InfoCatólica / Razones para nuestra esperanza / Archivos para: Octubre 2012

28.10.12

Revista "Fe y Razón" (Nº 74 - Noviembre de 2012)

Para acceder a todo el Nº 74, por favor presione este enlace.

A continuación reproduzco el artículo editorial.


Jesucristo es el Camino, la Verdad y la Vida

Equipo de Dirección

1. Ciclo de Charlas sobre el Pensamiento de Juan Pablo II

El sábado pasado, en la Parroquia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro y San Alfonso (Tapes 956 casi San Juan) de Montevideo, comenzó el Ciclo de Charlas sobre el Pensamiento de Juan Pablo II, organizado por el Centro Cultural Católico “Fe y Razón” en el contexto del Año de la Fe, con el apoyo de la Facultad de Teología del Uruguay “Monseñor Mariano Soler”. Este Ciclo continuará en el mismo lugar durante los próximos tres sábados. A continuación incluimos el programa completo del Ciclo. Recordamos que la entrada a estas charlas es libre y gratuita.

Sábado 27/10/2012 - 17:00-19:00 - La obra filosófica de Karol Wojtyla
Ec. Rafael Menéndez, El personalismo tomista de Karol Wojtyla.
Lic. Néstor Martínez, Tomismo y personalismo.

Sábado 03/11/2012 - 16:30-18:30 - La encíclica Fides et Ratio
Mons. Antonio Bonzani, La continuidad entre el Vaticano I y el Vaticano II en el compromiso de la fe según la Fides et Ratio.
Prof. Ignacio Pérez Constanzó, La Fides et Ratio ante la filosofía y ante la cultura.

Sábado 10/11/2012 - 17:00-18:30 - La encíclica Veritatis Splendor
Pbro. Sebastián Pinazzo, La respuesta de Juan Pablo II frente a algunas tendencias de la teología moral surgidas en la segunda mitad del siglo XX.

Sábado 17/11/2012 - 17:00-19:00 - La encíclica Evangelium Vitae
Lic. Néstor Martínez, El nuevo concepto de embarazo a la luz de la Evangelium Vitae.
Ing. Daniel Iglesias Grèzes, Nuevas amenazas a la vida humana según la Evangelium Vitae.

2. Monseñor Antonio Bonzani

El Pbro. Antonio Bonzani, Rector de la Facultad de Teología del Uruguay “Monseñor Mariano Soler”, ha sido nombrado Capellán de Su Santidad, recibiendo de esta manera el título de Monseñor. Al querido Padre Antonio, amigo y colaborador de “Fe y Razón”, le damos nuestras felicitaciones por este reconocimiento a su abnegada y fiel labor apostólica.

3. Aborto y reproducción artificial

Durante el mes de octubre, la “Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo”, que legaliza el aborto bajo muy amplias condiciones, fue aprobada por la Cámara de Senadores (por 17 votos contra 14) y promulgada por el Poder Ejecutivo. Uruguay se convirtió así, lamentablemente, en el segundo país de América Latina (después de Cuba) en legalizar el aborto. Recordamos a nuestros lectores que, según la doctrina católica, es preciso resistir y combatir esta ley inicua mediante la objeción de conciencia y otros medios pacíficos, y seguir trabajando en pos de su pronta derogación.

Con profunda consternación informamos que durante ese mismo mes la Cámara de Representantes de nuestro país aprobó el proyecto de “Ley de Reproducción Humana Asistida”, contrario al orden moral natural de muchas y muy graves formas, y que, EN LA VOTACIÓN GENERAL DEL PROYECTO, DICHA APROBACIÓN FUE UNÁNIME. Recordamos a nuestros lectores que, según la doctrina católica, la inseminación artificial y la fecundación artificial son gravemente inmorales. Empero, el citado proyecto de ley no sólo legaliza esas técnicas de reproducción humana artificial (que tienden a convertir al ser humano en un producto industrial más), sino que también legaliza su aplicación a mujeres solas o a parejas que no son matrimonios, la donación de esperma y de óvulos, y la congelación y destrucción de embriones “sobrantes”, y establece el carácter secreto de las donaciones de gametos, por lo que en general se prohibirá que las personas engendradas mediante estas técnicas conozcan la identidad de uno o dos de sus progenitores biológicos. Por si todo esto (y más) fuera poco, un legislador ha propuesto que, cuando el proyecto sea tratado por el Senado, se le agregue la legalización del alquiler de úteros. Esperamos que los uruguayos provida, cuya atención quizás ha estado centrada de un modo casi exclusivo en el tema del aborto, se opongan de un modo más enérgico e incisivo contra este cúmulo de barbaridades. Por lo demás, la fecundación artificial está muy ligada a prácticas abortivas y eugenésicas.

Rogamos a Dios nuestro Padre que, en este tiempo de tribulación, en Uruguay y en todo el mundo, nos conceda renovar nuestra fe en Jesucristo, el Camino, la Verdad y la Vida, y dar un testimonio más coherente y atractivo de esa fe, tanto en el nivel individual como en el nivel comunitario.


