Y dale que dale con lo de los bienes de la Franja
Lo que mal empieza, mal acaba. Y el asunto de los bienes de la Franja, que ha provocado un conflcito muy serio entre dos diócesis vecinas y supuestamente hermanas, va camino de acabar fatal.
A estas alturas de la película, y siendo que todos, absolutamente TODOS los pronunciamientos de tribunales eclesiásticos le han dado la razón a Barbastro, parece que Lérida acabará por escudarse en la legislación civil de la Generalitad catalana. Lo cual será una vergüenza para todos, porque se demostrará que en esta Iglesia que tanto queremos, los siguientes versículos están de adorno:
Para vuestra confusión os hablo de este modo. ¿No hay entre vosotros ningún prudente, capaz de ser juez entre hermanos?
En vez de esto, ¿pleitea el hermano con el hermano, y esto ante los infieles? Ya es una mengua que tengáis pleitos unos con otros. ¿Por qué no preferís sufrir la injusticia? ¿Por qué no el ser despojados?
Y en vez de esto sois vosotros los que hacéis injusticias y cometéis fraudes, y esto con hermanos.
1ª Cor 6,5-8
Ya es patético que la cosa se haya dilatado tanto, creando un malestar que no puede beneficiar a nadie. Pero enmierdar la cuestión políticamente, que es lo que está pasando, es ya el colmo de los colmos y la vergüenza de las vergüenzas para unos y otros. Obviamente no es igual la postura de la diócesis de Barbastro que la de Lérida. La primera pide que a sus parroquias se le devuelva lo que es suyo y que luego ya se hablará. La segunda, sencilla y llanamente, no obedece a Roma y recurre a tribunales que ya no tienen competencia para juzgar la cuestión, pues la misma ha sido dirimida por instancias superiores. En otras palabras, a la diócesis de Lérida no le da la realísima gana de devolver lo que no es suyo. Y claro, Roma no va a mandar a la Guardia Suiza para llevar los bienes a Barbastro.