Monseñor Pérez ha de aguantar el tirón
Todas mis fuentes me aseguran que el aterrizaje de Monseñor Francisco Pérez González en Navarra ha sorprendido gratamente a casi todo el mundo. Don Francisco es uno de esos obispos que no destaca por ser una lumbrera teológica y sí por ser muy cercano al pueblo. Y los navarros son gente a la que si quieres, te quieren. Ahora bien, no es el arzobispo un pastor que crea que su misión consiste solamente en besar a niños y abuelas. Consciente de que es bastante probable que esté ante su último destino eclesiástico, y con 15 años por delante, ha decidido dar un golpe de timón muy importante en el corazón de su diócesis: el seminario.
Todo obispo que se precie de ser un buen pastor sabe que el seminario es la joya de la corona de su diócesis. Del mismo saldrán bien, regular o mal formados los sacerdotes que habrán de dedicar toda su vida a la atención del pueblo de Dios. Los obispos pasan, los sacerdotes quedan. Y aunque de buenos seminarios pueden salir malos sacerdotes y de malos pueden salir buenos, lo normal es que si la calidad de un seminario está asegurada, el nivel del sacerdocio de la diócesis será alto.
Monseñor Pérez, sabedor de lo que acabo de decir, ha decidido que el seminario del que saldrán los futuros curas navarros pasará a depender de la Universidad de Navarra, que a su vez depende del Opus Dei. Es de suponer que tal decisión no agrada a los responsables de la Universidad Pontificia de Salamanca, pero de allí no cabe esperar ninguna carta de protesta o cosa parecida. Los que sí han escrito son un grupo de sacerdotes navarros, que parecen dispuestos a amargarle la existencia a don Francisco. Parecen horrorizados ante la posiblidad de que sus próximos compañeros de sacerdocio sea filo-opusianos. Y su horror se dispara aún más ante el placet del arzobispo a la llegada de un seminario Redemptoris Mater del Camino Neocatecumenal.
Tiene mucha gracia lo que dicen esos curas. Aseguran que tales medidas pueden crear conflictos. Pero resulta que los que están creando el conflicto son ellos.