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18.10.12

El movimiento del Diseño Inteligente (William Dembski)

Según el darwinismo, causas naturales no dirigidas son las únicas responsables del origen y el desarrollo de la vida. En particular, el darwinismo descarta la posibilidad de que Dios o cualquier inteligencia rectora jueguen un rol en el origen y desarrollo de la vida. Dentro de la cultura occidental, el ascenso del darwinismo ha sido verdaderamente meteórico. Y sin embargo a lo largo de este ascenso siempre ha habido disidentes que consideraban inadecuada la visión darwinista de que causas naturales no dirigidas podían producir toda la diversidad y complejidad de la vida.

Hasta mediados de la década 1980-1990 este disenso era esporádico, estaba centrado en gran medida a nivel de bases y buscaba principalmente influir en la opinión pública a través de los tribunales (y no era muy eficaz en eso). Con el movimiento del Diseño Inteligente, este disenso ahora se ha vuelto focalizado, prometiendo abatir el dominio cultural del darwinismo tanto como los movimientos de la libertad en Europa Oriental abatieron el dominio político del marxismo al final de los años ’80.

El movimiento del Diseño Inteligente comienza con la obra de Charles Thaxton, Walter Bradley, Michael Denton, Dean Kenyon y Phillip Johnson. Sin emplear la Biblia como un texto científico, estos académicos criticaron al darwinismo por razones científicas y filosóficas. Por razones científicas ellos encontraron al darwinismo inadecuado como marco de trabajo para la biología. Por razones filosóficas ellos encontraron al darwinismo irremediablemente entreverado con el naturalismo, la visión de que la naturaleza es autosuficiente y por ende no necesitada de Dios o cualquier inteligencia rectora. Más recientemente, académicos como Michael Behe, Stephen Meyer, Paul Nelson, Jonathan Wells y yo han dado el siguiente paso, proponiendo un programa de investigación positivo en el que las causas inteligentes se convierten en la clave para entender la diversidad y complejidad de la vida.

Por medio de este enfoque doble de criticar al darwinismo por una parte y proveer una alternativa positiva por la otra parte, el movimiento del Diseño Inteligente ha ganado rápidamente adherentes entre los mejores y más brillantes en la academia. Ya es responsable de que el darwinismo haya perdido su ventaja en el mercado intelectual. Si llegare a ser completamente exitoso, el Diseño Inteligente desbancará no sólo al darwinismo, sino también al legado cultural del darwinismo. Y dado que ningún aspecto de la cultura occidental ha escapado a la influencia del darwinismo, similarmente ningún aspecto de la cultura occidental escapará a una reevaluación a la luz del Diseño Inteligente.

¿Qué es entonces el Diseño Inteligente? El Diseño Inteligente comienza con la observación de que las causas inteligentes pueden hacer cosas que las causas naturales no dirigidas no pueden hacer. Las causas naturales no dirigidas pueden ubicar piezas de un juego de palabras cruzadas sobre un tablero, pero no pueden arreglar las piezas como palabras o frases con significado. Obtener una configuración con significado requiere una causa inteligente. Esta intuición de que hay una distinción fundamental entre causas naturales no dirigidas por una parte y causas inteligentes por la otra ha sustentado los argumentos de diseño de los siglos pasados.

A lo largo de los siglos los teólogos han argumentado que la naturaleza exhibe características que la naturaleza misma no puede explicar, sino que en cambio requieren una inteligencia más allá y por encima de la naturaleza. Desde Padres de la Iglesia como Minucio Felix y Basilio el Grande (siglos III y IV) a escolásticos medievales como Moisés Maimónides y Tomás de Aquino (siglos XII y XIII) y a pensadores reformados como Thomas Reid y Charles Hodge (siglos XVIII y XIX), encontramos a teólogos haciendo argumentos de diseño, argumentando desde los datos de la naturaleza hasta una inteligencia que opera más allá y por encima de la naturaleza.

Los argumentos de diseño son algo viejo. En verdad, los argumentos de diseño siguen siendo un elemento básico de los cursos de filosofía y religión. El más famoso de los argumentos de diseño es el argumento del relojero de William Paley (como en la Teología Natural de Paley, publicada en 1802). Según Paley, si encontramos un reloj en un campo, la adaptación de medios a fines del reloj (es decir, la adaptación de sus partes a la función de dar la hora) aseguran que es el producto de una inteligencia, y no meramente el resultado de procesos naturales no dirigidos. Así también, las maravillosas adaptaciones de medios a fines en los organismos, sea al nivel de organismos completos o al nivel de varios subsistemas (Paley se centró especialmente en el ojo del mamífero), aseguran que los organismos son el producto de una inteligencia.

Aunque es intuitivamente atractivo, el argumento de Paley había caído en desuso hasta hace poco. En los últimos cinco años el diseño ha experimentado un resurgimiento explosivo. Los científicos se están empezando a dar cuenta de que el diseño puede ser formulado rigurosamente como una teoría científica. Lo que ha mantenido al diseño fuera de la corriente principal de la ciencia en estos últimos 130 años es la ausencia de métodos precisos para distinguir los objetos causados inteligentemente de los objetos causados no inteligentemente. Para que el diseño sea un concepto científico fructífero, los científicos tienen que estar seguros de que pueden determinar confiablemente si algo es diseñado.

