(193-2) La Iglesia y la unidad nacional. I– Italia

–En buen berenjenal se mete usted…

Procedamus in nomine Domini. «Veritas liberavit vos» (Jn 8,32).

Europa nace principalmente de cinco naciones. Así lo afirma el historiador Luis Suárez en su libro Lo que el mundo le debe a España (Ariel, Madrid 2009, 3ª ed.): «Europa es el resultado de las interrelaciones entre cinco ámbitos culturales que se expresan por medio de los grandes idiomas, español, francés, inglés, alemán e italiano» (pg.7). Y por su parte, la configuración política de cada uno de esos ámbitos –Italia, Galia, Hispania, Britania y Germania– se ha desarrollado en procesos históricos muy largos y diversos.

En todo caso, integrando esos cinco grandes ámbitos, «Europa nace precisamente cuando el Imperio romano acepta la fe cristiana. Durante varios siglos se preferirá emplear el término cristiandad para referirse a ella, aunque el nombre [de Europa], desde el siglo VII, también aparece con frecuencia» (pg. 13).

«Hispania obtuvo su identidad a través de Roma. A comienzos del siglo IV fue reconocida como “diócesis” o ámbito de convivencia» (pg. 7). En el desarrollo histórico de la identificación política de España pueden considerarse como especialmente importantes dos fechas. El año 589, en el III Concilio de Toledo, los visigodos, abandonando el arrianismo, profesan el catolicismo, establecen bajo su custodia una Lex romana, renuncian a la lengua goda y establecen el latín e incluso el modo romano de vestir. Y el año 1492, con la conquista de Granada, los Reyes Católicos reinan ya sobre casi toda la península ibérica, también poco después sobre el reino de Navarra. En ese mismo año se inicia la expansión inmensa de España en América.

Las Galias antiguas ocupaban más o menos el mismo territorio de la Francia actual, y su organización política unitaria se desarrolla al ser conquistada por Roma (s. I), por los pueblos germanos, especialmente por los francos (s. IV), y al ser gobernada por los merovingios, los carolingios, Capetos, etc. Su antigüedad nacional es, pues, como la de Hispania, una de las más antiguas de Europa.

Britania, debido en parte a su propia insularidad, forma también en la historia una unidad nacional sumamente antigua, que recibe una entidad política más explícita cuando viene a ser parte del Imperio romano, en los siglos I-IV. Germania, en cambio, dividida en muchas regiones y pueblos, aunque fue desde Carlomagno (+814) el centro del Sacro Imperio Romano Germánico, sólo el año 1871, con ocasión de la guerra franco-prusiana, alcanza su actual unidad nacional. Italia, de modo semejante, llega muy tardíamente a su plena unificación política, en 1861, cuando los estados de la península y las dos Sicilias se unen finalmente formando el Reino de Italia, presidido por los Saboya.

Pero, como bien advierte el Card. Camillo Ruini, la unidad de Italia debe referirse «a su tradición cultural, literaria, artística y sin duda religiosa, mucho antes y mucho más que a su historia política e institucional» (Il progresso dell’Unitá d’Italia e il Tricolore, conferencia en Reggio Emilia 11-VI-2011 con ocasión del 150º aniversario de la Unidad).

* * *

–La Iglesia favorece la formación de naciones grandes, como España, Argentina, Estados Unidos. Eso en modo alguno significa que sea contraria a la existencia de países pequeños y aún mínimos –Malta, Andorra, Liechtenstein–, cuando su justificación histórica es evidente. Pero, en principio, la Iglesia siempre ha considerado que el nacimiento de naciones, que unen pueblos diversos, realmente participantes de un fundamento común espiritual, tradicional y territorial, es un hecho histórico providencial, sumamente benéfico.

La Iglesia, pues, valora las grandes estructuras nacionales porque, de suyo,

–favorecen la paz, tan infrecuente entre los pequeños reinos de Taifas,

–fomentan la solidaridad entre regiones más cultas o ricas y otras más incultas o pobres, con evidente ventaja para éstas,

–son capaces de grandes empresas religiosas, culturales, económicas, como la evangelización y civilización de América o la llegada del hombre a la Luna, que serían inasequibles a otras naciones más pequeñas, carentes de medios, clausuradas en sus estrechos límites, y por eso mismo, en ocasiones, centradas excesivamente en sí mismas, y

–favorecen también la comunicación y aproximación entre los pueblos gracias al predominio de una lengua común, que, por supuesto, no debe eliminar las lenguas regionales. Es prácticamente imposible el desarrollo de un país en el que se hablan 50 o 100 lenguas distintas, sin que haya ninguna que sea común. Y al mismo tiempo –como pudo comprobarse, por ejemplo, en Italia–, una lengua común predominante colabora grandemente a la unión social, cultural, afectiva y a la solidaridad económica de varios pueblos distintos.

Si el espíritu de Babel lleva a la confusión de lenguas y a la dispersión de los pueblos, el espíritu de Pentecostés tiende a unificar pueblos diversos en una comunión de vida social y cultural participada por todos. Por otra parte, la unidad nacional que la Iglesia promueve nunca exige una uniformidad que elimine las identidades regionales, como lo muestra la historia de las naciones católicas. Fueron el liberalismo, el absolutismo y el comunismo, en pugna con la Iglesia, los que intentaron borrar las tradiciones y particularidades regionales en favor de una ideología impuesta por el Estado.

