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3.12.22

Mis traducciones de obras de Barton, Trower y Farmer

Hacia 2020 descubrí dos sitios católicos ingleses poco conocidos pero dotados de contenidos de sumo interés y alta calidad: Church in History (Iglesia en la historia) y Christendom Awake (Cristiandad despierta). El primero de ellos fue creado por Dennis Barton y el segundo por Mark Alder. Cuando Dennis Barton falleció, su amigo Mark Alder se hizo cargo también de Church in History. Después de leer varias obras publicadas en esos sitios se me ocurrió que uno de mis principales aportes a la gran tarea de la evangelización de la cultura podría ser traducir algunas de ellas y difundirlas en la medida de mis posibilidades. Por eso durante los últimos dos años dediqué gran parte de mis esfuerzos a traducir libros del inglés al español y publicarlos en formato PDF, para su descarga gratuita, con la autorización y el aliento de Mark Alder. En orden cronológico de publicación, se trata de los siguientes cinco libros: 

A continuación haré una breve presentación de cada uno de esos libros y de sus autores.

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5.11.22

William R. Farmer, Bismarck y los cuatro Evangelios. 1870-1914 -II

Prioridad de Marcos

William R. Farmer 

Bismarck y los cuatro Evangelios
1870-1914

Copyright © ChurchinHistory 2004    

Edición original: William R. Farmer, State Interesse and Marcan Primacy. 1870-1914 [Interés del Estado y primacía de Marcos. 1870-1914], en: Bibliotheca Ephemeridum Theologicarum Lovaniensium, The Four Gospels, Festschrift Frans Neirynck, editado por F. Van Segbroeck, C. M. Tuckett, G. Van Belle y J. Verheyden, Volumen III, Leuven University Press - Uitgeverij Peeters Leuven, 1992.

Fuente: http://www.churchinhistory.org/pages/booklets/farmer%28n%29.htm (08/10/2011).

Este artículo fue reproducido por ChurchinHistory con permiso de Leuven University Press. ChurchinHistory se esfuerza para hacer más fácilmente disponible la información acerca del involucramiento de la Iglesia en la historia.

Traducido al español y editado en 2022 por Daniel Iglesias Grèzes con autorización de Mark Alder, responsable de ChurchinHistory.

Nota del Editor: Añadí aclaraciones breves entre corchetes en algunos lugares.

[William R. Farmer (1921-2000) fue un académico estadounidense, experto en el Nuevo Testamento; metodista hasta 1990, cuando se convirtió al catolicismo. Fue editor de A New Catholic Bible Commentary (Un nuevo comentario bíblico católico). En 1992, año de publicación de este artículo, estaba vinculado a la Universidad de Dallas (Texas)].

Parte II

Debería ser evidente para cualquier estudiante de literatura que las necesidades ideológicas de la sociedad afectan inevitablemente la forma en que la literatura de esa sociedad es interpretada. Sin embargo, en el mundo establecido de los estudios bíblicos no siempre se reconoce esta influencia de las necesidades ideológicas de la sociedad sobre la interpretación literaria. Para ser bastante específico, hoy en día existe una renuencia a reconocer la forma en que las necesidades ideológicas de la sociedad alemana del siglo XIX han influido en la forma en que se interpretó y se sigue interpretando la Biblia en nuestras escuelas teológicas y nuestras universidades. Las razones de esta renuencia requieren una exploración.

Podemos comenzar preguntando: “¿Cuáles fueron algunas de las necesidades ideológicas de la sociedad alemana del siglo XIX que han afectado la interpretación literaria de la Biblia?” Existía, por ejemplo, la necesidad de estar al día en relación con la ciencia. Para que la fe bíblica fuera creíble, era necesario que ella fuera defendida sobre bases científicas. En el siglo XIX, una ciencia que proporcionó algunos modelos rectores fue la biología. Dado que la vida parecía evolucionar de formas más simples a formas cada vez más complicadas, se volvió creíble concebir las formas literarias como desarrollándose de lo simple a lo complejo. Así, para el Antiguo Testamento, relativamente pronto J y E [los documentos Yahvista y Elohísta] se unieron en varias combinaciones con los más desarrollados D y P [los documentos Deuteronomista y Sacerdotal] para formar los textos aún más complejos de los libros del Pentateuco.

Para el Nuevo Testamento, los [documentos] más simples Marcos y Q fueron combinados para formar los evangelios más desarrollados, Mateo y Lucas. Parábolas de Jesús como la de la levadura en el pan y la de la semilla de mostaza fueron citadas como evidencia de que Jesús se adelantó a su tiempo al pensar en términos científicos, es decir, en términos de crecimiento. De hecho, estas parábolas fueron conocidas como las “parábolas del crecimiento".

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5.09.22

Consideraciones sobre el problema sinóptico (4)

Partes anteriores de esta serie: (1), (2) y (3).

