(359) Empresa vana
No transitar caminos ajenos, sino los heredados, las avenidas del acervo, los senderos recibidos de generación en generación.
Ir mal creyendo ir bien, ¿hay algo peor?
A veces la luz causa pena y aprieta porque se anda confuso, cabeza a pájaros y tenebroso. Hay que estar en gracia para ver claro.
Empresa vana es ir buscando plenitudes fuera del redil de Cristo.
El semipelagiano a la intemperie, cuando llueve gracia sobre gracia, siempre lleva paraguas, no sea que alguna gota, en la calle o en la plaza, le cale sin su previo consentimiento.
Algunos se inventaron una falsa fe itinerante, desenfocada y movida, tan aburrida y soporífera como un temario de educación en valores.
La mente moderna es giróvaga.
Atajos de laberinto, empresa vana.
Todos los senderos del voluntarista siempre llevan al propio domicilio.
Nos lo dice el Bautista: «No debe el hombre apropiarse nada que no le venga de lo Alto» (Jn 3, 27).
Sólo debemos, por la oración, hacer nuestra una cosa: «Poned toda vuestra esperanza en la gracia» (1 Pe 1, 13). Porque «La gracia y la verdad nos vienen por Jesucristo» (Jn 1, 17).

“Con Nietzsche llega a su culmen y a su plena conciencia la llamada via moderna, es decir el nominalismo. Lo que nos distancia del pensamiento que hace posible una demostración de la existencia de Dios —al modo de las cinco vías de Santo Tomás— es la desconfianza, la duda acerca del rendimiento de nuestras palabras” (Robert SPAEMANN, El rumor inmortal, II).
Se disipa el alma ansiosa de experiencias y no agarra en tierra buena su conversión. Se despilfarra como alimento para pájaros, como semilla entre las rocas, como planta que se descuajó.