Johannes Kepler pensaba que los cráteres lunares habían sido diseñados inteligentemente por habitantes de la Luna. Ahora sabemos que los cráteres fueron formados naturalmente. Es este temor de atribuir falsamente algo al diseño sólo para ver esa hipótesis derribada más tarde lo que ha impedido que el diseño entrara en la ciencia propiamente dicha. Con métodos precisos para discriminar los objetos causados inteligentemente de los causados no inteligentemente, los científicos ahora son capaces de evitar el error de Kepler.

Lo que ha emergido es un nuevo programa para la investigación científica conocido como Diseño Inteligente. Dentro de la biología, el Diseño Inteligente es una teoría de los orígenes y el desarrollo biológicos. Su tesis fundamental es que se necesitan causas inteligentes para explicar las estructuras complejas y ricas en información de la biología, y que estas causas son empíricamente detectables (1).

Decir que las causas inteligentes son empíricamente detectables es decir que existen métodos bien definidos que, con base en características observables del mundo, son capaces de distinguir confiablemente las causas inteligentes de las causas naturales no dirigidas. Muchas ciencias especiales han desarrollado ya tales métodos para delinear esta distinción –notablemente la ciencia forense, la criptografía, la arqueología y la búsqueda de inteligencia extraterrestre (como en la película Contacto).

Siempre que estos métodos detectan causalidad inteligente, la entidad subyacente que descubren es información. El Diseño Inteligente correctamente formulado es una teoría de la información. Dentro de tal teoría, la información se convierte en un indicador confiable de causalidad inteligente, así como en un objeto adecuado para la investigación científica. Así el Diseño Inteligente se convierte en una teoría para detectar y medir información, explicar su origen y rastrear su flujo. Por lo tanto el Diseño Inteligente no es el estudio de causas inteligentes per se, sino de las vías de información inducidas por causas inteligentes.

Como resultado, el Diseño Inteligente no presupone un Creador ni milagros. El Diseño Inteligente es teológicamente minimalista. Detecta inteligencia sin especular acerca de la naturaleza de la inteligencia detectada. La “complejidad irreducible” del bioquímico Michael Behe, la “información activa” del físico David Bohm, la “complejidad funcional” del matemático Marcel Schützenberger y mi propia “información compleja especificada” son rutas alternativas hacia la misma realidad.

Es la detectabilidad empírica de causas inteligentes lo que hace al Diseño Inteligente una teoría completamente científica y lo distingue de los argumentos de diseño de los filósofos, o lo que ha sido llamado tradicionalmente “teología natural”. El mundo contiene eventos, objetos y estructuras que agotan los recursos explicativos de las causas naturales no dirigidas, y que pueden ser explicados adecuadamente sólo recurriendo a causas inteligentes. Los científicos están ahora en posición de demostrar esto rigurosamente. Así lo que ha sido una duradera intuición filosófica está siendo ahora realizado como un programa de investigación científica.

El Diseño Inteligente implica que el naturalismo en todas sus formas debe ser rechazado. El naturalismo metafísico, la visión de que las causas naturales no dirigidas gobiernan completamente el mundo, debe ser rechazado porque es falso. El naturalismo metodológico, la visión de que por el bien de la ciencia la explicación científica nunca debería exceder las causas naturales no dirigidas, debe ser rechazado porque ahoga la investigación. No se gana nada pretendiendo que la ciencia pueda salir adelante sin causas inteligentes. Más bien, dado que las causas inteligentes son empíricamente detectables, la ciencia debe permanecer siempre abierta a la evidencia de su actividad.

¿Dónde deja esto a la creación especial y la evolución teísta? Desde el punto de vista lógico, el Diseño Inteligente es compatible con todo desde el creacionismo más crudo (por ejemplo, Dios interviniendo en cada punto para crear nuevas especies) hasta la evolución más sutil y de mayor alcance (por ejemplo, Dios fusionando sin costuras todos los organismos en un gran árbol de la vida). Para el Diseño Inteligente la primera cuestión no es cómo los organismos llegaron a ser (aunque ésta es una cuestión de investigación que es necesario abordar), sino si ellos muestran señales claras y empíricamente detectables de ser causados inteligentemente. En principio, un proceso evolutivo puede exhibir tales “marcas de inteligencia” tanto como cualquier acto de creación especial.

Si usted es cristiano, ¿cuál es la utilidad teológica del Diseño Inteligente? Es importante darse cuenta de que el Diseño Inteligente no es una estratagema apologética para embaucar a la gente con el Reino de Dios. El Diseño Inteligente es un programa de investigación científica.

Dicho esto, el Diseño Inteligente sí tiene implicaciones para la teología. El desafío más severo a la teología en los últimos 200 años ha sido el naturalismo. Dentro de la cultura occidental, el naturalismo se ha convertido en la posición predeterminada para toda investigación seria. Desde los estudios bíblicos hasta el derecho, la educación, el arte, la ciencia y los medios, se espera que la investigación proceda sólo bajo la suposición del naturalismo.

