buenos”), unos locos irracionales que desprecian su vida y la de los demás dispuestos a matar a quien haga falta imprudentemente por sus manías, gente incapaz a avenirse a otras soluciones menos drásticas y radicales y, por lo tanto, menos prudentes, virtud que no saben lo que es (y por cuyo abandono deberán confesarse en cuanto puedan).
Sin embargo, la gente que pone en cuestión la radicalidad de la medida no está pidiendo volver como si tal cosa a misa ni es incapaz de avenirse a razones para evitar el contagio, sino precisamente una solución mucho más acorde en la Iglesia con los sacrificios que se están haciendo desde otros sectores para la salud de los cuerpos. Ante la comparación les da la impresión de que el clero, con excepciones contadas, en estos momentos de crisis no cumple (o demuestra de una manera más patente que antes no cumplir) con su obligación (la más eminente de todas para aquellos a quienes Dios da fe) como sí lo hacen esos otros sectores y les entristece no sólo el cierre, sino también lo que ha conllevado, la sensación de inanidad de lo clerical (que, en la forma en la que lo conoce, empieza a no echar de menos y hasta le sobra cuando sobreactúa y gesticula de más) separado de la administración de los sacramentos. Ese estamento se muestra en gran medida incapaz de articular un discurso espiritual hondo (un celo no amargo, sino amoroso, que es ahora más raro aún que en tiempos de normalidad), de una acción reconocible como propiamente eclesial y no sólo mundana o espiritualmente alternativa a otras new age; esta crisis parece haber demostrado una profunda disociación entre la respuesta material que ha dado la Iglesia como institución y su respuesta espiritual, como si a aquella -el cierre- le faltase espíritu que la recubriera y esta tampoco llegase a encarnarlo.
Había entre buena parte del pueblo fiel, desde luego, un materialismo de los sacramentos, apegado a éstos porque no encontraba en la acción de los sacerdotes (y usted lo reconoce en el artículo: falta de predicación de las generales de la ley) otra cosa. Quitados los sacramentos lo que queda parece ser la nada. Y el cierre lo simboliza y entristece.
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JMI.-"Usted trata de convencernos de que hemos de abrazar esa respuesta como la que, en tanto es, es la mejor respuesta que puede ser y la más prudente (desde el punto de vista físico y por lo tanto, moral, político y espiritual)"

Eso que dice es falso, y no halla ninguna base en el artículo.
04/04/20 8:50 AM
  
José María Iraburu
Desde el lunes hasta el fin del viernes dediqué muchas horas a trabajar este artículo que encomiendo a la Virgen María: "bajo tu amparo nos acogemos"... Publiqué el post, cené, hice mis oraciones y bien cansado, me entregué al descanso.

Esta mañana he amanecido pronto, y después de mis cuidados higiénicos, terápicos y orantes, he dado un repaso al texto publicado, pues no lo revisé antes de publicarlo. Y después del desayuno, me he asomado a la Sala de Comentarios... ¡Había ya 5 (cinco), dos de ellos sumamente largos! Largos y contrarios a mi texto. ¿Qué hacer, desesperarse? ¿Qué hago yo ahora? A mi edad...

1. Ánimo firme. "Servid al Señor con alegría".
2. Responderé los comentarios con brevedad (si lo consigo).
3. Recordaré que sábado y domingo son días no laborables.
4. No sé si en el Real Decreto o en uno de los tropecientos Documentos civiles o religiosos sobre cómo debemos vivir la confinación se empleaba la palabra "reposo". No hacer muchos esfuerzos, ocuparse en faenas sencillas, etc. Pues eso. Hay que obedecer las prudentes normas que nos dan: Los confinados unidos jamás serán vencidos.

04/04/20 9:42 AM
  
Grego
Muchas gracias padre Iraburu por su reflexión. Hay que obedecer a los Obispos si no expresan algo contra la fe.

No obstante, sin tratar de caer en jucios de conciencia de nadie y obedeciendo siempre cuando sea prudencial, entiendo que, si no hubiera nada más que no sabemos (daremos el beneficio de la duda) las impresiones de excesiva prudencia humana sean comunes. Dentro del juicio objetivo de la situación. Para muchos nos es un dilema porque inevitablemente, desde lo que sabes, restringiríamos algo menos hablando en general.

Vittorio Mesori, para mí nada sospechoso, se expresa así: https://infovaticana.com/2020/04/02/messori-la-iglesia-en-salida-ahora-se-ha-atrincherado-por-miedo/ . Creo que no debemos decir sin conocer que nadie se mueva por miedo, pero queda la impresión general.

De ahí no debemos pasar al juicio personal, obedecer y no hablar mal de nuestros Obispos por ello.

Que Dios le guarde y le bendiga para poder seguir bendiciéndonos e instruyéndonos.
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JMI.- Gracias por sus buenas palabras.
"... las impresiones de excesiva prudencia humana sean comunes"... "por miedo... la impresión general".
Digo:
1). "El justo vive de la fe", no de impresiones.
2). No creo, por otra parte, que ésa sea la interpretación más común entre los fieles.
04/04/20 10:57 AM
  
Gonzalo
Muchas gracias, Padre, por este nuevo artículo.

Completamente de acuerdo en que hace falta educar mejor a los cristianos en la prudencia y el discernimiento, tanto al nivel teórico, como, sobre todo, práctico.

Vd critica varios aspectos de la Modernidad, pero junto a ellos hay otro que también merece ser criticado, que es la suplantación del juicio prudencial personal por la aplicación cuasi-automática de reglas universales. La teología católica siempre ha sido muy sabia en este punto: se pueden prohibir de modo universal determinados comportamientos, pero no se pueden mandar de modo categórico. Hay muchas formas válidas de hacer el bien. Y como las prohibiciones no bastan para actuar positivamente, la conclusión es que el actuar positivamente siempre es personal e intransferible. Zaqueo y el Centurión según San Agustín, como comenta Vd más arriba.

