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31.12.15

El mito de la tierra plana atribuido al Cristianismo medieval

El mito de la «Tierra Plana» atribuido al Cristianismo medieval

Thomas E. Woods, Jr.

“El verdadero mito es creer que nunca nadie jamás creyó en una tierra plana.“

Profesor Thomas E. Woods, Jr. Tiene un grado de bachiller en historia en Harvard y un doctorado en Columbia.

Durante la labor de promoción de mi libro How the Catholic Church Built Western Civilization (Cómo la Iglesia católica construyó la Civilización Occidental), he dejado claro que los principales historiadores de la ciencia actual ya no sostienen la incauta posición de que la “religión” no es más que un obstáculo para la “ciencia”. Esta opinión, indudablemente, es sorpresiva para algunas personas, ya que todos nosotros, en algún momento de nuestras vidas hemos escuchado repetir esta idea.

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16.12.15

Los defectos de los débiles

Los defectos de los débiles

Por José A. Ferrari

 

            La necesaria distinción paulina entre fuertes y débiles en la fe, nos aclara muchas realidades y nos previene de muchos peligros. Porque hay riesgos de errar y pecar que, aunque comunes a todos, son más propios de unos que de otros; por eso las advertencias para el fuerte y para el débil son bien distintas.

            Según las palabras de Pablo a los romanos, conocemos quiénes son los fuertes y quiénes los débiles: Hay quien tiene fe para comer de todo, mientras el que es débil (de fe) come hierbas (Rom. XIV, 2). Por entonces, los de procedencia judaica que se aferraban escrupulosamente a las prescripciones rituales, comían sólo hierbas por temor de ingerir carne que pudiese venir de sacrificios paganos. Los cristianos gentiles comían de todo e increpaban a los judíos por no haberse libertado de la Ley. Los primeros son los débiles, los segundos los fuertes. Los primeros, sin estar muy informados de la Palabra de Dios y con ataduras excesivas a leyes y prescripciones, no lograban una verdadera libertad en el Espíritu. Los fuertes, por divina providencia (conocimiento de las Escrituras, consejos sabios, estudio, experiencia, inteligencia, carácter, cuna) y vocación, podían comer de todo y todo les alimentaba su vida sobrenatural.

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4.12.15

¿La papolatría es pecado?

(Interesante reflexión de pluma ajena; puede servir, para complementar, esta gran entrada del Padre Jorge González en Infocatolica).
 
 

 

Alejandro VI

La elevación al trono de Pedro de S.S. Alejandro VI (quien si bien fue el Papa de la providencial donación de América al Imperio Español, tuvo algunas costumbres poco edificantes durante algún tiempo), puso a la Sierva de Dios Isabel La Católica en un aprieto. Isabel conocía bien a quien había sido antes el Cardenal español, Rodrigo de Borja; ahora como Sumo Pontífice, le merecía el mayor de los respetos y sumisión religiosa, pero como pecador, no; y no podía aprobar conductas indignas de un prelado que causasen incluso escándalo a los fieles. 

Así, con motivo de haberse celebrado en Roma, con toda fastuosidad, las bodas de Lucrecia Borja, hija del Papa (nacida varios años antes de la asunción de éste al trono pontificio), la Reina Isabel citó al Nuncio Apostólico Mons. Francisco des Prats, a Medina del Campo, donde se encontraba la corte. Allí, con exquisita discreción (al punto que hoy se conoce esta reprimenda sólo por un informe secreto del nuncio al Papa, conservado en el Archivo Secreto Vaticano) luego de despedir a sus secretarios y ayudantes, presentó sus quejas:

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3.12.15

2.12.15

¿Iglesia de los pobres o riquezas de la Iglesia? (3-4)

¿Está bien que la Iglesia tenga bienes?

Dos son las objeciones que aparecen habitualmente respecto de las riquezas y la Iglesia: por un lado, están aquellos que plantean como una hipocresía el que la Iglesia tenga bienes materiales cuando Jesucristo no los tuvo; por el otro hay quienes opinan que sería una contradicción el tener hermosos y adornados templos ante la indigencia que hay en el mundo.

Para poder responder habrá que echar un poco de mano a la teología, es decir, a pensar la Fe. Si el lector no la tiene, entonces le pido paciencia; y si la tiene quizás nos sirva repasarla.

En primer lugar, sobre la riqueza Jesucristo ha hablado unas cuantas veces; así, en el Evangelio de San Mateo se lee: No os procuréis oro, ni plata, ni calderilla en vuestras fajas; ni alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón; porque el obrero merece su sustento (Mt 10,9-10).

—Suficiente —dirá alguno apasionado— la Iglesia debe vender ya mismo todo y dárselo a los pobres si quiere seguir en serio a Cristo.

—¿Y por qué no empezamos con los suyos, puesto que usted también está bautizado? –le dirá el cura…

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