C. S. Lewis lo dijo de esta manera: “Las hipótesis naturalistas… te encuentran en todas partes… Esto viene en parte de lo que podemos llamar una “resaca”. Todos tenemos el naturalismo en nuestros huesos y ni siquiera la conversión quita instantáneamente la infección de nuestro sistema. Sus hipótesis se apresuran a regresar a la mente en el momento en que se afloja la vigilancia.” (Cita de su obra Milagros).

Haciendo evidente el diseño en la naturaleza, el Diseño Inteligente promete curar a la cultura occidental de esta desafortunada resaca de la Ilustración. En verdad, el Diseño Inteligente suministra la más clara refutación del naturalismo a la fecha. El naturalismo mira a la ciencia para justificar su rechazo del propósito en la naturaleza. El Diseño Inteligente muestra que el naturalismo fracasa en sus propios términos. Por cierto, hay buenas razones filosóficas para rechazar el naturalismo –la misma existencia del mundo y la inteligibilidad del mundo plantean preguntas que la ciencia no puede responder, y que señalan más allá del mundo. El Diseño Inteligente muestra que también hay buenas razones científicas para rechazar el naturalismo. (2)

William Dembski

Fuente: http://www.arn.org/docs/dembski/wd_idmovement.htm
Publicado originalmente en Cosmic Pursuit, Primavera de 1998.
Traducido del inglés por Daniel Iglesias Grèzes.

Notas del Traductor

1) Como se verá luego, Dembski no quiere decir que la ciencia sea capaz de demostrar por sí sola la existencia de Dios.

2) Para profundizar en el tema del Diseño Inteligente, son recomendables los siguientes libros: Phillip Johnson, Proceso a Darwin; Michael Behe, La caja negra de Darwin; Jonathan Wells, Íconos de la evolución; Guillermo Gonzalez y Jay Richards, El planeta privilegiado.

15.10.12

La visión cristiana de la historia

El primer capítulo del libro Cuatro visiones de la historia universal de José Ferrater Mora se denomina “San Agustín o la visión cristiana". A continuación citaré algunas partes de dicho capítulo y haré mis propios comentarios críticos. Refiriéndome principalmente a la doctrina común de la Iglesia, intentaré mostrar que ese capítulo presenta la visión cristiana de la historia de un modo sumamente distorsionado.

“Para el cristiano la historia se hace, en efecto, posible mediante el pecado, es decir, mediante el quebrantamiento de la ley divina, el afán de conocer el bien y el mal, el apartamiento de Dios, la soberbia. Pero el pecado es sólo la posibilidad y el fundamento de la historia, su condición necesaria y no su misma sustancia.” (José Ferrater Mora, Cuatro visiones de la historia universal. San Agustín, Vico, Voltaire, Hegel, Alianza Editorial, Madrid 1988, pp. 32-33).

Para el cristiano la historia se hace posible, no mediante el pecado, sino mediante el libre acto creador de Dios, que pone en la existencia al hombre, ser histórico. El amor de Dios Creador es el fundamento de la historia. El pecado es sólo una de las dos posibles respuestas libres del hombre al amor de Dios. No forma parte de la esencia del hombre ni de la historia.

Salvo que interpretemos “conocer” como “practicar", el afán de conocer el bien y el mal no es equivalente al pecado. De lo contrario los moralistas pecarían al dedicarse al estudio de la ciencia moral. Cuando Dios prohibió a Adán y Eva comer del “fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal” (cf. Génesis 2), estableció que no le corresponde al hombre cambiar a su antojo la ley moral natural, porque ésta le es dada al hombre por Dios en unión indisoluble con la naturaleza humana.

“Si, como hemos dicho, la naturaleza era para el griego lo permanente, el gran todo al cual cada ser individual vuelve en cumplimiento de la universal justicia de la restitución, para el cristiano es el mal, pero el mal necesario e indispensable, porque tiene su sentido en la realización del drama de la historia.” (o.c., p. 34).

Para el cristiano la naturaleza no es el mal ni un mal, sino un bien, aunque un bien finito. El primer capítulo de la Biblia (Génesis 1) repite con llamativa insistencia la valoración positiva de Dios acerca de la naturaleza creada: “Y vio Dios que era bueno". Según la doctrina cristiana, el mal no es la naturaleza, el universo material o el ser finito (esta identificación es propia del maniqueísmo, no del cristianismo), sino un desorden introducido en el orden natural. Particularmente, el mal moral o pecado es el acto humano contrario a la naturaleza humana, es decir contrario a la razón y a la ley moral.

“La personalidad del hombre consiste en este su estar enmascarado, en este su desempeñar el papel que le corresponde, que le ha sido asignado de antemano desde aquellos tiempos en que no había nada, ni siquiera tiempo, porque todo estaba en el seno de Dios como modelo y paradigma.” (o.c., p. 35).

