(177-3) Jesús hizo muchos milagros

–El sábado pasado, el segundo de Pascua, el párroco nos dijo en la homilía que «Jesús no anduvo sobre las aguas del lago»; que se trata sólo de un relato literario. Y lo mismo dice siempre que el Evangelio trae algún milagro.

–Qué miseria. En una entrevista que hacía recientemente un periodista al profesor Andrés Torres Queiruga le preguntó: «Usted rechaza “los milagros e incluso la resurrección de Jesucristo como milagro susceptible de pruebas empíricas”. ¿Su pensamiento continúa dentro del cristianismo?». Respuesta: «Sin duda. Como yo piensan hoy la mayoría de los teólogos actualizados».

Habrá que tratar de la realidad de los milagros de Cristo, para confirmar la fe cristiana en ellos.

La negación de los milagros de Cristo es relativamente reciente, al menos como convicción cultural. A partir del Siglo de las Luces, en el XVIII, la Ilustración posterior, difundiendo el Liberalismo, introduce progresivamente en las naciones de Occidente un naturalismo cerrado a toda sobrenaturalidad. No necesariamente niega la existencia de Dios y de lo sobrenatural, pero niega que puedan intervenir en este mundo visible, herméticamente cerrado en sí mismo. Hay en el fondo una negación del misterio de la Encarnación y un cierto modo de gnosticismo. La negación de los milagros parte en esos siglos de escuelas de pensamiento que, aunque tengan formulaciones muy diversas, y aun contrarias entre sí, vienen a tener un mismo espíritu: racionalismo, deísmo, agnosticismo, filosofía idealista, materialista, marxista, etc. Todos niegan los milagros. Recordaré aquí solamente algunos nombres.

Reimarus (+1768), «Acerca del objetivo de Jesús y sus discípulos» (1778), libro póstumo publicado por su discípulo Lessing (+1781). –Kant (+1804), «La religión dentro de los límites de la razón» (1793). –Strauss (+1874), la «Vida de Jesús» (1835), discípulo de Schleiermacher (+1834). –Feuerbach (+1872), «La esencia del cristianismo» (1848). –Renan (+1892), «Vida de Jesús» (1863). –Bultmann (+1976), «Jesús» (1926). El modernismo, desde finales del XIX hasta nuestros días, niega o pone en duda –viene a ser lo mismo– los milagros y todo lo que en los Evangelios se presente como sobrenatural. Introduce así en el campo católico el pensamiento de esos autores, ya asimilados en la exégesis crítica racionalista e historicista por los protestantes liberales. Así lo denunciaba San Pío X, sintetizando sus errores:

«En muchas narraciones los evangelistas no tanto refirieron la verdad, cuanto lo que creyeron más provechoso para los lectores, aunque fuera falso». Concretamente, «las narraciones de Juan no son propiamente historia, sino una contemplación mística del Evangelio… El cuarto Evangelio exageró los milagros, no sólo para que aparecieran más extraordinarios, sino también para que resultaran más aptos para significar la obra y la gloria del Verbo Encarnado… Juan vindica para sí el carácter de testigo de Cristo; pero en realidad no es sino testigo eximio de la vida cristiana, o sea, de la vida de Cristo en la Iglesia al final del siglo primero» (1907, decreto Lamentabili 14,16-18).

Jesús hizo muchos milagros. Como dice San Juan al final de su Evangelio: «muchas otras obras, que no están escritas en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos» (Jn 20,30); «si se escribieran una por una, pienso que ni el mundo entero podría contener los libros que habría que escribir» (21,25). Ya sabemos que Jesús «recorría toda la Galilea enseñando en sus sinagogas, predicando el evangelio del reino y curando todas las enfermedades y dolencias del pueblo» (Mt 4,3). Y expulsando los demonios. Y sabemos también que ni sus contemporáneos, ni Herodes, ni sus peores enemigos fariseos y sanedritas pusieron en duda los milagros de Jesús: «¿qué hacemos, que este hombre hace muchos milagros?» (Jn 11,47). No es, pues, excesivo afirmar que quien hoy niega los milagros de Cristo no es cristiano. No cree en los Evangelios, pues los milagros forman parte esencial de ellos.

San Marcos. De los 666 versículos, 209 (un 31%) se refieren a milagros. Y esta proporción aumenta si nos fijamos en los diez primeros capítulos, los que llegan hasta el inicio de su Pasión: de 425 versículos, 209 (47%) describen milagros. René Latourelle, comenta este dato diciendo que «el evangelio de Marcos sin los milagros sería como el Hamlet de Shakespeare sin el príncipe» (Milagros de Jesús y teología del milagro, Sígueme, Salmanca 1990, 68).

San Juan. También su Evangelio, y en clave muy teológica, presta especial atención a la fuerza epifánica de los milagros obrados por Jesús. El escriturista protestante Charles Dodd, en su obra The Interpretation of the Fourth Gospel (1953), divide en dos partes el Evangelio de Juan, el libro de los signos, los doce primeros capítulos, y el libro de la pasión. Son muy pocos los milagros referidos por el Apóstol evangelista, si lo comparamos con los Sinópticos, pero casi todos los describe y testifica con mucho detenimiento, en un modo minucioso, notarial, como en la resurrección de Lázaro. Su intención redaccional es patente: las palabras formidables de Jesús y sus hechos milagrosos se iluminan y se autorizan entre sí. Jesús se dice «pan vivo bajado del cielo» y «verdadera comida» después de multiplicar los panes (Jn 6); se confiesa «luz del mundo» tras dar la vista a un ciego de nacimiento (9); se proclama «resurrección y vida de los hombres» después de resucitar un muerto de cuatro días (11). Si se niegan los milagros referidos por San Juan, su Evangelio queda prácticamente eliminado. Y lo mismo sucede con los otros Evangelios.

Los Evangelios unen inseparablemente en Cristo las palabras y las obras. Es norma vigente en todas las Escrituras: «La revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente ligadas: las obras que Dios realiza en la historia de la salvación manifiestan y confirman la doctrina y las realidades que las palabras significan; y a su vez, las palabras proclaman las obras y explican su misterio» (Vat. II, Dei Verbum 2).

En los Evangelios son inconcebibles y también son ininteligibles e increíbles las palabras de Jesús si no están iluminadas y garantizadas por sus obras. La epifanía plena de Dios entre los hombres se hace al modo bíblico, en palabras y en obras. Por eso «Jesús Nazareno fue varón profeta, poderoso en obras y palabras ante Dios y ante todo el pueblo» (Lc 24,19). Los Evangelios refieren las palabras y los milagros de Jesús tal como fueron «vistos y oídos» por sus testigos elegidos. Negar la veracidad histórica de los milagros equivale a negar la veracidad histórica de las palabras de Cristo.

Los milagros son motivos fundamentales para llegar a la fe.Los Apóstoles tienen sin duda una cierta fe en Cristo desde el principio, cuando lo dejan todo y lo siguen. Pero se nos dice que después de su primer milagro, el realizado en Caná, «manifestó su gloria y creyeron en Él sus discípulos» (Jn 2,11). Su segundo milagro en Galilea tuvo el mismo efecto: «Tu hijo vive… y creyó él y toda su casa» (4,53). Acontecimientos semejantes (milagro > fe) se refieren continuamente en los Evangelios. Cuando Jesús camina sobre las aguas, sube a la barca, se calma el viento, y «los que en ella estaban se postraron ante Él diciendo: verdaderamente, tú eres el Hijo de Dios» (Mt 14,33).

Jesús reprocha a veces al pueblo su incredulidad: «si no viéreis señales y prodigios, no creéis» (Jn 4,48). Pero al mismo tiempo aduce sus milagros como motivos para creer en Él: «os he hablado, y no creéis. Las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ésas dan testimonio de mí… Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis; pero si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que comprendáis que el Padre está en mí y yo en el Padre» (Jn 10,25.37-38; ver también, Jn 5,36).