Toda unidad cristiana tiene su imagen perfecta en la Santísima Trinidad, en la que hay tres Personas distintas, perfectamente unidas por el amor. La Iglesia, pues, a la luz de la fe, considera el nacimiento sano de una nación como un precioso don histórico de la Providencia divina, y estima que lo que Dios ha unido no debe el hombre separarlo, como no haya razones gravísimas que lo justifiquen.

Por el contrario, la Iglesia reprueba a aquella unidad nacional que impone una convivencia injusta, y es fuente de permanentes conflictos, incluso bélicos, entre los pueblos que la integran. Así ha sucedido, por ejemplo, en la historia de la región de los Balkanes o recientemente en Sudán. En tales casos, procurar la independencia se hace necesario para lograr la justicia y la paz.

América, antes del descubrimiento, fuera de los imperios inca y azteca, se componía de innumerables tribus y grupos étnicos diversos, cada uno con su lengua propia, distanciados y desconocidos entre sí, y enfrentados muchas veces en guerras crudelísimas. La organización de las tribus dispersas, reuniéndolas en pueblos, ciudades y naciones, aunque fuera en ocasiones acompañada de violencias e injusticias, fue sin duda en su conjunto un don muy grande de la Providencia divina.

* * *

–La Iglesia favorece también en principio la formación de uniones internacionales, considerando las mismas causas que hacen aconsejable la unidad interna de cada nación. La Unión Europea, por ejemplo, bajo el impulso principal de políticos católicos –Adenauer, De Gasperi, Schuman–, nace después de la II Guerra Mundial, procurando unir a todos los Estados europeos, con el fin de asegurar la paz y el progreso económico y social. Una fecha importante en este intento fue el Tratado de Roma (1957), por el que se estableció la Comunidad Económica Europea (CEE).

Por el contrario, la Iglesia reprueba a aquella unidad internacional que impone una convivencia injusta, y es fuente de permanentes opresiones, e incluso de conflictos bélicos, entre las naciones que la integran. Así sucedió, por ejemplo, en la formación de la Unión Soviética. Así sucede hoy con aquellos grandes Organismos Mundiales, que siguen una orientación cada vez más contraria a la ley natural y al Cristianismo, como ya indiqué en varios artículos de este blog (107, 108, 109) . En tales casos, procurar la independencia, en el grado que sea posible, se hace necesario para lograr la justicia y la paz.

* * *

—Italia

La pueblos de la Italia histórica, aún teniendo desde muy antiguo una base común de tradición, cultura y territorio, siempre estuvieron divididos y con frecuencia enfrentados en varios reinos y principados. A medida en que se iba perdiendo el uso del latín, se formaron en la península dialectos numerosos y bastante diferenciados –friuliano, ladino dolomita, piamontés, lombardo, ligur, véneto, toscano, etc.–. Así las cosas, el nacimiento del Reino de Italia, en 1861, aunque bastante traumático, ayudó a unir en un espíritu patrio común, Italia, a pueblos antes muy cerrados en sí mismos. Y logró que la lengua italiana –basada en el dialecto toscano, el empleado por Dante, Petrarca, Boccaccio– viniera a ser la lengua nacional unificadora. Para la inmensa mayoría de los italianos –y de los que no lo somos–, la unidad de Italia fue y es indudablemente un hecho histórico positivo, y por tanto, un gran don de Dios providente.

Sin embargo, a fines del siglo XX, por los años 90, surge un movimiento independentista, la Liga Norte, conducida por Umberto Bossi, que pretende la independencia total de lo que vino a llamarse Padania, que prácticamente abarcaba en el intento toda la zona norte de Italia, con capital en Mantua, unos 34 millones de habitantes, una mitad de la población nacional. Este movimiento secesionista llegó a tener una fuerza bastante considerable. Y téngase en cuenta que en esa región de Italia, en torno a Milán, se concentran en gran medida las mayores Empresas industriales, Editoriales, Televisiones, etc. de la nación.

El Papa Juan Pablo II, «como Obispo de Roma», fue uno de los primeros en reaccionar contra este intento destructor de la unidad de Italia, que venía a partirla en dos, los ricos del norte, separados del «lastre» –así se expresaba Bossi– de los pobres del sur. En un Mensaje a los Obispos italianos sobre las responsabilidades de los católicos ante los desafíos del momento histórico actual (6-I-1994), entre otras cosas, dice el Papa:

1. «Consciente de los formidables desafíos que nos plantean los signos de los tiempos, como Obispo de Roma me dirijo con profundo afecto a vosotros, obispos de las Iglesias que están en la península y en las islas (…) en especial para dar testimonio de la herencia de valores humanos y cristianos que representan el patrimonio más precioso del pueblo italiano. (…)

«Se trata, ante todo, de la herencia de la fe, suscitada aquí por la predicación apostólica ya desde los primeros años de la era cristiana (…) Asimismo, se trata de la herencia de la cultura, florecida en ese tronco común a lo largo de las generaciones (…) Y, por último, se trata de la herencia de la unidad, que, incluso más allá de su específica configuración política, consolidada a lo largo del siglo XIX, se halla profundamente arraigada en la conciencia de los italianos que, en virtud de la lengua, de las vicisitudes históricas y de la misma fe y la misma cultura, siempre se han sentido miembros de un único pueblo. Esta unidad no se mide por años, sino por largos siglos de historia» (…)

3. Continúa el Papa alegando como un «signo de los tiempos» la unificación creciente de Europa. «¿No es significativo que, entre los principales promotores de la unificación del continente, se encuentren hombres animados por una profunda fe cristiana?». Y cita a De Gásperi, Adenauer y Schuman.

