InfoCatólica / Que no te la cuenten / Categoría: Revolución francesa

3.04.21

La réplica del perdón: Madame de Bonchamps

Recordando a su marido

Pasada la aventura napoleónica y en plena restauración monárquica, Marie Renée Marguerite de Scépeaux, más conocida como “Madame de Bonchamps”, por haberse casado con el célebre general vendeano, publicó en 1823 sus Memorias[1] o mejor dicho, las de su difunto marido…

Es la historia de mi esposo la que yo quiero escribir…”, nos dice en sus primeras líneas y no era para menos, pues el marqués de Bonchamps pasó a la historia por haber concedido el gran perdón a 5000 republicanos condenados a muerte. Con semejante ejemplo a conmemorar, no tuvo la menor intención de hacer su autobiografía, ubicándose naturalmente en un segundo plano, sino testimoniar la vida y muerte del héroe a quien tuvo el privilegio de amar, escoltar y acompañar hasta el último suspiro.

Como ya hemos contado aquí (https://www.quenotelacuenten.org/2020/09/01/cronicas-de-la-vendee-3-5-charles-bonchamps-el-perdon-heroico/) las proezas de Bonchamps, haremos exactamente al revés, siendo Marguerite la protagonista… pues, a decir verdad su historia, no es menos emocionante y terrible que la de Victoire Donnissan.

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22.03.21

La hora de las mujeres vendeanas. Por la Hna. Marie de la Sagesse Sequeiros

Mujer escribiendo una carta. De Johannes Vermeer, 1670.

La campana femenina

Al atardecer de la tempestad del Terror revolucionario, cuando los rugidos pavorosos de los cañones hubieron cesado y los incendios se hubieron extinguido, cuando el sol volvió a iluminar el horizonte sereno y una brisa calma impregnó la huerta… el sosiego de la naturaleza pareció indicar a las vendeanas que una nueva etapa había comenzado en sus vidas. 

Reconquistada la paz y restablecido el culto, las mujeres retomaron sus trabajos cotidianos en medio del silencio desgarrador de un hogar devastado por la ausencia masculina: padres, esposos e incluso hijos ya no estaban. No obstante, todo el entorno les hablaba de los gigantes caídos y de los innumerables mártires ejecutados. ¿Qué hacer?

Fue entonces cuando se despertó en ellas el querer transmitir la historia de tantas luchas y sufrimientos pasados a las generaciones postreras. El simple hecho de narrar y escribir las mantuvo, de alguna manera, “en conversación con los difuntos” como dice Quevedo, es decir, con sus muertos, con sus héroes…

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30.11.20

Maurice D’Elbée, el general de la Providencia

Un extranjero naturalizado

De noble familia francesa instalada en la región alemana de Saxe, Maurice Joseph D’Elbée nació en Dresde, el 21 de marzo de 1752. Su padre, Maurice Gigost, Señor de la Gobinière, fue un reconocido general de infantería que terminó como consejero privado del rey de Polonia. Algo bastante común para la época, donde un número importante de nobles franceses servía en los principados alemanes de Prusia y Austria.

Al igual que su abuelo y su padre, el joven Maurice eligió la carrera militar, enrolándose a los 16 años en el ejército de Saxe donde sirvió varios años en el cuerpo de granaderos. En 1772, sus padres decidieron volver a Saumur, corazón de la Vendée, donde la familia tenía sus ancestrales raíces y naturalizar a su hijo como “francés”, lo que le permitió continuar en el regimiento de caballería ligera, hasta llegar a ser teniente a los 29 años. En el ejército recibió una formación especializada en la búsqueda, identificación y obstaculización de tropas enemigas, de la cual se servirá extraordinariamente para la guerra de guerrillas. Por su aptitud en combate y su disciplina militar intachable merecía el comando de una compañía, pero para ascender, Maurice debía consentir los caprichos lujuriosos de una condesa que comandaba realmente el regimiento… Como se negó diciendo que “prefería romper su espada antes que caer en bajezas con una mujer”, la despechada logró que los superiores le negaran el merecido puesto, hecho que determinó su dimisión en 1783.

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27.11.20

Jean-Nicolas Stofflet, el forastero vendeano

A pedido de algunos amigos y lectores continuaremos con las “Crónicas Vendeanas” que nos quedaron en el tintero. Por ahora, con los tres generales que faltaban: Nicolas Stofflet, Maurice D’Elbée y Louis Lescure. Creíamos que eran figuras menores pero nos equivocábamos… A decir verdad, uno no sabe cuál elegir pues cada uno tiene una faceta admirable y heroica que lo convierte en un “gigante” de la Patria y de la Iglesia.  

Para que no te la cuenten…

Hnas. Marie de la Sagesse y Mater Afflicta, S.J.M.


Un fiel servidor

En el centro de la Vendée militar, entre Cholet y Châtillon, se encuentra el castillo de Maulévrier con un importante obelisco en su patio interior, en el cual se leer: “A la memoria de Stofflet, nacido el 3 de febrero de 1753, en Barthélémont, General en jefe del ejército real del Bajo-Anjou, muerto en Angers, el 23 de febrero de 1796. Siempre fiel a Dios y al rey, murió obedeciendo”. En la cara opuesta está escrito: Este monumento fue erigido por Édouard Colbert, conde de Maulévrier, 1820”. El hombre a la gloria del cual se elevó el monolito no era simplemente el antiguo guarda bosque del castillo, sino algo más…

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29.10.20

El Ave Fénix de la Vendée: Reynald Secher

El despertar de un indiferente

Descendiente de una tradicional familia bretona y vendeana de 10 hermanos, Reynald Secher nació en 1955 en la pequeña comuna de La Chapelle-Basse-Mer (a 18 km. de Nantes) con el estigma de ser un ‘vendeano’, es decir, un vil traidor a los ‘beneficios’ de la Revolución Francesa. Por ello, cuando su profesor de historia de la Sorbona, el Dr. Jean Meyer, le propuso estudiar el levantamiento contrarrevolucionario, el joven estudiante, bajando la cabeza, respondió secamente: “No”. Luego, tomando aire, le explicó que, por razones intelectuales y familiares, prefería profundizar otro tema, ya que se sentía un poco ‘culpable’ por la traición a la República efectuada por sus ancestros. En efecto, para este principiante, la rebelión vendeana se reducía a repetir el relato oficial del momento: una guerra civil que había dividido a los franceses, con excesos de un lado y del otro. Además consideraba el tema como antiguas historias familiares, trapos viejos que se quemaban dentro y que nadie contaba fuera del círculo íntimo, pues, en su caso, implicaba abrir una vieja herida: parte de su familia había sido masacrada por los republicanos en la capilla de Les Lucs sur Boulogne. Punto final.

Pero el Dr. Meyer no se dio por vencido, y le propuso que, al menos como vendeano nato que era, le ayudase en la búsqueda de documentos y testimonios, pues, hasta ese entonces, no había estudios serios sobre la rebelión. ¡Y qué mejor, -le insistió el profesor- que comenzar por los legajos de tu propio pueblo La Chapelle-Basse-Mer!, por donde las columnas infernales habían pasado haciendo estragos. Sin poder negarse a colaborar en la búsqueda de la verdad histórica, el alumno aceptó el desafío sin mucho entusiasmo, aunque con la convicción interior que haría algo por sus antepasados.

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