(153) La Cruz gloriosa –XVII. La devoción a la Cruz. 13

–Hoy, 14 de septiembre, celebramos la Exaltación de la Santa Cruz.

–En este blog llevamos 17 artículos exaltándola. Nos gloriamos solamente en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, en la cual el mundo está crucificado para nosotros, y nosotros para el mundo (cf. Gal 6,14)

Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein) (+1937)

Edith Stein nace en Breslau, Alemania (1891), última de los 11 hijos de una familia fervientemente judía. Sin embargo, ya a los 13 pierde la fe y no puede creer en un Dios personal. Estudia filosofía y llega a ser en Gottinga ayudante de Husserl. En 1921, invitada en la finca de unos amigos, toma un libro al azar, lee en una noche la «Vida» de Santa Teresa, y al terminarla se dice: «ésta es la verdad». Bautizada en 1922, añade a su naciente espiritualidad carmelitana el influjo litúrgico benedictino de Beuron, cuyo abad Rafael Walzer es su director. Ingresa en el Carmelo en 1933, y al año siguiente toma el hábito y el nombre religioso, que sin duda la identifica plenamente: Teresia Benedicta a Cruce. Sus escritos son numerosos y excelentes, especialmente los redactados en el Carmelo. En 1942 es ejecutada en el campo de concentración nazi de Auschwitz, junto a su hermana Rosa, también conversa al catolicismo, ingresada en otro Carmelo como terciaria. Edith Stein fue beatificada en Colonia (1987) y canonizada en Roma (1998) por Juan Pablo II. En los dos últimos años de su vida, cerca ya de su martirio previsible, escribe su obra principal: «Ciencia de la Cruz».


–«Mi primer encuentro con la Cruz». Edith tenía gran amistad con Adolf Reinach, asistente de Husserl en la universidad, y con su esposa Ana. Ambos, como otros discípulos de Husserl, se habían convertido al cristianismo. Cuando en 1917 muere Reinach en la guerra, va Edith a visitar a su viuda, temiendo encontrarla desolada, pero solo encuentra en ella perdón, paz y esperanza. Poco antes de morir, Edith confiesa a un sacerdote: «Aquel fue mi primer encuentro con la Cruz, con esa fuerza divina que la Cruz da a los que la llevan. Por vez primera se me apareció de forma visible la Iglesia, nacida de la Pasión de Cristo y victoriosa sobre la muerte. En ese mismo momento mi incredulidad claudicó, el judaísmo palideció a mis ojos, mientras la luz de Cristo se alzaba en mi corazón. Por esta razón, al tomar los hábitos de carmelita, he querido unir mi nombre al de la Cruz» (F. Muñoz, Edith Stein, San Pablo, Madrid 2001, 94).


«Amor por la cruz». Así titula Sor Teresa una meditación en cuatro hojas que escribe casi un mes después de su ingreso en el Carmelo (14-X-1933). «La lucha entre Cristo y el Anticristo todavía no se ha dirimido. En esta batalla los seguidores de Cristo tienen su puesto. Y su arma principal es la cruz.

«¿Cómo se puede comprender esto? El peso de la cruz, que Cristo ha cargado, es la corrupción de la naturaleza humana con todas sus consecuencias de pecado y sufrimiento, con las cuales la castigada humanidad está abatida. Sustraer del mundo esa carga, ése es el sentido del vía crucis. El regreso de la humanidad liberada al corazón del Padre celestial y la adopción como hijos adoptivos es un don gratuito de la gracia, del amor omnimisericordioso. Pero ello no puede suceder a costa de la santidad y justicia divinas. La totalidad de las culpas humanas, desde la primera caída hasta el día del juicio, tiene que ser borrada por una expiación equivalente. La vía crucis es esta reparación. Las tres caídas de Cristo bajo el peso de la cruz corresponden a la triple caída de la humanidad: el pecado original, el rechazo del Redentor por su pueblo elegido, la apostasía de aquellos que llevan el nombre de cristianos.


«El Salvador no está solo en el camino de la cruz y no son sólo enemigos los que le acosan, sino también hombres que le apoyan: como modelo de los seguidores de la cruz de todos los tiempos tenemos a la Madre de Dios»; también Simón de Cirene y la Verónica. Y «cualquiera que a lo largo del tiempo haya aceptado un duro destino en memoria del Salvador sufriente, o haya asumido libremente sobre sí la expiación del pecado, ha expiado algo del inmenso peso de la culpa de la humanidad y ha ayudado con ello al Señor a llevar esta carga; o mejor dicho, es Cristo-Cabeza quien expía el pecado en estos miembros de su cuerpo místico que se ponen a disposición de su obra de redención en cuerpo y alma… Los amantes de la cruz, que Él suscitó y que nuevamente y siempre suscita en la historia cambiante de la Iglesia militante, son sus aliados en el último tramo. A ello hemos sido llamados también nosotros.

