Mis traducciones de obras de Barton, Trower y Farmer

Hacia 2020 descubrí dos sitios católicos ingleses poco conocidos pero dotados de contenidos de sumo interés y alta calidad: Church in History (Iglesia en la historia) y Christendom Awake (Cristiandad despierta). El primero de ellos fue creado por Dennis Barton y el segundo por Mark Alder. Cuando Dennis Barton falleció, su amigo Mark Alder se hizo cargo también de Church in History. Después de leer varias obras publicadas en esos sitios se me ocurrió que uno de mis principales aportes a la gran tarea de la evangelización de la cultura podría ser traducir algunas de ellas y difundirlas en la medida de mis posibilidades. Por eso durante los últimos dos años dediqué gran parte de mis esfuerzos a traducir libros del inglés al español y publicarlos en formato PDF, para su descarga gratuita, con la autorización y el aliento de Mark Alder. En orden cronológico de publicación, se trata de los siguientes cinco libros: 

A continuación haré una breve presentación de cada uno de esos libros y de sus autores.

Dennis Barton

Dennis Barton (m. 2017) fue un católico laico inglés que vivió cerca de Liverpool (Inglaterra) y dirigió durante varias décadas el apostolado llamado Church in History Information Centre (Centro de Información Iglesia en la Historia), cuyo sitio web era el ya citado Church in History. Barton se dedicó a la apologética histórica y también se interesó en cuestiones bíblicas.

Poco después de su muerte, el famoso apologista católico Karl Keating escribió lo siguiente: “Me aflige saber lo de Dennis. Un hombre tan bueno y tan desinteresado en su devoción a la verdad histórica sobre la Iglesia. Ojalá hubiera una manera de transmitirle mi reconocimiento y hacerle saber a él y a su esposa que están en mis oraciones. Siempre he admirado a Dennis, no sólo por su dedicación a la precisión, sino también por su voluntad de hacer tanto buen trabajo a lo largo de los años, a pesar de que él debe de haber pensado que muy pocos se beneficiarían de él. Y quizás, en números brutos, relativamente pocos lo hicieron, pero sospecho que entre esos pocos ha habido personas que transmitirán lo que Dennis preservó en sus escritos, para beneficio final de muchos. Sé que he sido enriquecido por el trabajo de Dennis1.”

En un email de fecha 30/11/2022, Mark Alder me transmitió algunos detalles biográficos que recuerda acerca de Dennis Barton (a continuación ofrezco mi traducción):

“Mientras Dennis estaba en sexto grado en el St Ignatius College de Stamford Hill [a la edad de 17 años], tuvo un tiempo muy fructífero en su clase de estudios religiosos. Había mucho interés en esta clase, que creo que inspiró mucho sus intereses posteriores.

Dennis se unió al movimiento Cell [Célula], que fue iniciado por el conocido jesuita Padre Bernard Basset. Esto involucró reuniones semanales de católicos activos con discusiones sobre el Evangelio y trabajo apostólico. Esto se convirtió en el movimiento Crux [Cruz] organizado por Peter Macdonald de Manchester y asistido por Fred Tippen. Dennis finalmente se convirtió en presidente nacional. Me parece recordar que Dennis me contó sobre su participación en The Catholic Evidence Guild [el Gremio de la Evidencia Católica], pero no puedo recordar más detalles al respecto.”

La tradición clementina de los Evangelios

Los Padres de la Iglesia y otros escritores cristianos de los siglos I-V que trataron el tema del orden en que fueron escritos los cuatro Evangelios canónicos concuerdan en dos datos: El Evangelio de Mateo fue el primero y el Evangelio de Juan fue el último. Sin embargo, con respecto a los otros dos Evangelios se dieron dos tradiciones dentro de la gran Tradición de la Iglesia: una sostuvo el orden Mateo-Marcos-Lucas-Juan y la otra el orden Mateo-Lucas-Marcos-Juan. Finalmente se impuso la primera tradición (llamada a veces “agustiniana"), sobre todo porque San Agustín y San Jerónimo, tal vez tras algunas vacilaciones, se inclinaron a su favor. En particular San Jerónimo adoptó el orden Mateo-Marcos-Lucas-Juan en su traducción de la Biblia al latín (la Vulgata), que tuvo un éxito enorme. Por supuesto ése es el orden en que aparecen los cuatro Evangelios en todas las Biblias de nuestra época. No obstante, el otro orden tradicional de los Evangelios, que suele llamarse “la tradición clementina” porque su testigo conocido más antiguo es San Clemente de Alejandría, también amerita una consideración seria.