Y otra consecuencia es que las decisiones prudenciales de la autoridad, como muy bien explica, son discutibles, pero eso no las hace ilegítimas. La obligatoriedad de una disposición no le viene de que sea "correcta" (¿y quién puede atreverse a juzgar esto con absoluta certeza?), sino de que emana de una autoridad legítima. Esto es muy importante, porque uno puede estar íntimamente convencido de que la autoridad se equivoca, pero eso no le exime de obedecerla, salvo que haya motivos graves. Y, por lo mismo, las críticas a las decisiones legítimas tendrán que ser moderadas y razonables, no temerarias.
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JMI.-Gonzalo, ahora que no nos oye nadie, te diré en confianza: coincidimos. Y aún poniendo en peligro nuestra humildad, no podemos dejar de reconocer lo que dice el proverbio francés: "les grands esprits se rencontrent"

04/04/20 12:09 PM
  
Agustín
Estimado Padre, un factor sería la falta de predicación sobre la prudencia o la obediencia. Pero otro factor que lleva a la desobediencia entre el laicado y los Obispos es la profusión de errores doctrinales por parte de estos durante muchos años, ejemplo reciente la adoración de la pachamama, la ecología y los inmigrantes antes que la predicación del mal del pecado, la falsa misericordia, etc. Está desobediencia no solo es fruto del liberalismo sino de estos errores que llevaron al pueblo fiel a desconfiar de sus pastores
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JMI.-Sin duda los errores doctrinales que a veces los Obispos cometen o dejan pasar impunemente los desprestigian entre los fieles. Y éstos no sólo los resisten en los fallos doctrinales (bien), sino que extienden su desconfianza a sus disposiciones prudenciales pastorales (mal), condenándolas con prepotencia y falta de respeto, como si su discernimiento fuera enormemente seguro, al menos en comparación con el de los Obispos.
En éstas andamos (andan) muchos.
04/04/20 12:54 PM
  
M A
Puede sonar a broma y discúlpemela, pero si hubiera un apagón general, su cabeza y su teclado o pluma alumbrarían.

Mil gracias por todo.
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JMI.- Bieeeeeeeeeennn...
Gracias. Bendición +
04/04/20 1:18 PM
  
doiraje
Muchas gracias por este excelente artículo, P. Iraburu, y por el esfuerzo y la dedicación empleados en su redacción. No quiero cansarle con mis palabras que no tienen ningún valor. Sólo diré dos cosas de forma telegráfica. Perdóneme por haberle juzgado mal en otro tiempo; usted posee una grandeza humana, no sólo teológica, que ahora descubro para mi vergüenza. Por otro lado, confesar que jamás he sido más feliz en esta vida que cuando confiaba en alguien que despertaba mi amor. Y estoy pensando en mi padre. Ya rozo los sesenta; he pasado en esta vida las de Caín, como suele decirse, y también he tenido momentos de felicidad en mi madurez como adulto, en el amor a mi mujer, etc. Espero que nadie entienda estas palabras como un canto a la irresponsabilidad pueril, pues se trata de un reconocimiento de las raíces del amor humano que residen en Dios. Perder el sentido de autoridad y su confianza en ella es uno de los peores abismos en el que la humanidad podía caer. Por desgracia, la autoridad civil, con sus actos, juicios y decisiones, se desprestigia ella sola. Siento nostalgia de mi infancia, de esa confianza.

Un abrazo en el Señor, P. Iraburu. Y cuídese mucho, que le necesitamos.
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JMI.-Ya ve usted las fuertes llamadas de S.Pedro y S.Pablo a la obediencia a los autoridades civiles, siendo Nerón el emperador. Pero hoy, que se ha perdido en gran medida la valoración de las autoridades, tanto civiles como eclesiásticas (liberalismo), nos disculpamos diciendo que de hecho son malas, de muy baja calidad.
Abrazo y bendición +
04/04/20 1:23 PM
  
Gonzalo Mazarrasa Martín-Artajo
Perdón me equivoqué en mi comentario anterior: no es la carta de San Ignacio de Antioquía a los Corintios sino la de San Clemente Romano a los Corintios, en la que exhortaba muy seriamente a la conversión, incluso aceptando ser enviados a otra parte para no causar más escándalo, a algunos que no aceptaban a los presbíteros que estaban legítimamente al frente de dicha comunidad cristiana y con su rebeldía habían promovido una grave división en la misma. Convendría volver a leer dicha carta con temor y temblor.
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JMI.-Las de S.Ignacio son cartas excelsas; pero no se le queda atrás S.Clemente a los Corintios. Es una maravilla.
04/04/20 1:27 PM
  
Maria
Por favor, Padre, podría ilustrarnos acerca del valor de participar de la Misa por TV o internet, sea en estos tiempos o bien para las personas imposibilitadas? Y si es posible, dar algún consejo para hacerlo conveniente y fructuosamente?
Muchísimas gracias, también por sus esclarecedores artículos.
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JMI.-Una Cta. de Mons. José Rico Pavés, Obispo auxiliar de Getafe, trata bien el tema, Pensar y vivir la Eucaristía como miembros de la Iglesia

Podrá encontrar por internet diversas publicaciones con "ideas para participar con devoción en la Eucaristía desde casa", "consejos, sugerencias para seguir la Santa Misa por internet o televisión". En la medida en que prudentemente puedan seguirlos, son útiles.

Le recomiendo vivamente, ahora o poco a poco, leer a don Javier Sánchez, bloguero en InfoCatólica. Tiene mucho y muy bueno escrito sobre la "participación en la liturgia" que, debidamente adaptado, puede aplicarlo a estos tiempos o a las personas de que habla. Por ejemplo, cuando explica que ¡Participar es orar! (y los posts que siguen)

04/04/20 2:13 PM
  
Jose Ignacio
Muchas gracias Padre Iraburu por su comentario que nos ayuda tanto. Que Dios le bendiga!
04/04/20 2:54 PM
  