4. «Estoy convencido de que Italia como nación tiene muchísimo que ofrecer a toda Europa. Las tendencias que hoy pretenden debilitar a Italia son negativas también para Europa, y nacen asimismo sobre el telón de fondo de la negación del cristianismo» (…)

6. «Los laicos cristianos, precisamente en este momento histórico decisivo, no pueden evadirse de sus responsabilidades. Antes bien, deben manifestar con valor su confianza en Dios, Señor de la historia, y su amor a Italia a través de una presencia unida y coherente y un servicio honrado y desinteresado en el campo social y político, siempre abiertos a una sincera colaboración con todas las fuerzas sanas de la nación».

7. «Si la situación actual exige la renovación social y política, a nosotros, los pastores, nos corresponde recordar con energía los presupuestos necesarios, que llevan a la renovación de las mentes y los corazones, y por tanto a la renovación cultural, moral y religiosa (cf. Veritatis splendor, 98). (…)

«Me refiero especialmente a las tendencias corporativas y a los peligros de separatismo que, al parecer, están surgiendo en el país. A decir verdad, en Italia, desde hace mucho tiempo, existe cierta tensión entre el Norte, más bien rico, y el Sur, más pobre. Pero hoy en día esta tensión resulta más aguda. Sin embargo, es preciso superar decididamente las tendencias corporativas y los peligros de separatismo con una actitud honrada de amor al bien de la propia nación y con comportamientos de solidaridad renovada. Se trata de una solidaridad que debe vivirse no sólo dentro del país, sino también con respecto a toda Europa y al tercer mundo. El amor a la propia nación y la solidaridad con la humanidad entera no contradicen el vínculo del hombre con la región y con la comunidad local, en que ha nacido, y las obligaciones que tiene hacia ellas. La solidaridad, más bien, pasa a través de todas las comunidades en que el hombre vive: en primer lugar, la familia, la comunidad local y regional, la nación, el continente, la humanidad entera: la solidaridad las anima, vinculándolas entre sí según el principio de subsidiariedad, que atribuye a cada una de ellas el grado correcto de autonomía».

8. Termina el Papa su reflexión religiosa sobre los problemas políticos de Italia, y también de Europa, exhortando a que «todos los creyentes se movilicen mediante la oración común. Sé por experiencia personal lo que significó en la historia de mi nación esa oración (…) Como obispos de las Iglesias que están en Italia deberíamos convocar pronto esta gran oración del pueblo italiano (…) Tengo la firme convicción (…) de que la Iglesia en Italia puede hacer mucho más de lo que se cree en general. Es una gran fuerza social que une a los habitantes de Italia, desde el Norte hasta el Sur. Una fuerza que ha superado la prueba de la historia».

Dos años después, Juan Pablo II, decía a los Obispos italianos: «El bien común y el progreso siempre solidario de la amada Nación italiana –aunque sea según modalidades nuevas– exigen, hoy no menos que ayer, el testimonio claro de los creyentes y su capacidad de proponer y de defender aquella gran herencia de fe, de cultura y de unidad que constituye el patrimonio más precioso de este pueblo» (Discurso a la Conferencia Episcopal Italiana, n.3: 9-V-1996).

El enfrentamiento entre la Iglesia y el nacionalismo separatista del Norte –de una parte del Norte– sigue por esos años in crescendo. Los Obispos italianos apoyan unánimes al Papa Juan Pablo II en la defensa de la unidad nacional. Sobre ella se ha manifestado con especial energía y fuerza de argumentos el Cardenal Camillo Ruini (1931-), Vicario del Papa en la ciudad de Roma (1991-2008) y Presidente de la Conferencia Episcopal Italiana (1991-2007): «la unidad de Italia es indiscutible»; como también el vicepresidente, arzobispo Tettamanzi, y los otros obispos –que yo sepa, nemine discrepante–.

Numerosos políticos defendieron también entonces con toda firmeza la unidad de Italia, como su presidente, Carlo Azeglio Ciampi: «Italia es una e indivisible»; o como el alcalde izquierdista de Roma, Walter Ventroni, que acusaba a la Liga del Norte, no sin razón, de «fomentar el odio entre los pueblos de Italia».

La reacción en el Norte del nacionalismo secesionista es entonces muy dura. Bossi declara que el episcopado es «un lastre» (1996); «o hay referéndum [para la independencia] o habrá guerra civil» (1997); «si el federalismo fiscal no tiene lugar, cogeremos los fusiles» (2007). La militante de la Liga Norte, Irene Pivetti, católica practicante, ex presidenta de la Cámara de Diputados, coincide por esos años en estimar que «las Conferencias Episcopales son solo un gran lastre burocrático» (1996).

Poco después (2008), estos mismos políticos, aliados con el presidente italiano Berlusconi –Bossi como ministro de reformas para el federalismo–, cambiaron el independentismo por el federalismo. Y se mantuvo firme, gracias a Dios, la unidad de Italia.

José María Iraburu, sacerdote

El artículo de 2012, (193-3) La Iglesia y la unidad nacional -y II España, lo he sustituido y actualizado en 2017 por (457) La Iglesia y la unidad nacional de España.

Índice de Reforma o apostasía

23 comentarios

  
estéfano sobrino
¡Muy interesante análisis!

No había caído en la cuenta de esas ventajas de las naciones grandes para la paz social. Quizá por tener más presentes los problemas de secesionismo que presentan.

Pero me parece claro que para que exista una "nación fuerte" hace falta "un ideal que aglutine" a sus ciudadanos. Una "misión conjunta".