«No se trata, pues, de un recuerdo simplemente piadoso de los sufrimientos del Señor cuando alguien desea el sufrimiento. La expiación voluntaria es lo que nos une más profundamente y de un modo real y auténtico con el Señor. Y ésa nace de una unión ya existente con Cristo. Pues la naturaleza humana huya del sufrimiento… Sólo puede aspirar a la expiación quien tiene abiertos los ojos del espíritu al sentido sobrenatural de los acontecimientos del mundo; esto resulta posible sólo en los hombres en los que habita el Espíritu de Cristo…

«Ayudar a Cristo a llevar la cruz proporciona una alegría fuerte y pura… De ahí que la preferencia por el camino de la cruz no signifique ninguna repugnancia ante el hecho de que el Viernes Santo ya haya pasado y la obra de redención haya sido consumada. Solamente los redimidos, los hijos de la gracia, pueden ser portadores de la cruz de Cristo. El sufrimiento humano recibe fuerza expiatoria sólo si está unido al sufrimiento de la cabeza divina. Sufrir y ser felices en el sufrimiento, estar en la tierra, recorrer los sucios y ásperos caminos de esta tierra, y con todo reinar con Cristo a la derecha del Padre; reir y llorar con los hijos de este mundo, y con los coros de los ángeles cantar ininterrumpidamente alabanzas a Dios: ésta es la vida del cristiano hasta el día en que rompa el alba de la eternidad» (Obras completas, Monte Carmelo, Burgos 2004, vol. V, 623-625).


–«Exaltación de la Cruz», meditación escrita en el día de la Exaltación de la Cruz (14-IX-1939), día en que se renovaban los votos en la comunidad. «El Crucificado nos mira y nos pregunta si aún seguimos dispuestas a mantenernos fieles a lo que prometimos en una hora de gracia. Y no sin razón nos hace esta pregunta. Hoy más que nunca la cruz se presenta como un signo de contradicción. Los seguidores del Anticristo la ultrajan mucho más que los persas cuando robaron la cruz [en la batalla de Hattin, 1187]. Deshonran la imagen de la cruz y se esfuerzan todo lo posible para arrancar la cruz del corazón de los cristianos. Y muy frecuentemente lo consiguen, incluso entre los que, como nosotras, hicieron un día voto de seguir a Cristo cargando con la cruz. Por eso hoy el Salvador nos mira seriamente y examinándonos, y nos pregunta a cada una de nosotras: ¿Quieres permanecer fiel al Crucificado? ¡Piénsalo bien! El mundo está en llamas [cf. Sta. Teresa, Camino 1,5], el combate entre Cristo y el Anticristo ha estallado abiertamente. Si te decides por Cristo, te puede costar la vida.

«Reflexiona también sobre lo que prometes. Profesar y renovar la profesión es una cosa terriblemente seria. Tú haces una promesa al Señor del cielo y de la tierra. Si eso no te resulta santamente serio como para esforzar tu voluntad en su cumplimiento, caerás en las manos del Dios viviente.

«Ante ti cuelga el Salvador en la cruz porque se hizo obediente hasta la muerte en cruz… Si tú quieres ser la esposa del Crucificado, tienes que renunciar sin condiciones a tu propia voluntad y no tener más deseo que el de cumplir la voluntad de Dios…

«Tu Salvador cuelga ante ti en la cruz, desnudo y solo, porque Él ha escogido la pobreza. El que quiera seguirlo tiene que renunciar a todos los bienes de la tierra. No basta con que una vez hayas dejado todo fuera y que hayas venido al convento. También ahora tienes que hacerlo muy en serio. Acoger agradecidamente lo que la providencia te envía; privarte con alegría de lo que él te hace carecer; no preocuparte por el propio cuerpo, ni por sus pequeñas necesidades o apetitos, sino dejar su cuidado en manos de los que tienen la responsabilidad; no preocuparte por el día que viene, ni por la próxima comida.