Gedeon
No me dedico a criticar a la jerarquia, pero no es correcto moralmente pedir que silenciemos para siempre lo que nuestra conciencia rectamente formada nos dice sobre decisiones discutibles. Ha sido un grave error cerrar las iglesias, cuando el pan material sí se nos deja ir a comprarlo a pesar de la alta concentracion de personas. Desde el punto de vista sobrenatural no tiene nombre lo que se ha hecho. Nunca en la historia de la humanidad la Iglesia decidió cerrar sus templos de manera general ante crisis mucho mas serias. Abrid las puertas a Cristo, El no quita nada y lo da todo. Estoy en mi derecho de hacer este grito como lo hizo JPII. Faltaria mas!!!! Con todo mi respeto.
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JMI.-No está en su derecho de juzgar a nadie, y menos a la gran mayoría de Cardenales y Obispos, y menos en público, con grave escándalo. Recuérdelo cuando vaya a confesarse.
Los Obispos, cada uno en su Diócesis, sí que tienen derecho, y obligación, de disponer en el gobierno pastoral del pueblo que les ha sido confiado por Cristo lo que estiman más conveniente para su bien. Y lo han hecho, por otra parte, coincidiendo bastante en su inmensa mayoría, aunque con diferencias considerables según las diversas circunstancias de las distintas Iglesias locales.
04/04/20 3:10 PM
  
Rubén (de Argentina)
Ya ve usted por este articulo y por el anterior (578) que esos juicios me parecen erróneos. Y no declaro dogmas, pobre de mí; pero sí creo que enseño lo que la Iglesia Católica enseñó desde el principio.
¿Piensa usted Padre que las opiniones de un Cardenal como Raymond Burke, que tuvo un destacadísmo papel durante el papado de Benedicto XVI o de Mons. Athanasius Schneider, un defensor acerrimo de la ortodoxia católica, son temerarias? ¿Piensa que hablaron a la ligera, sin saber que estaban diciendo?

De lo que tiene que ocuparse la Iglesia, no es de que las personas mueran (porque tarde o temprano todos morimos), de lo que tiene que ocuparse la Iglesia, es que aquellos que mueren, que lo hagan en la gracia de Dios. No digo que no hay que cuidar al cuerpo; lo que digo es que no hay que hacerlo al precio de enfermar y perder el alma. Nuestro Señor nos dijo:

El espíritu es el que vivifica; la carne para nada aprovecha. Las palabras que Yo os he dicho, son espíritu y son vida.
Millones mueren a diario por causa diferente del Covid-19 y millones se ven privados de los sacramentos precisamente en su última hora. Somos católicos y creemos en la inmortalidad del alma, por lo tanto la muerte del cuerpo no nos debe asustar. Lo que sí debenos temer es la condenación de nuestra alma. Esta peste nos hace ver que Dios está llamando a su presencia a que le rindan cuentas, y nunca es más necesario que las almas estén preparadas para ese momento. Ahora más que nunca la Iglesia debería evangelizar y hablar de los Novísimos; más que nunca debería la Iglesia estar preparada para otorgar los sacramentos de la Reconciliación y de la Eucaristía. Como dice el Padre Aberasturi:

Los fieles tienen todo el derecho el mundo a sus medios de Salvacion. También y con mayor motivo, en los tiempos de mayor tribulación. Y nunca al revés.
Pero no, los pastores se niegan a cumplir con su tarea, acatando la orden del Cesar en lugar de la de Dios.

[...]

Con todo respeto Padre, ¿no pensó que el que puede estar en una posición equivocada es usted? Usted dice bien, cree que enseña lo que dice la Iglesia. Lo mismo dicen el Cardenal Burke y Mons. Scheneider. Sería interesante que le haga llegar sus argumentos al Cardenal y a Mons., porque de esa forma ellos podrían cambiar de pensamiento, o bien podría cambiar usted el suyo, y de esa forma los fieles escucharíamos una voz uniforme.
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JMI.-Yo enseño 1.-fundamentando mi enseñanza con gran abundancia de válidos argumentos, y 2.-coincidiendo con lo que, sin diferencias graves, enseña una inmensa mayoría de cardenales, obispos y sacerdotes en las 190 naciones atacadas por el Monstruo viral homicida.
04/04/20 3:13 PM
  
Oscar de Caracas
Estimado padre,

De usted me fío.

Dios le bendiga.
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JMI.-Bendición +
04/04/20 3:34 PM
  
Juan de Alvernia
Padre, usted afirma en su artículo: "¿De dónde les viene a estos «buenos» cristianos esa falta de respeto hacia sus Obispos, que se expresa públicamente, y a veces con tanta rabia y atrevimiento? Que se dé en los «malos» no nos extraña nada: lo llevan en su ADN. ¿Pero en los «buenos»?"

Y luego usted mismo se opone públicamente a los criterios de dos pastores de Iglesia, Card. Burke y Mons. Schneider, en la respuesta a uno de los comentarios de su artículo.


Con todos respetos, Padre, le pregunto: ¿Cómo sé que su enseñanza es la de la Iglesia si se opone públicamente a un obispo y a un cardenal?


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JMI.- Yo enseño coincidiendo con lo que, sin diferencias graves, enseña una inmensa mayoría de cardenales, obispos y sacerdotes en las 190 naciones atacadas por el Monstruo viral homicida.

Mi opinión no se opone a la de mi obispo, ni tampoco a las decisiones prudenciales que han tomado o tomen mi obispo u otros obispos en sus diócesis respecto a la prevención del contagio del coronavirus y la celebración de los sacramentos en esta situación de pandemia mundial. Creo que la opinión del Card. Burke y de Mons. Schneider sobre esas decisiones, la que ha sido citada por un comentarista anterior, es errónea.
04/04/20 3:57 PM
  
Pepe
D. José María:

1. Lo que no explica en su artículo es qué obispos de España están siendo prudentes en un país en que, viviendo circunstancias semejantes, algunos han decidido que los sacerdotes continúen celebrando misas con fieles y otros han decidido cancelar las misas con fieles.
Unos tienen que ser prudentes y otros no serlo. No pueden ser prudentes todos, diciendo unos lo contrario de los otros, en situaciones muy semejantes.