Lo que podría haber sido quizás una cuestión menor, de interés sólo para historiadores y exégetas, se volvió sin embargo un asunto muy importante por el siguiente motivo. La gran mayoría de los exégetas que, a partir del siglo XIX, practicaron el moderno estudio histórico-crítico de la Biblia, a la vez que mantuvieron a Juan como “el cuarto Evangelio", descartaron decididamente a Mateo como “el primer Evangelio", colocando en ese lugar de privilegio a Marcos. La teoría de la prioridad de Marcos se impuso primero entre los teólogos protestantes alemanes y luego se extendió de Alemania al resto del mundo, concitando la adhesión de una amplia mayoría de los exégetas, primero protestantes y luego (sobre todo después del Concilio Vaticano II) también católicos. Dicha teoría, complementada con la hipótesis de la fuente Q, es hoy la “solución” más popular al “problema sinóptico", es decir el problema planteado por las semejanzas y desemejanzas entre los Evangelios de Mateo, Marcos y Lucas, los llamados “Evangelios sinópticos".

Pese al derroche de ingenio de sus partidarios, la “hipótesis de las dos fuentes” (Marcos y Q) no resolvió realmente el problema sinóptico. Además, la teoría de la prioridad de Marcos causó un grave daño a la apologética cristiana, porque ayudó a difundir mucho la creencia en la composición tardía de los Evangelios. Hoy las dataciones más usuales de los Evangelios son así: Marcos en los años 70 del siglo I, Mateo y Lucas en los años 80 y Juan en los años 90. Por lo tanto, los Evangelios habrían sido compuestos dos o tres generaciones después de Cristo. Los exégetas racionalistas y liberales que promovieron la prioridad de Marcos consideraron a los evangelistas como teólogos creativos y no como testigos fidedignos de la vida y enseñanza de Jesús. Según ellos, los Evangelios canónicos no nos permitirían acceder al Jesús histórico, sino al “Cristo de la fe", un personaje legendario o mítico.

Iniciada por Henry Owen (1716-1796), en Gran Bretaña subsistió una corriente exegética minoritaria que defiende la tradición clementina. En las últimas décadas del siglo XX la figura principal de esa corriente fue Bernard Orchard (1910-2006), sacerdote católico, monje benedictino y biblista de gran prestigio. Como reuniendo las partes de un puzzle, Orchard ofreció finalmente una solución satisfactoria al problema sinóptico, que tiene las siguientes ventajas principales: a) reconcilia la tradición clementina y la tradición agustiniana, explicando cómo el orden de composición de los Evangelios fue Mateo-Lucas-Marcos-Juan y su orden de publicación fue Mateo-Marcos-Lucas-Juan; b) anula la teoría de la prioridad de Marcos, devolviendo a Mateo su puesto tradicional de primer Evangelio; c) combina los datos históricos de la más antigua tradición eclesial con los análisis literarios del método histórico-crítico; d) apoya con fuerza la saludable tendencia actual a volver a dataciones tempranas de los cuatro Evangelios.

Lamentablemente el P. Orchard falleció en 2006 sin haber podido exponer completamente su teoría. Por eso Dennis Barton, discípulo de Orchard, publicó en 2013, en su sitio Church in History, el libro The Clementine Gospel Tradition (La tradición clementina de los Evangelios), presentando las ideas fundamentales de su maestro y agregando aportes propios. Barton ofrece una solución muy atendible, aceptada por el propio Orchard, al problema del final de Marcos. Dennis Barton falleció en 2017. Ese mismo año se publicó la segunda edición de The Clementine Gospel Tradition. Ésa es la edición que traduje al español.

Philip Trower

John Philip Trower (1923-2019) fue un escritor católico inglés muy notable, convertido al catolicismo en 1953. Sus tres libros principales, de valor extraordinario, están disponibles en inglés en el sitio Christendom Awake

1) The Church Learned And The Revolt Of The Scholars (La Iglesia docta y la rebelión de los eruditos), de 1979.  Trata sobre las causas intelectuales de la actual crisis de la Iglesia Católica. Es como una versión embrionaria de las ideas desarrolladas más tarde por Trower en Turmoil and Truth

2) Turmoil and Truth (El alboroto y la verdad), de 1998. Analiza las raíces históricas de la crisis moderna en la Iglesia Católica.