Si cada uno busca sólo su propio beneficio... aquello será un berenjenal de 40 millones de habitantes, o 10 berenjenales de 4 millones.

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JMI.-Pues sí.
El Espíritu Santo de Jesús unifica, organiza, solidariza, crea naciones e incluso unión de naciones, que viven en paz y concordia.

El espíritu del Diablo es babélico: dispersa, enfrenta, desorganiza, separa, parte las naciones en partidos, las separa en separatismos egoístas y soberbios, desolidariza, miente y mata.

Así es la historia.
Fíjese en lo que dice el Papa en n.4, donde señala que la debilitación de Italia [y sus brotes separatistas] "nacen sobre el telón de fondo de la negación del cristianismo".
18/09/12 11:29 AM
  
Ignasi Garrido
Efectivamente padre, gracias por el análisis. Segun la DSI los estados son cosa buena por nacer del hombre. El problema que veo que en España no hace auto-crítica ni parece que quiera entender los catalanes. Más bien hecha toda la culpa a los mismos catalanes. No toda la culpa de lo que pasa es nuestra. Oviamente, como dijo el obispo Novell, si uno considera que el estado es injusto con su pueblo puede desear la independencia.
De hecho no olvidemos que Jesús tenía apóstoles separatistas y unionistas.

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JMI.-Van dos observaciones.

1. Jesús eligió para que fueran apóstoles suyos a judíos que unos eran independentistas (zelotes) y otros eran colaboracionistas con el poder de Roma. Lo que no es lo mismo que decir que "tenía apóstoles separatistas y unionistas". Cuando lo dejaron todo y Le siguieron, dejaron atrás sus militancias políticas, y vinieron a ser simplemente seguidores de Cristo.

2. En la segunda cuestión se dan dos hipótesis posibles:

a) Si uno considera que su pueblo está "ocupado y oprimido", puede moralmente procurar la independencia. Pero la moralidad de una opción (fuera de la "ignorancia inculpable") se fundamenta en la verdad del pensamiento. Por tanto,

b) Si tal "ocupación y opresión" son inexistentes, si está inventada por los nacionalistas independentistas, entonces la tendencia separatista carecerá de fundamento real que moralmente la justifique. La Liga Norte italiana justificaba su separatismo alegando las opresiones que los del Norte (pobrecitos ellos) sufrían del centralismo romano: "Roma ladrona" era uno de los lemas de Umberto Bossi.
18/09/12 11:52 AM
  
Ignasi Garrido (respecto el historiador Luis Suarez)
Discrepo con este hisoriador en un aspecto,ignora Polonia que para mi parecer Europa le debe muchísimo, igual que pasó en la península, Polonia paró la invasión Tartara, Turca y la luterana de Suecia y Alemaña. No está nada mal.

Lea el libro God's playground, a history of Poland (sólo está en inglés lo siento) de Norman Davies. A mi me encantó.
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JMI.-Luis Suárez habla del "nacimiento" de Europa. Y no menciona a Polonia porque no tuvo influjo. Lo tuvo, y grande, como Ud. señala, mucho más adelante.
18/09/12 11:58 AM
  
clara
Gracias a Dios, Padre Iraburu, por esta serie que comienza.
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JMI.-Bueno, tanto como serie...
18/09/12 12:08 PM
  
Luis Fernando
Dice usted:
Fueron el liberalismo, el absolutismo y el comunismo, en pugna con la Iglesia, los que intentaron borrar las tradiciones y particularidades regionales en favor de una ideología impuesta por el Estado.


No ocurrió tal cosa con los Estados Unidos, que desde su independencia ha sido un país liberal. Su constitución federal garantiza la identidad de cada estado de la unión. Y salvo alguna tendencia separatista marginal en Texas, fruto del mosqueo del personal con el papel excesivo de la administración central, no es un país que tenga el menor problema en relación a su unidad.
18/09/12 12:24 PM
  
Manuel Morillo
Excelente artículo

Si me permite dos notas

Donde pone

"fomentan la solidaridad entre regiones más cultas y ricas y otras más incultas y pobres"

Creo que es más preciso, y justo cambiar el "y" por el "o"

Que una región sea pobre, necesitando la solidaridad, no implica que sea inculta.

Por poner dos ejemplos de dos países.

Andalucía y Sicilia, regiones pobres, como colectividades, tal como muestra su patrimonio artístico, sus literatos, su historia, como colectividades son regiones de las más cultas (aunque la pobreza haga que haya personas individuales incultas)

Y al revés ocurre, hay regiones ricas e "incultas" de las que no pondré ejemplos para evitar polémicas

Una segunda cuestión que solo planteo;

De las cinco regiones que cita Suárez, las católicas de verdad, las que han tenido una historia católica, no al servicio del protestantismo o la revolución son las que han conservado el nombre latino

España -Hispania-

Italia -italia-

Frente a las que se han denominado con el nombre de los bárbaros,

Francia -de los Francos-

Alemania -alamanes- o en alemán Deutschland -palabra con raíces en la antiguas lenguas germanas , específicamente en la raíz "diu" o "deut" que quiere decir pueblo-,

Inglaterra, -tierra de los anglos- igual que en inglés
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JMI.-Ya he cambiado la y por el o. Es verdad. Gracias.