Los Apóstoles, ya en seguida de Pentecostés, al predicar el Evangelio, muestran los milagros de Cristo como motivos de credibilidad realmente convicentes. «Varones israelitas, escuchad estas palabras: Jesús de Nazaret, varón acreditado por Dios entre vosotros con milagros, prodigios y señales que Dios hizo por él en medio de vosotros, como vosotros mismos sabéis»… (Hch 2,22; cf. 10,37-39).

Y téngase en cuenta que antes del año 70, cuando se produce la destrucción de Jerusalén –no queda piedra sobre piedra–, los Evangelios sinópticos difunden ya los hechos milagrosos de Jesús, dando a veces detalles bien circunstanciados y localizados (Naím, etc.) del suceso. Todavía en esos años viven muchos testigos presenciales de los milagros referidos, y también muchos otros judíos que hubieran podido negar la veracidad de los relatos, si éstos no dieran cuenta de hechos realmente acontecidos. Los Apóstoles, San Pedro, San Juan con especial insistencia, aseguran con toda firmeza que ellos dan testimonio de lo que han «visto y oído» (Hch 4,20; Jn 19,35; 1Jn 1,1-3; cf. 5,32; Catecismo 126 y 515).

Por otra parte, cuando el Señor envía a los Apóstoles a predicar el Evangelio, también ellos cumplen su misión con palabras y milagros, al igual que Jesús: «se fueron, predicando en todas partes, cooperando con ellos el Señor y confirmando su palabra con las señales que los acompañaban» (Mc 16,20).

La Iglesia cree en los milagros y enseña que son motivos de credibilidad. Sabe que en la vida de Jesús se hacen «creíbles» sus palabras más «increíbles» –yo soy anterior a Abraham, Señor del sábado, Luz del mundo, Pan de inmortalidad– por medio de sus milagros, hechos prodigiosos que son formidables «motivos de credibilidad». El Concilio Vaticano II afirma que Cristo «apoyó y confirmó su predicación con milagros para excitar y fortalecer la fe de los oyentes» (Dignitatis humanae 11). «Los milagros de Jesús confirman que el reino ya llegó a la tierra [como Él mismo argüía]: “si expulso los demonios por el dedo de Dios, sin duda que el reino de Dios ha llegado a vosotros” (Lc 11,20; cf. Mt 12,28)» (Lumen gentium 5; cf. 58; Dei Verbum 4).

El Concilio Vaticano I en la constitución Dei Filius (1870) enseña: «para que el obsequio de nuestra fe fuera conforme a la razón [Rm 12,1], quiso Dios que a los auxilios internos del Espíritu Santo se juntaran argumentos externos de su revelación, a saber, hechos divinos y, ante todo, los milagros y las profecías que, mostrando en coincidencia luminosa la omnipotencia y ciencia infinita de Dios, son signos ciertísimos y acomodados a la inteligencia de todos, de la revelación divina» (Denz 3009). Por eso, «si alguno dijere que no puede darse ningún milagro y que, por tanto, todas las narraciones sobre ellos, aun las contenidas en la sagrada Escritura, hay que relegarlas entre las fábulas o mitos, o que los milagros no pueden nunca ser conocidos con certeza y que con ellos no se prueba legítimamente el origen divino de la religión cristiana, sea anatema» (3034).

El Catecismo de la Iglesia: «Los milagros fortalecen la fe en Aquel que hace las obras de su Padre: éstas testimonian que él es el Hijo de Dios» (n. 548). Es evidente que si Cristo había de llevar a los hombres al conocimiento de su divinidad era necesario que hiciera milagros. Y los hizo en gran número. «A través de sus gestos, sus milagros y sus palabras, se ha revelado que “en él [Jesús] reside toda la plenitud de la Divinidad corporalmente” (Col 2,9). Su humanidad aparece así como el “sacramento”, es decir, el signo y el instrumento de su divinidad y de la salvación que trae consigo: lo que había de visible en su vida terrena conduce al misterio invisible de su filiación divina y de su misión redentora» (n. 515).

La exégesis desmitizadora, sin embargo, ha penetrado no poco en el campo católico. La desconfianza en la historicidad de las palabras y de los hechos de Cristo, tal como vienen escritos en los Evangelios, afecta a muchos escrituristas y teólogos católicos. La Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe denunció este error, por ejemplo, en la Nota (18-VI-2008) que publicó sobre el libro de José Antonio Pagola, Jesús. Aproximación histórica (PPC, Madrid 2007). La desconfianza sistemática en la historicidad de los Evangelios lleva de suyo a la negación de su historicidad. La ruptura entre la investigación histórica de Jesús y la fe en Él, es decir, la interpretación de la Sagrada Escritura al margen de la Tradición viva de la Iglesia, pueden conducir a «un uso arbitario de los evangelios, incompatible con la fe» (Nota 20). En varios artículos de este blog (76-79) estudié con algún detenimiento estos aspectos de la obra de Pagola. Pero veamos algunos otros ejemplos.

Tengo a mano el Comentario al Nuevo Testamento realizado por varios autores (Casa de la Biblia, Ed. Atenas-PPC, Madrid 1995, 745 pgs.). Y a propósito de la escena evangélica a la que aludía al principio, Jesús caminando sobre el lago (Jn 6,16-21), consulto la exégesis que le dedica el profesor Felipe Fernández Ramos al comentar el Evangelio según San Juan (263-339). Comienza por negar abiertamente que el autor del cuarto evangelio sea San Juan apóstol: «…su autor no ha podido ser Juan el Zebedeo… Más aún, creemos que su autor no pertenece al círculo de los Doce» (269). Y los milagros que refiere de Cristo, al menos algunos de ellos, no han de entenderse como hechos históricos, como tampoco los sucesos postpascuales.

Jesús camina sobre las aguas. «En cuanto a la historicidad, el hecho es más teológico que histórico. Esto significa que la marcha sobre las aguas no tuvo lugar de la forma que nos narran los evangelios» (288). Un hecho que no tuvo lugar de la forma contada en los Evangelios es un hecho que no se ha producido, que no ha tenido existencia ni de la forma narrada, ni de ninguna otra forma. Los hechos teológicos, que yo sepa, no existen. Los únicos hechos reales son siempre históricos, es decir, son acontecimientos sucedidos.

Y ya que estoy con el libro en la mano, me asomo a otros milagros de la vida de Jesús.

La resurrección de Lázaro. Se trata de «una parábola en acción… De cualquier forma, debe quedar claro que la validez del signo y de su contenido no se ven cuestionados por su historicidad»; o para ser más exactos, por su no-historicidad. Al parecer, que el hecho se produjera o no realmente no afecta en nada a la significación del mismo. «El último de los signos narrados… debía ser un cuadro de excepcional belleza y atracción. El evangelista ha logrado su objetivo. Nos ha ofrecido un audiovisual tan cautivador… Quedarse en la materialidad del hecho significaría el empobrecimiento radical del mismo» (303-304). El hecho, pues, el presunto milagro, quede claro, es lo de menos; lo importante es la significación que el relator quiere expresar a través del hecho narrado. Aunque en realidad, piensa uno, es muy difícil explicar el significado que pueda tener un hecho que no ha sucedido.

La resurrección de Cristo y sus aparicionesa los discípulos reciben en esa obra el mismo tratamiento exegético. La resurrección: «las cosas no ocurrieron así. Estamos en el mundo de la representación» (329). Las apariciones, en las que los discípulos ven, oyen, tocan a Jesús, comen con Él: «el contacto físico con Jesús no pudo darse. Sería una antinomia. Como tampoco es posible que él realice otras acciones corporales que le son atribuidas, como comer, pasear, preparar la comida a la orilla del lago, ofrecer los agujeros de las manos y del costado para ser tocados… Este tipo de acciones o manifestaciones pertenece al terreno literario y es meramente funcional; se recurre a él para destacar la identidad del Resucitado, del Cristo de la fe, con el Crucificado, con el Jesús de la historia» (330). Según esta interpretación, se trata de relatos de unos hechos muy significativos, peroque no son históricos, ya que no sucedieron en modo alguno: ni como son referidos por los Evangelios ni de ninguna otra manera. Son hechos simplemente imposibles, y por tanto no pudieron ser reales.


