(500) No es para siempre

La decadencia actual del catolicismo no es para siempre. Considerar esta verdad, apercibidos de Escritura y Tradición (y de sus legítimas tradiciones locales) sustente nuestro obrar y pensar pacientes.

Dios, si lo pedimos, puede obtener grandes bienes con ocasión de grandes males. Por eso es vital no equivocar el diagnóstico, ni llamar bien al mal, ni atenuar los síntomas de muerte, como si fueran de vida. Ni justificar lo malo, para obstaculizar lo bueno.

Ligados por esperanza a nuestro Primer Motor, se nos dará mejor movernos a un mayor fruto. La corrupción de las realidades temporales, en que todo es pasajero, puede utilizarse en provecho propio. Atender a su vicisitud consuela: lo malo pasa, no es eterno.

 

No sabemos si pasará trágicamente, para dar comienzo al fin de los fines.

No sabemos si pasará pedagógicamente, para dar comienzo a un tiempo de mejor y mayor virtud.

No sabemos si pasará judicialmente, para cribar a los que nunca fueron de los nuestros, sino de la Bestia.

Pero sabemos, y esto conforta, que al monstruo moderno le ha sido permitido campear en la casa del Dios vivo para hacer brillar el poder de la divina providencia: pues todo depende principalmente de Dios. No nos quepa duda: «Leviatán, quem fecisti, ut ludat in eo», hiciste al Leviatán para juguete tuyo (Sal Vg, 103, 26).

No sabemos si pasará en esta vida o en la otra. Lo que sabemos es que pasará. Y que podemos ayudar a que pase antes; viviendo virtuosamente, contribuimos a que lo malo pase, y se allane el camino.

Pasará, no quepa duda; este orden adámico, en que la Iglesia milita, está sometido a corrupción. Los que valoran en exceso las cosas temporales, deben concienciarse: los bienes de hoy, por la caída, son bienes de ayer nada más nacen. Y lo mismo, en otro plano, el de la privación, ocurre a los males.

La Iglesia que milita, y da la gracia de su Rey y Señor, la da para siempre, no para que pase. La da para el fin último, no para perderse.

 

Quien quiera dar a entender esta esperanza, puede aprovecharse de la empresa 140 de don Juan de Borja, con el lema Non in aeternum (no para siempre). Porque, así como los navegantes afrontan la tempestad con la esperanza de que pase pronto, y al oleaje suceda la calma, los católicos debemos afrontar la crisis hodierna con la consideración de que no es para siempre. «Consolándose con ésto en las adversidades, dice el hijo de san Francisco de Borja, pues el que supiere aprovecharse de ellas, como lo hace el justo, no le durará para siempre la tormenta» (pág. 286, ed. de Bruselas, 1680).

¿Cómo aprovecharemos el actual desastre? Profundizando en la doctrina de siempre, sintiendo con la Iglesia de siempre, calmando la tempestad con la autoridad de siempre, que es la de Cristo, no la del mundo. Lo haremos con una renovada infusión de providencialismo; no del moderno, ni del progresista ni del moderado, sino del de siempre.

Tiempos vendrán, en esta o la otra vida, en que la verdad podrá resplandecer más claramente. Entonces Dios Todopoderoso hará justicia y pondrá los puntos sobre las íes. A los justos arrimará al buen puerto de su fin último, y Cristo se mostrará del todo en todo, para gloria de sus elegidos. A los injustos castigará, y conducirá al abismo de la pena, en que será eterno el rechinar de dientes.

Hasta entonces, será preciso demandarle humildemente, cual importuno e insistente amigo, gracia sobre gracia; será urgente acudir, con temor y temblor, a Quien domina tempestades.

 

7 comentarios

  
África Marteache
Amén. ¡Gran Virtud la Esperanza!
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A.G.:
Gran virtud, desde luego, y teologal, es decir, que Dios la infunde. Viva Dios.
29/01/22 4:25 PM
  
Octavio
Magnífico articulo. Consuela leerlo.
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A.G.:
Gracias. Alabado sea Dios.
29/01/22 5:11 PM
  
Daniel
Todo está permitido y medido para el Bien de los que temen a Dios. Él sabe, puede y quiere nuestro Bien. Solo debemos unirnos a su Voluntad con todo nuestro ser. Esta es nuestra hora. La hora de confiar, de esperar, de suplicar, de poner lo nuestro. No nos desanimemos, por el contrario, levantemos la cabeza, nuestra Esperanza es el Señor y ella se debe trasladar a nuestra vida, para que los humildes del Señor, crean y se salven. Somos un Pueblo que camina en el desierto, en un valle de lágrimas. Siempre lo ha sido, porque el Hombre ninguneó a Dios, aunque hoy, como es nuestro tiempo lo sintamos más de cerca. Demos Gracias a Dios por estos tiempos, que de no ser como son quizás nosotros tampoco nos hubiéramos interesado en el Señor, en su Ternura, en su Amor, en su Poder. El Señor esta cerca de nosotros, Él es el que nos sostiene, Él es el ancla de la salvación y al vernos en peligro, porque vemos los signos de los tiempos, más asidos a ella estamos y debemos estar. Él lo quiere así y nosotros también.
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A.G.:
"de poner lo nuestro". Lo nuestro que primero es suyo, pues nos lo ha dado primero para poder ponerlo.
30/01/22 2:56 PM
  