2. La prudencia según los gobernantes de España, desde antes de que actuaran los obispos, es que se pueden celebrar misas con fieles, con la única condición de que no hubiera aglomeraciones y hubiera una distancia de un metro entre una persona y otra.
Además, el gobierno ha dicho y sigue diciendo que es prudente que toda la gente pueda salir a comprar a los supermercados, y encontrarse allí con otras personas. ¿Y por qué esto no se puede aplicar a las misas?
Respecto a las misas, teniendo en cuenta que la gente mayor se sabía que no iba a salir de casa, por la gran campaña mediática para que no lo hicieran, y que los mayores son la mayoría de los que van a misa, no se habría no producido ningún problema de aglomeración en la gran mayoría de las iglesias de España.
Pero algunos obispos, desoyendo estas consignas de las autoridades, han considerado que estas medidas del Gobierno no eran prudentes y han decidido cancelar las misas con fieles. Sin que hubiera una causa objetiva para ello.
Algunos pensamos que esos obispos que han cancelado las misas con fieles no han siendo prudentes. Y creo que Dios nos ha dado la inteligencia para pensar y discernir, y tenemos derecho a pensar esto y decirlo.

3. Jesucristo dio a los apóstoles y a sus sucesores los obispos, en la última cena, el mandato de que celebren misas: "Haced esto en conmemoración mía".
Y Jesús dijo: tomad y comed todos de él", "tomad y bebed todos de él".
Jesús dio el mandato de que TODOS participaran en misa y comulgaran.
Jesús también dijo que "mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida" y que "si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre no tenéis vida en vosotros".
Por tanto es un mandato divino de Jesucristo que se celebran misas con pueblo y que los fieles comulguen, porque si no comulgan los fieles no tienen la vida de Jesucristo.
Y ya han pasado tres semanas sin poder recibir la Comunión que es la Medicina del alma.
Lo que más necesitarían los fieles hoy es poder comulgar sacramentalmente en misa y no se les está permitiendo en algunas diócesis.
Por eso, parece que lo prudente hubiera sido que todos los fieles hubieran tenido la libertad de ir a misa si querían y no impedir a los fieles ir a misa y comulgar.
Porque muchos fieles no pueden vivir sin la comunión, y ahora mueren de hambre de Cristo en la Comunión.

4. Los sacerdotes han obedecido a sus obispos dejando de celebrar misas con fieles.
Algunos están viviendo un martirio por esa obediencia, debido a que consideran que se podían haber mantenido perfectamente casi todas las misas con fieles.
Además la decisión de los obispos ha ido acompañada por el cierre de muchas iglesias por parte de los párrocos.
Esto ha significado que todos los fieles de las parroquias que se han cerrado no se puedan confesar.
Y los fieles tienen derecho a que los sacerdotes están disponibles para poder recibir el perdón de los pecados y volver a la Vida de la Gracia, quienes la hubieran perdido.
Todo esto guardando todas las medidas sanitarias indicadas por el gobierno y por la prudencia.
Y no parece prudente que durante tres semanas los fieles cristianos no estén pudiéndose confesar.

Por tanto, de acuerdo a todo lo anterior, lo que parecía prudente es que los obispos de Espala hubieran mantenido las misas con fieles. Y todas las iglesias estuvieran abiertas para las confesiones y la oración ante la Eucaristía.

Y si queremos otro ejemplo de prudencia, los obispos de Polonia decidieron mantener todas las misas con fieles y pedir a los sacerdotes que celebraran más misas con fieles para que no hubiera aglomeraciones en las iglesias.
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JMI.-1. "Unos tienen que ser prudentes y otros no serlo. No pueden ser prudentes todos, diciendo unos lo contrario de los otros, en situaciones muy semejantes". El argumento es falaz. Las circunstancias son muy diferentes. Y por eso la CEE pensó que era mejor que cada Obispo, con su Consejo, decidiera qué convenía o no hacer en su Diócesis.


-2. Habla solo de a) obispos que deciden que sigan las misas con fieles y b) obispos que deciden cancelar las misas con fieles. Pero hasta donde yo se, a) son más de 70 las Diócesis en España y todos los obispos han pedido a sus sacerdotes que sigan celebrando la Misa diariamente de uno u otro modo b) en todas las Diócesis los sacerdotes que pueden, siguen celebrando la Santa Misa: en privado, en comunidades religiosas o en oratorios, en las parroquias o capillas con un número limitado de asistentes, en las parroquias y varias al día para facilitar la separación de los fieles, en privado pero transmitidas en directo por facebook, youtube u otros recursos similares, incluso celebradas en la Catedral por el Obispo y transmitidas por la televisión diocesana o pública, de modo que los fieles participen en cierta medida de la celebración de la Eucaristía... Yo no tengo claro qué estará sucediendo "de hecho" en cada pueblo y ciudad de España. Lo que sí es claro es lo que Cristo dijo: "no juzguéis y no seréis juzgados". Esa norma es muy grave, y es especialmente grave referida a los Obispos. Usted no es quién, y yo tampoco, para juzgar si los 70 Obispos han hecho bien o mal. Lo que si está claro es el "Seguid al Obispo, como Jesucristo al Padre". Se entiende, mientras no manden algo pecaminoso. Ninguno de los 70 lo ha hecho.

-3. Pretender resolver la cuestión con el "haced esto en memoria mía...", mandato de Cristo, es también una falacia. También dijo "Tomad y comed..." y durante unos 15 siglos los fieles comulgaron muy muy pocas veces al año. ¿Eran desobedientes al mandato de Cristo?... Lo que sí está claro es que Cristo manda reconocerle a El en cada Obispo que le re-presenta en cada Iglesia local. Y que lo siga fielmente, viendo en El a Cristo. Los Apóstoles, S.Ignacio de Antioquía, y toda la tradición de la Iglesia han mandado que el pueblo cristiano siga fiel y confiadamente a su Pastor, viendo en él a Cristo. Vea en el Vat. II la "Christus Dominus" y la "Presbyterorum ordinis" en sus primeros números. Y obedezca a su Obispo propio, no a otros, de Polonia, Corea del Sur o de donde sea.