3) The Catholic Church and the Counterfaith (La Iglesia Católica y la contra-fe), de 2006. Estudia las raíces del secularismo, el relativismo y la descristianización modernos.

Estas tres obras de Trower maravillan por la forma muy clara, sólida y vivaz en que presenta temas muy complejos. Revelan una fe católica robusta, y una gran dosis de conocimientos de filosofía y teología, de sentido común, de maestría pedagógica y de buen humor. Hasta el momento traduje las obras citadas 1 y 3 y también un largo artículo de Trower titulado Background to Ecumenism (El trasfondo del ecumenismo), de 1980. 

El escritor católico estadounidense William Doino Jr, impresionado por la erudición de Philip Trower y por su habilidad para explicar temas complejos, escribió una carta a Trower para mostrarle su aprecio. La respuesta de Trower originó una larga relación de amistad por correspondencia. Doino consultaba a Trower sobre los temas teológicos controvertidos dentro de la Iglesia Católica y recibía respuestas pacientes y amables a todas sus preguntas. Más tarde descubrió que él era sólo uno de los muchos discípulos informales de Trower. A continuación reproduciré el relato de Doino sobre la conversión de Trower.

“Nacido en una prominente familia anglicana y educado en Eton y Oxford, Philip parecía destinado a una carrera legal, hasta que se interpuso la Segunda Guerra Mundial. Comisionado por el ejército británico en 1942, se unió a la Brigada del Rifle y participó en la campaña italiana, donde resultó herido pero sobrevivió para completar su servicio militar como oficial de inteligencia en Egipto.

Durante la guerra, me dijo, se había alejado de su fe cristiana, y posteriormente su vida personal ’se descarriló’. Sabiendo lo estable y maduro que era, yo apenas podía creerlo, pero, como Philip me recordó amablemente, ‘el diablo puede derribar a cualquiera’.

Hacia el final de su servicio militar, Philip conoció al emigrado estadounidense Dunstan Thompson, un católico caído que para entonces se había convertido en un destacado poeta gay. Los dos se hicieron amantes y se fueron a vivir a un pequeño pueblo británico. Dunstan continuó escribiendo poesía y Philip se convirtió en un exitoso novelista y escritor para The Spectator y el Times Literary Supplement. Su fe de la infancia en Cristo parecía haber desaparecido hacía mucho tiempo.

Empero, así como Dios a menudo hace apariciones inesperadas, también lo hizo en sus vidas. Philip y Dunstan estaban visitando Walsingham un fin de semana, no lejos de donde vivían, cuando pasó una procesión del Santísimo Sacramento. Dunstan de repente cayó de rodillas e hizo la señal de la cruz, todo ante su sorprendido compañero. Philip sintió inmediatamente que había algo mucho más grande que su relación terrenal con Dunstan, y que tendría consecuencias profundas en sus vidas. Y así fue. Después que Dunstan le dijo a Philip que había hecho una confesión completa y se había reconciliado con la Iglesia, Philip supo que eso significaba el final inmediato de su relación sexual. Al principio, Philip se sintió aislado y abandonado, pero pronto se dio cuenta de que ello era una gran bendición, ya que lo liberaba de una vida de pecado que él siempre supo que estaba mal. Mejor aún, el despertar católico de Dunstan condujo a Philip a volverse también católico, descubriendo lo que providencialmente le había dicho un amigo cuando era joven: ‘Nunca encontrarás el amor hasta que lo encuentres en el sagrario’. Los dos siguieron siendo compañeros muy cercanos (Philip se desempeñó como albacea literario de Dunstan después de la muerte del poeta en 1975) pero, fieles a la enseñanza católica, nunca volvieron a pecar el uno con el otro2.”

Philip Trower se graduó en la Universidad de Oxford en 2018 a los 95 años de edad, 76 años después de completar sus estudios en el New College de Oxford3.

La Iglesia docta y la rebelión de los eruditos

Este libro tiene cinco capítulos y una conclusión:

El Capítulo I es una historia del origen de la herejía modernista a fines del siglo XIX y principios del siglo XX.

El Capítulo II analiza cinco factores intelectuales que contribuyeron a la creación del modernismo: el darwinismo, los estudios bíblicos modernos, el pragmatismo y el relativismo filosófico, la alta crítica en la historia y la religión comparada.

