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19.12.20

(451) Comentarios críticos a Amoris laetitia, IV: ¿Sin límites definidos?

Comentario 5

«De ese modo, los matrimonios podrán reconocer el sentido del camino que están recorriendo. Porque, como recordamos varias veces en esta Exhortación, ninguna familia es una realidad celestial y confeccionada de una vez para siempre[…] Pero además, contemplar la plenitud que todavía no alcanzamos, nos permite relativizar el recorrido histórico que estamos haciendo como familias, para dejar de exigir a las relaciones interpersonales una perfección, una pureza de intenciones y una coherencia que sólo podremos encontrar en el Reino definitivo. También nos impide juzgar con dureza a quienes viven en condiciones de mucha fragilidad. Todos estamos llamados a mantener viva la tensión hacia un más allá de nosotros mismos y de nuestros límites, y cada familia debe vivir en ese estímulo constante. Caminemos familias, sigamos caminando. Lo que se nos promete es siempre más. No desesperemos por nuestros límites, pero tampoco renunciemos a buscar la plenitud de amor y de comunión que se nos ha prometido» (Amoris laetitia, n. 325).

Pico de la Mirandola (1463-1494), uno de los más importantes representantes del humanismo renacentista, en su Discurso sobre la dignidad del hombre, presenta al ser humano como obra de naturaleza indefinida, sin límite alguno que lo constriña, artífice de sí mismo.

La idea fundamentará en adelante el concepto moderno de dignidad humana. El ser humano y sus instituciones estarían siempre por definir, siempre en camino de autodescubrimiento, sin una esencia “estática", sino dinámica; no existiría un ser propio del cual dimanaran naturalmente sus acciones, conforme al principio que enseña que el obrar sigue al ser; sino todo lo contrario, su ser mismo dependería de sus actos, en un proceso “creador” de autoconstrucción que se constituiría como libertad negativa —usando el término al que, insistentemente, nos remite Danilo Castellano: libertad como negación de un orden metafísico estable e inmutable.

El pensamiento moderno, por ello, frente a lo estático, ensalzará el tiempo, los procesos, el camino de autodefinición por recorrer. El ser será enfrentado al devenir y el tiempo entronizado frente al espacio.

En este contexto conceptual, el personalismo católico, sin querer dejar de ser católico, asumirá estas nociones e intentará compaginarlas con el pensamiento cristiano, buscando una vía medía. Se empezará a hablar, entonces, de autodeterminación humanista, y mencionándola explícitamente o sin mencionarla, pero utilizando su idea y su mentalidad, pasará a formar parte de la mente católica liberal, si bien atenuada por consideraciones piadosas y mitigada por conceptos tradicionales.

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