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4.01.11

Dos antropologías en conflicto (4)

4. Dos visiones de los derechos humanos

Según la antropología cristiana, el ser humano tiene derechos porque tiene deberes. Un derecho no es otra cosa que la contracara de un deber. Mis derechos son los deberes que los demás tienen para conmigo. Al crear al hombre, Dios le dio una naturaleza determinada (la de “animal racional”, es decir espiritual, personal) y lo elevó dándole una vocación sobrenatural: llegar a la perfecta comunión de amor con Él en la vida eterna. Los actos humanos (conscientes y libres) son moralmente buenos o malos según que conduzcan al hombre a su fin último (Dios) o lo alejen de él. La ley moral no es una coacción impuesta al ser humano desde afuera, sino que es la ley natural e interior que rige su propio desarrollo en cuanto persona. Actuar moralmente equivale exactamente a obrar según la razón, según la verdad de nuestra misma naturaleza humana. Hemos sido creados por amor y para el amor, por lo cual debemos amar a Dios y a nuestro prójimo. La ley suprema del amor implica determinadas consecuencias: las normas morales particulares.

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28.12.10

27.12.10

4.12.10

Empezando el día (Alexander Solyenitzin)

Al amanecer, treinta jóvenes salieron corriendo al claro del bosque, se ubicaron cara al sol y empezaron a inclinarse, saludar, postrarse, levantar los brazos, arrodillarse. Y así durante un cuarto de hora.

Si los miráramos desde lejos podríamos creer que están rezando.

Actualmente a nadie le extraña que el hombre sirva cada día a su cuerpo con paciencia y atención.

Pero qué ofendidos estarían todos si sirviera de esta manera a su espíritu.

No, no era una oración. Era la gimnasia matutina.

(Alejandro Solyenitzin, Cuentos en miniatura, Emecé Editores, Buenos Aires 1968, p. 15).

27.11.10

Oración de la noche

Mirad las estrellas fulgentes brillar,
sus luces anuncian que Dios ahí está,
la noche en silencio, la noche en su paz,
murmura esperanzas cumpliéndose ya.

Los ángeles santos, que vienen y van,
preparan caminos por donde vendrá
el Hijo del Padre, el Verbo eternal,
al mundo del hombre en carne mortal.

Abrid vuestras puertas, ciudades de paz,
que el rey de la gloria ya pronto vendrá;
abrid corazones, hermanos, cantad
que vuestra esperanza cumplida será.

Los justos sabían que el hambre de Dios
vendría a colmarla el Dios del Amor,
su Vida en su vida, su Amor en su amor
serían un día su gracia y su don.

Ven pronto, Mesías, ven pronto, Señor,
los hombres hermanos esperan tu voz,
tu luz, tu mirada, tu vida, tu amor.
Ven pronto, Mesías, sé Dios Salvador.
Amén.

(Liturgia de las Horas, Tiempo de Adviento, Oraciones de la noche, II).