El Capítulo III explica cómo el modernismo sobrevivió “en la clandestinidad” a la ofensiva desplegada contra él por el Papa San Pío X a partir de 1907 y cómo el pensamiento de Pierre Teilhard de Chardin, la “religión del progreso” y el “culto a la libertad” contribuyeron a engendrar una nueva versión del modernismo (el neomodernismo), que se manifestó con mucha fuerza sobre todo a partir del Concilio Vaticano II.

El Capítulo IV analiza la influencia en el neomodernismo de los filósofos existencialistas (sobre todo Kierkegaard, Heidegger y Sartre) y de las principales corrientes de la psicología moderna (el conductismo y el psicoanálisis), y se detiene en la obra del teólogo Karl Rahner.

El Capítulo V analiza otros factores que inciden en el neomodernismo: la sociología, la antropología, el análisis lingüístico, las teorías sociales democráticas y socialistas y la teología protestante. Además analiza la ofensiva modernista contra la religión verdadera y la debilidad de la respuesta de los católicos ortodoxos, y exhorta a la oración y la esperanza para aguantar el diluvio de la herejía modernista sin perder el don de la fe sobrenatural.

En la Conclusión el autor sintetiza las características de la nueva religión neomodernista que se está formando y lanza una mirada esperanzada hacia el futuro.

Hacia el final de cada una de sus obras, Trower procura ilustrar el significado esencial del fenómeno analizado por medio de una imagen o parábola. En La Iglesia docta y la rebelión de los eruditos utiliza la imagen de un diluvio: “Una ola gigantesca de conocimiento natural, en gran parte de significado incierto, y que lleva consigo una gruesa capa de residuos flotantes de basura ideológica, se ha derramado sobre la humanidad. En ella, todos los hombres occidentalizados, y los católicos junto con ellos, están ahora pataleando, y el modernismo es sólo la muerte por ahogamiento del conocimiento revelado sobrenaturalmente en esta inundación sin precedentes de información puramente natural. Es este diluvio lo que llamamos pensamiento moderno. Sólo parece probable que sobrevivan los católicos que mantienen sus chalecos salvavidas bien inflados con fe, esperanza y caridad y un espíritu de docilidad a la voz de la Iglesia4.”

No es necesario coincidir en todo con Trower para apreciar el valor y la brillantez de su obra. Quizás algunos lectores piensen que Trower tiene una noción exagerada de la extensión de la herejía modernista. Los invito a superar su posible rechazo visceral a algunos juicios controvertidos. En definitiva sólo Dios conoce con certeza absoluta el grado de culpabilidad de cada fiel católico (clérigo o laico) en la actual crisis eclesial. En mi opinión, no se trata aquí de juzgar a nadie en particular, sino de llamar la atención sobre un peligro para la fe católica que es sin duda muy grave y muy real; y que hoy es más grave y real que nunca. 

La Iglesia Católica y la contra-fe

En el Capítulo 1, que oficia de prólogo, Trower compara la labor de discernimiento con respecto a la cultura moderna que los intelectuales católicos deben llevar a cabo hoy con la labor de discernimiento con respecto a la cultura antigua que desarrollaron los Padres de la Iglesia y otros pensadores cristianos de los primeros siglos de la era cristiana.

Para resumir el contenido de este libro, nada mejor que citar al propio autor:

“La primera y más extensa parte de este libro pretende hacer una contribución a un proceso similar de discernimiento con respecto a lo que llamamos ‘pensamiento moderno’ —el sustrato mental de las sociedades occidentales modernas y la fuente de muchas de nuestras suposiciones semiconscientes. Como traté de mostrar en Turmoil and Truth, tal proceso ha estado ocurriendo en la Iglesia durante unos 200 años; y puede haber pocas de las nuevas teorías e ideas que han surgido durante ese tiempo sobre las que ella no haya dado una guía o instrucción. El número de documentos [eclesiales] es enorme. Mayor aún es la literatura secular sobre el tema. Tenemos incluso Diccionarios del Pensamiento Moderno. Pero hasta donde yo sé, no ha habido un examen de sus componentes principales y sus implicaciones para la fe católica desde un punto de vista católico —al menos no para los lectores no académicos en inglés—.