-4. "Los sacerdotes han obedecido a sus obispos dejando de celebrar misa con fieles". a) Bien han hecho obedeciendo. b) En algunas Diócesis, aunque sea a puerta cerrada o en otras condiciones más o menos limitantes (hay un abanico amplio de formas diferentes en el permiso) han celebrado la Misa con fieles aunque no públicamente. Y en todas ha habido sacerdotes celebrando "la Misa privada", sin fieles.
04/04/20 4:18 PM
  
Daniel
Es muy fácil decir que no hace falta comulgar y es mejor obedecer cuando se comulga todos los días. Den ustedes ejemplo y dejen de comulgar como los fieles y únanse, como Cristo se unió al padecimiento humano despojándose de su condición divina, a nuestro dolor. Eso sí sería predicar con el ejemplo.
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JMI.- Usted juzga y condena a los Obispos de España, a la gran mayoría al menos, juzgando que sus disposiciones pastorales están motivadas por el miedo y el distanciamiento de Cristo Crucificado. Y lo hace públicamente, causando escándalo, dando pésimo ejemplo. Recuérdelo la primera vez que pueda confesarse.
04/04/20 5:06 PM
  
estéfano sobrino
Claro y clarificador artículo. Es una pena la pérdida del sentido de la prudencia y de la obediencia en el mundo que nos rodea.
Y la llamativa capacidad de medio mundo para juzgar a todas las autoridades, sean civiles, eclesiásticas, judiciales o deportivas.
¡Saludos desde el confinamiento!
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JMI.-Estéfano, los confinados unidos jamás serán vencidos.
(Es broma).
04/04/20 5:10 PM
  
Paola Sánchez de Argentina
Gracias x ser lumbrera de claridad , prudencia y humildad. Nos hace mucho bien leerlo!!!

Guardamos en el corazón junto a mi esposo la visita que le hicimos en Pamplona en nuestra Luna de Miel.
Abrazo en Cristo y María !!

Paola Sánchez
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Querida Paola, doy muchas gracias a Dios por haberos conocido en Argentina y por la muy grata visita que me hicisteis. El Señor os libre de las tinieblas de cualquier error y os guarde en el esplendor de su verdad. Así seréis santos, como deben serlo quienes han sido elegidos por el Santo desde toda la eternidad, y llamados y consagrados en el tiempo presente en orden a la vida eterna.
¡Allá nos veremos! Abrazo, oración y bendición + José María Iraburu
04/04/20 6:06 PM
  
Juan Mariner
Varias cuestiones a plantearle en torno a la prudencia como ejemplos: la jerarquía de la Iglesia Católica en España ha colaborado "gratuitamente" con los que mandan en el país desde hace decenios, lo de la crucecita del IRPF es sólo para 13TV y COPE a fin de reconducir a los católicos al Partido Popular y aborregarlos al régimen: después de colaborar en traer este sistema político que padecemos algunos, se apuntó a los "10 años de silencio" que pactaron sindicatos, partidos, patronales y demás actores sociales ante los problemas previsibles de la entrada de España en el Mercado Común europeo (CEE) para determinados sectores que se vieron en la miseria sin compensación alguna a modo de reconversión salvaje que decían algunos infiltrados (nada de reconversión: desierto económico, miren el campo y la mar como referentes); ha callado (salvo honrosas excepciones) ante una retahíla de leyes inicuas que se han sucedido en el tiempo "preparando" poco a poco al personal; y, para acabar, no ha tenido agallas de saltarse la prohibición de los caciques que mandan, e informar al pueblo católico de lo que estaba ya pasando realmente en Italia, de la que tenía información fidedigna de primera mano: ha preferido mantenernos en la ignorancia para no molestar "a los suyos".
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JMI.-Usted juzga en público y con gran dureza al Episcopado español, causando gran escándalo. Aunque no pocos, de hecho, no se escandalizarán (conscientemente) porque piensan y hacen lo mismo que usted, incurriendo en el mismo pecado. Recuérdelo en la primera ocasión que tenga de confesarse.
04/04/20 6:11 PM
  
nicodemo
Lo siento Padre,pero si el Pastor de mi rebaño conduce el rebaño al precipicio mi obligación es oponerme frontalmente a el. Hay muchos temas sobre los que los Obispos saben mucho menos que yo...y v.v..
A mí me enseñaron en mi cole católico hace ya setenta años que el poder viene de Dios ...a través de las personas. A Nerón,Hitler,Mao,Fidel o Stalin no hay q obedecerles ciegamente. Y esto no es juicio temerario sino prudencia
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JMI.-El Señor le perdone juzgar al Episcopado español y a la inmensa mayoría del Episcopado mundial, acusándolos públicamente con grave escándalo de "conducir al rebaño al precipicio".
Los Obispos tienen el derecho y la obligación de regular en sus propias diócesis o regiones, con las disposiciones pastorales que estimen más conveniente. Lo que han decidido en una amplia coincidencia, aunque con las diferencias exigidas por la situación diferente de sus distintas Iglesias locales, en absoluto es intrínsecamente malo. Acercarlos a Nerón, Hitler, Mao, etc es una gran impiedad ignominiosa, por la que deberá usted acusarse. Recuérdelo en la primera confesión que haga.
04/04/20 6:31 PM
  
LEO-LERDO C..A..S..T..E..L..L..A..N..I
Padre, leyendo detenidamente su artículo hay cosas que están muy claras, las cuales aprovecho para agradecerle y otras que lamentablemente quedan oscuras.

Usted refiere:

“Los fieles deben distinguir las enseñanzas doctrinales falsas de las disposiciones pastorales prudenciales, que de suyo siempre son discutibles. Aquéllas deben ser resistidas; éstas deben ser obedecidas, como veremos más adelante.”

Este párrafo, sin duda, esclarece la cuestión en un tema fundamental, es breve y va al grano, esclarecedor, muchas gracias.

Por otra parte refiere:

“Pero cargan con cierta frecuencia contra los Obispos, y a veces en público, como en el caso de las normas dadas por ellos sobre el coronavirus, y sin que la conciencia les reproche nada. «No saben lo que hacen». Otros cristianos «buenos-buenos» no caen en ese agujero.”

Acá ya se pone oscuro el tema.

Es que acaso el tema no entraba en el campo prudencial?

O es que TODAS las medidas tomadas por nuestros pastores son idénticas?

O es que en TODAS las parroquias las medidas tomadas por nuestros pastores entran en el campo prudencial?