Perdonen, pero cuando oigo decir lo que puede y lo que no puede hacer Dios en este mundo creado, me viene a la memoria lo del Salmo: «el que habita en el cielo sonríe, el Señor se burla de ellos. Luego les habla con ira, los espanta con su cólera» (2,2-3).

Si los hechos milagrosos de Jesucristo han de ser entendidos no partiendo de su objetividad histórica –negada o puesta en duda–, sino mirando sólo su sentido y significación, entonces también las palabras de Cristo que leemos en los Evangelios habrán de ser entendidas en un sentido no real, sino puramente simbólico y alegórico: «yo soy anterior a Abraham», «nadie llega al Padre si no es por mí», «yo soy el camino, la verdad y la vida», «mi cuerpo es verdadera comida», etc. Consiguientemente estas palabras no son roca firme en las que pueda fundamentarse la fe de la Iglesia. Y dando un paso más: ¿por qué no negar también la historicidad de las palabras, si se niega la historicidad de los hechos?… No faltarán algunos que podrían responderme: «es que, efectivamente, no sólo negamos la historicidad de los milagros de Jesús, sino también la de sus palabras».

¿Jesucristo anduvo sobre las aguas? El relato de este milagro lo hallamos antes del 70, año de la ruina total de Jerusalén, en el evangelio de San Mateo (14,22-23) y en el de San Marcos (6,45-52); y a fines del siglo es confirmado por el evangelio de San Juan en el fragmento ya citado (6,16-21).

–Mateo. La barca de Pedro navega muy alejada de la orilla, y el mar enfurecido la pone en peligro. Es de noche, «en la cuarta vigilia», entre las 3 y las 6 horas. «Jesús vino hacia ellos caminando sobre el mar», lo que solamente es posible para Yahvé (Job 9,8; Hab 3,15; Sal 76,20; Is 43,16; Sab 14,1-4). Los discípulos, «al ver» a Jesús caminando sobre las aguas, dicen que «es un fantasma», y «por el miedo dan gritos». Jesús les tranquiliza con palabras que le identifican con Yahvé: «Yo soy, no temáis». Todos se arrodillan y confiesan: «Verdaderamente tú eres el Hijo de Dios».

Marcos. La barca en «la cuarta vigilia» está ya en medio del mar, y el viento es contrario. «Al verle caminar sobre el mar, creyeron que era un fantasma y se pusieron a gritar, pues todos le vieron y se asustaron», sin haberle reconocido. Como en Mateo, la escena se produce «en seguida» de la multiplicación de los panes. En esta fase de la vida pública de Jesús necesitaban los discípulos estos milagros. «Subió con ellos a la barca y cesó el viento. Ellos estaban en el colmo del estupor, pues no habían comprendido lo de los panes, porque tenían la mente embotada».

Juan. Es ya «noche cerrada», se han alejado mucho de la orilla, el viento sopla fuerte y el lago se va encrespando. «Ven a Jesús, que se acerca a la barca, caminando sobre el mar, y se asustaron». No lo reconocen. Y él se identifica: «Yo soy; no temáis». El «Yo soy» del evangelio de San Juan expresa una soberanía absoluta, un poder ilimitado, que solo Yahvé posee sobre todo lo creado, también sobre las aguas del mar. El mar, en su movimiento continuo, poderoso, amenazante, significa muchas veces en la Biblia el caos, la fuerza del Maligno (Is 57,20; Jer 5,22; Jud 1,13). De el mar surge la Bestia que, potenciada por el Dragón infernal, seduce y domina el mundo (Apoc 13,1). Cuando vuelva finalmente Cristo, y establezca un cielo nuevo y una tierra nueva, «el mar ya no existirá» (21,1): ya no habrá sitio para el mal… Y los discípulos «vieron a Jesús que caminaba sobre el mar y se acercaba a la barca».

La historicidad de la escena es cierta. Es cierta porque lo afirma «el Evangelio, la palabra [de Dios], el mensaje de la verdad» (Col 1,5). Pero muchos otros argumentos pueden ayudar a creer en ese milagro. –Los testimonios son múltiples y concordantes. –El hombre Jesús, caminando sobre las aguas, es inimaginable para el monoteísmo judío: sólo Yahavé puede hacerlo. –Los apóstoles representan un papel lamentable: no reconocen a Jesús, creen ver un fantasma, se llenan de pánico, dan gritos descontrolados, no entienden nada. Nunca un cronista su hubiera atrevido a contar eso de ellos si no fuera la verdad sucedida. Los hubiera descrito simplemente como discípulos lúcidos, llenos de gozo y entusiasmo. –La salida de noche en la barca y la brusca tempestad son episodios connaturales a la vida de los discípulos. –En el curso del ministerio público de Jesús, la escena se produce en la transición entre la predicación del Reino y la revelación creciente de su identidad personal. –Si la Iglesia hubiera inventado el suceso, habría tenido más cuidado en poner de acuerdo a los relatores en algunos pequeños detalles discordantes.

Jesús caminó sobre las aguas del mar. El acontecimiento es histórico. El paso de Dios entre los hombres es en Cristo unas veces humilde y sencillo, otras veces fascinans et tremendum. Como debe ser. El Señor domina sobre toda la creación, también sobre el poder oscuro y maligno del mar enfurecido. Los milagros, es decir, los hechos como éste, del que los Apóstoles y evangelistas dan testimonio porque «lo han visto y oído», dan motivo racional a nuestra fe y la confirman.

La exégesis que niega los milagros o los pone en duda –lo que viene a ser lo mismo–, aunque ha sido reprobada hartas veces por la Iglesia, se ha generalizado tanto entre los escrituristas católicos, que ya ha venido a ser predicada y enseñada frecuentemente en las parroquias, catequesis y grupos. De hecho, un Comentario como el que he citado, que tiene sin duda otros aspectos muy valiosos, no suscita ya ni alarmas ni resistencias. Obras como ésta se difunden amplia y pacíficamente a través de las editoriales y librerías católicas, sin que apenas nadie las denuncie. Los profesores que durante muchos años vienen enseñando estos errores siguen en sus cátedras porque sus Obispos o Superiores religiosos no los retiran. Y son muy pocos los profesores católicos ortodoxos que impugnan públicamente las obras de esos autores. La prepotencia de los «teólogos actualizados", que esgrimen científicamente la exégesis crítica e histórica liberal, ha producido en muchos profesores católicos un temor paralizante a parecer anticuados y superados, sumidos en el «sehol» de la exégesis verdadera, fiel al Magisterio. Se han quedado sin habla.

Llamado a párrocos y catequistas que en algunos temas enseñan en contra de la doctrina de la Iglesia. En la presencia del Señor, deténganse a pensar en lo que hacen, concretamente, cuando niegan un milagro. Como decía San Pedro, «ya sé que por ignorancia habéis hecho esto» (Hch 3,17), sin mala intención, por una mala docilidad a las modas ideológicas, que se presentan como el último grito de la verdad. Pero, en la presencia del Señor, miren lo que hacen: no sean ya «como niños, que fluctúan y se dejan llevar de todo viento de doctrina por el engaño de los hombres, que para engañar emplean astutamente los artificios del error» (Ef 4,14). Reciban la enseñanza de la Iglesia, Mater et Magistra, pues solo ella conduce a la fe adulta, a la condición de «hombres perfectos, en la medida de la plenitud de Cristo» (4,13). Conozcan la maldad de lo que hacen y sus consecuencias:

El que niega un milagro del Evangelio, como el caminar de Jesús sobre las aguas, niega o se autoriza a negar todos los demás. ¿Por qué no?… Y recuerden lo que enseña la Iglesia: «si alguno dijere que no puede darse ningún milagro», que los del Evangelio han de entenderse como simples relatos literarios, o que «nunca pueden ser conocidos con certeza», sea anatema (Vaticano I: Denz 3034). Tengan piedad de la gente que les ha sido confiada, y tengan piedad de sí mismos.