Ad secundum. De acuerdo en general. Un poco dudoso lo que dices de Francia, porque durante muchos siglos tuvo una historia realmente cristiana. Y San Luis rey, p.ej., no se llamó Luis de las Galias, sino de Francia.
18/09/12 12:33 PM
  
Frank Arden
Creo que ha pasado demasiado "de puntillas" sobre el verdadero y muy cruento conflicto que existió entre los patriotas italianos y los Papas opuestos a la anexión de los Estado Pontificios. Ello hasta el punto de que el último Papa con poder temporal se encerró en el Vaticano y no volvió a salir. La situacioón no se arregló hasta los PActos de Letrán, en plena dictadura de Mussolini. así que podríamos decir que la Iglesia luchó con todas sus fuerzas en contra de la unificación italiana, entre cuyos principales dirigentes (Garibaldi, verbigracia) el catolicismo no era precisamente su estandarte. Para entendernos, que eran mayoritariamente masones...
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JMI.-Como Ud. bien sabe, en la "Cuestión romana", como en tantos otros conflictos históricos, hubo una gran complejidad de intenciones y fuerzas encontradas. Serían precisos unos cuantos artículos para analizar la dicha Cuestión.

La Santa Sede se resistía a una concreta creación y unificación del Reino de Italia, que se presentaba hostil a la Iglesia y que en no pocos aspectos no respetaba sus derechos. En cuanto se produjeron los Acuerdos deseables -e incluso ya antes de ello-, la Iglesia, como se ha visto en los textos que cito, apoyó y defendió con gran fuerza la unidad de Italia.
18/09/12 12:50 PM
  
Yolanda
¿Y no es más sencillo , ¡y real!, decir simplemente que la Iglesia favorece la Justicia y reprueba la injusticia? En este tema como en cualesquiera otros. Porque encuentra usted ejemplos para afirmar una cosa y su contraria...
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JMI.-Doy sobre todo doctrina, como la que da el Papa. Los ejemplos son lo de menos.
Si trato de este tema y me limito a decir "sean justos, no injustos", "hagan el bien y eviten el mal", con eso no hago nada.
18/09/12 8:59 PM
  
Ramón
Lo que hoy parece de sentido común en otro tiempo fue casi una herejía. La unificación de Italia se realizó bajo la influencia ideológica de la revolción francesa y en contra de la Iglesia. Los Estados Pontificios fueron anexionados por la fuerza de las armas. La desamortizacion de Mendizábal fue un juego de niños comparado con eso.

Traduzco de la wikipedia italiana:

“El Papa Pío IX, que se consideraba un prisionero del nuevo estado italiano, reaccionó excomulgando a Vittorio Emanuele II, considerando también no apropiado (no expedit), y luego explícitamente prohibiendo a los católicos a participar activamente en la vida política italiana, de donde se autoexcluyeron durante medio siglo con graves onsecuencias para la futura historia de Italia.”

Ver para creer.

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JMI.-La tesis de mi artículo afirma la gran valoración que la Iglesia da a "la unidad nacional", que congrega a pueblos diversos en un ámbito común de solidaridad, favorecedor de la paz, la comunicación, el progreso, la colaboración; la aprecia especialmente cuando esa unidad nacional se ha consolidado en una historia de siglos, y la defiende con firmeza de separatism injustificados. Por eso el Papa, en el mensaje que he citado a los Obispos de talia (que tiene ya, como Estado, siglo y medio de existencia), dice que "es preciso superar decididamente los peligros de separatismo con una actitud honrada de amor al bien de la propia nación y con comportamientos de solidaridad renovada" (n.4). Ésa es la tesis, y ése conviene que sea el objeto propio de los comentarios.

En este sentido, la "Cuestión romana" a la que Ud. hace referencia, aún siendo interesante, nos saca del tema. No obstante, respondo brevemente a su comentario.

-Al derrumbarse el Imperio romano, la Iglesia toma el poder político en los Estados Pontificios por necesidad, porque en ese momento era la única institución organizada, con autoridad espiritual reconocida por el pueblo, que podía tomar el relevo. En este sentido, era una situación provisional, aunque precisamente por la crónica desunión sufrida por Italia -reinos y ciudades-estados siempre en conflicto, y a veces en guerra-, viniese a durar más de un milenio.

-En el siglo XIX, la Iglesia no estaba en contra de la unificación de Italia. Estaba en contra de la unificación de Italia en forma antieclesial, masónica y carbonaria, hecha en buena parte contra la Iglesia. Otros proyectos de unificación, como el propugnado por Gioberti y los neogüelfos, hubieran sido favorecidos por ella, por ser benéficos para Italia y por no atropellar los derechos de la Iglesia.
Pero, como le digo, ésta es "otra cuestión", a la que por mi parte pongo punto final.
19/09/12 12:16 AM
  
jorge
Padre Iraburu

Felicitaciones por el post, pues efectivamente es la Iglesia la que ha modelado de alguna manera la constitucón de los estados nacionales modernos, aun de aquellos donde el catolicismo no es mayoría.

Sin embargo, no la Iglesia pero sí algunos personajes de la misma, algunas veces, (incluso al menos un Papa) y tal vez en forma equívoca, han reaccionado en contra de posibles experiencias de "éxito" en cuanto a la conformación de estados nacionales.

En particular el beato, Papa también, Pio IX, no fue muy propicio en reconocer a los Estados Unidos de América, toda vez que en plena guerra civil, fue el único "jefe de Estado" que se dirigió al lider de la parte insurgente y secesionista, al traidor Jefferson Davis, como "presidente" de la Confederación. La carta en la web está en inglés, y en ella sólo comete el error de llamarlo presidente, y al resto de los Estados Unidos como "otros pueblos de América"...

http://the-american-catholic.com/2010/08/13/jefferson-davis-and-pio-nono/

Es posible que el Papa Pio IX haya estado muy mal asesorado, cosa que no es una sorpresa.