«Tu Salvador cuelga ante ti con el corazón abierto. Él ha derramado la sangre de su corazón para ganar el tuyo. ¿Quieres seguirle en la santa pureza? Entonces tu corazón tiene que estar libre de todo deseo terreno: Jesús, el Crucificado, sea el único objeto de tus anhelos, de tus deseos, de tus pensamientos…

«¿Te asustas ante la grandeza de lo que los santos votos te exigen? No tienes nada que temer. Ciertamente lo que tú prometiste está por encima de tus débiles fuerzas. Pero no está por encima de la fuerza del Todopoderoso, y ella será tuya si tú te confías a él cuando él acoja tu voto de fidelidad. Así hizo el día de tu santa profesión y quiere hacerlo hoy nuevamente. Es el corazón amante de tu Redentor que te invita al seguimiento. Él exige tu obediencia, pues la voluntad humana es ciega y débil. No encontrará el camino mientras no se abandone totalmente a la voluntad divina. Él exige la pobreza, porque las manos tienen que estar vacías de los bienes de la tierra para poder recibir los bienes del cielo. Te exige la castidad, porque sólo el desapego del corazón de todo amor terreno [desordenado] hace libre el corazón para el amor de Dios. Los brazos del crucificado están extendidos para atraerte hasta su corazón. El quiere tu vida para regalarte la suya.

«Ave Crux, spes unica!

«El mundo está en llamas. ¿Te sientes impulsada a apagarlas? Mira la cruz. Desde el corazón abierto brota la sangre del Redentor. Haz libre tu corazón con el fiel cumplimiento de tus votos; entonces se derramará en tu corazón el caudal del Amor divino hasta inundar y hacer fecundos todos los confines de la tierra»… Son innumerables, grandes y diversos los sufrimientos y males del mundo. «Mira al Crucificado… Unida a él eres omnipresente como él. Tú no puedes ayudar como el médico, la enfermera o el sacerdote aquí o allí. En el poder de la cruz puedes estar en todos los frentes, en todos los lugares de aflicción; a todas partes te llevará tu amor misericordioso, el amor del corazón divino, que en todas partes derrama su preciosísima sangre, sangre que alivia, santifica y salva.

«Los ojos del Crucificado te están mirando, interrogándote y poniéndote a prueba. ¿Quieres sellar de nuevo y con toda seriedad la alianza con el Crucificado? ¿Cuál será tu respuesta? “Señor, ¿a quién iríamos? Tú solo tienes palabras de vida eterna” [Jn 6,68].

«Ave Crux, spes unica!» (Ob. compl. vol. V, 632-634).


–«Elevación de la Cruz», meditación escrita en el día de la Exaltación de la Cruz (14-IX-1941), poco antes de su apresamiento y de su muerte en Auschwitz (9-VIII-1942). Termina con este párrafo:

«Resulta connatural a la virginidad divina una esencial repugnancia por el pecado como contrario a la santidad divina. Pero de esta repugnancia por el pecado nace un amor insuperable al pecador. Cristo vino para arrancar del pecado a los pecadores y restablecer la imagen de Dios en las almas profanadas. Viene como Hijo del pecado –así nos lo demuestra su genealogía [Mt 1,1-17] y toda la historia del Antiguo Testamento–, y busca la compañía de los pecadores para tomar sobre sí todos los pecados del mundo y llevarles consigo al madero ignominioso de la cruz, que de este modo se convirtió en el signo de su victoria. Por eso las almas virginales no conocen la repugnancia por los pecadores. La fuerza de su pureza sobrenatural no tiene miedo de mancharse. El amor de Cristo las empuja a penetrar en la noche más profunda. Y ninguna alegría maternal se puede comparar con la felicidad del alma capaz de encender la luz de la gracia en la noche del pecado. El camino es la cruz. Bajo la cruz la Virgen de las vírgenes se convirtió en Madre de la Gracia» (Ob. compl. vol. V, 662-663).


El mundo está en llamas hoy, como lo estaba en tiempos de Santa Teresa de Jesús y de Santa Teresa Benedicta de la Cruz. ¿Te sientes movido por Dios a apagarlas? Mira al Crucificado, toma su cruz.


José María Iraburu, sacerdote

Índice de Reforma o apostasía

11 comentarios

  
Luis Fernando
Quien huye de la Cruz de Cristo y de la cruz propia, huye de la salvación. La cruz no se busca, pero antes o después sale a tu encuentro. Es lógico que si al mismísimo Señor le costó lágrimas de sangre aceptarla, a nosotros no nos sea fácil asumir nuestras propias cruces, pero de nuestros labios y nuestro corazón han de salir también las palabras "no se haga mi voluntad sino la tuya". Y la gracia nos capacita para ello.
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JMI.- Así es, exactamente. Y según eso:
"todo lo puedo en Aquel que me conforta".
14/09/11 11:36 AM
  
Maricruz
Mi madre celebraba mi onomástico este día y me ha hecho usted sin saberlo un regalazo citando a Santa Teresa Benedicta de la Cruz.

Me lo ha hecho el Señor, en realidad, dadas las diversas cruces que llevo a cuestas.

Dios le bendiga.
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JMI.- Quedamos, pues, en que el regalo se lo hacemos entre el Señor y yo. Vale. En co-laboración.
Y con todo afecto.
14/09/11 1:01 PM
  
Maricruz
Ah, pues si, ahora vendrá también mi madre a reclamar su parte. Claro que si, para todos alcanza y sobra mi gratitud.

