JMJ: Mejor no ha podido acabar
Se acabó. El Papa ya se fue a Roma. La JMJ ha llegado a su fin, aunque hoy quedan todavía algunos actos interesantes. Es hora ya de hacer balance aunque me parece evidente que para conocer los frutos de estas jornadas deberá pasar bastante tiempo. Lo que ya sí podemos decir es que ha sido un éxito palpable, evidente. No sólo por la enorme cantidad de jóvenes que han asistido -nunca ha habido una Misa tan multitudinaria en España como la de ayer en Cuatro Vientos-, sino por su comportamiento, por su testimonio de alegría y de fe incluso en medio de las dificultades que han tenido que arrostrar. Por ejemplo, la de los radicales de extrema izquierda cuyo comportamiento ha estado a la altura de su catadura moral. Pero también durante la tormenta de la Vigilia del sábado. El Papa les felicitó porque era de justicia.
De igual modo hay que destacar la labor de los miles de voluntarios que han contribuido a que todo fuera según lo planeado. El Papa se encontró ayer con ellos y les dedicó uno de los discursos más “sentidos” de toda la JMJ. Como afirmó el Santo Padre, darles las gracias “es un deber de justicia y una necesidad de corazón".
Sin lugar a dudas Benedicto XVI ha sido el gran protagonista de esta Jornada Mundial de la Juventud. Se le ha visto alegre, emocionado a la vez que sereno, feliz y jovial. Obviamente se nota que es ya un Papa anciano, pero su mirada en estos días ha tenido un brillo especial. Creo que el cansancio físico acumulado es suplido con el gozo que ha llenado su alma al ver a tantos jóvenes mostrándole su cariño y su amor. Y como buen pastor y buen pontífice, ha llevado a todos a la presencia de Cristo. Todo en la Iglesia está diseñado para ayudar al hombre a encontrarse con Dios. Y esa es la misión principal del Obispo de Roma, Sucesor de Pedro y Vicario de Cristo: confirmar a los hermanos en la fe. Eso es ni más ni menos lo que hemos visto hacer al Papa en estos días. Quiera Dios conservarnos a Benedicto XVI muchos años. Le queremos y necesitamos de su magisterio.

Cielo y tierra se han encontrado hoy en Madrid, en el aeródromo de Cuatro Vientos. La adoración que tiene lugar ante el trono de Dios ha tenido eco en la adoración de más de un millón de jóvenes en comunión con el Vicario de Cristo. Todos arrodillados ante Cristo presente en la Hostia consagrada. Cielo y tierra unidos en adoración al Cordero de Dios. Santo silencio mientras los corazones se derramaban en adoración. Lágrimas caían en el rosto de muchos jóvenes. Qué bella es la Iglesia cuando adora a su Señor.
La JMJ en Madrid está siendo un gran éxito se mire por donde se mire. El Papa está en su salsa, feliz como pocas veces se le ha visto. Su magisterio es de un nivel extraordinario -eso ya no me sorprende- y los jóvenes están dando un gran ejemplo de civismo y amor por el Santo Padre. A eso hay que añadir el derroche continuo de la gracia del perdón que está teniendo lugar en el Retiro.
La extrema izquierda política, social y eclesial -Redes Cristianas- demostró ayer de lo que es capaz. A saber, organizar una manifestación basurienta (el que dude del calificativo que
Ayer vi por televisión (13TV) la Misa inaugural de la JMJ. Salvedad sea hecha de algunos problemas técnicos -un asistente me dijo que en determinada zona no se oyó nada hasta la mitad de la homilía-, la ceremonia fue magnífica en todos los sentidos. El apartado “musical", sencillamente extraordinario. Y el cardenal Rouco hizo de perfecto anfitrión.