Finalmente, dudo hoy que el Papa Benedicto XVI pueda llamar a Artur Mas como "presidente" de un estado distinto de España, esperamos que no cometa tremendo error.




19/09/12 7:40 AM
  
Catholicus
¿Y no es más sencillo , ¡y real!, decir simplemente que la Iglesia favorece la Justicia y reprueba la injusticia?
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El amor a la Patria (verdadera) es un justo mandamiento. Hay otras cosas justas que no son patriotismo. Por tanto hay que desmenuzar cada asunto.

Cuando en los mandamientos de Dios se engloba el amor a los padres y el amor a la Patria, se hace por su intimísima relación. En conjunto acaban siendo una y la misma cosa.

La virtud del patriotismo, responde al orden de la GRATITUD debida. Los padres (y la Patria) son los instrumentos usados por Dios para darnos, no solo la vida, sino una identidad, unos hermanos cercanos, un pueblo, historia, cultura común etc, etc. Algo necesario para un hombre, que es un ser social por designio divino.

Son un don de Dios.

Por eso es una cuestión OBJETIVA, no de sentimientos. No depende de nuestro deseo, sino del don objetivo y observable de Dios. Hay que gobernar las pasiones con la razón, y no al revés.

Nadie puede elegir a sus padres. Nadie puede elegir a su Patria. Es Dios quien lo elige por nosotros y debemos amarlos por amor a la Voluntad de Dios.

Nadie por tanto, - y menos usando de la mentira, el rencor, la envidia, la codicia etc- puede ir como católico despreciando los dones OBJETIVOS de Dios, diciendo " yo solo me siento catalán", o yo "considero más a mis padres a los vecinos del quinto que a mis progenitores". Al hacer eso se va contra la Voluntad objetiva y verificable de Dios. La Providencia se muestra por la vía de la evidencia.

Esos son los principios de moral y doctrina cristiana, expuestos por San Agustín, Santo Tomás, el Magisterio, el Catecismo y muy bellamente explicados en "Memoria e IDENTIDAD" por Juan Pablo II.

Cuando los religiosos - y hasta obispos- olvidan estas verdades y se pasan a un nefasto internacionalismo o un absurdo - por lo mal entendido- universalismo, se deja el campo abierto a Satanás para que , vaya por donde, surgan otros religiosos - y hasta obispos- que trabajan para él instando o permitiendo a sus fieles a ir contra todo cuarto mandamiento de la Ley de Dios.

La Iglesia, por la infiltración progre de tantos años, tiene una enorme responsabilidad en toda la sangre y cizañas creadas entre españoles en estos decenios pasados.

Los buenos callaban (y callan) mientras dejaban (y dejan) hacer y proclamar a los malos toda cosa alejada de un fiel cumplimiento de la doctrina cristiana. Es un silencio atronador, vergonzante, doloso y temerario que puede llevarnos de nuevo a la sangre entre hermanos.

Ahora toca REPARAR. Si no, seguiremos pecando de omisión en tema gravísimo y peligrosísimo.

Hay que reafirmar con todo la historia, la natural y la sobrenatural, el bien que supone la unidad de nuestra Patria española, Tierra de María Santísima, una nación especialmente bendita de Dios y con gracias excepcionales para el plan de Salvación divina como tantas veces han recordado tantos papas.

Juan Pablo II llegó a dar gracias en nombre de la Iglesia a España por toda su labor histórica. En sus palabras, era una acto de justicia debido que la Iglesia reconociera toda esa generosa entrega.

Por supuesto que España tiene un destino común en lo espiritual. No es Jose Antonio quien se inventaba eso, él lo recogía de los religiosos que se lo enseñaban como cosa evidente por los signos de nuestra Historia. Que de esa forma habla Dios a las naciones como nos recuerdan tantos sabios y exégetas.

Las cosas solo se cambian, eso, cambiándolas.
19/09/12 11:53 AM
  
Borgoñón gruñón
Coincido en que ///////////////////////////////////////////////////////////////////
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JMI.-Aunque luis se disfrace de Borgoñón gruñón, y escriba con un e-mail de nombre desconcertante, burro@... su ironía grosera tiene siempre un inconfundible sello: made in Pissavini.
19/09/12 7:51 PM
  
Posible objeción
En su discurso citado a los obispos italianos, Juan Pablo II decía: "es preciso superar decididamente las tendencias corporativas y los peligros de separatismo con una actitud honrada de amor al bien de la propia nación y con comportamientos de solidaridad renovada". Mi pregunta es: ¿cómo conseguir semejante actitud honrada y comportamientos de solidaridad renovada cuando falta, al menos en gran parte de los distintos pueblos que integren una nación o estado, ese amor al bien de la propia nación, y cuando el resto se caracteriza por una actitud de conformismo y desidia?
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JMI.-Yo creo que la fórmula base consiste en

1.-Orar, suplicar a Dios que infunda su Espíritu de amor en los que no aman a su nación, sino que inventan agravios insuperables, que obligan moralmente a romper la unidad de la nación, unida durante diez o quince siglos.

2.-Predicar la verdad, la verdad de Cristo, de la caridad cristiana, la verdad de la historia de la nación.