José María Iraburu, sacerdote

Índice de Reforma o apostasía

39 comentarios

  
Nelson Medina
Precioso y minucioso análisis, P. Iraburu: GRACIAS. Comento tres cosas:

(1) Por supuesto--no hay que oponer, ni este artículo lo hace--historicidad y significación teológica. El gnosticismo larvado que incluyen posturas como la de Torres Queiruga viene a decirnos que la materia no importa, y que sólo importa el sentido o significado: la enseñanza, la "gnosis." Muy al contrario, la estructura de los textos es "sacramental": presupone el hecho sucedido que, precisamente en la solidez de su acontecer, sirve de base para el sentido noético, espiritual o teológico. Por ejemplo: la VERDAD del caminar sobre las aguas, invita a reconocer la VERDAD del señorío de Cristo sobre la creación, de un modo que el judaísmo sólo atribuyó a Dios, pues sólo él domeña la arrogancia de las aguas, según aquello del final del libro de Job.

(2) Otro punto importante lo comentaba Bruno Moreno hace unos meses: existe el prejuicio cientificista de que toda la gente de la antigüedad vivía en un mundo de fantasía donde cualquier cosa podía suceder en cualquier momento. Es como si se pensara que para ellos que alguien esté paralítico muchos años, y un día se levante, es parte de un mundo donde cualquier cosa puede pasar. Si ello fuera así, los autores sagrados se sentirían con cierta licencia para contar como acaecidas cosas que nunca pasaron. Gracias a Dios, los textos son lo suficientemente claros como para mostrar el impacto, la extrañeza, la incredulidad que esos hombres, lo mismo que nosotros, sentimos cuando percibimos que el mundo creado cede el paso ante la majestad y la compasión de su Creador.

(3) Ayuda mucho a la fe en la realidad de los milagros el haber presenciado unos cuantos. Sé bien que la Renovación Carismática no tiene monopolio del Espíritu Santo, ni más faltaba, pero, con mis propios ojos, y en cierto sentido como fruto de mi pobre oración, he visto milagros sobre cuerpos y mentes, incluyendo sanaciones físicas. Cuando leo esos malabares de teólogos que parece que sólo salen de sus despachos para ir a simposios donde hablan con otros de su mismo estilo y lenguaje, suspiro implorando a Dios que alguna vez todos ellos puedan asomarse a un lugar donde de veras se ore, se adore y se celebre el amor incontenible e inexhausto de Dios.
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JMI.-Precioso y minucioso comentario, P. Nelson: GRACIAS
26/04/12 3:38 PM
  
Inés
¿Su pensamiento continúa dentro del cristianismo?». Respuesta: «Sin duda. Como yo piensan hoy la mayoría de los teólogos actualizados». En algo va a tener razón Quieruga...ése es el drama. Me maravilla ver cómo venden sus libros en ciertas Librerías "católicas", junto a los de César Vidal, Leonardo Boff, y Coello sin ninguna reseña...además de "espiritualidades" que viene Luis Santamaría aquí entra a la librería episcopal y se cae del susto.
En fin el otro día vino un "teólogo" a la parroquia, mandado por la pastoral a darnos unas charlas sobre Pablo. Éstas son algunas lindezas:
-"Tenemos que llegar más allá Pablo fue un rebelde lo de caerse del caballo es alegórico.Él se mantenía de su trabajo no como la curia (en este caso Pedro)...Ahí está el dilema Pablo habla de la gracia y Santiago de las obras. Por eso nuestros hermanos evangélicos están distanciados"
-Las mujeres tuvieron mucha importancia al principio del cristianismo, ponían sus casas a disposición de reuniones de los cristianos y no había esta jerarquía eclesiástica hasta siglos después
-"La encíclica "extra ecclesiam nulla salus", no es cómo pensáis, indica que en la Iglesia tenemos más medios de salvación pero por ejemplo el buen musulmán que no conoce la Fe en Cristo se salvará por ser buen musulmán .
-"Pablo nos indica que somos prisioneros del pecado y que siempre vamos a caer en los mismos errores y que tenemos que asumirlo qué le vamos a hacer".Para entender estos problemas, que tenemos sobre los errores que cometemos hay un libro muy bueno de psicología ..."
_Eso por no contar que cada vez que sale un texto en el evangelio sobre el demonio o un endemoniado es un "enfermo mental".
Con el tema de los milagros no entramos pero casi que mejor...
Ruego por la conversión de ésta persona. Y agradezco al Obispado su interés por mi formación, pero la próxima vez, como les diré en la carta que pienso mandar, que me manden a alguien con Fe católica aunque tenga menos "conocimiento" dogmático que seguro que aprendemos más...Ainsss señor qué cruz!!
Gracias por el análisis así sabemos de qué barro vienen estos lodos...
Por cierto ¿es sólo en mi provincia o hay cierto anti-magisterio en más sitios?. La Biblia les encanta cogerla pero cuando mencionas la palabra catecismo de la Iglesia o encíclica tuercen la boca...
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JMI.-No, la epidemia no es sólo en su provincia. No.
Acuérdese de escribir la carta.
26/04/12 4:04 PM
  
Peter
Padre, muchas gracias. Muy esclarecedor. Hace unos dias, un sacerdote, profesor en un Instituto de teologia, dijo que el milagro de las aguas divididas que nos cuenta el Exodo no fue asi. "Ya nadie cree que las guas se dividieron y el pueblo paso entre 2 columnas de agua"... ¿Que decir al respecto?
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JMI.-En el momento, digamos, fundacional de Israel como nación, que se da justamente en la Pascua y la salida de Egipto, como en el comienzo mismo de la Iglesia, hubo muchos milagros. Y ciertamente el Paso del Mar Rojo lo fue. A él alude San Pablo, "todos atravesaron el mar", etc. (1Cor 10,1-2).

Que el hecho fuera magnificado según los modos de la literatura épica de Israel (una muralla de agua a la derecha, otra a la izquierda, y como añade el libro de la Sabiduría (19), un verde prado para el cómodo y grato paso de los judíos), eso lo reconocen los escrituristas católicos, que sugieren modos más sencillos, aunque sí milagrosos. Los géneros literarios son muy diversos en el AT y en el NT, sobre todo en los libros históricos.

En muchos textos de la historia sagrada de Israel los cronistas agrandan poéticamente los textos, multiplican los ejércitos de Yahavé de modo increíble, etc.

Pero justamente en el Nuevo Testamento, en los Evangelios, el lenguaje es perfectamente conciso y modesto. Fíjese Ud. en el modo como cuenta San Juan que "vieron a Jesús que caminaba sobre el mar"... y poco más dice. ¡Imagínese cómo contaría la escena un judío de unos cuantos siglos antes de Cristo!
Los milagros de Cristo son narrados con el estilo humilde, preciso y extremadamente sobrio del Evangelio.

NOTA PARA LOS COMENTARISTAS
Les ruego que no hagan preguntas concretas sobre la historicidad de éste o de aquel otro texto del AT o del NT. Esta vez he contestado, pero si hay, quizá, unos 50 comentarios, como en el artículo anterior, no estoy en condiciones de contestar 50 consultas exegéticas. Por una parte, no soy un escriturista experto, profesional. Y por otra, tendría que estudiarlas y dedicar al Consultorio un tiempo del que no dispongo.