Los componentes principales que he elegido son: las doctrinas de la Ilustración del siglo XVIII; la teoría de la evolución y sus derivados; las escuelas de filosofía poscartesiana que más han influido en el pensamiento católico; las ciencias humanas; y las teorías más radicales de la teología protestante liberal del siglo XX. Los hallazgos de las ciencias exactas son el único componente importante que he omitido porque en la medida en que son exactos ya no suponen ningún obstáculo serio para la cosmovisión católica y cristiana. De estos componentes, las doctrinas de la Ilustración son, a los efectos de este emprendimiento, con mucho los más importantes.

El ‘pensamiento moderno’ podría definirse como la suma total de lo que los hombres modernos saben, o creen saber, con las doctrinas de la Ilustración como su alma o principio informador. Son estas doctrinas las que ahora dan al pensamiento moderno y a la cultura occidental su coherencia, forma y sentido de propósito.

Nada como ellos, ningún sistema de pensamiento universalmente aceptado, parece haber existido en el mundo antiguo. Incluso después de que Roma había unificado políticamente la cuenca del Mediterráneo, su vida intelectual y cultural siguió siendo mucho más una lucha espiritual caótica donde ninguna cosmovisión tenía todo dispuesto a su manera. (…)

Éste es, pues, el propósito principal de las dos primeras partes del libro, que son las más largas: arrojar la luz de la revelación sobre la mente del mundo occidental a medida que avanzó del segundo al tercer milenio, y se movió desde el cristianismo hacia un secularismo que aparentemente lo abarca todo.

La última y más corta parte del libro está más directamente relacionada con los eventos recientes en la Iglesia Católica. Está diseñada para mostrar cuán difícil puede ser en la práctica el proceso de discernimiento del que he estado hablando. Para ilustrar el punto, se dedican tres capítulos a la última etapa del pensamiento del P. Karl Rahner, el principal peso pesado teológico de la Iglesia durante los 30 años desde alrededor de 1960 hasta 1990 (seis años después de su muerte). Los teólogos son el canal principal a través del cual los desarrollos o desviaciones doctrinales entran a la corriente principal del pensamiento católico. Ellos también crean el estilo intelectual en el que, en una época determinada, la divina revelación se transmite a través del clero al pueblo católico. En ambos de estos aspectos, el P. Rahner, por encima de todos los otros teólogos del período, merece ser estudiado.

Los dos capítulos restantes describen la historia del movimiento para la reforma litúrgica, la dirección que le dio el Concilio Vaticano II y las formas en que el decreto [NT: más precisamente la constitución] del Concilio sobre el tema ha sido interpretado e implementado, ya que la liturgia es la expresión de la vida de la Iglesia que afecta más directamente las creencias y la vida espiritual del clero y de los fieles como un cuerpo. La liturgia es el medio a través del cual la Iglesia responde colectivamente a la oferta de la divina revelación y de la auto-donación divina. Es como el ‘Sí’ de la joven al ‘¿Me amas?’ del joven5.”

Trower concluye este libro con una nueva versión de la parábola del hijo pródigo, que intenta expresar la compleja relación entre la Iglesia y la Ilustración6.

El trasfondo del ecumenismo

A diferencia de los otras obras de Trower que traduje, ésta no proviene del sitio Chistendom Awake, sino del sitio CatholicCulture.org. Sin embargo, fue el mismo Mark Alder quien me recomendó esta obra de Trower, bastante más breve que las otras.

En El trasfondo del ecumenismo, Trower: a) considera la cuestión de la unidad de los cristianos desde las perspectivas histórica y teológica; b) presenta una historia del movimiento ecuménico del siglo XX; c) plantea la doctrina católica sobre la unidad de los cristianos, basándose principalmente en los documentos del Concilio Vaticano II; d) analiza el abuso del ecumenismo por parte de muchos católicos, especialmente los de tendencia modernista; e) procura comprender y explicar el significado y el misterio del ecumenismo.

En la Conclusión, para ilustrar el significado del ecumenismo para la Iglesia Católica, Trower utiliza la imagen de una casa muy grande, hermosa y misteriosa (la Iglesia) que súbitamente es “abierta al público” por su Dueño (Dios), de modo que queda expuesta, durante un tiempo de duración conocida sólo por Él, a ser visitada por todo tipo de gente y por consiguiente ve muy trastornada la vida familiar normal de sus habitantes7.