3.-Combatir la mentira, las falsificaciones históricas, el fomento de los odios inter-regionales, que pretende romper en trozos la nación.
20/09/12 5:41 PM
  
Raúl
Madre mía, padre Iraburu, por esta vez y sin que sirva de precedente, coincido plenamente con las sensatas observaciones de su inseparable y dicharachero comentarista. No sabe usted el fregado en el que se introduce. ¿Ha pensado usted en lo que hace...? Tiemblo de pensar lo que puede suceder cuando arribe a tierras hispanas en esta arriesgada aventura europea suya que hoy comienza. Puede causar un incendio en la web de dimensiones incalculables.

De todas formas, le animo a ello. Creo que esta serie de artículos pueden ser muy interesantes y clarificadores, sobre todo para explicar ciertas cuestiones básicas pero evidentemente desconocidas por los homólogos de la Liga Norte en Hispania, entre los que no faltan católicos practicantes (religiosas y religiosos incluidos).


"Que todos sean uno: como tú, Padre, en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado" (Juan, 17, 21).
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JMI.-"El Señor está conmigo. No temo.
¿Qué podrá hacerme el hombre?" (Sal 117,6; Heb 13,6; más Sal 90).
20/09/12 10:55 PM
  
Pedro
¿Todas estas cavilaciones y reflexiones suyas se las contará también a los obispos secesionistas catalanes y vascos o de estos ni mú, como siempre?

Yo creía que la historia solo la tergiversaban los nacionalistas con fines espurios, pero leyendo su cuento sobre la Iglesia y la unidad de Italia me doy cuenta que la falsificación no es sólo patrimonio suyo.
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JMI.-Simpático y dialogante el hombre...
Publico este comentario como una muestra de las impertinencias que cada dos por tres hemos de aguantar los sufridos blogueros.

A veces en la Sala de Comentarios recibimos visitas realmente iluminadoras, observaciones que precisan, corrigen y enriquecen notablemente nuestros escritos. Pero de vez en cuando entran (la entrada es gratuita) personas amargadas y frustradas, que aprovechan para dar unas cuantas patadas a los muebles. Y luego se van.

Una oración a Dios por ellos.
21/09/12 6:00 AM
  
Catholicus
Raul,
Precisamente en los temas muy graves y "pasionales", es donde la Iglesia ha dejado de entrar a saco y ha hecho dejadez en muchas ocasiones en su predicación de dia a dia, dejándose arrastrar por la corriente mundana. Los resultados son desastrosos.

Tanto que hay gente que no sabe que el amor a la patria, como Don objetivo de Dios, es uno de los grandes mandamientos que jamás se han puesto en duda.

La confusión es enorme, gigantesca, y se arregla como hace el Pater Iraburu, entrando en ella.

Fundamentando en la doctrina el proceso necesariamente nos llevará a clarificar asuntos, y mientras más cerca de Dios mejor conoceremos lo que es el patriotismo cristiano, el nuestro, más elevado que el meramente natural.

Piensa como Benedicto XVI en la Patria como en una familia... quien quiere desunirla o romperla? el mismísimo demonio. Es el quien primero inspira todas las afrentas entre esposos o hijos, y acto seguido les convence de que lo mejor es separarse.

Todo es igual, todo es así de sencillo. Quien ampara y da cobertura al divorcio de lo legalmente unido, trabaja para demonio, al menos por temeridad. Sea seglar u Obispo.

"Que todos los pueblos de España sean como UNA SOLA FAMILIA".

Barcelona. Benedicto XVI
21/09/12 12:54 PM
  
Catholicus
Este tipo de textos que aporta Milenko, son claves para comprender qué enseña la Iglesia, los principios que debemos tener claro. Notar que el mismísimo Papa habla de Cristo y su amor a su propia y especial patria terrenal:

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Summi Pontificatus, Pío XII (20 octubre 39, inicios 2ª guerra mundial):

"37. Juzgamos necesaria aquí una advertencia: la conciencia de una universal solidaridad fraterna, que la doctrina cristiana despierta y favorece, no se opone al amor, a la tradición y a las glorias de la propia patria, ni prohíbe el fomento de una creciente prosperidad y la legítima producción de los bienes necesarios, porque la misma doctrina nos enseña que en el ejercicio de la caridad existe un ORDEN establecido por Dios, según el cual se debe amar más intensamente y se debe ayudar preferentemente a aquellos que están unidos a nosotros con especiales vínculos. El divino Maestro en persona dio ejemplo de esta manera de obrar, amando con especial amor a su tierra y a su patria y llorando tristemente a causa de la inminente ruina de la Ciudad Santa."
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Huid todos del falso y malentendido "universalismo". Sin querer ser tiquismiquis, da vergüenza ajena ver que la última moda es sacar banderas vaticanas en vez de banderas de España.

No somos "vaticanos", somos Hijos de Santiago, Hijos de España, la nación que Dios nos ha dado sin pedirlo nosotros, la Tierra de María Santísima. Es un don de Dios, y además muy especial. No somos "universalistas", somos miembros de una Iglesia universal porque está destinada a todas las naciones, sin negar a ninguna. ¿O acaso las parroquias están para anular las familias que la forman?.

La propia nación,patria, es objetivamente observable. Aunque haya casuística y zonas sombrías, y otras naciones con una historia y/o geografía más compleja de definir, eso no niega lo primero. También hay familias complejas y traumáticas donde la complejidad nunca niega la propia institución de la misma. Son un don de Dios en toda su dimensión buena.

Quien solo "se siente" catalán, está despreciando los dones de Dios.

Porque Dios le ha dado, y eso es algo OBJETIVO, toda España como su Patria.