“Pero cargan con cierta frecuencia contra los Obispos, y a veces en público, como en el caso de las normas dadas por ellos sobre el coronavirus”

Hay lugares como en el que vivo, Provincia de Mendoza, República Argentina, en que el obispo ha transformado las Iglesias en vacunatorios!!!

https://www.lanacion.com.ar/sociedad/coronavirus-mendoza-iglesias-se-convirtieron-vacunatorios-gripe-nid2350042

https://www.youtube.com/watch?v=odnSJjkuJYI&t=193s

Si, así como se lee, o como se observa en el vídeo enviado.
Que no se mal entienda en España o en otras partes del mundo, no es que en Mendoza, una provincia perteneciente a uno de los países más pobres de Sudamérica se tanga la tan soñada vacuna contra el bicho made in China…. NO, de ninguna manera.

….Y entonces, porque se han convertido las Iglesias en vacunatorios?!!

La verdad es que es inexplicable, y es una profanación, lo cual es un PECADO y en este caso es PUBLICO!!

Profanar:
“Tratar sin el debido respeto una cosa que se considera sagrada o digna de ser respetada.”

Suma teológica - Parte II-IIae - Cuestión 99
El sacrilegio

“Respondo: Que, conforme a lo explicado (a.1), el pecado de sacrilegio consiste en tratar irreverentemente las cosas sagradas. Y que a éstas se les debe reverencia por razón de su santidad. Según esto, por ser diversa la razón formal de santidad de las cosas sagradas tratadas de manera irreverente por el sacrilego, es necesario distinguir en éste diversas especies; y el sacrilegio es tanto más grave cuanto mayor es la santidad de las cosas sagradas contra las cuales se peca.”

Suma teológica - Parte II-IIae - Cuestión 33
La corrección fraterna

“….2. Reprender a la cara y en público (Gál 2,11) rebasa a la moderación de la corrección fraterna. Y San Pablo no habría reprendido de esa manera a San Pedro si no hubiera sido de alguna manera su igual en la defensa de la fe. Mas amonestar oculta y severamente puede hacerlo incluso quien no sea igual. Por eso, escribiendo a los Colosenses 4,17 pide San Pablo reprender al superior, en estos términos: Decid a Arquipo: cumple tu ministerio. Hay que tener en cuenta, no obstante, que en el caso de que amenazare un peligro para la fe, los superiores deberían ser reprendidos incluso públicamente por sus súbditos. Por eso San Pablo, siendo súbdito de San Pedro, le reprendió en público a causa del peligro inminente de escándalo en la fe. Y como dice la Glosa de San Agustín: Pedro mismo dio a los mayores ejemplo de que, en el caso de apartarse del camino recto, no desdeñen verse corregidos hasta por los inferiores.”

Padre, desde ya agradezco su infatigable labor para iluminarnos en tiempos donde el humo de Satanás se ha filtrado por todas partes.

En caso de que pueda responderme se lo agradezco, ya que en mi Provincia usted es muy leído y por las circunstancias que le menciono se está cayendo en una confusión.

Reenviando su artículo se juzga injustamente a quienes nos oponemos a las Iglesias vacunatorios diciéndonos “Son «buenos»”, pero “«No saben lo que hacen»” mientras que nosotros (al decir de ellos mismos) somos «buenos-buenos»” ya que “no caemos en ese agujero”.

Por último, tampoco me parece atinada este juicio de buenos y buenos-buenos, entiendo que puede haber muchos católicos que buscan realmente Agradar a Dios sobre todas las cosas y que en caso de errar en esto de las Iglesias cerradas pueden estar cometiendo un error, ya que no es fácil ver con claridad y haber recibido por gracia de Dios una buena formación y un buen criterio.

La herejía, idolatría, injusticia y el error llevado adelante en forma permanente durante muchos años y por parte de la más alta jerarquía de nuestra querida Iglesia hace por lo pronto comprensible un error como el que usted señala.

Con aprecio y el mayor de los respetos que se merece.

LEO-LERDO C..A..S..T..E..L..L..A..N..I

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JMI.- Ya he contestado a esos planteamientos en los tres últimos posts y en esta misma serie de comentarios.
04/04/20 7:23 PM
  
Javi
Padre J. M. Iraburu:
Gracias por su enorme esfuerzo.
Como actitud general muy a tener en cuenta, así es: hay que respetar, escuchar y obedecer al pastor. Pero...
Quienes vivimos noqueados por las notas episcopales sobre la discordia del separatismo o por la ocultación de abusos a menores no estamos capacitados para comprender ni aceptar sólo la obediencia ciega: no sirve.
Lo anticristiano resulta vomitivo.
Muchos fieles de este tiempo no pueden tragar sin más que un obispo escriba en su carta dominical que hoy día más que familia hay familias (donde caben modelos no cristianos) y que Dios "nunca condena" (sin comentarios).
Muchos fieles no somos ni tradicionalistas ni españolistas ni de palabra excesiva ni hipercriticos ni nada por el estilo. Simplemente nos duele lo que sucede por ejemplo ahora con la supresión de las misas con público en la mayoría de diócesis o nos duele el que los laicos por lo general apenas tengan voz en la Iglesia.
Por lo demás, mi profunda admiración por su impagable estudio sobre la evangelización de América y por otras de sus formidables enseñanzas.
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JMI.-Nos tienen que doler los errores doctrinales que puedan tener los Obispos. Y también sus disposiciones pastorales concretas, que como todas las opciones prdenciales tienen sus pros y sus contras. Pero si no llevan en sí nada pecaminoso (los Obispos pueden mandar lo que han mandado lícitamente), tenemos obligación de obedecer: "sigan al Obispo como Jesucristo al Padre". Y no juzgarlo, y menos proclamar públicamente que está equivocado. Otra cosa es hablar con él y decirle con respeto lo que pensamos, por si le sirve para cambiar o matizar la disposición que ha establecido.
04/04/20 7:25 PM
  
Ecclesiam
Muchas gracias por la respuesta pater.

Lo que no veo claro es lo siguiente.

Usted dice cuanto sigue en el post ''(234) Los cristianos no-practicantes son pecadores públicos'':

La Misa dominical es vital para el cristiano. «La celebración dominical del Día y de la Eucaristía del Señor tiene un papel principalísimo en la vida de la Iglesia» (Catecismo 2177). No es, pues, la Misa dominical para los cristianos una celebración litúrgica optativa, no es un lujo espiritual para los más piadosos: es en principio una necesidad vital absoluta. La Iglesia sabe que no hay vida cristiana sin vida eucarística, ya que la Eucaristía es «la fuente y el culmen» de toda la vida sobrenatural en Cristo, como afirma el Concilio Vaticano II con especial énfasis (LG 11, CD 30, PO 5-6, UR 6). Y el propio Cristo lo enseñó con palabras muy claras: «si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros». Y lo mismo en positivo: «el que come mi carne y bebe mi sangre tiene la vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día» (Jn 6,53-54).

