Pues parece que la "moderación" no va con Roma
Desde determinados sectores de la información y opinión religiosa se viene repitiendo machaconamente desde hace bastante tiempo la idea de que los obispos españoles, al menos los que están al frente de las máquinas en Añastro, son una especie de exaltados fundamentalistas empeñados en crispar la sociedad. Sin embargo, Roma estaría por la labor de la moderación, del “vamos a llevarnos bien con el poder", del “recuperemos el espíritu de la iglesia taranconiana", etc, etc.
Lo cierto es que desde el Vaticano se suele confiar bastante en el “hombre de Roma” de cada país, que en el nuestro es claramente el cardenal Rouco, de manera que se deja a su criterio la forma de abordar las relaciones tanto con el gobierno de turno como con la sociedad. Pero aun así, lo que desde el Vaticano nos ha llegado en las últimas semanas no es precisamente una catarata de moderación y palabras políticamente correctas. El cardenal Grocholewski pidió literalmente la objeción de conciencia a la EpC. Los obispos españoles han planteado que la misma es legítima, pero no ha habido una clara manifestación de la CEE animando a ejercerla. Y respecto al caso del “bebé-medicamento” de Sevilla, la contundencia de los diversos representantes de la Santa Sede ha sido de las que hace época.
Todo ello nos lleva a pensar que lo que desde Roma nos llega no es precisamente una invitación a que la iglesia en España se muestre parca en palabras y en hechos a la hora de plantar cara a la cultura de la muerte, al proyecto masónico que nos quieren colar en este país. Muy al contrario, la sensación que da es que a orillas del Tíber preocupa tanto la situación en España que se ha optado por enfrentarse de forma clara y contundente a lo que está pasando en la “tierra de María". Por tanto, si los obispos españoles quieren estar en la línea marcada por Roma, lo que deben de hacer es ser, si cabe, más radicales, más incisivos; en definitiva, más profetas.
Luis Fernando Pérez Bustamante
6 comentarios
En lo que realmente podría dividirse la Iglesia española -así, grosso modo- es en aquellos que permanecen fieles al Evangelio y al Santo Padre, al Magisterio y a la Tradición de la Iglesia, a la Verdad y a Cristo, y aquellos otros que llevan largo tiempo fabricando su propia Iglesia, a su peso y medida, como si un producto de ingeniería se tratase: una Iglesia contaminada por nociones políticas y sociológicas, infestada de ideología y que habla, con lengua de madera, palabras muertas. Bonitas palabras, pero muertas.
El libro de Pagola, a parte de las "tachas" de la doctrina de la FE española, NO TIENE NINGÚN FUTURO.
Debe ser escrito de nuevo y Uriarte y Setién han hecho el ridículo de su vida.
Y Pagola no digamos.
De todas formas las familias de muchos hermanos y lo digo por experiencia son algo estupendo, aunque desde luego no dan ningún premio y poca ayuda?
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