No sirves a Dios sino a Satanás si te crees que es indiferente despreciar los dones de Dios, la tierra y comunidad que la Providencia te entrega, por vía de la evidencia, para que la ames "hasta dar tu vida por ella". Como hizo Jesucristo.

Y es necedad decir que hay naciones que se rompen. Claro ! y matrimonios y bebés a los que descuartizan.... pero si tu colaboras en ello, te haces Hijo del Demonio, sembrador de toda cizaña.

Seas Obispo o sencillo fiel, en eso te conviertes.

Si trabajas por más concordia y unidad, eres un bendito Hijo de Santa María, que quiere más y más unión y Amor entre sus hijos. Sobre todo en la Tierra de María Santísima, como es de sentido común.

Huye de tus pasiones como de la peste!. Es la razón de una conciencia cristiana rectamente formada la que debe gobernar tus amores, y no al revés.

P.d: Y esta es la "letra", la parte doctrinal. Además, y por encima, está el destino espiritual y los designios de Dios para las naciones en particular.

Si hablamos de España, es comenzar y no acabar....
21/09/12 3:52 PM
  
Gracias.
Estupendo como siempre, padre Iraburu.
Y gracias por no rendirse servilmente a ciertos listillos para que no le " golpeen ", como hacen o han hecho otros.
25/09/12 1:42 PM
  
Gris Funcionario
Buenas, participo por primera vez, perdone mi inexperiencia. Aclaro antes de nada que soy católico y no nacionalista. Personalmente opino que las naciones tienen un origen humano. Los hombres las hacen y los hombres las deshacen, como siempre sin que haya jamás paz ni acuerdo al respecto. Desde luego no son inmutables. Nacen, crecen, se reproducen y, a veces, mueren. Las hay efímeras y las hay longevas. Sin embargo el sentimiento nacionalista siempre es semejante al sentimiento religioso, y me atrevo a decir que muchas veces lo parasita. ¿no le parece que la pasión patriótica se adentra en la idolatría?
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JMI.-Sí, ya se nota, Sr. Funcionario, que de cristianismo no tiene mucha idea. El patriotismo es una virtud. El P. Iraburu tiene en su blog un artículo muy bueno sobre el tema: "Patriotismo y crisis actual" ( http://infocatolica.com/blog/reforma.php/1204211208-el-patriotismo-y-la-crisis-ac ) Ahí se lo explica bien.
26/09/12 12:09 AM
  
Gris Funcionario
Tiene Vd. razón. Me he expresado muy mal. Debería haber dicho "pasión nacionalista" y no "pasión patriótica".
26/09/12 7:58 PM
  
CHAKOUR
es un tema complejo y muy resbaladizo en el que considero que no se puede hablar como si pertenecieran casi al depósito de la revelación. la unidad italiana fue un asunto muy complejo, además de la cuestión romana (ya cerrada por usted, aunque no del todo aclarada) está la destrucción del reino de Nápoles y dos Sicilias. muchos católicos tradicionales del sur lucharon contra la imposición de la unidad italiana...(creo que era de justicia que se mantuviera el reino católico del sur...) Por otro lado es muy complejo determinar qué territorios forman "esencialmente" parte de esta "nación" italiana. Lo mismo que la dalmacia podría haber formado parte de ella, el valle de aosta o el südtyrol(donde se habla alemán) o los pueblos de lengua eslovena etc. podían no haber formado parte y no sucedería nada. por qué cerdeña sí y córcega no?... en fin, reconociendo que hay ideas básicas muy válidas en este artículo, creo padre iraburu que lo ha escrito más con la cabeza puesta en la unidad de españa que en italia. son temas muy complejos en los que los principios morales básicos no tienen una concreción evidente en la práctica y en las que los católicos tienen derecho a disentir. siempre buscando la verdad y la justicia por supuesto, pero no creo que haya una obligación moral de pensar todos unívocamente en esto de las unidades nacionales..
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JMI.-Con toda la complejidad de los elementos históricos a los que alude ¡y tantos más que se podrían recordar! deja a un ladito Ud. que tanto el Papa como la Conferencia Episcopal Italiana han considerado unánimemente que se debe mantener la unidad nacional y territorial de Italia tal como viene constituida desde hace siglo y medio. Y dan razones que, sin ser dogmáticas, forman parte de la doctrina social de la Iglesia. No identificar nación y Estado, preservar la unidad nacional como un valor inmenso para las partes unidas, especialmente para los más pobres, etc. etc. etc. Un católico italiano no puede sacudirse esas enseñanzas y exhortaciones del Papa y de los Obispos como si al no ser dogmáticas e infalibles, fueran una mosca.
26/09/12 8:34 PM
  
pedro de madrid
Tanto Prat de la Riva como Sabino Arana no son ellos los más apropiados para cuestionar el idioma ESPAÑOL (aunque a algunos no le guste llamarle así), hablado por más de 400 millores de personas o el carácter andaluz y de otras regiones de España, según el rascista Arana, todos sabemos que existen vascos que no son nada ejemplares, demostrado. Excelente artículo del Sacerdote don José Maria Uralburo, criticado duramente por el nacionalismo, por decir verdades "como puños".
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JMI.-Si no le importa, mejor Iraburu.
Un saludo.
01/10/12 7:21 PM
  
pedro de madrid
Perdón, me equivoque, el apellido es Iraburu. Un saludo muy cordial y respetuoso A su disposición
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JMI.-No se preocupe, que se equivocan muchos.
Bendición +
01/10/12 10:25 PM

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