Según la antropología cristiana, la persona humana es un ser inteligente y libre, un espíritu encarnado que se desarrolla históricamente en relación con Dios y las demás personas. Ciertamente Dios, en su omnisciencia, conoce eternamente la historia completa de cada persona humana, pero esto no implica que la predetermine anulando su libertad. El hombre desempeña en la historia, no un rol que le fue asignado arbitrariamente por Dios antes de crearlo, sino el rol que el mismo hombre ha elegido para sí, dando una respuesta libre al libre amor de Dios, aunque siempre bajo el influjo misterioso de la Gracia.

“El hombre ha sido hecho, como diría Unamuno, para acompañar la soledad de Dios.” (o.c., p. 36).

Según la doctrina cristiana, el hombre ha sido hecho para compartir la gloria de Dios. Dios es el Ser perfectísimo, infinitamente feliz por Sí mismo. No sufre de soledad ni de ningún otro mal, ni antes ni después de crear al hombre. Su plenitud divina es inmutable. Dios crea al hombre sin necesidad alguna, por un acto libérrimo de su amor infinito. “Dios es amor", nos enseña San Juan, y la esencia del amor consiste en hacer el bien al ser amado desinteresadamente.

“Sin la libertad, el hombre hubiera sido bestia o ángel. Con la libertad sola, sin auxilio divino, habría sido ángel rebelde, demonio.” (o.c., p. 36).

Sin la libertad, el hombre habría sido bestia, no ángel. Según la teología cristiana, el ángel es un espíritu puro, inteligente y libre. Con la libertad sola, pero sin la Gracia sobrenatural, tendríamos a un hombre en “estado de naturaleza pura", no un demonio. Un hombre así (que Dios podría haber creado si lo hubiera querido) carecería de un fin último sobrenatural (la participación en la naturaleza divina), pero podría ser feliz alcanzando su fin puramente natural.

“Si nos atenemos a la moderna imagen evolutiva de la historia, resulta sorprendente que el hombre comience por ser, no un bruto que se desliga de la naturaleza, sino un ser que, después de haberle sido dada la imagen y figura de Dios, vuelve a revolcarse en el barro que constituye lo más alejado de Dios que pueda concebirse, lo que los neoplatónicos y, junto con ellos, los primeros padres de la Iglesia, llamaron indistintamente el no ser, el mal y la materia.” (o.c., pp. 36-37).

Quizás el contraste entre la moderna imagen evolutiva y la visión cristiana de la historia resulte sorprendente para quienes tienden a olvidar la esencia espiritual de la historia humana, que no es nunca un desarrollo mecánico, sino una sucesión temporal de actos en última instancia indeducibles, irreductibles a una ley matemática, física o biológica.

Los Padres de la Iglesia no confundieron nunca el no ser, el mal y la materia, tres cosas muy distintas entre sí para un cristiano. La nada (el no ser) no es mala ni es material, simplemente porque no es. Para ser malo, como para ser material, es necesario ser (lo contrario del no ser).

Si bien el no ser no es de suyo un mal, el mal sí es un determinado tipo de no ser: la privación de algo exigido por la naturaleza del ente en cuestión. Aunque para ser malo hay que ser, no se es malo por lo que se es, sino por lo que no se es, y no por cualquier cosa que no se sea, sino por no ser lo que la naturaleza exige que se sea. Y ésa es justamente la doctrina de San Agustín.

Ya dijimos antes que para el cristiano el ser material no es un mal, sino un bien (aunque ciertamente un bien finito, no el Sumo Bien que es Dios). Dado que el mal es un desorden del ser, que considerado en sí mismo es bueno, en definitiva el mal resulta ser un parásito del bien. Lo malo existe sólo gracias a la medida de bien que contiene. No hay, en la cosmovisión cristiana, nada que sea absolutamente malo desde todo punto de vista posible, porque todo ha sido creado bueno por Dios.

“A la luz primitiva, a la claridad y transparencia de su origen, ha sucedido la confusión y la multiplicidad, la verdadera noche en que, de Adán a Jesucristo, ha imperado, en medio de la ignorancia de los pueblos, una sola y única revelación del Dios escondido, la revelación incompleta manifestada al pueblo judío, el que ha dado muerte temporal y vida eterna al Hijo de Dios.” (o.c., pp. 37-38).

Según la doctrina cristiana, de Adán a Jesucristo el Dios escondido se ha revelado no sólo mediante la revelación sobrenatural manifestada al pueblo de Israel (que no es exactamente lo mismo que el pueblo judío) sino también mediante lo que podríamos llamar “revelación natural": Dios puede ser conocido a la luz de la sola razón por todos los hombres, también los anteriores a Jesucristo. Las obras de Dios dan testimonio de Él, son signos que nos hablan del Dios escondido.

Por otra parte, desde el punto de vista de la historia, no fue el pueblo judío en su conjunto quien dio muerte temporal al Hijo de Dios, sino muchas altas autoridades y una parte de ese pueblo, junto con autoridades romanas. Y por cierto el pueblo judío tampoco fue quien dio vida eterna al Hijo de Dios: el Hijo, en cuanto Dios, posee la vida eterna por su naturaleza divina; y en cuanto hombre, recibió la vida eterna de Dios Padre, quien lo resucitó de la muerte.

