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30.01.15

Aprendiendo a pensar: lógica de los sofismas (4-21)

B) Sofismas de anfibología

 

      Cuando la ambigüedad no está encerrada en un término deter­minado, sino que afecta a toda una proposición, el paralogismo que de allí puede resultar se llama “falacia de anfibología”. Sea el siguiente ejemplo:

 

[12]      Puedo caminar y no caminar,

             pero caminar y no caminar es imposible.

 

Puedo lo imposible.

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29.01.15

Aprendiendo a pensar: lógica de los sofismas (3-21)

            2. Sofismas de distinta suposición

 

          Dentro de los sofismas por homonimia están aquellos que pro­vienen de la distinta “suposición” que en cada premisa tiene el término común[1]. La falla consiste en razonar como si el término mantuviese constante su suposición, cuando en realidad ella va­ría. Una de las maneras como puede ocurrir esto es cuando un mismo término una vez “supone” por un concepto (por el concepto mismo), y otra vez “supone” por un individuo que corresponde a ese concepto:

 

[5]      Hombre es especie.

            Juan es hombre.

 

            Juan es especie.

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28.01.15

Aprendiendo a pensar: lógica de los sofismas (2-21)

CLASIFICACIÓN DE LOS SOFISMAS

  

I. SOFISMAS VERBALES

 

«La más natural y extendida causa (de los sofismas) es el uso torcido de las palabras. Efectivamente, como no es posible enta­blar una discusión trayendo las cosas mismas a ella, usamos en su lugar palabras, como en el caso de las piedras del que cal­cula. Pero no es igual, porque las palabras y el número de las locuciones son limitadas, mientras que las cosas son ilimitadas en número. Es, por tanto, forzoso, que una locución y que una palabra, signifiquen varias cosas».

Aristóteles, Arg. Sof., I, 165 a).

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27.01.15

21.01.15

¿Es lícito luchar por Cristo? (3-3): hasta los santos en las Cruzadas

¿Es lícito pelear por Cristo? (3-3): ¡Hasta los santos en las Cruzadas!

Como dijimos anteriormente, la entera Cristiandad se sintió galvanizada por el ideal de las Cruzadas. Hasta un espíritu tan apacible y sereno como el de san Francisco, no ocultó su entusiasmo por la empresa. Ya desde su juventud, se había sentido deslumbrado por el estilo de vida caballeresco, que llegaba entonces a la península italiana a través de los Alpes.

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