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9.06.22

(505) La mala raíz

22. La mala raíz es no querer tener Madre. La buena, querer por gracia tenerla.

 

23. La filiación divina desengaña de las realidades temporales.

 

24. Huérfanos de eternidad, los bienes terrenos son engaño y presunción.

 

25. La Madre vela por sus hijos, les atiende para que la atiendan y acudan a ella a protegerse.

 

26. El espíritu de opinión, frente a la verdad, es rechazo de la filiación y amor desordenado de sí mismo.

 

27. Da cobijo y ampara, por encima del orden de la gracia, por su maternidad divina.

 
REY BURLADO
V.- La mala raíz

7.05.22

(504) No malas, sino heridas

18. No malas, sino heridas realidades temporales; variables, volubles y estragadas. Desengañada el alma de repúblicas de Adán, anhela descansar en fundamentos nuevos. Y no hay mejor cimiento, para la vida temporal, que una ciudad celeste. «Porque nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde esperamos al Salvador y Señor Jesucristo» (Fil 3, 20). Huyamos, pues, del Leviatán, porque es señor de este mundo, y es su hora y cetro.

 

19. Desengañarse de lo sometido a corrupción. Lo natural no fue destruido, pero sí sufrió. La corrupción dejó huella, no extinguió el bien, pero lo precipitó en las aguas, que pululaban de monstruos.

 

20.- Caduco y perecedero, cual la carne, es este escenario, «porque los reinos de este mundo son terrenos y perecederos, y se fundan sobre grandes riquezas, y poderío de la carne» (Catecismo Romano 1780, 75). Desencántate, pues, de los espejismos de Adán, que «ni es pequeño desengaño / ver la miseria del mundo» (Proverbios morales, Pérez de Herrera, 1618, fol. 21b, 360).

 

21. Sólo fiarse de bienes eternos, cual columna y fundamento. «Salgamos del Teatro de sombras del mundo a la plaza de la luz del desengaño, huyendo de sus felicidades, como desdichas, retirándose de las prosperidades, como miserias, para encontrarse con la felicidad que siempre dura» Gobierno general, moral y político, LI, cap.3, Valdecebro, 1728, 13).

 
IV.- No malas, sino heridas

14.02.22

(501) Rey burlado

1. Dios suscita desengaños que abren los ojos, por pura gracia.

 

2.- De pesar en pesar, caminando trabajos, se llega si Dios quiere al gozoso final del camino, que es preciosa ultimidad.

 

3. De poco momento son insidias y cuidados comparados con la cruz de Cristo, Rey burlado. De todo obtuvo provecho, para satisfacción de su Padre y bien de sus vasallos.

 

4. Que en este Gran Teatro en que no hay lumbre no se discurre sin engaño; lo sabe el hombre de tradición, que no tropieza en novedades.

 

5. No abunda en fruto bueno la segunda causa, si del Primer Agente no suplica el esplendor. Se seca indefectiblemente, y da en el suelo su criada actividad, como si nada en este mundo fuera tan necio, como ser criatura y creerse vanamente un dios.

 

6. En esta Gran Ontomaquia de los últimos tiempos, el cristiano ha de librar la batalla por las esencias.

 

7. Desengañarse de uno mismo, que está caído, para poner del todo la mente en Dios.

 

29.01.22

(500) No es para siempre

La decadencia actual del catolicismo no es para siempre. Considerar esta verdad, apercibidos de Escritura y Tradición (y de sus legítimas tradiciones locales) sustente nuestro obrar y pensar pacientes.

Dios, si lo pedimos, puede obtener grandes bienes con ocasión de grandes males. Por eso es vital no equivocar el diagnóstico, ni llamar bien al mal, ni atenuar los síntomas de muerte, como si fueran de vida. Ni justificar lo malo, para obstaculizar lo bueno.

Ligados por esperanza a nuestro Primer Motor, se nos dará mejor movernos a un mayor fruto. La corrupción de las realidades temporales, en que todo es pasajero, puede utilizarse en provecho propio. Atender a su vicisitud consuela: lo malo pasa, no es eterno.

 

No sabemos si pasará trágicamente, para dar comienzo al fin de los fines.

No sabemos si pasará pedagógicamente, para dar comienzo a un tiempo de mejor y mayor virtud.

No sabemos si pasará judicialmente, para cribar a los que nunca fueron de los nuestros, sino de la Bestia.

Pero sabemos, y esto conforta, que al monstruo moderno le ha sido permitido campear en la casa del Dios vivo para hacer brillar el poder de la divina providencia: pues todo depende principalmente de Dios. No nos quepa duda: «Leviatán, quem fecisti, ut ludat in eo», hiciste al Leviatán para juguete tuyo (Sal Vg, 103, 26).

No sabemos si pasará en esta vida o en la otra. Lo que sabemos es que pasará. Y que podemos ayudar a que pase antes; viviendo virtuosamente, contribuimos a que lo malo pase, y se allane el camino.

Pasará, no quepa duda; este orden adámico, en que la Iglesia milita, está sometido a corrupción. Los que valoran en exceso las cosas temporales, deben concienciarse: los bienes de hoy, por la caída, son bienes de ayer nada más nacen. Y lo mismo, en otro plano, el de la privación, ocurre a los males.