JSP
1. San Pablo nos dice que la fe es la esperanza en los bienes eternos. La esperanza cristiana no se separa de Nuestro Señor Jesús.
2. La Palabra de Dios nos interpela más todavía en los momentos difíciles: "¿También ustedes quieren marcharse?" Le respondió Simón Pedro: «Señor, ¿donde quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios.
3. La fe cuando se torna en confianza en Cristo, una vez conocido por fe humana, ponemos nuestra vida en Sus Manos, dejamos que Su don actúe en nosotros para obrar con espíritu saludable, como cuando confiamos en un médico para que nos sane.
4. Salud espiritual cristiana que nos devuelve la paz y la serenidad en los momentos más difíciles y la fe que obra en la caridad de Cristo.
5. Fe como confianza porque hay esperanza en la unión con Dios, porque las virtudes teologales actúan en función a la Voluntad de Dios.
5. Esperanza por tener el entendimiento en la realidad mostrada por Cristo de la vida eterna, en la confianza de Su Resurrección.
6. Pues, el Hijo de Dios ha participado de la carne y de la sangre en nuestra Compañía. Pues, tanto el Santificador como los santificados tienen todos el mismo origen. Por eso no se avergüenza de llamarles hermanos. Hermano Primogénito que habita entre nosotros para aniquilar mediante la muerte al señor de la muerte, es decir, al Diablo, y libertar a cuantos, por temor a la muerte, estaban de por vida sometidos a esclavitud. Porque, ciertamente, no se ocupa de los ángeles, sino de la descendencia de Abraham, nos dice San Pablo.
7. La Esperanza implica un gran amor a la Vida que nos ha dado Dios y el entusiasmo sostenido por vivirla responsablemente, plenamente en Cristo, para estar junto a Él en la gloria que le ha dado el Padre y Dios nuestro por medio de la omnipotencia del Espíritu dador de Vida.

PD: Hebreos 11.
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A.G.:
Cuidado con esto: "La fe cuando se torna en confianza en Cristo, una vez conocido por fe humana". Primero es la fe teologal, infundida por Dios, siempre. Es la puerta.
31/01/22 2:21 PM
  
Javidaba
Amén, amén, ¡Aleluya!.
01/02/22 9:57 PM
  
María de las Nieves
No es para siempre la decadencia en el seno de la Iglesia; pues el Señor ha vencido al mundo ;al demonio y a la carne y esperamos su Segunda Venida para el juicio de todos.
Cuando el Señor estaba en la Tierra obedeció la Voluntad Divina y por afirmar que era Hijo Natural de Dios fue condenado a muerte de cruz.Ha resucitado y vive en su Iglesia.
En ella hay trigo y cizaña y pidió que crecieran juntas hasta el final. Somos pecadores pero si nos convertimos al Señor y nos arrepentimos y confesamos el nos devuelve su amistad.
El hará la separación y dará justa sentencia que no sabemos para cada uno ;pero su Verdad y su Triunfo está asegurado.
Hoy al igual que antaño la Revelación de Jesucristo ,;su Palabra Eterna nos precede
Y nosotros fieles cristianos católicos bautizados en la Santísima Trinidad debemos ser obedientes a la Revelación y acoger; expresar; vivir y testimoniar nuestra Fe Revelada y asentir con nuestra libertad a su Persona Divina y a sus Verdades Eternas para nuestra Salvacion.
Recogida en las Sagradas Escrituras,; la Tradicion y Magisterio auténtico. Y celebrada en su Santa Iglesia.Levantemos cabeza; corazón y entreguemos la Voluntad humana al Padre por medio de Jesucristo.
03/02/22 2:12 PM
  
Argia
Lo de temor y temblor, no creo, ¿ porque temer al que nos ama tanto ?, y temblor, si somos culpables que lo somos, pero no temblaremos si reconocemos nuestro pecado, como el buen ladron, que se atrevio a decirle,: acuerdate de mi cuando llegues a tu reino.
San Francisco, en la perfecta alegria, dice lo único que es nuestro, son nuestros sufrimientos, y que es lo lo único que le podemos ofrecer.
Le felicito por haber escrito sobre la Esperanza, porque de males sabemos casi cada dia, con la Esperanza más cercana, podremos trabajar mejor en nuestra santidad, porque esperaremos que El nos salve.
04/02/22 8:36 PM

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