27.06.17

Los griegos no eran sodomitas. "Homofobia" en las leyes y moralidad griegas (3-8)

4. “Misokinia” en las leyes y la moralidad griegas

No hablamos aquí de ese eufemismo moderno llamado “homofobia” (“miedo al homosexual”, etimológicamente), sino de una verdadera “miso-kinia” (“misos”: odio, “kynos”: perro/homosexual) perseguida y hasta penada no sólo por la ética sino por la mayoría de las leyes helénicas de otrora. Veámoslo.

En su “Contra Timarco”, el orador Esquines (389-314 a.C.) nos relata cómo entre las famosas Leyes de Solón, se prescribían las siguientes disposiciones contra quien hubiese tenido “etairese” (compañía del mismo sexo):

 “Si algún ateniense se prostituye (relación homosexual), no se le permita llegar a ser uno de los nueve Arcontes, ni se le consagre sacerdote, ni ejercer la judicatura por el pueblo, ni desempeñará cargo alguno, ni al interior ni en el exterior, ni por sorteo ni por elección, ni sea hecho heraldo, ni pronunciará opinión, ni entrará en los santuarios públicos, ni llevará corona en las procesiones, ni atraviese por los alrededores del ágora. Si algo de esto hiciera, sentenciado por prostituirse se lo condene a muerte”[1].

 

El discurso de Esquines toma tintes cada vez más duros cuando invita a los jueces a recordar a sus antepasados atenienses, “severos hacia toda conducta vergonzosa” considerando “preciada la pureza de sus hijos y sus conciudadanos”. Asimismo, elogia las radicales medidas espartanas contra la homosexualidad, mencionando el dicho según el cual “es bueno imitar la virtud, aunque sea en un extranjero”.

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26.06.17

Los griegos no eran sodomitas. Apodos y el caso de Layo, patrono de los pedófilos (2-8)

2. Apodos homosexuales e importancia del pudor

La mayor parte de sociedades humanas han proscrito y estigmatizado las prácticas sexuales estériles o aquéllas que conllevasen riesgo de infecciones. La homosexualidad en sí reúne ambas condiciones ya que, por un lado es incapaz de engendrar nueva vida y, por el otro, el lugar empleado para las relaciones carnales entre hombres (el ano) no es precisamente la parte más limpia, sana e higiénica del cuerpo humano. En la Grecia antigua –que no era una excepción a esta regla general– no existían eufemismos políticamente correctos como “homosexual”, “gay” o “heterosexual”. Los “heteros” eran sencillamente la gente normal que cumplía con la ley natural y basta; para los homosexuales se reservaban una serie de vocablos, generalmente de significado altamente infamante e indigno. Veámoslos:

- Euryproktos: ano abierto.

- Lakkoproktos: ano de pozo.

- Katapygon, kataproktos: homosexual pasivo.

- Arsenokoitai: homosexual activo.

- Marikas: el que salta arriba y abajo.

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25.06.17

Los griegos no eran sodomitas. Montajes homosexuales en clave de género (1-8)

Los griegos no eran sodomitas:Montaje homosexuales en clave de género

Por el Padre Javier Olivera Ravasi

“Los modernos han perdido mucho tiempo (…) queriendo presentar a la antigua Hélade como un paraíso para los invertidos, lo cual es excesivo: el mismo vocabulario de la lengua griega y la legislación de la mayor parte de las ciudades atestiguan que la homosexualidad no dejó de ser considerada como un hecho «anormal»” (Henry-Irenee Marrou)[1]. 

Que los espartanos eran afeminados; que Alejandro Magno también; que en el Banquete de Platón se habla de ello y que acostarse con efebos era moneda corriente en la Grecia antigua… ¿Cuántas veces hemos oído hablar de este tema sin tener una respuesta adecuada según las fuentes históricas?

Son tantas las veces que se nos ha golpeteado con esta cantinela dogmática que hasta uno podría plantearse: “si acaso fue así, ¿no debería volverse a practicar lo que aquellos sabios de la civilización occidental realizaban sin tapujos?”. Pues bien; acá está el punto y el caballo de Troya intelectual (nunca mejor cupo la expresión) que la ideología de género nos quiere hacer tragar para legitimar fenómenos decadentes de la vida moderna[2].

1.      El origen del mito

Digamos desde el inicio nomás que no se nos ocurre afirmar la inexistencia de homosexualidad o pedofilia en Grecia (¿dónde no las hubo?) sino simplemente decir que la moral tradicional de los helenos y hasta las propias leyes antiguas condenaban estas prácticas, incluso con la pena de destierro, en algunos casos.

Analizando este tópico moderno, uno encuentra que la primera “coincidencia” encontrada y que, en general se pasa por alto, es que casi todos los “expertos” que aluden a una extensión endémica de la homosexualidad en Grecia fueron ellos mismos una pandilla de homosexuales declarados. Y esto no resulta una mera refutación ad hominem, sino que, desde la perspectiva del autor, es inevitable que sus posturas (no sólo las intelectuales) caminen marcha atrás conforme a sus tendencias personales minoritarias.

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24.06.17

22.06.17