La Misa dominical es un precepto grave. La importancia suma de la Misa domincal hace entender la obligación suma de participar en ella. Ya nos lo ha dicho Cristo: «sin Eucaristía no tendréis vida». Por tanto, esa necesidad del cumplimiento dominical no está fundada en el precepto de la Iglesia; es el precepto el que está fundado en la necesidad absoluta de la Eucaristía para la vida cristiana. Si una cierta planta necesita ser regada al menos una vez por semana –así lo indica el prospecto que la acompaña–, se morirá indefectiblemente si durante varias semanas no se le diera ese riego: lo diga el prospecto o bien omita esta información, haya o no obligación de regarla.



Entonces, ¿cómo vamos a sobrevivir los cristianos sino tenemos Misa? No digo ya comunión, digo simplemente Misa. Pues ni la Misa supone necesariamente que debamos comulgar, ni la comunión supone necesariamente que deba ser en la Misa.

Y si tenemos en cuenta que la ley suprema de la Iglesia es la salvación de las almas, no del cuerpo.

Además de lo que dice santo Tomás de Aquino, que considero que está plenamente de acuerdo con las Escrituras, Tradición y Magisterio:

«Pero el bien de la gracia de un solo individuo es superior al bien natural de todo el universo». (Suma teológica, I-II, q. 113, a.9, ad 2)

Esto es lo que no me cuadra. Si tan importante es la Misa para la salud del alma, y si la salud del alma es la ley suprema de la Iglesia, da la impresión que esto quizá contradiga frontalmente con ciertas decisiones tomadas. ¿Cómo lo explica, pater?

Lo pregunto con ánimo de aprender, pues no veo aquí como es coherente esto, pero bien podría serlo.

Muchas gracias desde ya.
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JMI.-Los "no practicantes" se dice de los cristianos que no van a Misa porque no quieren, pudiendo ir. No tienen nada que ver con los cristianos de hoy que querrían asistir presencialmente a la Misa, pero por unas semanas se prohíben las Misas públicas en ciertas condiciones
04/04/20 8:26 PM
  
Scintilla
Me sorprende, padre, que coincida con Gonzalo al decir que “la obligatoriedad de una disposición no le viene de que sea correcta, sino de que emana de una autoridad legítima”. Eso es el positivismo jurídico que, hasta donde sé, siempre ha combatido la Iglesia, para la que non auctoritas, sed veritas facit legem. Lo contrario es Hobbes. ¿La Iglesia leída desde el Leviatán? Y más aún que lo comparta como “esprit fort”. Cosa que, como cristiano, no llamaría a un hermano, dado su origen volteriano, no sé si lo sabía. Qué inspiraciones tan extrañas.
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JMI.-1. Gonzalo quiere decir que aunque la orden dada sea discutible y no conste en modo absoluto su prudencia (que es lo que ocurre casi siempre en los mandatos prudenciales), hay que obedecer superior, Obispo o lo que sea. No tiene nada que ver con el positivismo, Hobbes, el Leviatán y todo lo que usted ve con sus gafas negras.

2. No dice el comentario mío "esprit fort", que como usted señala, tiene un sentido malo irreligioso. Sino "grand sprit", los grandes espíritus, los genios, coinciden. Lo digo en broma, claro.

04/04/20 8:33 PM
  
Scintilla
Universidad de Salamanca, curso 1568-69. De uno de sus más grandes catedráticos (teólogo dogmático, filósofo moral, escriturario, poeta sacro, reformador religioso). Traduzco:
“Si acaece una peste en la ciudad o la amenaza el peligro de herejía [nótese la comparación], obispo y párroco tienen la obligación, aun arriesgando su vida, de permanecer en ella y de administrar los sacramentos o de designar a otros que basten para ello (obligación esta última que no alcanza a capellanes personales ni a monjes, claro); tampoco está permitido entonces a obispo y a párroco renunciar a su puesto, a menos que haya alguien designado para él que esté dispuesto a ejercerlo. De otro modo, obispos y párrocos harían grave injuria al pueblo que les había sido encomendado.”
Lo da como doctrina común en la Escuela.
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JMI.-Ahora hay modos eficaces, que antes no había, de combatir una epidemia.
Ahora la obligación es obedecer a las Autoridades civiles sanitarias y obedecer las indicaciones del Obispo propio o de la Conferencia Episcopal correspondiente.
04/04/20 8:44 PM
  
Scintilla
Todo lo que le he dicho no empece que espere de todo corazón, padre, que usted acierte, aunque no vea cómo pueda ser eso posible. Algo de lo que podrán hacer experiencia los que sobrevivan: si las medidas tomadas por los obispos ayudan a que más gente encuentre a Dios en estos tiempos y que no se pierdan las ovejas que ya tenían encomendadas, habrá que reconocer que fueron un acierto y que, desde luego, dirigieron sus decisiones al último fin sobrenatural guiados por la fe y no por otros motivos espurios a sus obligaciones y por respetos humanos, que haría de esa prudencia una falsa prudencia, prudencia de la carne que decía santo Tomás. Yo creo que a esto se reduce todo lo que aquí se discute, que muchos dudan de que eso sea así. Y gracias por ofrecernos la oportunidad de exponer nuestra discrepancia, nuestra tristeza, nacida de lo que pensamos que es un mal para el Cuerpo místico de Cristo de dimensiones que nunca imaginamos, que no arredra nuestros deseos de oración y servicio, antes los estimula y enciende. Con Dios
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JMI.-Gracias. Bendición +
04/04/20 9:12 PM
  
Rubén (de Argentina)
Yo enseño coincidiendo con lo que, sin diferencias graves, enseña una inmensa mayoría de cardenales, obispos y sacerdotes en las 190 naciones atacadas por el Monstruo viral homicida.
Padre, le recuerdo que el número no es un criterio de verdad; la mayoría pidió por Barrabás. Y las mismas Escrituras nos hablan de que la Iglesia de los últimos tiempos, estará constituida por "un pequeño resto, el remanente fiel", en tanto que la gran mayoría habrá apostatado de la verdadera fe ("pero cuando el Hijo del Hombre regrese, ¿hallará fe en la tierra?). De modo tal que sean muchos los que defienden una postura, no es criterio de verdad. En la crisis del arrianismo, solamente San Atanasio y un puñado de obispos defendían la divinidad de Nuestro Señor; la gran mayoría (un 95% según los historiadores) no creían en la divinidad de Jesús. Si fuera por el número, entonces San Atanasio hubiera estado en el error. Sin embargo la verdad estaba con los pocos.

