InfoCatólica / La Mirada en Perspectiva / Archivos para: 2019

3.06.19

(360) Saber digerir

«Ahora me complazco en mi sufrimiento por vosotros, y completo en mi carne lo que falta a los padecimientos de Cristo por su Cuerpo, que es la Iglesia» (Col 1, 24)

 

Calar hondo en el acontecer; age quod agis, haz lo que haces.

 

No tener el alma a los pies de otra tarea, que aquella que se tiene entre manos y viene de lo alto.

 

No te sojuzgue el crepúsculo y te encuentres con nada. 

 

Pedir la gracia del avestruz, que es lento de estómago y digiere hasta el hierro, según los antiguos emblemas.

 

Huir de estómagos delicados; saber digerir disgustos y contratiempos.

 

Digerir por Cristo el plomo de todos los temores. Pedir carisma del Sudor de Sangre.

 

Sustine et abstine, soporta y renuncia. Que sea indiferente ganar o perder. Darse cuenta de cada gran ocasión de purga.

 

Ferendum et speradum, es preciso sufrir y esperar.

 

No se encuentre el cristiano desapercibido para resistir, ni privado de auxilios, no contemple caer el castillo a manos del mundo, del demonio o de la carne.

 
No perder ocasión de quemar reato de culpa.
 
Mantenga el ánimo siempre equilibrado, con clasico sentir.
 

29.05.19

(359) Empresa vana

No transitar caminos ajenos, sino los heredados, las avenidas del acervo, los senderos recibidos de generación en generación.

 

Ir mal creyendo ir bien, ¿hay algo peor?

 

A veces la luz causa pena y aprieta porque se anda confuso, cabeza a pájaros y tenebroso. Hay que estar en gracia para ver claro.

 

Empresa vana es ir buscando plenitudes fuera del redil de Cristo.

 

El semipelagiano a la intemperie, cuando llueve gracia sobre gracia, siempre lleva paraguas, no sea que alguna gota, en la calle o en la plaza, le cale sin su previo consentimiento.

 

Algunos se inventaron una falsa fe itinerante, desenfocada y movidatan aburrida y soporífera como un temario de educación en valores.

 

La mente moderna es giróvaga.

 

Atajos de laberinto, empresa vana.

 

Todos los senderos del voluntarista siempre llevan al propio domicilio.

 

Nos lo dice el Bautista: «No debe el hombre apropiarse nada que no le venga de lo Alto» (Jn 3, 27). 

Sólo debemos, por la oración, hacer nuestra una cosa: «Poned toda vuestra esperanza en la gracia» (1 Pe 1, 13). Porque «La gracia y la verdad nos vienen por Jesucristo» (Jn 1, 17).

 

 

26.05.19

(358) La insensatez

“Con Nietzsche llega a su culmen y a su plena conciencia la llamada via moderna, es decir el nominalismo. Lo que nos distancia del pensamiento que hace posible una demostración de la existencia de Dios —al modo de las cinco vías de Santo Tomás— es la desconfianza, la duda acerca del rendimiento de nuestras palabras” (Robert SPAEMANN, El rumor inmortal, II).

 

La via moderna nos trae al Leviatán.

 

Dar razones universales, la esencia del asunto y no los detalles accidentales, por muy emotivos que sean.

 

No hechizar el lenguaje. No querer que los términos cambien la realidad. No concederle, en esto, eficacia al mal.

 

Huir de lazarillos de monstruos y amigos de Leviatanes.

 

Acoger al hermano fuego para que devore la casa. Colmo del buenismo “piadoso” de Occidente.

 

Enterrar la cabeza, con los párpados entre las raíces. A esto llaman fidelidad.

 

El rebañismo que mata el rebaño de Cristo, peor que un lobo.

 

Paráfrasis. Siempre hay un motivo sectario para negar que dos por cuatro sean 8. Y es que la autoridad no sepa las tablas de multiplicar.

 

Insensatez: tatuarse la marca del Leviatán, y luego pretender que Dios no la vea en el semblante, para eludir el Juicio.

 

El placebo “todo va bien” no funciona con el sentido sobrenatural de la fe.

 
La gran mentira de la autodeterminación: ocultar que sólo somos causas segundas, la criatura y no el Creador, los hijos de la ira y no el Reconciliador.
 
Goecia posmoderna: ese ansia de modelar esencias, como si fueran plastilina.
 
 
David Glez.Alonso Gracián
 

24.05.19

(357) No descomponerse

Se disipa el alma ansiosa de experiencias y no agarra en tierra buena su conversión. Se despilfarra como alimento para pájaros, como semilla entre las rocas, como planta que se descuajó.

 

Todo un andamiaje de teorías, concebidas sin tradición, ideadas para mantener la razón en permanente estado de obras.

 

Es insensato ir tropezando siempre con la misma piedra, como si fuera imposible guardar la compostura ante el error, y no descomponerse ante la seducción del mundo. Es insensato dar la mano a quien exige el brazo.

 

La prudencia es auriga, pero no como el Paráclito lo es con sus dones. La primera es guía adquirida o infusa, pero a hechura humana. En el segundo modo, se anda a oscuras de esplendor en esplendor, como en volandas.

 

No toda buena obra te conviene, sino sólo aquella para la que estás apercibido; de gracia y criterio, no de prudencia carnal.

 

No pocas veces camina el alma cristiana, en esta vida, sin tener noticia del Señor, como si no estuviera, como si no escuchara; y es bueno que así sea, para que la fe sea acrisolada, la esperanza adquiera carta de naturaleza y la caridad sea vínculo de perfección.

 

La claridad concurre en la obra buena como un obsequio de soberanía. La Causa Primera da el poder, rompiendo de gloria. Y da el hacer y el terminar a la segunda, como si fuera la primera. Y así se entiende, desde el Cielo, que lo que obró el Creador lo obró la criatura; que lo que hizo el Redentor también lo hizo el redimido.

 
David Glez. Alonso Gracián
 

20.05.19

(356) Que el agua está turbia

«Yo les he dado tu palabra, y el mundo los aborreció, porque no eran del mundo, como Yo no soy del mundo.»  (Jn 17, 14)

 

Cristo no prueba el agua del mundo.

 

Poco fruto concede el Señor, que es Verbo de belleza, al que maltrata su Palabra, y no la expone ni la explica con esmero de converso, sino con el desaliño negligente de la acedia. Que el Logos viviente no es maestro de apáticos ni conformistas, sino de embajadores suyos.

 

Quede invisible nuestra sobrestimación, y brille la merced de Cristo, para que sea posible ser cristiano.

 

Como una parva retahíla de pequeñas perlas. Es poca cosa. Pero el Señor las pronuncia y tú oras. Es el tesoro escondido del Rosario.

 

Pide ardiente deseo de perfección, que nunca es bastante.

 

No es nueva la amenaza, porque siempre estuvo la Ciudadela sitiada por demonios. Lo que es nuevo es que se deje la puerta abierta.

 

La gracia no se cancela a sí misma.

 

Ciervo blanco, cuya sangre es triaca para todos los males, cuya sed es justificación de todos los manantiales, cuya hechura es forma de toda forma.

 

Evitan los demonios la orilla de los ríos para que el agua de Cristo no les encuentre.

 

Nada tener y nada querer, todo rehusar por Cristo.

 

Porque tiene sed, se acerca el Ciervo blanco a la torrentera, pero no la prueba, porque el agua del mundo está turbia.

 

David Glez. Alonso Gracián