Esta Sala de comentarios no va a ser un Consultorio sobre la Sagrada Escritura.
26/04/12 4:21 PM
  
Adeste Fideles
Yo he de reconocer que después de mucho exprimirme la cabeza he llegado a la conclusión final de que a los teólogos progresistas definitivamente no los entiendo nada. Aunque me da a mí que ellos tampoco se esfuerzan mucho en comprender lo que imaginan. De todas formas, negar la historicidad de los milagros es negar la propia manifestación histórica del Hijo de Dios; y, por tanto, de Dios mismo. Si Jesús de Nazaret no hizo milagros ni resucitó fue un simple maestro judío que predicó algunos preceptos morales más o menos válidos, pero ya está. Y, claro, quien piense eso difícilmente puede ser llamado cristiano.
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JMI.-"En realidad no saben lo que dicen ni entienden lo que tan rotundamente afirman" (1Tim 1,7).
26/04/12 5:38 PM
  
Luis López
Hay muchos indicios, desde la misma literalidad de los evangelios, que indican que las escenas asombrosas que describen los evangelistas (con sorprendente sobriedad por otra parte) sucedieron tal y como las cuentan.

Por ejemplo, el Evangelio de Marcos -que recoge la primitiva predicación de Pedro- al narrar el milagro de la "tempestad calmada" señala un dato que remite clarísimamente a un testigo ocular como es el detalle de que Jesús, mientras arreciaba la tormenta, estaba dormido "sobre el cabezal de popa". Un detalle inolvidable de una noche asimismo asombrosa.

O el mismo Marcos/Pedro, al narrar la Transfiguración, señala que las vestiduras de Jesús transfigurado "estaban tan blancas como ningún batanero podría blanquearlas", comparación que remite al primer recuerdo que tuvo el apóstol al ver al Señor en la Gloria.

Los mismos relatos de la resurrección, criticados por ser tan inconexos, en el fondo revelan que la presencia de Jesús resucitado entre ellos no es un recuerdo idealizado, sino una realidad absolutamente nueva, única en la historia de la humanidad, y que no hay un lenguaje apto para contarlo, y sólo a través de esos retazos evangélicos podemos intuir la novedad absoluta de Jesús resucitado, absolutamente real, pero absolutamente nueva.

En fin, que si hay algo que amigos y enemigos de Jesús le han reconocido es eso: que hizo milagros. Los nuevos teólogos en eso son más incrédulos incluso que los enemigos contemporáneos, judíos y paganos, de Jesús.
26/04/12 6:44 PM
  
Santi
Otra cara de esa misma increencia es en la homilía pasar de puntillas sobre el tema del milagro de Jesús y hablar de lo que viene en gana ese día... para aburrimiento del personal.
26/04/12 6:50 PM
  
susi
Los "teólogos" no creen que Jesús haga o hiciese milagros. Pobriños, peor para ellos.¿QUé dicen sobre los milagros que se piden para canonizaciones y beatificaciones?
La gente normal, del pueblo, no solo cree sino que piensa que los pueden experimentar en sus vidas.Por eso van a los santuarios marianos, o rezan a los santos por curaciones, resoluciones de problemas familiares...
26/04/12 10:09 PM
  
José Carlos Enríquez Díaz
Excelente Padre Iraburo. Dios le siga bendiciendo
26/04/12 10:13 PM
  
Raúl
Aún recuerdo un cursillo al que asistí hace un par de años, "cuestiones fundamentales de la Fé católica" creo recordar que se llamaba, organizado por la Compañía de Jesús (ya lamento que fueran ellos, pero así sucedió realmente...).

Una de las cosas que más me llamó la atención del curso en cuestión fue que el ponente (sacerdote de la Compañía, por supuesto) repetía una y otra vez, apoyándose en un libro del que nos repartió algunas fotocopias, que los relatos evangélicos sobre la aparición del sepulcro vacío la mañana de Resurección eran una "leyenda sacra". Así lo decía el buen hombre. Una leyenda. Sacra, sí, pero leyenda. Y en ese plan estuvo con más cosas, no sólo con el tema de la Resurección.

Y cuando en un determinado momento un servidor, estupefacto, y por qué no decirlo, bastante quemado ante lo que estaba escuchando sin que nadie se atreviera a decirle nada, le preguntó qué era entonces lo que debíamos creer y a qué debíamos atenernos entonces, el jesuita en cuestión me contestó sin pensarselo un segundo, y sin despeinarse ni na, que hay que creer lo que diga la Congregación para la Doctrina de la Fé. Y se quedó tan pancho el tío.

Claro, automáticamente yo le pregunté si alguna vez dicha Congregación había sostenido que la aparición del sepulcro vacío sea una "leyenda sacra" o algo parecido a eso, a lo cual él me respondió que no. Pero que tampoco lo había negado nunca. Así, como suena.

Ya no estrictamente sobre los milagros, pero relacionado con el tema, el buen hombre sostenía que Jesús, en cuanto verdadero y perfecto hombre, no podía conocer ni saber el futuro. A mí se me vino inmediatamente a la mente el episodio de las negaciones de Simón Pedro, profetizadas por Cristo, y así se lo expuse. Él me contestó que sí... que bueno, que oye... que vale, pero que en fin. Que Jesús conocía muy bien a Pedro... y en fin, que tal. Vamos, como que la cosa no era tan difícil de predecir y en el fondo no tenía tanto mérito, y como restándole mérito a las profecías en cuestión. Cualquiera lo habría acertado, oye.

En fin. Así está el patio. Con ganas me quedé y a punto estuve de escribir al Arzobispado de mi ciudad para exponer el asunto. Yo en aquél entonces era bastante ignorante en cuanto a la situación lamentable de tantos y tantos religiosos y sacerdotes en la Iglesia, y me quedé bastante sorprendido e incluso escandalizado. Ahora ya estoy curado de espantos y ya no me sorprende nada. Casi hasta me divierto escuchando y leyendo ciertas cosas.

Padre, perdónales porque no saben lo que hacen. Ni lo que dicen. Ni lo que escriben. Ni lo que enseñan. Ni todo lo que están destruyendo.
26/04/12 10:27 PM
  
José Calos Enríquez Díaz
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JMI.-No. Mejor no meterse con él.
Rezar por él sí.
26/04/12 10:43 PM
  
José Carlos Enríquez Díaz
Padre Iraburo. las personas que vean el comentario pensarán que le he insultado y muy lejos de eso mi intención. Me gustaría dejar eso claro. El comentario era duro, pero me parece muy duro todo lo que el niega...

Dice que no niega la resurrección de Jesús, pero niega la resurrección de la carne.

Me gustaría dejar claro que jamás he atacado a su persona, pero esto es lo que pienso de TQ:

http://maranathacristoessalvacion.blogspot.com.es/2012/04/las-alucinaciones-de-torres-queiruga.html


http://maranathacristoessalvacion.blogspot.com.es/2012/04/torres-queiruga-la-oracion-de-peticion.html

Rezo por él para que Dios le ilumine y para que pueda ver que Dios sigue haciendo milagros todavía hoy y Que Dios responde a nuestras oraciones
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JMI.-De acuerdo.
26/04/12 11:30 PM
  
José Carlos Enríquez Díaz
TQ niega casi todos los milagros
Todo lo que no proviene de fe es pecado" (Romanos 14:23).

Creer o no creer,
Esa es la pregunta.
¿Realmente Jesús caminó sobre el agua?
¿Curó leprosos?
¿Resucitó a los muertos?
¿Hizo ver a los ciegos?
¿Causó que el viento y las olas le obedecieran?
¿Echó fuera a demonios?
¿Curó a los lunáticos?
¿Y convirtió el agua en vino?
Para creer todo esto,
¡Un hombre tiene que creer en los milagros!
Sin embargo, un hombre no puede creer en Cristo en absoluto,
si no cree en milagros
su resurrección
y ascensión.
Él está muerto o vivo,
y si está vivo…
¡Es un milagro!
Y todo lo que Él alguna vez hizo fue milagroso.
Creo todo esto.
¡Eso es fe!
26/04/12 11:32 PM
  
José Carlos Enríquez Díaz
Para terminar:

Frente a la Palabra de Dios existen corazones endurecidos y puertas cerradas; la Palabra reconoce la resistencia que encuentra y la soporta.. Esto es duro reconocerlo, pero para la idea nada hay imposible, mas para el Evangelio sí. Si los que creemos quisieramos imponer al mundo la Palabra convertiriamos la Palabra Viva de Dios en una idea, y los que no creen se defenderían y con razón contra una idea que no les ayudaría en nada. Lo único que queda es Rezar por los que no creen. La promesa hecha a nuestra oración es el poder más grande que podemos tener
26/04/12 11:41 PM
  
José Luis
Un rotundo sí, los milagros existen.