“Mas esta libertad, que tan graciosamente le es dada al hombre, es sólo, por lo pronto, la libertad para el pecado, la libertad para la historia.” (o.c., p. 43).

Según la doctrina cristiana, Dios da gratuitamente al hombre el don de la libertad, no para el pecado, sino para que, auto-poseyéndose, sea capaz de auto-donarse libremente a Dios, alcanzando así su realización plena en el seno de la comunión con Dios. Esa libre decisión del hombre se desarrolla en la historia y se consuma en la eternidad.

Nótese que Ferrater Mora se contradice. En este punto identifica historia y pecado, aunque antes había escrito que el pecado no es la sustancia de la historia (véase la primera cita).

“Pero si la Iglesia es condición no es causa suficiente, y por eso aun en ella son pocos los elegidos y son muchos los condenados.” (o.c., p. 45).

Sobre la cuestión de la posibilidad de salvación de los no cristianos de buena voluntad ha habido sin duda en los últimos siglos un importante desarrollo doctrinal en la Iglesia Católica. Ahora bien, Ferrater Mora extiende aquí hacia adentro de la Iglesia lo que se podría ver como cierto “pesimismo” de San Agustín con respecto a esa cuestión. Es cierto que no basta pertenecer exteriormente a la Iglesia para alcanzar la salvación, sino que para esto se debe pertenecer a ella “en espíritu y en verdad". Pero la Iglesia Católica en cuanto tal nunca ha enseñado oficialmente que sean muchos más los condenados que los salvados, ni en el mundo en general, ni mucho menos dentro de la Iglesia en particular.

“Esta justicia de condenar a todos y esta misericordia de salvar a algunos es lo que da su angustioso sentido a la visión agustiniana de la historia y lo que hace de ella, al tiempo que el reino de la desesperación, el fundamento de la esperanza.” (o.c., p. 46).

Según la doctrina de San Agustín y de la Iglesia, ni la justicia divina condena a todos los hombres ni la misericordia divina opera sólo a favor de algunos. Exceptuando a Jesús y María, todos los hombres han pecado y ninguno de ellos podría salvarse por sí mismo; pero la muerte y resurrección de Cristo han redimido objetivamente a todos los hombres de la historia. También para San Agustín, como para San Pablo, “Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad". Pero, agrega Agustín, “Dios, que te creó sin ti, no te salvará sin ti". La gracia de Dios, ofrecida a todo hombre, requiere la libre cooperación del hombre para realizar la obra de la justificación. Por lo tanto la visión agustiniana y cristiana de la historia no es el reino de la desesperación, sino una visión de esperanza teologal. Aunque esté sumido en el peor de los pecados, el hombre puede esperar la salvación de Dios, si se abre con fe amante a Su misericordia y Su perdón. Esta salvación regalada gratuitamente por Dios es doblemente indebida, porque el hombre es creatura y pecador, pero no es injusta.

“En la visión agustiniana no acaba todo bien, como en la comedia, ni todo mal, como en la tragedia; en ella mueren, con una eterna muerte sin reposo, los réprobos o los condenados, pero viven con una vida sin más inquietud y desasosiego los que, debiendo ser también condenados, han resultado, por una elección que escapa a la razón humana y acaso a toda razón, inscritos en el registro de una ciudad que está constituida desde siempre, pero que sólo quedará colmada cuando la historia, ese sueño que es una pesadilla, haya terminado de ser soñada. Puede que no haya que acusar demasiado a Dios de su aterrador dictado, porque acaso la pesadilla también a Él alcanza y somos nosotros la visión que aparece constantemente en sus sueños. En los sueños de Dios, que si tal fuera cierto, serían para el hombre más reales que la realidad.” (o.c., p. 47).

En la visión agustiniana y cristiana de la historia los bienaventurados no son los que debían haber sido también condenados pero han sido elegidos arbitrariamente por Dios para la salvación. Quizás Ferrater Mora confunde a San Agustín con Calvino. Dios es justo y la justicia consiste en dar a cada uno lo que le corresponde. El juicio de Dios concuerda con la opción que cada hombre ha hecho a lo largo de su vida, opción por el amor o el egoísmo, por Dios o contra Dios, opción a la que la muerte da un carácter definitivo. El motivo por el cual unos se salvan y otros se condenan no escapa totalmente a la razón humana, ni menos aún a toda razón: “Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer… Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el Diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer…” (Mateo 25,34-42).

Quizás el sistema teológico con el que San Agustín (no el Magisterio de la Iglesia) intentó analizar el profundo misterio de la relación entre la Gracia de Dios y la libertad del hombre se presta en parte al malentendido en el que incurrió Ferrater Mora. Pero ese sistema agustiniano no pretende borrar ni borra las líneas maestras del Evangelio de Cristo que hemos enunciado sintéticamente.

El primado absoluto de la gracia de Dios, aun respecto de la respuesta libre del hombre, es un dato del Evangelio (Juan 15,5: “separados de Mí, nada pueden hacer"), subrayado por San Agustín y reafirmado por el Magisterio de la Iglesia en la condena del pelagianismo y el semipelagianismo. Esta doctrina católica no llama a la desesperación, sino a la confianza en Dios y al reconocimiento del Misterio insondable del Dios que es al mismo tiempo Amor, justicia y misericordia para con los pecadores.