William R. Farmer

William Reuben Farmer (1921-2000) fue un académico estadounidense, experto en el Nuevo Testamento, profesor universitario de teología y defensor del ecumenismo. Estudió en la Universidad de Cambridge en Inglaterra, y en el Union Theological Seminary de Nueva York, institución protestante donde se graduó en 1952. Luego fue ordenado ministro de la Iglesia Metodista Unida. En 1990 se convirtió al catolicismo, como un miembro laico. Fue editor de A New Catholic Bible Commentary (Un nuevo comentario bíblico católico). En 1992, año de publicación de Bismarck y los cuatro Evangelios…, estaba vinculado a la Universidad de Dallas (Texas). El área principal de investigación de Farmer fue la cuestión sinóptica. Defendió la prioridad de Mateo, contra la prioridad de Marcos, y se inclinó a favor de la tradición clementina: Marcos como tercer Evangelio, dependiente de Mateo y Lucas.

Bismarck y los cuatro Evangelios: 1870-1914

Esta obra de Farmer está disponible en el sitio Church in History.

En el período analizado aquí por Farmer (1870-1914) Alemania era el epicentro del estudio histórico-crítico de la Biblia en general, y del Nuevo Testamento en particular. Ese tipo de estudio era realizado principalmente por exégetas no creyentes (racionalistas) o, con mayor frecuencia, por teólogos y exégetas protestantes liberales.

Para ese entonces ya había surgido en Alemania la “hipótesis de las dos fuentes", que dice que los Evangelios de Mateo y Lucas dependen de dos fuentes más antiguas: el Evangelio de Marcos y una fuente hipotética llamada Q. Por lo tanto, la hipótesis de las dos fuentes depende de dos premisas: la prioridad (cronológica y literaria) de Marcos y la existencia de Q.

En el período en cuestión la hipótesis de las dos fuentes se impuso como la solución comúnmente aceptada de la “cuestión sinóptica", es decir el problema planteado por las semejanzas y diferencias de los Evangelios de Mateo, Marcos y Lucas. En torno a esa “solución” se formó primero un amplio consenso de los teólogos y exégetas protestantes alemanes. Luego ese consenso se extendió a los estudiosos protestantes de otros países y finalmente (ya avanzado el siglo XX) también a los católicos.

Ahora bien, desde los primeros siglos de la era cristiana, la Tradición de la Iglesia había sostenido sin lugar a dudas la prioridad de Mateo, o sea que Mateo fue el primer Evangelio escrito. El Evangelio de Mateo es el único que presenta muy explícitamente el primado de Pedro, en el episodio en que Jesús promete a Pedro que le dará las llaves de Su Reino y el poder de “atar y desatar” con la autoridad del mismo Cristo. Además, Mateo contiene el “discurso eclesiástico", en el que Jesús dispone cómo sus apóstoles y discípulos han de tratar a los miembros descarriados de la Iglesia. Así Jesús sentó las bases del derecho canónico y de las penas eclesiásticas, incluso la excomunión.

La teoría de la prioridad de Marcos no arruina del todo pero tiende a debilitar los argumentos apologéticos favorables a la fe en Cristo y en la Iglesia Católica.

Esa teoría debilitó la fe en la Iglesia Católica, principalmente porque: 1) el primado petrino pasó a ser visto por muchos teólogos como un desarrollo tardío y no esencial, no proveniente del mismo Cristo; 2) si la Tradición de la Iglesia pudo errar en algo tan fundamental como cuál fue el primer Evangelio escrito, entonces pudo haber errado también en muchas otras cosas importantes.

Esa teoría también debilitó la fe en Cristo, principalmente porque debilitó la fe en la historicidad de los Evangelios. Si Marcos fue el primer Evangelio y, como también sostuvieron los primeros propulsores de la teoría de las dos fuentes, fue escrito después del año 70, entonces se facilita la adopción de las siguientes ideas: a) los demás evangelios son más tardíos; b) ninguno de los Evangelios fue escrito por ningún apóstol ni por un testigo ocular de la vida de Jesús; c) los Evangelios son productos de comunidades cristianas primitivas que crearon narraciones para expresar su fe en un Cristo que guarda una relación escasa o nula con el Jesús histórico.