Lo que impide reconocer los milagros, a mi parecer, es el gran número de vicios y pecados, que el alma arrastra. Si una persona no obedece a la Iglesia, dejará de creer, e inútilmente dirá que "los milagros no existen", porque se ha apartado de la Verdad, se ha alejado de Cristo y por tanto de la salvación eterna.

Se sabe que la astucia del enemigo de las almas es conseguir que la gente no crea en la existencia del demonio, lo que llega también que nieguen la realidad de los milagros.

Cuando se pierde la fe, se desobedece al Papa, a su magisterio, es desobediencia al Espíritu Santo.

Yo, sigo creyendo todo lo que la Iglesia Católica nos enseña. Pero he dejado de tener confianza en esas personas que han intentado que no es necesario seguir todo lo que el Magisterio enseña, ya que ellos mismos, están engañando a la gente sencilla cada vez que cambian algunos de los textos durante la celebración de la Santa Misa.

Es verdad que la oración es necesaria para todos, aunque parece que no tiene efecto en las almas que se cierran a la Verdad enseñada por la Iglesia.

De todas formas, no hay nada imposible para Dios, y los milagros, sigue existiendo. Y del mismo modo que la oración del justo tiene mucho poder como enseña el Apóstol Santiago.
27/04/12 8:23 AM
  
Chimo Vice
Respecto a lo comentado por Raúl, habría que decir al pseudosacerdote al que hace referencia, que la naturaleza humana de Cristo no es un obstáculo para que Él tenga el pleno conocimiento de toda la realidad, ya que dicha naturaleza hace referencia a una fuente de actividad concreta en su persona divina. Es como si negáramos la naturaleza racional e inteligente del ser humano porque esta no se explica por las fuerzas de la materia que describe la física y que son constitutivas de la dimensión material del hombre.

Lo que más me molesta es la soberbia chulesca de esta gente, al pretender hacer extensibles sus prejuicios a los "teólogos actualizados" como ellos e incluso implicar falazmente a la Congregación para al Doctrina de la Fe.

La descripción de los milagros es sobria, objetiva y aséptica en las Sagradas Escrituras, lo que ayuda a reconocerlos como reales y creíbles.
27/04/12 10:09 AM
  
Maricruz Tasies
Ok, perfecto, no creen en los milagros y dicen seguir siendo católicos y fidelísimos a Cristo en su Iglesia pero, entonces, yo -que creo en los milagros-, qué soy? :)
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JMI.-Una beata impresentable.
Ea :)
27/04/12 12:12 PM
  
Bruno
Estupendo artículo.

Quien cree en la Encarnación, que es el Milagro de los milagros, no debería tener ninguna dificultad en creer que Jesús anduvo sobre las aguas, resucitó a un muerto, etc. Estas cosas no son nada en comparación con el hecho asombroso de que el mismo Dios se haya hecho hombre.

Cuando los "teólogos" niegan los milagros de Jesús, quizá pueda temerse que lo que les falta es fe en el Milagro de la Encarnación.
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JMI.-Así es.
Frente a las versiones arrianas, nestorianas, gnósticas, idealistas, simbolistas, psicologicistas, o simplemente incrédulas,

se alza el realismo formidable de la fe católica

>realismo de la Encarnación
>realismo de los Milagros
>realismo de la Resurrección y de las apariciones pascuales
>realismo de la Eucaristía



27/04/12 12:52 PM
  
Maricruz Tasies
Ah, qué bien!

Ve, padrecito? Por eso yo leo su blog porque aquí hallo las respuestas que necesito y, además, sonrío.

Dios me lo bendiga.
27/04/12 12:55 PM
  
Julián
Que quieren que les diga, mejor cito el Evangelio: "Hay quien no hará caso ni aunque resucite un muerto."

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JMI.-Así es. La Iglesia enseña que el milagro "estimula y confirma" la fe, pero no la causa necesariamente. Cuántos vieron los milagros de Jesús y no creyeron.

Entonces y ahora.
27/04/12 1:21 PM
Padre José María, gracias por este artículo que me he llevado con su permiso para ApologeticaCatolica.org porque hace mucha falta.
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JMI.-Contento de que te sirva.
Bendigamos al Señor.
28/04/12 4:11 AM
  
tarja
Y pensar que en la década de los 70 yss. había teólogos y profesores teólogos universitarios que dudaban de los milagros y se escribía en revistas católicas sobre lo mismo... cuánto mal me hicieron a mí todos esos. Y cuánto debilitaron la fe de muchos cristianos. Gracias a la virgen del Pilar que me libró al fin de tales daños. Y que me encontré con sacerdotes buenos que me hablaron bien. Y eso que eran simples curas, no más. a los primeros los detesto aun ahora mismo con todas mis ganas.
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JMI.-Bueno, "detestar"... según qué se quiera decir con esa palabra. Hemos de "amar" a los enemigos y rezar por ellos. Y "detestar" la herejía, la mentira, el pecado.
28/04/12 10:13 PM
  
María
" Se alegre el Corazón de los que buscan a DIOS".
Si el hombre puede olvidar o rechazar a DIOS, DIOS......no cesa de llamar a todo hombre, a buscarle para que viva y encuentre la dicha.
Pero...ésta búsqueda exige del hombre todo el esfuerzo de su inteligencia, la rectitud de su voluntad, " un corazón recto", y tambien el Testimonio de otros que le enseñen a buscar a DIOS.

Saludos
28/04/12 11:10 PM
  
Álvaro González Pérez de Ciriza
Estimado D.Jose María:
Gracias por su estupendo artículo "Jesús hizo muchos milagros". Lastima que a algunos pobres teólogos (así se hacen llamar a sí mismos) no los envían sus Obispos (antes de quitarles el empleo y el sueldo, como nos pasa a todo hijo de vecino en estos tiempos de crisis) a escuchar a unos cuantos miles de personas como yo (padre de 6 hijos) ; no sólo los milagros que Jesús hizo (narrados en los Evangelios y que ellos ponen en duda) sino los que sigue haciendo desde hace 2.000 años entre los millones de nacidos que creen en ÉL. Y sobre todo que escuchen a los que hemos salido de un infierno personal ("dejar que los muertos entierren a sus muertos...") que les podemos contar con pelos y señales lo que es resucitar de la muerte del espíritu y del alma y gritar con agradecimiento que Jesús es La Resurrección y La Vida. El Pan vivo bajado del Cielo.El hijo de Dios Vivo.El autor de la VIDA y de la Creación. ¡ Santa María rogad por ellos , para que por lo menos se den cuenta que están más muertos que los que están enterrados en el cementerio de mi Ciudad. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

Por otro lado , Felicidades al equipo de infocatólica; pues creo entender que hoy día 29 de abril (día de Santa Catalina de Siena) cumple tres añitos este estupendo portal de información católica fiel , valiente y verad. GRACIAS
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JMI.-Gracias por tu gratitud, Álvaro.
Dios te bendiga con toda tu familia. Abrazo y bendición +
29/04/12 2:26 AM
  
Menka
Muchas gracias por este material.
Tampoco podemos prescindir de tantos milagros realizados por la oración de los apóstoles. Sin esos milagros, el Evangelio no se extendería.
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JMI.-A Dios sean dadas las gracias, el honor y la gloria.
Amén.
29/04/12 9:21 PM
  
Eleuterio
En realidad no se trata más que la consideración de Jesús como un "hombre bueno" que pasó por el mundo haciendo al bien. No van más allá cuando quieren negar determinado milagro.