La historia no es una pesadilla ni tiene sentido alguno acusar de nada a Dios, el Ser perfectísimo, infinitamente Bueno. También es absurdo suponer que Dios mismo puede sufrir pesadillas.

A modo de conclusión, nos preguntamos cómo es posible que un filósofo tan distinguido como José Ferrater Mora haya cometido errores tan gruesos y numerosos en una breve descripción de la visión cristiana de la historia. Dejando de lado la posibilidad de un intento deliberado de tergiversación, nos queda sólo la alternativa del desconocimiento. Por desgracia, ese desconocimiento está demasiado generalizado: hay en el ámbito de nuestra civilización “occidental y cristiana” demasiadas personas, incluso muy cultas, que ignoran casi todo lo esencial acerca del cristianismo o tienen de él una noción profundamente equivocada. Esto puede ser más excusable en el caso de personas poco instruidas, pero resulta menos comprensible en el caso de un gran filósofo, que además ha escrito sobre el cristianismo.

Daniel Iglesias Grèzes


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7.10.12

Hay un solo Dios

Estimado lector, tal vez usted crea que en la actualidad el politeísmo subsiste sólo en el seno de pueblos primitivos, en regiones muy remotas del globo. En ese caso le sorprenderá saber que miles de uruguayos profesan una religión politeísta y que con frecuencia se ve a sus predicadores, vestidos de impecable traje y corbata, recorriendo en parejas las calles de nuestras ciudades. Nos referimos a la religión de los mormones, fundada en los Estados Unidos durante el siglo XIX por Joseph Smith, quien murió acribillado mientras disparaba seis tiros contra una multitud que pretendía lincharlo por sus secretas costumbres polígamas. Posteriores informes oficiales de su iglesia le atribuyeron 27 esposas.

Aunque el principal libro sagrado de esta secta (el Libro de Mormón) sostiene que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son un solo Dios, Joseph Smith (en su libro “Doctrinas y Convenios", que los mormones consideran también inspirado por Dios) enseñó a sus seguidores que estas tres personas son tres dioses distintos. Pero Smith no se detuvo en el triteísmo: según su doctrina, el universo material es eterno, existen innumerables mundos habitados y cada uno de ellos tiene sus propios dioses. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son solamente los dioses de nuestro mundo.

Más aún, el mormonismo es un evolucionismo radical: según la doctrina mormona, el Padre es sólo un hombre de carne y hueso (de otro planeta) que ha alcanzado un alto estado de evolución, y los seres humanos pueden aspirar a una metamorfosis similar.

Este Dios Padre habría engendrado, de la Madre Celestial (otro ser divino), a todos los espíritus que existen o existieron en la Tierra. Jesucristo o Jehová sería el Hijo primogénito de Dios, engendrado por la unión carnal de Dios Padre con la Virgen María. En las bodas de Caná, Jesús habría contraído matrimonio con María Magdalena, Marta y la otra María, con quienes habría tenido hijos.

Incrementando su blasfemia, la doctrina mormona sostiene que Satanás sería otro de los hijos de Dios, hermano de Jesús, y que el pecado de Adán habría sido un acto meritorio: Adán cayó para que los hombres pudiesen existir, proveyendo a millones de espíritus preexistentes de tabernáculos mortales, un paso necesario para alcanzar finalmente la exaltación en el estado divino. Además, según la doctrina sostenida oficialmente hasta hace pocos años por la Iglesia mormona, ese estado divino, asequible para todos los mormones blancos, estaba vedado a las personas de raza negra.

La teología de los mormones, al igual que su visión de la historia del continente americano, es racionalmente indefendible. Tiene mucho más en común con la “teología” de la serie de ciencia ficción Stargate –Puerta a las Estrellas–, que con la doctrina cristiana.

Los paganos del Imperio Romano acusaron erróneamente de ateísmo a los cristianos, porque éstos no adoraban a ninguno de sus falsos dioses. Con verdad, en cambio, se puede decir que el mormonismo es una religión atea, puesto que ninguno de sus innumerables dioses es el Ser Absoluto, Necesario, Perfectísimo, Eterno, Infinito, Omnipotente y Creador del universo, el único Dios verdadero.

Daniel Iglesias Grèzes

Nota: Los datos sobre la doctrina mormona están tomados de Julio C. Elizaga, Las sectas y las nuevas religiones a la conquista del Uruguay, Editorial La Llave, Montevideo 1988, pp. 58-79.

Véase también: http://www.miapic.com/que-ensena-el-mormonismo


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3.10.12

Revista "Fe y Razón" (Nº 73 - Octubre de 2012)

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Artículo editorial del Nº 73


Cultura cristiana y “cultura de la muerte”

Equipo de Dirección

1. V Encuentro de Centros Culturales Católicos del Cono Sur

Del 18 al 21 de septiembre de 2012, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, tuvo lugar el V Encuentro de Centros Culturales Católicos del Cono Sur, promovido por el Pontificio Consejo de la Cultura. El CIES (Centro de Investigación en Ética Social), de Argentina, actuó como co-organizador y anfitrión del Encuentro. El tema central del Encuentro fue: “Identidad, Cultura y Diálogo: misión y necesidad de los Centros Culturales Católicos para la actual evangelización de América”.