Un abrazo,
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JMI.- Cabemos todos.
14/09/11 1:26 PM
  
jorge desde chile
Que bello, debo confesar que siempre habia mirado la cruz en forma sagrada, pero era un misterio para mi, gracias Padre por este articulo.
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JMI.- Gracias a Sta. Teresa Benedicta de la Cruz.
14/09/11 2:00 PM
  
Jose Ariel
Cristo se dejo crucificar y murio crucificado por nustros pecados,y asi liberar al mundo,y resucito para dejar la cruz vacia,y enseñarnos como cargarla a lo largo de nuestras vida.Amannnnnn..
14/09/11 2:48 PM
  
Emiliana
El mundo está en llamas hoy, como lo estaba en tiempos de Santa Teresa de Jesús y de Santa Teresa Benedicta de la Cruz. ¿Te sientes movido por Dios a apagarlas? Mira al Crucificado, toma su cruz.

Claro que siii..., me siento movida a apagar las llamas del pecado, empezando por mi, mi familia y todos los que El ponga a mi alrededor. Edith Stein, es una santa muy especial en este tiempo de la historia, también es mi amiga en la Comunión de los Santos, la verdad tengo muchos amigos allá. Comparto un pensamiento de ella sobre el amor y la cruz:

"El amor natural busca apoderarse de las personas amadas y poseerlas, si es posible en exclusividad. Cristo vino al mundo para recuperar para el Padre la humanidad perdida; y quien ama con su amor, quiere a los hombres para Dios y no para sí."

Desde luego que cuando se ama así, es porque Cristo está amando en uno, y esto trae consigo la CRUZ, por que muchas veces la vida esta llena de separaciones, y sufrimientos que solo con el AMOR A LA CRUZ, son cargas suaves.

Gracias Padre, muy lindo todo lo de Sor Teresa Benedicta de la Cruz
14/09/11 3:02 PM
  
Ricardo de Argentina
Desconocía la espiritualidad de esta santa de origen judío. Gracias por hacérmela conocer, es una espiritualidad bellísima.
Vale al pasar resaltar la tremenda eficacia de nuestra "santaza", Sta. Teresa de Avila, cuya obra fue el empujón que necesitaba esta alma atormentada para encontrar su camino.
14/09/11 3:49 PM
  
Juan
Después de leer y meditar sus escritos y de algunos santos sobre la Cruz del SEÑOR, que tanto bien me hacen, veo la gran coincidencia de todos ellos en amar y abrazar la Cruz (al Crucificado)como el principal objetivo de sus vidas. Y sin embargo, en un tema de conversación en la calle sería un disparate, una locura ¡Qué cosas! ¡Y, dentro de los mismos cristianos! ¿Cree Vd. Padre, que esto es para privilegiados?
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JMI.- Es para todos los cristianos, de todos los tiempos, de todas las vocaciones.
"Si alguno quiere ser mi discípulo, tome cada día su cruz y sígame".

Tiene razón Concepción Cabrera de Armida: la doctrina de la Cruz "está inexplotada": ignorada, silenciada, menospreciada, malentendida. Y "la ausencia de la cruz es la causa de todos los males" (152).
14/09/11 7:57 PM
  
perallis
Aunque no venga totalmente a cuento, quiero agradecerle los artículos de esta serie en general, pero sobre todo haber descubierto para mi el "Tratado de la verdadera Devocion a la Santisima Virgen" de San luis Maria Grignion de Montfort.
Es esplendido y creo que todos los católicos deberiamos leerelo. Gracias tambien a Jose Luis, participante de estos foros por ponerme en la pista definitiva de la pagina Mercabá, que me ha permitido acceder al mismo.
Gracias a la Santisima Virgen por permitirme poder aumentar mi devocion hacia ella.
15/09/11 9:58 PM
  
Tomas.
Gracias.
20/09/11 5:56 AM
  
Bruno
"Deshonran la imagen de la cruz y se esfuerzan todo lo posible para arrancar la cruz del corazón de los cristianos. Y muy frecuentemente lo consiguen"

Podría haber sido escrito hoy.

Los que atacan a la Cruz siguen atacándola igual que lo hacían hace setenta años. Esperemos que los cristianos también sepamos ser fieles a ella hasta la muerte, como Santa Teresa Benedicta y tantos cristianos de hace setenta años.
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JMI.- El Señor nos guarde bien clavados con Cristo en la cruz, porque si no, estamos perdidos. Y crucificados con Él, estamos seguros, camino del cielo.
Per crucem, ad lucem.
21/09/11 10:09 PM

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