Para determinadas personas Cristo no fue Hijo de Dios porque de serlo podía hacer lo que le viniese en gana que era, exactamente,lo que hacía. Y, sin embargo, hizo algo que muchos no están dispuestos a hacer: fue fiel a la voluntad de Dios.
30/04/12 12:19 PM
  
M. Angels
Yo creo que si no creemos en los milagros de Jesús no hay ningún motivo para creer en sus palabras más que en las de otro maestro (Sócrates o Buda, lo mismo da). El mismo ponía sus milagros como garantía de sus palabras, de hecho los milagros son el sello del Padre, lo que nos sirve a nosotros para darnos cuenta de que lo que dice Jesús de Nazaret, predicador itinerante, viene de Dios, y que el Sumo Sacerdote Caifás tiene el deber de acatarlo. Llegó a decir que si no hubiera hecho milagros no tendríamos culpa por no creer en El. Y es lógico, externamente El no se distinguia del resto de los hombres. ¿Como iba a exigirnos la fe en El, sin un mínimo de garantías?
No valdría la pena escuchar a Cristo si El no hubiera demostrado su autoridad divina con los milagros.
01/05/12 10:08 PM
  
Álvaro González Pérez de Ciriza
Gracias M.Angels. ¡ Qué acertado tu comentario !

Sumémosle los que ha hecho Jesús en su Iglesia durante estos 2.012 años. Entre ellos el que siga existiendo nuestra querida Iglesia Católica a pesar de los que la componemos.
¡ Ya sólo pensar en el perdón de los pecados,es decir en la desaparición de los mismos de nuestras almas ( y sus destructivas consecuencias en nosotros y alrededor nuestro ) en los millones y millones de arrepentidos y confiados a Su Misericordia...!
La Paz.
01/05/12 10:59 PM
  
Javivi
¿que si existen los milagros? pero cómo no van a existir, si la Iglesia mantiene en su seno a toda esta tropa de a-teólogos y aún sigue vivita y coleando ¿cabe un milagro mayor?
Estos tienen más peligro para la fe de los católicos que Ágata Ruiz de la Prada diseñando sotanas.
Con lo fácil que les resultaría reconocer que han perdido todo atisbo de fe cristiana y, simplemente, con sus peregrinas teorías, tratan de proporcionarse una coartada.
Pobricos.
01/05/12 11:00 PM
  
JuanArgento
Coincido con M. Angels. Los milagros de Jesus eran totalmente necesarios para avalar que El era realmente Quien decia, o implicaba, que era, no un profeta mas, ni siquiera un nuevo Moises, sino el Hijo consustancial al Padre.

Tomemos el episodio del paralitico al que sus amigos descuelgan del techo (Marcos 2,1-12). Cuando Jesus le dijo "Tus pecados te son perdonados", los escribas que lo oyeron, desde un punto de vista subjetivo en base a los elementos de juicio que ellos tenian en ese momento, estuvieron en lo correcto al pensar que Jesus estaba blasfemando porque sólo Dios puede perdonar los pecados. Era absolutamente necesario que Dios acreditara que Jesús estaba hablando y obrando de parte de El (y por lo tanto diciendo la verdad), lo cual sólo podía lograrse con un milagro.

Sólo a partir de ahí los escribas podian - y debian - hacer el razonamiento: "Sólo Dios puede perdonar los pecados. Dios acreditó con un milagro que este hombre efectivamente perdonó los pecados al paralítico. Por lo tanto, este hombre es Dios."

Y ademas del pasaje citado por el Padre Iraburu (Jn 10,25.37-38), hay otro pasaje donde Jesus dice lo mismo: "Pues yo tengo un testimonio mayor que el de Juan, pues las obras que me ha dado mi Padre para que las lleve a cabo, las mismas obras que yo hago, dan testimonio acerca de mí, de que el Padre me ha enviado." (Jn 5,36)

Y hay otros pasajes en los Sinópticos en los que Jesus implicitamente afirma su identidad divina, como en las antitesis del Sermón de la Montaña: "Habeis oido que se dijo a los antiguos ... Pero Yo os digo..." Ningún profeta podria hablar así, poniendose en el mismo nivel que Dios. Era absolutamente necesario que Jesus acreditase esas palabras con milagros.
02/05/12 1:35 AM
  
Pedro
Juan argento, en serio, tio tu estas muy perdido eh..
Jesus no vino aqui a hacer milagros que avalen nada.
Dios se hizo hombre por misericordia hacia nosotros se hizo hombre para salvarnos y mostrarnos el camino,
y durante su estancia en la tierra su misericordia le llevo a hacer esos milagros y aun con nuestra poca fe
no se enfadó y tambien haria milagros para que pudieramos ver y creer porqe sabe que no tenemos fe
----------------------
JMI.-Cacao mental en grado avanzado.
02/05/12 12:52 PM
  
Pedro
Osea, que vosotros pensais que si Jesus perdonaba los pecados o afirmaba su identidad divina, acto seguido tenia que hacer un milagro para acreditarlo?

porque yo creo que es lo que pone aqui:

Y hay otros pasajes en los Sinópticos en los que Jesus implicitamente afirma su identidad divina, como en las antitesis del Sermón de la Montaña: "Habeis oido que se dijo a los antiguos ... Pero Yo os digo..." Ningún profeta podria hablar así, poniendose en el mismo nivel que Dios. Era absolutamente necesario que Jesus acreditase esas palabras con milagros.



Si me estoy equivocando que alguien tenga la amabilidad de corregirme
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JMI.-"Acto seguido" no siempre lo hacía. Eso está claro en los evangelios. Pero como se expone ampliamente en el artículo, Jesús, en el conjunto de su misión evangelizadora, se manifestaba y manifestaba (revelaba) a Dios con "palabras" y con "obras" (milagros, señales, signos), de tal modo que éstas confirmaban la veracidad de sus palabras.
02/05/12 1:32 PM
  
yomismo
Y un individuo que no cree en la resurrección de Jesús tiene el morro de llamarse teólogo católico. Eso es como unirse a un club vegetariano y celebrar el ingreso con un bocata de jamón. ¿Acaso no dijo San Pablo que si Cristo no ha resucitado "vana es nuestra fe" y somos "los más miserables de los hombres"? (o como diría don Pedro Muñoz Seca en "La venganza de Don Mendo", estamos haciendo el primo de una manera espantosa)
02/05/12 9:15 PM
  
JuanArgento
Esto que dijo Pedro es claramente correcto:

"Dios se hizo hombre por misericordia hacia nosotros, se hizo hombre para salvarnos y mostrarnos el camino,
y durante su estancia en la tierra su misericordia le llevo a hacer esos milagros."

Es claro que Jesus no obraba milagros al solo efecto de "demostrar" o "acreditar" su identidad, sino que, en mi limitado conocimiento que el Padre Iraburu corregirá o ampliará, cada milagro tiene tres fines:

- el fin inmediato a nivel temporal, movido por su compasion y misericordia, de atender las necesidades o miserias temporales de la/s persona/s que está/n frente a El: el paralitico, los ciegos, la viuda de Nain, la multitud hambrienta, etc.

- el fin inmediato a nivel espiritual, de dar motivos racionales para creer en su divinidad. El asentimiento de la fe no es un movimiento ciego del espiritu. Los Apostoles dejaron sus redes y lo siguieron porque ya lo conocian y habian visto sus milagros (por ej. las bodas de Caná). Ver el punto 156 del Catecismo.

- el fin simbolico, en el caso de los milagros que atendian miserias y necesidades fisicas, de mostrar cómo El atiende nuestras miserias y necesidades espirituales (por ej. la multiplicacion del pan es símbolo de la Eucaristía).