Desde la época apostólica, la tradición eclesiástica sostuvo que los cuatro Evangelios fueron escritos poco después de la muerte y resurrección de Cristo, con base en el testimonio de testigos oculares de los hechos allí narrados. Éste es uno de los motivos principales de la multisecular confianza de la Iglesia Católica en el valor histórico de los Evangelios. Algo análogo puede decirse sobre los restantes escritos del Nuevo Testamento (NT). La más antigua tradición afirma que también ellos fueron redactados tempranamente por distintos apóstoles, algunos de los cuales (como Pedro y Juan) formaron parte del grupo de los Doce que acompañaron a Jesús durante su vida pública.

A partir del siglo XVIII el estudio crítico de la Biblia desafió estas convicciones tradicionales, negando en muchos casos que los autores de los libros del NT fueron los apóstoles a los que son atribuidos, y asignando a dichos libros fechas de redacción tardías, en general. De este modo, durante el siglo XIX muchos estudiosos de tendencia racionalista sostuvieron que los Evangelios y los demás libros del NT habían sido compuestos en el siglo II, e incluso en la segunda mitad de ese siglo. Así se puso en duda la historicidad de los Evangelios, para sostener diversas tesis sobre el origen de la fe cristiana a partir de mitos, de fraudes o de la creatividad de las comunidades cristianas primitivas.

En el siglo XX el estudio histórico-crítico del NT descartó las críticas más extremas y revirtió parcialmente la tendencia anterior, regresando a dataciones más tempranas, pero (en general) sin volver del todo a la visión tradicional. Desde 1950 hasta hoy la mayoría de los expertos sitúa la composición del Evangelio de Marcos en torno al año 70, la de los Evangelios de Mateo y Lucas en torno al período 80-90 y la del Evangelio de Juan en torno al año 95. Este consenso mayoritario actual debilita algo –sin destruirlos– los argumentos apologéticos a favor de la historicidad del NT.

No obstante, en las últimas décadas varios estudios exegéticos, filológicos y papirológicos, desarrollados independientemente unos de otros, han convergido en un resultado inesperado para muchos: un fuerte cuestionamiento del citado consenso, en el sentido de un regreso integral a las tesis de la antigua tradición cristiana.

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31.08.22

Consideraciones sobre el problema sinóptico (3)

Esta serie de artículos trata sobre la “cuestión sinóptica” o “problema sinóptico”, es decir el problema planteado por las similitudes y diferencias entre los tres Evangelios sinópticos: los Evangelios de Mateo, Marcos y Lucas. Estos tres Evangelios tienen grandes similitudes pero también muchas diferencias de detalle entre sí. Véanse aquí los artículos anteriores: (1) y (2).

La solución del problema sinóptico preferida hoy por la mayoría de los exégetas (incluso católicos) es la teoría o hipótesis “de las dos fuentes”. Esta teoría sostiene que los Evangelios de Mateo y Lucas fueron compuestos (cada uno de ellos) con base en dos documentos escritos anteriores: el Evangelio de Marcos y Q (inicial del término alemán Quelle, que significa “fuente”). La hipótesis de las dos fuentes depende de dos premisas básicas, ambas muy cuestionables: la prioridad de Marcos (sostenida hoy por la gran mayoría de los exégetas) y la independencia entre Mateo y Lucas.

La principal consecuencia de la teoría de las dos fuentes, si se la acepta, es el retraso de las fechas de composición de Mateo y Lucas. Ese retraso es consistente con la visión racionalista y el interés anti-apologético de los exégetas liberales que impulsaron las teorías de la prioridad de Marcos y de la fuente Q a fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX. Las fechas de composición tardías tienden a contradecir la visión tradicional de los Evangelios como relatos históricamente fidedignos, basados en testimonios de testigos oculares y redactados por Apóstoles (Mateo y Juan) o colaboradores directos de Apóstoles (Marcos y Lucas). En cambio esas dataciones tardías tienden a favorecer la visión racionalista de quienes buscan “desmitologizar” los Evangelios, considerándolos más bien como productos de comunidades creativas, que, varias generaciones más tarde, habrían transformado por su cuenta al “Jesús histórico” en el “Cristo de la fe”.

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27.08.22

Consideraciones sobre el problema sinóptico (2)

En el primer artículo de esta serie analicé someramente el problema del orden de composición de los Evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas). En esta ocasión analizaré brevemente el problema de la dependencia entre los Evangelios sinópticos. Diremos que el Evangelio B depende del Evangelio A si el autor de B conoció a A y reutilizó parte de su contenido. Naturalmente, si B depende de A, A es anterior a B.

Supongamos que el orden de composición de los sinópticos es A-B-C. Dado ese orden, el problema de la dependencia admite ocho soluciones básicas, porque: B es dependiente o independiente de A (dos alternativas); y en cada uno de esos dos casos hay cuatro alternativas con respecto de C: 1) C depende de A y de B; 2) C depende de A pero no de B; 3) C depende de B pero no de A; 4) C no depende de A ni de B.

Como vimos antes, el problema del orden de composición admite seis soluciones básicas. Por lo tanto, dado que, como acabamos de ver, el problema de la dependencia (en abstracto) admite ocho soluciones básicas, y que ambos problemas son independientes entre sí, resulta que el problema sinóptico admite 48 soluciones básicas (6x8). Digo soluciones “básicas” porque cada una de ellas tiene numerosas variantes en cuestiones de detalle, lo que hace que la cuestión sinóptica sea sumamente compleja.

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