Este cascó un huevo, este le echó sal…
Cuando mis hijos eran bebés y no había forma de que se tomaran la papilla o los purés de verdura, solía contarles la historia que mi madre me aseguró haber usado conmigo en situaciones similares. Abriendo una de las manos y empezando desde el dedo meñique, les decía:
Este cascó un huevo, este le echó sal, este lo frió, este fue a por pan y este, gordo gordito, se lo comió, se lo comió, se lo comió….. y cucharada “pa dentro”.
Pues bien, ayer asistimos a una versión mediático-política del huevo cascado y finalmente comido. La cosa queda así:
A la Ser llegó una noticia, la Ser la analizó, la Ser la manipuló, la Ser la emitió y el PSOE e IU, socialistas y comunistas, se la tragaron, se la tragaron, se la tragaron… y atizaron a la Iglesia.
Es obvio que determinados medios de comunicación hacen de chulos proxenetas que explotan a esa señora llamada verdad, anteriormente casta y hoy obligada a trabajar vendiendo su alma. Cuando la verdad sale a hacer la acera para vender sus encantos a consumidores sin escrúpulos, se disfraza de “verdad a medias”. Una vez captado al cliente, se quita del todo su ropa para convertirse en mentira. Y entonces el otro paga, abusa de ella y la utiliza para satisfacer sus instintos perversos.

Se llama Observatorio de Bioética y Derecho y pertenece a la Universidad de Barcelona. Pero podría llamarse perfectamente Promotora de Asesinatos crueles a Inocentes sin Derechos. Y es que los “observantes” de ese engendro están por la labor de llevar a España hacia la más repelente de las pesadillas.
Cuando Juan XXIII sorprendió a la Iglesia y al mundo convocando el Concilio Vaticano II, pocos pensaban que uno de las consecuencias más amargas del mismo sería el cisma más importante que ha sufrido la Iglesia desde la Reforma protestante. Efectivamente, 21 años después de la clausura del Concilio se producía la excomunión de Monseñor Marcel Lefebvre, arzobispo francés fundador de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X (FSSPX). Juan Pablo II no tuvo más remedio que dar ese doloroso paso ante la desobediencia abierta del prelado francés, que se empeñó en ordenador obispos en contra del mandato del Vicario de Cristo.
Los grupos municipales del PSOE e Izquierda Unida en el Ayuntamiento de Sevilla han decidido provocar miserablemente a todos los católicos. Han propuesto quitar del callejero el nombre de Pío XII porque, según ellos, dicho Papa fue franquista. Justifican su acusación afirmando que el Vaticano reconoció el régimen que siguió a la Guerra Civil, llegando incluso a firmarse un Concordato entre la Iglesia Católica y la España de Franco. Y pretenden ampararse en la Ley de Memoria histórica, que vuelve a demostrar su gran utilidad para conseguir enfrentar a los españoles por un asunto que se suponía se había superado durante la Transición.
El caso es que en la Iglesia también hay elementos “zapaterinos” que -como el presidente de la CONFER, Alejandro Fernández Barrajón-