El fin inmediato de compasion y misericordia hacia los destinatarios directos del milagro está presente aún en un milagro que, a primera vista, pareceria ser pura "demostracion" de divinidad: la Transfiguracion. Jesús la hizo porque, conociendo la miseria y fragilidad de sus discipulos y compadeciendose de ellos, quiso darles una prueba fe-haciente de su divinidad, de modo que su fe no claudicase totalmente con los eventos de la Pasion y Crucifixion.

Pero que obrase milagros, era absolutamente necesario para acreditar la afirmacion de su identidad divina.

Un profeta, inspirado por Dios, podria haberle dicho al paralitico: "El Señor te perdona tus pecados." Pero Jesus le dijo: "Tus pecados te son perdonados."

Un profeta, inspirado por Dios, podria haberle dicho a la multitud en la montaña: "Habeis oido que se dijo a los antiguos ... Pero ahora el Señor os dice..." Pero Jesus dijo "... Pero Yo os digo..."

La afirmacion de su divinidad por parte de Jesus es inconfundible. Y una afirmacion absolutamente unica e inaudita como esa requiere una confirmacion por milagros. En el caso del Sermon de la Montaña, Jesus habia provisto esa confirmacion con sus obras ANTES del Sermon, como se lee en Mt 4,24 "le traian a todos los que se sentian mal, aquejados de diversas enfermedades y dolores ... y los curaba."

Por supuesto que estas confirmaciones eran todas actos de misericordia y jamas puras exhibiciones ostentosas; por eso se negó a darles a los escribas y fariseos "una señal" (Mt 12,38 y ss).
02/05/12 9:38 PM
  
M. Angels
Pedro:
Pues sí, justamente eso es lo que afirmo.
Si un hombre va diciendo que él es Dios, lo toman por blasfemo o por loco. Y eso es muy razonable, otros casos se han dado. Jesús es el único que pudo probar con hechos patentes que tenía un dominio sobre la naturaleza absoluto, fuera totalmente del alcance de los hombres de su época y de la nuestra. En otras palabras, habló y demostró que tenía autoridad para hablar.
Por eso los milagros son una predicación en hechos,una muestra de poder, no para lucirse El, sino para ofrecernos a nosotros un motivo de credibilidad. Repito lo dicho: Los milagros son el sello de Dios, la firma del Padre avalando las palabras de su Enviado. Si niegas las obras, no hay razón para aceptar las palabras.
02/05/12 9:40 PM
  
Pedro
Ahora si os habeis explicao bieen! :) muchas gracias
y perdona Juan si al principio te he molestao jejej
solo queria meter un poco de caña
y ya solo decir que yo personalmente
no necesito los milagros para creer a Jesus y su mensaje,
y leer lo que escribieron los apostoles
es lo que mas ayuda a conocer a Jesus.
pero yo me siento atraido hacia la fe la esperanza y la caridad

por la gracia del espiritu santo que recibo en los sacramentos
, noo porque Jesus multiplico panes y peces!!!
y si alguien piensa( Cuchi este! en eso esq estamos de acuerdo todos!)

Pues toas las culpas pa Don Jose Maria por dar pie a este debate!

-------------------------------
JMI.-Mea culpa, mea culpa, mea maxima culpa.
03/05/12 1:07 AM
  
Ricardo de Argentina
Esta vez debo disentir con usted Padre, :-), no creo que haya ninguna culpa de su parte, y sí que ha dado pie a un interesante intercambio.
"Si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra Fe", enseña el Apóstol. Pues claro, nuestre Fe se basamenta en este Super Milagro y también en otros grandes milagros, como la resurrección de Lázaro, e incluso milagretes hechos al descuido, como la curación de la hemorroísa.
Por eso está clarísimo que quien niega los milagros no es católico. Tanto como que para hacer que un católico deje de serlo, es suficiente conseguir que deje de creer en los milagros. Aunque sea sólo matizadamente. Especialmente en el milagro de la Resurrección, piedra angular del cristianismo.
Esta realidad la ha vislumbrado muy bien Torres Queiruga y ha aprovechado que la Iglesia ha estado con las defensas bajas para mandarse una entrada audaz. Y hay que reconocer que hasta hace poco le venía dando muy buenos resultados.
Aunque ahora las cosas parecen estar cambiando, demos gracia a Dios. Y a la CEE.
-------------------------------
JMI.-Estamos de acuerdo. El mea culpa era broma.
Lo que afirma ud. es la verdad. Concilio Vaticano I: «si alguno dijere que no puede darse ningún milagro y que, por tanto, todas las narraciones sobre ellos, aun las contenidas en la sagrada Escritura, hay que relegarlas entre las fábulas o mitos, o que los milagros no pueden nunca ser conocidos con certeza y que con ellos no se prueba legítimamente el origen divino de la religión cristiana, sea anatema» (Denz 3034).
03/05/12 3:33 PM
  
Charo
Evidentemente los que niegan los milagros de Cristo, pretenden quitarle su Divinidad como Hijo del Unico y Verdadero Dios Todopoderoso. Porque resulta más fácil para cualquiera, seguir a una persona que tiene sus propias limitaciones humanas; pues esto dá mucho margen de error y permite una falta de compromiso total hacia alguien que también se puede equivocar.
Oremos por las vocaciones sacerdotales.
03/05/12 5:07 PM
  
Pedro
Pues el que dijo "si cristo no resucitó vana es nuestra fe" se tuvo que quedar agustico.

que pasa, que si Cristo no resucitó
ya no vamos a ser buenos como Dios en su dia nos enseño a traves de Jesus
o como nos enseña dia a dia el espiritu santo?

Ricardo y Josemaria! convertios! estais a tiempo! arrepentiros!!!

-------------------
JMI.-Cacao mental en grado muy acentuado.
Pero simpático.
03/05/12 5:17 PM
  
Eclessiam
Padre, no he encontrado otro sitio donde preguntar esto.

Comprendo que, según las Escrituras, el don de hacer milagros, es un don específico que Dios da al que Él quiere darlo. Generalmente lo da sus santos, a los más grandes, el último sino me equivoco, sería el P. Pio.

Pues bien, pienso por ejemplo en Judas Iscariote, no dudo que el Señor quiso que sea su apóstol, que vaya y predique y haga milagros de todo tipo. Ahora bien, Judas por su infidelidad lo perdió todo. Hasta aquí creo que lo que digo es ortodoxo, ¿no? Pues bien, de una manera similar, ¿no habría muchas almas de apóstoles que hubieran hecho milagros si no hubieran sido infieles? -no digo que como Judas, pero podrían ser tibios durante un periodo de su vida o así, por ejemplo-

Y, ahora, disculpe ser tan directo con un ejemplo, pero ya que usted suele dar charlas en retiros y demás, ¿no podría por ejemplo pedir al Señor que le de el don de hacer milagros, para que así tenga más fuerza su predicación? Dado que son pocos los ortodoxos hoy día, los milagros que haga un sacerdote ortodoxo harían rechinar los dientes a los modernistas. Por supuesto padre, lo pregunto desde la total ignorancia y la totalidad de la buena voluntad que el Señor se ha dignado darme. Sí, ya me ha dicho que investigue más, y ciertamente con el favor de Dios así será, pero esto es algo que jamás lo he encontrado ni de reojo ni en textos de santos -aunque admito que no he leído mucho de esto último-

En fin, desde ya muchas gracias y que Dios le bendiga -y le conceda paciencia-
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JMI.-Ciertamente si un cristiano hace un milagro lo hace porque Dios lo mueve a hacerlo. Y suele mover a los santos. Pero más que "pedir" a Dios, el santo "recibe" de Dios 1) inpiración para querer que se haga el milagro y 2) la fuerza espiritual para realizarlo con el poder de Dios.
05/08/17 6:45 PM

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