El 23 de marzo, el cardenal Stanislaw Rylko, presidente del Consejo Pontificio para los Laicos, solicitó formalmente a la “l’Union catholique internationale de la presse” (UCIP) que retire de su nombre el calificativo de católica. Es mucho más que un problema cosmético o de cartelería, ya que deja de ser Asociación Internacional de Fieles.
La organización está sumida en crisis desde hace años, con desobediencias continuas a las legítimas observaciones realizadas desde la Santa Sede.
En una notificación de diciembre de 2009 dirigida al presidente, Bernhard Sassmann, se pidió el cambio estatutario en la dirección y clarificar los roles del vicepresidente, tesorero, secretario general y el consejero eclesiástico. Esa carta no se distribuyó a los miembros, según informa Kipa.
La cesión de funciones del presidente al Secretario General, Chittilappilly; la dotación de personal y salarios; la limitación de mandatos y las irregularidades en las últimas asambleas que excluían arbitrariamente a miembros y asuntos de las actas, ha llevado a la autoridad eclesiástica competente a declarar que «no puede permanecer más tiempo silente e inactiva», y por tanto:
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