La Iglesia que milita, y da la gracia de su Rey y Señor, la da para siempre, no para que pase. La da para el fin último, no para perderse.

 

Quien quiera dar a entender esta esperanza, puede aprovecharse de la empresa 140 de don Juan de Borja, con el lema Non in aeternum (no para siempre). Porque, así como los navegantes afrontan la tempestad con la esperanza de que pase pronto, y al oleaje suceda la calma, los católicos debemos afrontar la crisis hodierna con la consideración de que no es para siempre. «Consolándose con ésto en las adversidades, dice el hijo de san Francisco de Borja, pues el que supiere aprovecharse de ellas, como lo hace el justo, no le durará para siempre la tormenta» (pág. 286, ed. de Bruselas, 1680).

¿Cómo aprovecharemos el actual desastre? Profundizando en la doctrina de siempre, sintiendo con la Iglesia de siempre, calmando la tempestad con la autoridad de siempre, que es la de Cristo, no la del mundo. Lo haremos con una renovada infusión de providencialismo; no del moderno, ni del progresista ni del moderado, sino del de siempre.

Tiempos vendrán, en esta o la otra vida, en que la verdad podrá resplandecer más claramente. Entonces Dios Todopoderoso hará justicia y pondrá los puntos sobre las íes. A los justos arrimará al buen puerto de su fin último, y Cristo se mostrará del todo en todo, para gloria de sus elegidos. A los injustos castigará, y conducirá al abismo de la pena, en que será eterno el rechinar de dientes.

Hasta entonces, será preciso demandarle humildemente, cual importuno e insistente amigo, gracia sobre gracia; será urgente acudir, con temor y temblor, a Quien domina tempestades.

 

23.01.22

(499) Modernidad y catolicismo son contrarios

Texto 9

«Por último queremos hacer notar que el personalismo nunca se enfrenta a la modernidad como si estuviera fuera de ella porque, aunque está entroncado con la filosofía clásica, es una filosofía moderna que nace, en concreto, en el siglo XX» (J.M. BURGOS, El personalismo, Madrid, Palabra, 2000, pág. 194).

 

Comentario crítico:

9.1, queremos hacer notar.— Se agradece que en el texto se quiera hacer notar, esto es, manifestar con claridad, lo que es el personalismo. 

 

9.2, el personalismo nunca se enfrenta a la modernidad como si estuviera fuera de ella.— La idiosincrasia personalista es cronológicamente moderna, esto es, reciente, novedosa en la Iglesia, no tradicional; y axiológicamente moderna, pues comparte algunos, no todos, de los valores esenciales del mundo moderno; persigue un aggiornamento, una actualización del catolicismo respecto de la Modernidad, que siempre será problemática. Porque la esencia de la Modernidad, que es el culto personal y público a la persona, es incompatible con la esencia del catolicismo, que es el culto personal y público a Dios Uno y Trino.

Por esto es lógico, demasiado lógico que, para no enfrentarse con lo moderno, el personalismo modere los elementos antimodernos del catolicismo, y se autorreduzca, por ejemplo haciéndose “aconfesional", abandonando el derecho natural por los derechos humanos subjetivos, sembrando sospechas sobre la escolástica, relativizando el concepto de alma, etc.

Por tanto, si el personalismo no se enfrenta a la Modernidad es en detrimento de los derechos de Cristo. Se ignora la doctrina social y política antimoderna de Cristo Rey, tal y como la enseña el magisterio antimodernista y se opta por las constituciones liberales postrevolucionarias. 

 

9.3, aunque está entroncado con la filosofía clásica.— La palabra entroncado, utilizada de manera rigurosa, debe dar a entender que el personalismo es una rama del pensamiento clásico, pero no es el caso; pues esta escuela es, por confesión de parte, moderna, si bien moderadamente (no está de acuerdo con todo); pero no se puede surgir de un tronco clásico y al mismo tiempo surgir de un tronco anticlásico.

No es cierto, por tanto, que entronque con el pensamiento clásico, pues el personalismo parte de un axioma centralísimo: la acción precede al ser, que es el axioma opuesto al axioma clásico, que dice que el ser precede a la acción.

 

9.4, “es” una filosofía moderna.— Se entiende que no sólo cronológicamente, sino también axiológicamente, aunque en parte; tiene una valoración positiva en general de la Modernidad, si bien no le da un cheque en blanco. Cree poder domesticar al Leviatán liberal.

Por eso, es filosofía “moderadamente” moderna. El problema es que, si es filosofía moderna, contiene principios y nociones esenciales del numen reciente: dignidad preadámica (independiente de la dignidad moral); sobrevaloración del cuerpo; minusvaloración del alma en pos de una vaga dimensión espiritual; maximización un tanto escéptica de la experiencia subjetiva; autodeterminación; primacía de la acción sobre el ser; prevalencia de la voluntad sobre el entendimiento; irenismo epistemológico; negación de los universales escolásticos; oposición entre verdad lógica y verdad ontológica, etc.

A menudo se le hará necesario sustituir una parte de los fundamentos del catolicismo tradicional, por una parte de los fundamentos del pensamiento reciente; con lo cual se produce un híbrido intelectual del que poco se puede esperar, salvo confusión.