La maldad enseña su verdadero rostro
Se llama Observatorio de Bioética y Derecho y pertenece a la Universidad de Barcelona. Pero podría llamarse perfectamente Promotora de Asesinatos crueles a Inocentes sin Derechos. Y es que los “observantes” de ese engendro están por la labor de llevar a España hacia la más repelente de las pesadillas.
Efectivamente, no hay mayor perversión de la bioética y el derecho que alentar el aborto incluso hasta el momento anterior al nacimiento del feto. Hay que ser de una naturaleza moral totalmente entregada al mundo de las tinieblas para afirmar que un ser humano es objeto de derechos justo después de nacer y no cinco minutos antes de asomar su cabeza en este mundo. Hay que ser hijo del mismísimo Satanás para considerar que puede ser ético el asesinar a un bebé que está a punto de respirar con sus propios pulmones, por el único delito de venir con malformaciones o de ser motivo de peligro para la salud mental de su madre.
Pues bien, eso y más son esos expertos que se refugian bajo el amparo de una universidad para lanzar su ponzoña en nuestra sociedad. Y además tienen la poca vergüenza de querer apartarnos del debate a los que tenemos decencia, moral y fe religiosa. Estos siervos a sueldo de la Muerte afirman que “la discusión pública sobre el aborto no debe introducir criterios procedentes de concepciones religiosas, sobre el bien o la vida ideal, apropiadas para imponerse a uno mismo voluntariamente, pero no materia de corrección moral interpersonal que pueda imponerse a los demás. Ello significa que no es posible debatir, deliberar o dialogar sobre temas controvertidos en el campo de la bioética, como el aborto, si no se aceptan normativamente los valores de cientificidad, laicidad y pluralismo democrático”. Sólo les falta pedir que nos metan presos a los que osamos plantear públicamente nuestra opinión sobre lo que es el aborto. Creo que es cuestión de tiempo que lo hagan.

Cuando Juan XXIII sorprendió a la Iglesia y al mundo convocando el Concilio Vaticano II, pocos pensaban que uno de las consecuencias más amargas del mismo sería el cisma más importante que ha sufrido la Iglesia desde la Reforma protestante. Efectivamente, 21 años después de la clausura del Concilio se producía la excomunión de Monseñor Marcel Lefebvre, arzobispo francés fundador de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X (FSSPX). Juan Pablo II no tuvo más remedio que dar ese doloroso paso ante la desobediencia abierta del prelado francés, que se empeñó en ordenador obispos en contra del mandato del Vicario de Cristo.
Los grupos municipales del PSOE e Izquierda Unida en el Ayuntamiento de Sevilla han decidido provocar miserablemente a todos los católicos. Han propuesto quitar del callejero el nombre de Pío XII porque, según ellos, dicho Papa fue franquista. Justifican su acusación afirmando que el Vaticano reconoció el régimen que siguió a la Guerra Civil, llegando incluso a firmarse un Concordato entre la Iglesia Católica y la España de Franco. Y pretenden ampararse en la Ley de Memoria histórica, que vuelve a demostrar su gran utilidad para conseguir enfrentar a los españoles por un asunto que se suponía se había superado durante la Transición.
El caso es que en la Iglesia también hay elementos “zapaterinos” que -como el presidente de la CONFER, Alejandro Fernández Barrajón-
Lo que nos faltaba por ver, lo hemos visto hoy en Religión en Libertad. Un cura de Barcelona, Manel Pousa, que resulta ser vicario de la parroquia de la Trinidad, en el distrito de Nou Barris, confesó en El Periódico que ha pagado abortos. Por alguna extraña razón, la declaración ha pasado desapercibida a pesar de que tuvo lugar el 21 de febrero pasado, que fue cuando se realizó la entrevista. Pero hoy la progresía eclesial catalana ha sacado pecho en uno de sus blogs y por “causalidades” de la vida, nos hemos enterado de la infamia.








