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18.04.19

16.11.18

Cristo Rey. Aporte de algunos católicos para la solemnidad

Comparto con uds. el aporte que un grupo de católicos fieles ha redactado para festejar este 25 de Noviembre próximo, la solemnidad de Cristo Rey.

Por lo que se dice, resulta un ejemplo para todos nosotros. Dios quiera que en algunas parroquias, colegios o capillas pueda a aprovecharse este recurso que pueden encontrar haciendo clic AQUÍ

¡Que viva Cristo Rey!¡Que viva el Reinado Social de Jesucristo!

 

Que no te la cuenten…

P. Javier Olivera Ravasi

 

27.09.18

"Conoce tu misa". Un libro muy recomendable

Hace años los católicos recibíamos una buena o aceptable formación litúrgica. Bastaba ir a la capilla o a la parroquia para que, los mismos símbolos, nos hiciesen entender la realidad que se encontraba detrás de los colores, los gestos, las rúbricas, etc. Hoy, lamentablemente, ya no es así y es necesaria una nueva educación y explicación de qué cosa es la Santa Misa, ese Sacrificio incruento que reactualiza la Pasión de Nuestro Señor y Sus beneficios.

Resucitando de las tinieblas del olvido, a alguien se le ocurrió que sería bueno reeditar, con nueva traducción e imágenes más depuradas, el hermoso librito “Conoce tu misa” donde, en forma de “cómic” y con viñetas, tanto para grandes como para chicos se va explicando paso por paso la Santa Misa según la forma tradicional o -como se le dice hoy- “extraordinaria” o “tridentina".

Les dejo el link donde se puede adquirir este tesoro en formato digital y papel; una verdadera joya a color.

Que no te la cuenten…

P. Javier Olivera Ravasi

Formato digital

Formato papel

25.09.18

Los orígenes apostólico-patrísticos de la "Misa Tridentina" (3-3)

5. La reforma de San Gregorio Magno

Desde el siglo IV en adelante tenemos informaciones muy detalladas acerca de cuestiones litúrgicas. Padres de la Iglesia como san Cirilo de Jerusalén (†386), san Atanasio (†373), san Basilio (†379), san Juan Crisóstomo (†407) nos proporcionan elaboradas descripciones de los ritos que se celebraban.

La libertad de la Iglesia en tiempos de Constantino y, aproximadamente, el primer Concilio de Nicea en el año 325 marcan el gran punto de inflexión de los estudios litúrgicos. Alrededor del siglo IV se contó con la recopilación de los textos litúrgicos completos: fueron recopilados el primer Euchologion y los Sacramentarios para su uso en la iglesia. En el siglo V Papas y obispos trabajan intensamente para la unidad litúrgica y su perfeccionamiento. Esta obra fue llevada a cumplimiento en el siglo siguiente por aquel Pontífice cuyo nombre habrá quedado para siempre ligado a la sagrada Liturgia: san Gregorio Magno (590 d.C.). Son bien conocidos los criterios litúrgicos del Santo: escribe a Agustín de Canterbury que elija aquellos rituales que hubiera estimado más convenientes para sus neófitos anglos, ya que: non pro locis res, sed pro rebus loca amanda sunt. Y en otra carta dirigida al obispo Juan de Siracusa, se declaró dispuesto a aplicar este principio a la misma Liturgia romana: en esto Gregorio seguía perfectamente la tradición de sus predecesores, tanto que la Liturgia de Roma entró definitivamente en su período de estancamiento sólo después de la muerte del gran Doctor. «Si ella misma (la Iglesia de Constantinopla) -escribe San Gregorio- u otra Iglesia tiene algo de bueno, me declaro dispuesto a imitar el bien incluso de aquellos que son más pequeños que yo, mientras los considere alejados de lo que no es lícito. Es de hecho un tonto aquel que se considera a sí mismo tan elevado que no quiere aprender de lo que ha visto de bueno».

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22.09.18

Los orígenes apostólico-patrísticos de la "Misa Tridentina" (2-3)

  1. La liturgia en el tiempo de los Apóstoles

 Si, pues, el Señor ha esbozado las líneas fundamentales del Culto litúrgico cristiano, es de creer que, para cuanto Él no haya definido, habrá dejado gran libertad a la iniciativa iluminada de los Apóstoles, a quienes había investido con su misma divina misión y a quienes les había impartido las facultades necesarias, haciéndolos no sólo propagadores de la Palabra evangélica, sino también ministros y dispensadores de los Misterios. Los apóstoles, entonces, continúan la tarea de establecer y promulgar una serie de ritos. Por eso es que el Concilio de Trento, tratando en su 22ª sesión de las augustas ceremonias del Santo Sacrificio de la Misa, declara que hay que relacionar con la institución apostólica las bendiciones místicas, las velas encendidas, las incensaciones, las vestiduras sagradas, y en general todos los detalles aptos para revelar la majestuosidad de este gran Acto, y para llevar el alma de los fieles a la contemplación de las cosas sublimes escondidas en este profundo Misterio, por medio de estos signos visibles de religión y de piedad.

 San Basilio también señala a la tradición apostólica como fuente de las mismas observancias, a las que añade, como ejemplo, las siguientes: el orar hacia el este; consagrar la Eucaristía en medio de una fórmula de invocación que no se encuentra registrada ni en san Pablo, ni en el Evangelio; bendecir el agua bautismal y el aceite de la unción, etc. Y no sólo san Basilio y Tertuliano sino toda la antigüedad, sin excepción, confiesa expresamente esta gran regla de san Agustín, que se ha vuelto banal a fuerza de ser repetida: «es muy razonable pensar que una práctica conservada por toda la Iglesia y no establecida por los Concilios, pero siempre conservada, no puede haber sido transmitida sino por la autoridad de los Apóstoles», como dice Guéranger.

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