Por supuesto, la crisis de fe en Cristo y en la Iglesia contribuye a causar una crisis moral y esta última crisis realimenta a la primera. Es pues conveniente, e incluso necesario, reexaminar críticamente la teoría de la prioridad de Marcos. El aporte de Farmer en este artículo consiste en: 1) subrayar que, dado que no hay argumentos teológicos, históricos o literarios convincentes que apoyen esa teoría, es muy razonable pensar que su “triunfo” se debió más bien a factores sociológicos; 2) identificar la Kulturkampf (la política de Bismarck de persecución de la Iglesia Católica en Alemania) como el factor sociológico fundamental que hizo posible el triunfo de la prioridad de Marcos, primero en Alemania y luego en el mundo.

Podría decirse, como en las novelas policiales, que la evidencia presentada por Farmer contra Bismarck es circunstancial, pero muy fuerte. Bismarck tuvo el motivo, los medios y la oportunidad para favorecer la adopción de la prioridad de Marcos por parte de los teólogos protestantes alemanes. Lo hizo indirectamente, por medio de sus nombramientos de catedráticos de teología en las muy influyentes universidades estatales de Alemania y de la difusión de un clima político-cultural anticatólico.

La Kulturkampf fue en esencia un choque de dos grandes figuras: Bismarck, el Canciller de hierro del Segundo Reich alemán, y el Papa Pío IX. Bismarck quería obligar a los obispos y sacerdotes católicos alemanes a dar prioridad a la ley alemana por sobre el derecho canónico incluso en los asuntos eclesiásticos (como por ejemplo la formación de los candidatos al sacerdocio). En otras palabras, Bismarck quería debilitar la autoridad papal sobre los católicos alemanes, para que éstos ofrecieran su lealtad suprema y fundamental al Imperio alemán y su Káiser protestante.

Frente a este ataque de Bismarck contra la libertad de la Iglesia, que, pese a ser incruento, recuerda por su dureza las persecuciones de la Revolución Francesa, Pío IX apeló al dogma de la infalibilidad papal y del primado de jurisdicción del Papa sobre la Iglesia universal, proclamado poco antes en el Concilio Vaticano I. Este dogma se apoya muy especialmente en el pasaje de Mateo sobre el primado de Pedro. De ahí que Bismarck tuviera un motivo fortísimo para favorecer una teoría (la prioridad de Marcos) que debilitara la consideración de Mateo como el Evangelio fundacional de la Iglesia cristiana.

Y de hecho Bismarck concedió a Heinrich Holtzmann (1832-1910), cuya obra logró finalmente el triunfo de la hipótesis de las dos fuentes en Alemania, la cátedra de Nuevo Testamento en la Universidad de Estrasburgo. Así dio un espaldarazo fundamental a Holtzmann y a la hipótesis de la prioridad de Marcos.

Daniel Iglesias Grèzes

Notas

1) http://www.churchinhistory.org/dennis-barton-obituary.htm. La traducción es mía.

2) William Doino Jr, A Catholic gentleman: the inspiring life of Philip Trower (Un caballero católico: la inspiradora vida de Philip Trower), en: The Catholic Herald, 25/02/2019; https://catholicherald.co.uk/a-catholic-gentleman-the-inspiring-life-of-philip-trower/. La traducción es mía.

3) https://www.bbc.com/news/uk-england-oxfordshire-45011367

4) Philip Trower, La Iglesia docta y la rebelión de los eruditos, obra traducida y editada por mí, p. 44.

5) Philip Trower, La Iglesia Católica y la contra-fe, obra traducida y editada por mí, pp. 3-4.

6) Cf. Ibídem, pp. 184-185.

7) Cf. Philip Trower, El trasfondo del ecumenismo, obra traducida y editada por mí, pp. 24-26.

4 comentarios

  
Tomás Salas
He leído este texto suyo y otros anteriores y me parecen muy interesantes. En el mundo anglosajón hay una riqueza intectual que, frecuentemente, ignoramos los catolicos latinos.

Muchas gracias por su trabajo.
03/12/22 2:47 PM
  
Marcelo Bs As
Si Daniel los he leidos a todos, el que mas me ha servido es el Clementino. Los de tower muy interesantes sobre el CVII, tu labor ha sido excelente.
03/12/22 5:58 PM
  
Vicente
La mayoría hoy sostiene:. Mc. MT. Lc. Jn

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DIG: Sí. Y creo que esa mayoría se equivoca al respecto.
05/12/22 1:06 AM
  
África Marteache
Tienes razón. ¡Feliz Navidad!

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DIG: Muchas gracias, África. Igualmente para ti.
12/12/22 11:26 PM

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