El Encuentro contó con 50 participantes provenientes de Argentina, Brasil, Chile, Paraguay, Uruguay, Perú, México e Italia: seis obispos, tres presbíteros y 41 laicos. De Uruguay participaron: Mons. Pablo Galimberti (Obispo de Salto), la Dra. Susana Monreal (de la Universidad Católica del Uruguay), el Emb. Mario Cayota (por el CEDIDOSC) y el Ing. Daniel Iglesias (por el Centro Cultural Católico “Fe y Razón”). Mons. Carlos Alberto de Pinho Moreira Azevedo, Delegado del Pontificio Consejo de la Cultura, representó a la Santa Sede.

El Encuentro se desarrolló principalmente en el Círculo Militar, compuesto por el bellísimo Palacio Paz y un buen hotel. Se realizaron diversas ponencias sobre la identidad de los Centros Culturales Católicos (CCC), la acción y cometido de los CCC ante los desafíos de la cultura contemporánea, y la dimensión misionera y la espiritualidad de los CCC a la luz del Documento de Aparecida. También hubo dos conferencias abiertas a todo público en el Teatro del Globo, dictadas respectivamente por el Dr. Alfredo García Quesada, Consultor del Pontificio Consejo de la Cultura, y el Dr. Pedro Luis Barcia, Presidente de la Academia Argentina de Letras y de la Academia Nacional de Educación. Además, los participantes presentaron a los CCC representados en el Encuentro, intercambiaron experiencias y reflexionaron en grupos sobre el Documento de Trabajo propuesto por el Pontificio Consejo de la Cultura. Las principales conclusiones y propuestas fueron presentadas al plenario por un representante de los CCC de cada país. Por Uruguay le tocó desempeñar dicha tarea al Ing. Daniel Iglesias.

La Santa Misa fue celebrada el miércoles 19 en la Catedral de Buenos Aires, presidida por el Cardenal Jorge Bergoglio SJ, Arzobispo de Buenos Aires; el jueves 20 en la Iglesia del Socorro, concelebrada por cinco Obispos; y el viernes 20 en la Basílica de Luján, presidida por el Sr. Obispo de Luján.

El Encuentro se desarrolló en un clima de fraternidad cristiana. Hacia el final del mismo los participantes firmaron una declaración (la “Declaración de Buenos Aires”), orientada a estimular el trabajo conjunto de los CCC de la región.

2. Ciclo de Charlas sobre el Pensamiento de Juan Pablo II

En el contexto del Año de la Fe, el Centro Cultural Católico “Fe y Razón” está organizando un ciclo de charlas sobre el pensamiento de Juan Pablo II. La primera charla del ciclo tendrá lugar el sábado 27 de octubre de 17:00 a 19:00 horas en la sede de la Asociación Uruguaya de la Orden de Malta (Canelones 1544 casi Salto, Montevideo) y tendrá como tema central el pensamiento filosófico de Juan Pablo II. El Ec. Rafael Menéndez disertará sobre “El personalismo tomista de Karol Wojtyla” y el Lic. Néstor Martínez disertará sobre “Tomismo y personalismo”. Después de las dos ponencias habrá una ronda de preguntas y respuestas.

El ciclo se completará con las siguientes charlas, en el mismo horario y en el mismo lugar:
• Sábado 3 de noviembre: La encíclica Fides et Ratio.
• Sábado 10 de noviembre: La encíclica Veritatis Splendor.
• Sábado 17 de noviembre: La encíclica Evangelium Vitae.

Más adelante anunciaremos los nombres de los expositores y los títulos de las ponencias de esas otras tres charlas.

La entrada a estas charlas es libre y gratuita. Aunque no es imprescindible, pedimos a los interesados en las charlas que confirmen su asistencia enviando un email a: [email protected].

3. Un paso hacia la legalización del aborto en el Uruguay

El Centro Cultural Católico “Fe y Razón” deplora la aprobación de la legalización del aborto por parte de la Cámara de Representantes, por 50 votos contra 49, el pasado martes 25 de septiembre, y exhorta a todos sus lectores a oponerse a esta iniciativa, a la que aún le falta la aprobación de la Cámara de Senadores y la promulgación del Poder Ejecutivo para convertirse en ley.

En este número publicamos la proclama del gran acto pro-vida realizado el lunes 24 de septiembre en la principal avenida de Montevideo y las reflexiones del Lic. Néstor Martínez sobre la triste y lamentable jornada legislativa del día siguiente. Nuestro Centro se adhiere a esa proclama y a esas reflexiones. También publicamos un artículo del Dr. Ricardo Pou-Ferrari, Médico Ginecólogo uruguayo, sobre la despenalización del aborto provocado. Agradecemos al Dr. Pou-Ferrari su valioso aporte.