Lamento que no haya podido contestar si el Cardenal Burke y Monseñor Scheneider, que opinan diferente de usted, fueron temerarios en sus opiniones y hablaron sin saber lo que decían.
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JMI.-En una cuestión doctrinal, de fe, como Atanasio/arrianos, por supuesto que no cuenta el número. En una cuestión prudencial, como es la que nos ocupa con el virus, sí que tiene su fuerza -no absoluta- la posición de una inmensa mayoría de Obispos y Conferencias episcopales, coincidentes al menos en las líneas más importantes de las campañas anti-virus.

En una cuestión prudencial, la que nos ocupa, hemos de considerar con respeto la opinión de dos grandes Obispos, Burke y Schneider, y que en ciertos puntos no los sigamos no significa que los consideremos "temerarios", sino que estamos más de acuerdo con esas grandes líneas comunes adoptadas, con unos u otros matices, por la inmensa mayoria del cuerpo de Obispos.
04/04/20 10:03 PM
  
Catalán
Ah, el clásico argumento decimonónico de la infabilidad de los curas en todos los órdenes, además ahora con una aderezo democrático: si la mayoría lo dice así, ¡más infalible aún!

Es un gran síntesis de todos los defectos preconciliares y postconciliares en un solo artículo. La semana que viene luego a seguir lamentándose de las consecuencias de lo que se promueve.
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JMI.- Sin comentario.

04/04/20 10:14 PM
  
nicodemo
Veo q no me ha entendido. Yo no acuso a nadie,ni les equiparo a Nerón etc. Lea bien lo q digo. Si algún obispo o pastor conduce al rebaño a su muerte NO hay q seguirle. Si alguien me dice q hay q obedecer a Hitler, Stalin etc.(los Nerones de hoy), hay q desobedecerle,sea quien sea .Ud. dice que al poder ,sea el q sea, hay q obedecerle y creo q de eso debe confesarse.
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JMI.-Parte usted de la premisa de que con las normas más comunes que dan los Obispos y las Conferencias Episcopales sobre la lucha contra la pandemia "conducen al rebaño a su muerte". Su juicio de la cuestión vale más que el de ellos, pues el de ellos "nos lleva a la muerte". Su conclusión, "no hay que seguirles", no hace sino repetir su premisa primera. Es un argumento inválido.
04/04/20 10:31 PM
  
Damián
Gracias Padre por su dedicación y su claridad.
En mi diócesis el Obispo ha suspendido el culto público, cosa que acepto y no pongo en entredicho.
Pero ¿qué hacer si las parroquias que tengo cerca de casa están cerradas a cal y canto, y no se nos permite a los fieles no sólo el poder confesar o recibir la comunión fuera de la Santa Misa, sino visitar y adorar al Santísimo Sacramento? Esto no es lo que ha ordenado el Sr. Obispo.
Y otra cuestión, ¿qué hacemos los laicos ante el caso de sacerdotes, como el de un capellán de hospital que se niega a asistir al hospital que tiene encomendado, para atender espiritualmente a los enfermos por miedo de contagio o se le solicita para recibir el Sacramento de la unción de enfermos y se niega por el mismo motivo? (Hablo de hechos que conozco de primera mano)
Dios se lo pague Padre
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JMI.-Por los informes que me han llegado, veo que es común en las Diócesis organizar Misas televisadas, fomentar la comunión espiritual, rezar solo y mejor en familia, difunden por la web diocesana via crucis, oraciones contra pestes, hacen todo lo bueno que se les ocurre...
De los casos concretos de "un capellán de hospital" etc. que refiere, suspendo el juicio. Puede ser que obre mal, que peque faltando a su deber de caridad ministerial. Dios le dé arrepentimiento y perdón. En cambio los capellanes que aceptan ir a confesar o dar unción (en Madrid son unos cien) y cumplen heróicamente con su ministerio (y lo mismo otros que no son capellanes) doy gracias a Dios.

04/04/20 11:09 PM
  
CARMINA ESTRADA
He leído los comentarios y el articulo y vaya vaya...que lio ...soy mexicana y y vivo en la ciudad de Mexico y pues ni los obispos se ponen de acuerdo por que ahora tenemos tres diócesis ..y no una arquidiócesis y tampoco los curas pues hay quien han cerrado a piedra y lodo y no se les ve ...ni tampoco celebran ninguna misa ...y hay otros que celebran hasta tres misas ...solos ...la situacion en Mexico es bien concreta si hay iglesias sin dinero se cerraran definitivamente por que nadie las sostiene... los laicos si podemos ser desobedientes necios tontos e ignorantes ...pero El Señor nos ha dado algunos locos de Dios que nos siguen alimentando y hablando al corazón y hasta en semana santa tendremos oficios ...y que creen ??? iran multitudes??? no , unos 30 a lo mucho entre semana 8-12 esparcidos en toda una iglesia... yo feliz ...con mucho silencio y con una misa sin prisas...GRACIAS DIOS!!!
05/04/20 12:13 AM
  
José María Iraburu
Cierro la Sala de Comentarios
Gracias a todos los que han colaborado en ella.

Ya son las 12,20 de la noche. Ya estamos en el Domingo, el Día del Señor. Dice el Concilio Vaticano II que "el domingo es la fiesta primordial, que debe presentarse e inculcarse a la piedad de los fieles de modo que sea también día de alegría y de liberación del trabajo" (Sacrosanctum Concilium 106).

Obedezco, y cierro los Comentarios.
Buenas noches. El Señor los bendiga a todos.
05/04/20 12:41 AM

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