El VARÓN ante un mundo AFEMINADO. En la fiesta de San José
P. Javier Olivera Ravasi, SE
Durante mi adolescencia dejé la práctica religiosa por dos motivos: uno, por los pecados propios y, otro, por ver el “modelo” del joven varón que había en las parroquias: aburrido, afeminado, poco viril… Claro que seguramente, en algunos casos, exageraba para tener una excusa para no ir a Misa. Pero la exageración siempre parte de una base.
Sólo luego de algunos años entendí que no todos los varones en la Iglesia eran así y decidí, por gracia de Dios, volver.
La actual dialéctica marxista de oponer al varón contra la mujer ha hecho que, lamentablemente, la misma figura del hombre, de quien tiene cromosomas “xy” (vale aclararlo hoy en día) se haya desmoronado.
Basta para esto ir a las tiendas de ropa para darse cuenta: la ropa es casi completamente “unisex” y es difícil encontrar ropa de hombre más allá de la diferencia de talles.

El Evangelio de este domingo (según misal de 1962) se enmarca en uno de los viajes que Nuestro Señor Jesucristo realiza allí donde había comenzado su fama: en Caná de Galilea, el mismo lugar donde había transformado el agua en vino casi forzado por Su Madre, quien prácticamente lo impulsa a mostrar su divinidad diciéndole “no tienen vino”.
Celebramos hoy la Misa de las primeras comuniones de nuestro establecimiento educativo “Sedes Sapientiae”. Y no se trata de un día más, sino de uno de los días más importantes de nuestras vidas: el día en que el siervo, recibe al Rey, el día en que Dios baja a la tierra para estar junto a sus soldados, para ser alimento de nuestras vidas.
