El cardenal O'Malley ha tomado una decisión muy primaveral
El cardenal y arzobispo de Boston, Sean O’Malley, ha decidido que las parroquias de su archidiócesis no están para que los agentes de secularización interna de la Iglesia hagan propaganda de sus heterodoxias. Enterado de que el líder de la «Pfarrer-Initiative» tenía pensado pasar por Boston, ha dado una orden clara: “El padre Helmut Schüller defiende posiciones contrarias a las enseñanzas de la Iglesia católica y, por lo tanto, no puede hablar en ninguna parroquia de la diócesis“.
Como cabía esperar, toda la morralla progre-eclesial de los EE.UU ha puesto el grito en el cielo. Dicen que el cardenal debería “animar a que se debatiera fondo en todos los sitios y comunidades el futuro de nuestra misión eclesial“. Y añaden que “este intento de vetar el debate ocasiona un enorme daño al cuerpo de Cristo, el Pueblo de Dios, que, gracias al bautismo, se encuentra habilitado para participar en la edificación de la Iglesia“.
En realidad lo que plantean es que la Iglesia debe dejar paso en su seno a la libertad de opinión. Y ciertamente es necesaria. Incluso antes del Concilio Vaticano II, el papa Pío XII dijo esto (negritas mías):
Nos querríamos todavía añadir una palabra referente a la opinión pública en el seno mismo de la Iglesia (naturalmente, en las materias dejadas a la libre discusión). Se extrañarán de esto solamente quienes no conocen a la Iglesia o quienes la conocen mal. Porque la Iglesia, después de todo, es un cuerpo vivo y le faltaría algo a su vida si la opinión pública le faltase; falta cuya censura recaería sobre los pastores y sobre los fieles.
La cuestión no es si hay o no hay opinión pública dentro de la Iglesia. La cuestión es que hay materias que no pueden ser objeto de discusión porque pertenecen al depósito de la fe. Y el que no entiende eso, tiene un problema. El libre examen no forma parte de la fe católica. Es protestantismo puro y duro. La Iglesia Católica no es como la comunión anglicana o el luteranismo liberal, que cambian de doctrina según sopla el viento.

En octubre del año 2009, el cardenal Rodé, por entonces Prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, envió una carta a la abadesa del monasterio benedictino de San Benet de Montserrat, en la que le pedía que exigiera a Sor Teresa Forcades que manifestara públicamente su adhesión a los principios doctrinales de la Iglesia. La razón era que, en relación al aborto, la religiosa había abogabado por el “derecho a decidir” de la madre -a decidir matar al hijo no nacido, se entiende- y se mostraba favorable a la distribución de la píldora abortiva.
Una periodista y un portero de fútbol españoles están esperando su primer hijo. Bonita noticia, sin duda. Un nuevo ser está ya en este mundo, esperando a crecer cómodamente en el seno de su madre hasta que llegue el día en que pueda ver la luz. El caso es que tanto su madre como su padre llevan viviendo unos cuantos años juntos pero han decidido que eso de casarse no va, al menos por ahora, con ellos.
Esto de ser padre es una aventura apasionante. Resulta que mi hija pequeña va a cumplir 13 años dentro de unos días. Hoy ha salido con su madre a hacer la compra y en el trayecto le ha contado lo que le gustaría que le regaláramos. Al llegar a casa, se ha dirigido a mí y me ha preguntado qué pensaba darle para el día de su cumpleaños, pero sin decirme qué es lo que quiere.
Las cosas se pueden decir de muchas maneras. A la hora de defender la verdad, hay modos y formas que, dependiendo del contexto, facilitan o incluso dificultan la tare de transmitirla. Pues bien, en el caso de la


